Sé que existe ya una segunda parte llamada, El pasado de Jack Sparrow, pero ésta es como otra segunda parte, suena algo lioso pero se entenderá.

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Capítulo 1. Viejos recuerdos.

Un mar se abría a los ojos de una mujer, una mujer que yacía sentada en lo más alto del mástil y que observaba con detenimiento el lugar donde se encontraban. El alba reflejaba en el agua turbulenta una sombra de un gran navío, veloz como el que más, desprendía antigüedad y respeto. Al fondo ya se veía la tierra, una bahía de fina arena blanca y que sin duda dibujó una sonrisa en la muchacha. Murmuraba algo que solamente ella podía escuchar, casi con la mente lo decía.

Miró hacia abajo sin miedo, hacia la cubierta, varios tripulantes aún seguían durmiendo, otro observaba que los anclajes, las cuerdas y demás estuviera en orden y que el barco siguiera el rumbo fijado por sus capitanes. Sin pensárselo más y sin dejar de mirar al suelo saltó como si de un simple salto se tratara, asustó al que vigilaba puesto que cayó detrás de él.

-No sabía que estuviera ahí mi capitán. -dijo asustado-

-Hace un buen trabajo carpintero, sigue así. -le dijo ella poniéndole la mano en el hombro en señal de amistad.

Él se quedó con una expresión tonta en su cara, su capitán podía ser tan dulce como una mujer y tan amarga como ella misma, todos la llamaban Capitán Leisma. Se la conocía por su mal carácter en alta mar, por sus ideas claras, por sus ropas, por el famoso Medallón de Selene, y por ser la amiga de otro capitán muy famoso también.

-¡Arriba todos! -exclamó mientras abría la puerta que bajaba hacia el interior del barco.

Los tripulantes empezaron a remugar que aún era muy temprano y que querían cinco minutos más, otros se estiraban intentándose quitar el sueño y otros simplemente abrieron los ojos y los volvieron a cerrar. Siguió el pasillo que se abría en el interior y fue hacia la última puerta de éste, aún permanecía cerrada pero pronto la abrió. Todo estaba en orden en el interior del camarote, la mesa en el medio con una botella de ron a medias, una vela colocada en un pequeño plato de cristal, un arma de pirata por encima.

Por el suelo yacían las ropas tiradas por el suelo de un pirata, encima de ellas una espada de una hoja muy fina y muy afiliada por la punta, al lado unas botas de pirata y si se seguía el rastro podía llegarse a ver al pirata dormido de cara hacia la pared del camarote, tapado hasta media cabeza por el lienzo, y un sombrero que le tapaba el resto de la cabeza.

Leisma lo miró inexpresiva mientras se acercaba a él, no le importaba hacer ruido con las botas porque era la tercera vez que bajaba a despertarlo. Recordaba bien que anoche le dijo él a ella, "mañana me despiertas antes del alba". Al recordar eso miró por la ventana y vio que el sol ya estaba suficientemente salido y brillando casi con todo su poderío. Supuso que con el ruido de las botas se hubiera despertado, pero él parecía no haberse inmutado en absoluto.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca de él alargó la mano para coger el sombrero con rapidez, pero el pirata se adelantó y agarró el gorro con su mano izquierda para que no se lo robara, es decir, había escuchado sus pasos. Al ver que no podía cogerle el sombrero, volvió a alargar la mano, pero ésta vez para agarrar la sábana y quitársela. Parecía como si él la estuviera viendo, más raudo de que ella cogió la sábana y la agarró con fuerza para que no se la pudiera quitar. Aquello ya empezaba a mosquearle, no sabía si aquella mañana tenía ganas de quedarse en la cama o que tenía ganas de jugar.

Cambió de posición hasta ponerse bocabajo pero aún de cara a la pared, tenía cogidos el sombrero y el lienzo. Ella con todo el cuidado y el silencio que podía se quitó las botas, lentamente se sentó a horcajadas encima de él, apoyándose de rodillas en la cama.

El pirata notó como unas manos le hacían un masaje en la espalda que le venía de muerte, no se daba cuenta pero ronroneaba como un gato cuando a éste le rascaban y le acariciaban. Se iba acomodando como podía, pues ella se había sentado en la parte superior del culo, notaba como le iba bajando la sábana y que se quedaba un poco más debajo de media espalda.

Su rostro no supo que decir cuando sintió un crac bajo el hombro, sus ojos se quedaron totalmente abiertos a la vez que el dolor iba aumentando cada vez más.

-Levántate ya de una vez o te hago lo mismo en el otro hombro. -le dijo ella al oído mientras que con la mano le quitaba el sombrero y se lo ponía ella-

-.puede ser tan dulce como la miel y tan fría como la miel. -murmuró él para sí-

El dolor se había convertido en una molestia para todo el hombro. Fue girándose hasta quedar boca arriba, miró que la puerta estuviese cerrada, con las manos le acariciaba los muslos de ella apontocados a ambos lados. No recordaba ni siquiera la ropa que llevaba el día anterior, pero la de hoy le gustaba mucho.

Un trozo de tela de color azul muy oscuro parecido a un sujetador, más estrecho por el medio y más ancho por los bajos le tapaba lo que era el pecho, unido en el medio por un broche dorado y por detrás con dos tiras doradas también, la parte estrecha pasaba por detrás del cuello. Todo en sí le dejaba ver mucho el pecho, éste era el más bonito que el había podido ver jamás en su vida de pirata. La parte inferior del traje era un pequeño pantalón del mismo color que empezaba un poco más abajo del ombligo hasta el inicio del muslo y en forma de uve, por los laterales estaba unidos con pequeñas tiras cruzadas entre sí, y en el pico de la uve un broche igual al de la parte superior. Después como complementos tenía una tira dorada en la parte superior del brazo izquierdo, una tira azul oscuro en el muslo derecho y otra dorada a la altura de la cintura.

Las manos iban subiendo por su cuerpo adaptándose a las curvas hasta llegar al broche del pecho, quitó el broche sin dejar de mirarla a los ojos pero se llevó una desilusión, el broche era un adorno, no unía nada, pues debajo de él había otra tira dorada. Las manos siguieron ahora hacia la espalda, en medio había un lazo del que tiró suavemente por lo que se deshizo al instante. El top quedó ligero pero aún seguía atado por algún lugar muy bien escondido. Su rostro se preguntaba donde estaba el truco de aquel diminuto trozo de tela que le daba tanta guerra.

Ella alzó las manos hacia la nuca, ahí se sintió un clac, el top cayó encima dejando ver el pecho, el pirata alucinaba mientras los observaba una y otra vez con la mirada. Las manos volvieron a moverse, ésta vez bajaban hasta las caderas, ella se dejó caer lentamente hasta besarle los labios románticamente, fue subiendo su cuerpo a la vez que le dejaba de besar. Él flipó aún más cuando el pecho se le puso a la altura de la cara y a apenas milímetros del rostro.

Fue bajando ya bajo la sábana, ella observó que estaba desnudo completamente pero no le importaba. Con un gesto hábil se quitó los pantalones y la ropa interior hasta quedarse solamente con los complementos, ahora era él quien la besaba y quien seguía disfrutando de su cuerpo.

Tocaron varias veces en la puerta en señal de aviso.

-Capitán, estamos llegando a Bahía Blanca.

Ambos se vestían, Sparrow se ponía las botas sentado en la cama, Elian también se las ponía pero de pie, apoyando el pie en una de las sillas y atándose la bota que aún no tenía puesta. Jack se perdió en aquellas piernas que tanto le gustaban.

-¿Qué miras? -preguntaba sonriente-

-Vale la pena ir a Isla Tortuga para comprar tu ropa. -decía él levantándose-

-La compro en parte pensando en ti.

Se acercó a ella y la rodeó por las caderas, ella se puso bien y le pasó los brazos por el cuello, la chica casi medía lo mismo que él.

-¿Cómo crees que nos recibirá Lían? -preguntó ella-

-No lo sé, seis años han pasado desde la última vez que le vimos.

-¿Me estás tocando el culo? Porque noto tu mano en mi nalga. -Jack le besó al no poder resistirse sus labios a tan corta distancia- No te cortes. -siguió besándole-

La tripulación los vio salir desde el interior del barco, casi todos se quedaron mirando el pecho de Elian pero Jack hizo un gesto que les advirtió y ellos enseguida dejaron de mirar. Ella se agarraba fuerte a él, el oleaje se había alterado

-¡Aguantad como podáis! -gritaba una mujer que rondaba por cubierta.

La cubierta también estaba mojada, algunas de las velas se habían roto en forma de pequeños agujeros que dejaban filtrar el aire y no hacían su función.

-¡Pesa mucho mi capitán! -reprocho uno de ellos-

-No podemos seguir así. -murmuraba para sí ella- el mástil no aguantará.

Bajó a la parte inferior del navío por la pequeña escalera, un pasillo le llevó hasta el último camarote de popa, abrió la puerta y su expresión no pudo ser otra que de inexpresión. Jack Sparrow seguía en la cama, recordaba por un momento que ya le había avisado cuatro veces y aún estaba allí. Tapado hasta arriba con la sábana, el sombrero tapándole la cabeza y roncando como un pordiosero.

-Capitán Jack Sparrow, espero que se levante ya mismo o se quedará sin la última botella de ron que queda en el barco.

Sparrow abrió un ojo bajo el sombrero, intentaba escuchar los pasos que se acercaban hacia él sin moverse. Sacó una mano de debajo la sábana y agarró con fuerza el sombrero. Sabía que ella se lo cogería y eso le hacía mucha rabia, no le dejaba a nadie el sombrero, era parte de él.

-.Jack. el mástil está desencajado, las velas rotas, necesitamos cuerdas nuevas y estamos sin provisiones.

-.-pareció remugar algo-

-¡Ésta es la quinta vez que te llamo!

-.he trabajado mucho ésta noche.

Elian se quedó mirando la pared como una idiota, con un golpe de ira cogió la sábana y la quitó dejándolo en sus ropas de piratas, encogido como un niño y buscando la sábana con la mano.

-¡¿No te has quitado las botas?!

Jack empezó a pensar, él recordaba que se las había quitado, o eso creía. Con la duda de si sí o si no miró hacia abajo, estaba con ellas puestas. Aquella mañana ya se iba a llevar una buena bronca, por lo que se giró tapándose la cara con el sombrero.

-Ya era hora. ¿No te quitaste anoche las botas?

-yo. juraría que sí.

-Pues no. .Jack. no es por las botas por lo que estoy enfadada, es porque el barco se cae a pedazos después de la tormenta de anoche. Necesitamos llegar a un puerto ya.

-La Perla Negra no se cae a pedazos, es, un mal trago, solamente.

-La Perla Negra es un barco hecho de madera como todos los barcos.

-Seguro que se puede solucionar con tres o cuatro chapucillas.

-Tengo a la tripulación entera aguantando el puñetero mástil, si se cae, adiós Perla. ¿Pero tú no quieres eso verdad?

-.ya va.

-¡Al fin, a la quinta!

-¿No me vas a dar un beso como todas las mañanas?

-No. Te lo di ésta mañana y ni te enteraste.

-.

Subió a cubierta detrás de Leisma, iba algo perezoso y el sueño aún era presente en su rostro. El sol le deslumbró al salir a la luz de la cubierta, se tuvo que girar el sombrero para que le hiciera de parasol, el panorama no fue diferente al que ella le describió, los tripulantes aguantaban las cuerdas del mástil como podían, además, el viento les hacía pasar malas jugadas.

-Maldita tormenta, perdidos, sin rumbo y casi sin barco. -reprochaba Leisma-

-Míralo por el lado bueno, aún tenemos provisiones.

-No Jack, lo que tenemos no nos llega ni para dos días.

-¿Tampoco ron?

-No.

-Tormenta puñetera.

-¿No sabes donde podemos estar?

-Éste es el único lugar del que no tengo recuerdos. ¡¿Alguno de vosotros sabe donde estamos?!

-¡¡En el Pacífico Sur capitán!! -gritó uno de proa-

-¡¿En el Pacifico?!

-¡¡Siguiendo éste rumbo llegaremos dentro de tres días a Cabo de Plata!! Ay que se va.

-¿Conoces ese pueblo? -preguntó acercándose a él-

-Sí capitán, mi familia vive allí, es un lugar bastante tranquilo, o por lo menos lo era.

-¡A partir de ahora comeremos media ración cada uno!

-¡¿Media ración?! -exclamó Leisma-

-Tú misma has dicho que las provisiones no llegarían a dos días.

-.

-Pero tres días así es demasiado, el mástil no aguantará. ¡Vosotros tres de ese lado, atad las cuerdas a los anclajes del borde que no estén rotos! ¡Vosotros del otro lado, lo mismo!

-¡Listo capitán!

-¡Soltad las cuerdas los que las tengáis en las manos!

Todos temían que el mástil se cayera pero éste no se cayó, se aguantó bien con aquella chapuza ideada por Sparrow. Toda la tripulación aplaudía al capitán, lo aclamaba y él se dejaba llevar por los halagos, claro que lo que más le resentía era que ella no le dijo nada, se fue al camarote.

-Haced lo que tengáis que hacer cada uno.

Bajó abajo, supo que la encontraría en la ventana del camarote, mirando hacia el infinito.

-¿Qué te ocurre? Llevas días distante.

-Añoro a Lían. Su recuerdo es más fuerte cada vez.

-Y lo asocias conmigo.

-No lo puedo evitar. Sé que aquí tengo todo lo que necesito, libertad, aventura, mar, pasión.

-Pero.

-Pero a parte de eso necesito menos libertad aquí dentro, en el camarote.

-¿A dónde quieres llegar? ¿Qué quieres, que te trate como una esclava o una posadera?

-No eso, pero similar. Yo quiero que tú tomes las riendas, que me obligues a hacer el amor una y otra vez si eso te hace a ti, sentirme que soy tuya. Siempre tengo que empezar yo a besarte y a dar el primer paso porque tú no lo das.

-Sé por donde vas, pero si te digo lo que tienes que hacer siempre acabo con tu mano en mi cara.

-Eso es arriba, en cubierta no soporto que nadie me de órdenes. Pero aquí dentro, en ésta estancia quiero sentirme tuya. Tampoco no te pases ahora y me trates como una esclava que no sabe hacer más que lo que le dice su amo, de eso nada.

-Tienes una idea equivocada de mí.

Se fue del camarote preguntándose a sí mismo porqué le había dicho aquello si sabía que él no era así, que para él era muy diferente una posadera y una pirata, que no la quería como una posesión sino y que ella era libre de irse cuando quisiera, que no la tenía obligada a nada y eso se lo mostraba cada día. Pero quizás el problema no fuese ese, quizás aquello fuera una excusa para no decirle lo que en verdad deseaba, y si era aquello que pasaba por su mente en aquel momento sus temores se cumplirían. ¿Tendría Elian intención de realizar su deseo como madre? Pero él no servía para estar atado a una familia, necesitaba la libertad que el mar le daba.

Por segunda vez en su vida sentía miedo de perderla, miedo de que ella quisiera quedarse en Bahía Blanca y quedarse solo de nuevo en el mar, miedo de que le dijera que allí se quedaba porque tenía su familia y un porvenir. ¿Pero qué le había hecho cambiar? Hace años ella no era así, se divertía siendo pirata, siendo una mujer que resaltaba sobre las demás, siendo alguien de quien se hablaba constantemente en los escritos y a quien muchos temían encontrársela de frente. Se había ganado el respeto gracias a su carácter duro y en apariencia frío, la reputación por ser alguien peligroso al que muchos pocos pueden alcanzar, pero para él no lo era así, quizás en un principio lo fue, pues cuando la conoció casi no se atrevía a decir nada.

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Jack desayunaba en la taberna de Isla Tortuga, todos los piratas y marineros que por allí rondaban lo respetaban y le tenían aprecio por ser uno de los grandes.

-¿Has oído hablar de Leisma? -le dijo Jeimi, el dueño de la taberna pirata-

-No ¿Quién es? -preguntaba curioso imaginándose un pirata de pacotilla que tendría un barco mediocre y medio caído.

-Es una de las piratas con más buena reputación en el mar, se dice que le ha quitado la Perla Negra a Barbosa. Es muy peligrosa y nadie osa acercarse.

-¿La Perla Negra? ¿A Barbosa? -no se lo creía- Nadie puede quitarle su barco, ese pirata es uno de los más rastreros que existen en todo el caribe español.

-Sí, pero ella lo ha conseguido y se rumorea que ha atracado aquí.

-¿La conoces de algo?

-Tengo cierta relación. -parecía no querer hablar del tema- pero es mi hijo Jein el que tiene muy buena relación con el hijo de ella.

-¡¿Tiene un hijo?!

-No levantes la voz. hay muchos que piden la cabeza de Leisma en bandeja de oro.

-Cuéntame más.

-¿Ahora te interesa eh?

-Va hombre, me has dejado con la miel en la boca.

-Nadie sabe su nombre, se dice que es la belleza en persona pero nadie la ha visto aún, siempre va tapada con una capa que solo se fabrica en el otro lado del mar, tiene muy mal carácter sí, de eso se la conoce más que nada. Últimamente dicen que ha encontrado muchos botines muy preciados, su afición es hacerle la vida imposible a los franceses hasta que la burguesía deje libre a los piratas, es una seductora nata, muchos piratas se han quedado con lo puesto, sin tripulación ni botines, nada.

-Interesante.

La puerta se abrió, alguien tapado con una capa extraña entró, el pañuelo negro con una cadenita dorada alrededor delataba que era un pirata, también sus botas. De la mano llevaba un niño de tres o cuatro años, éste llevaba la cara descubierta y vestía como un pequeño pirata, sombrero incluido. Jack se fijó que al andar resonaban como si llevara tacones, pues en la madera se sentía mucho. Toda la estancia se cayó mientras ese personaje seguía andando hasta una de las mesas del fondo, allí en silencio se sentó con el niño.

-Es ella. -susurró-

El niño al estar de cara vio que aquel hombre sentado en la barra los miraba intrigado, como era normal en un niño, se lo comentó a ella y ésta se giró dejando ver parte del mentón y de los labios, rojizos y carnosos que el sombrero le tapaba por su posición arqueada y hacia abajo. Sparrow apartó la mirada volviendo a mirar el desayuno como si nada hubiera pasado.

-Ei preciosa -dijo un pirata sentado de espaldas a ella y en la mesa contigua- ¿Te vienes un rato conmigo?

El pirata no lo vio pero el niño observó que ella miraba la pequeña bolsa que llevaba atada al cinturón.

-¡Lían ¿Te vienes a jugar?! -exclamó otro niño que salía del interior de la taberna-

El niño que así se llamaba la miró, le pedía permiso con la mirada y ella se lo concedió devolviéndole la mirada. Pocos segundos después fueron los dos hacia el interior, de donde venía el otro niño.

Jack se extrañó de que se levantara, que no dijera nada y que se llevara al otro cogido del cuello de la camisa hacia la escalera que daba al primer piso.

-¿Es una posadera?

-No, espera y verás.

Los de la sala se reían pero se callaron todos cuando ella bajó más ancha que larga, no había pasado ni cinco minutos que subieron, además con la mano jugaba con una bolsa que resonaba mucho a monedas de oro y parecía estar bien repleta.

-¡Le ha robado el dinero! -exclamó para sí-

-Ya te lo dije, es peligrosa y nadie osa acercarse, excepto los que se creen que son superiores a todos.

-¿Qué le ha hecho?

-No se sabe exactamente lo que hace, pero me he encontrado a más de uno KO en la cama, sin dinero y medio desnudo.

-Tonto es llevando la bolsa atada al cinturón, cualquiera se la puede robar.

Un rato estuvo allí sentada en la mesa sola, jugando con la moneda mientras se tomaba un buen desayuno a costa del dinero del otro. Jeimi parecía haber captado una mirada de ella, como si le dijera que avisara a Lían para que saliera. Le dejó la bolsa en la barra y se fue de nuevo con el niño cogido de la mano, él también había desayunado a gusto.

-¿Supongo. que en el puerto. estará la Perla Negra no?

-¿Pretendes cogerla?

-Tomarla prestada.

-No cambiarás Jack, esa mujer pone trampas hasta donde no se puede. El último que intentó robársela lo ató con cuerdas y lo dejó encima de un tablón en medio del mar. Y eso creo que es lo mejor que le pueden hacer, he escuchado cosas peores.

-.La Perla Negra. el mejor navío que haya existido nunca en el Caribe.

-Jack, no es buena idea.

-Conmigo no podrá.

-Espero tu regreso.

Le pagó el desayuno y se fue, intentó encontrar la pista de donde se había ido pero lo único que tuvo de referencia para encontrarla fue el puerto y allí encontrar la famosa Perla Negra. Ésta resaltaba nada más acercarse al paseo anterior al pueblo, un navío que quizás resaltaba menos que los demás que por allí había pero sí que era el más antiguo y el más original por decirlo así. En la lejanía observó aquel niño que le acompañaba en la taberna, jugaba con varios tripulantes del navío, una tripulación muy buena y que sin duda le hacía falta. Curioso era que a su lado estaba su barco, apenas una barquilla que no le llegaba ni a la suela de los zapatos, se avergonzaba de tener aquella tartana como suya.

Anduvo pero se paró, recordó lo que había ocurrido con aquel pirata de poca monda y palpó la camisa con la mano para recordar donde había escondido la bolsa con el dinero, después siguió seguro de sí mismo. La tripulación hacía compañía al niño, éste intentaba saltar desde la pasarela hasta el suelo pero no lo conseguía, siempre caía de culo o si caía de pie se caía.

-¿Está aquí Leisma?

-Para qué. -preguntó uno de ellos desconfiado.

El niño lo miraba sonriente, le caía bien aquel pirata piltrafilla.

-Separa un poco más los pies antes de saltar.

-Nadie le da órdenes a Lían Leisma. -reprochó de nuevo el desconfiado-

El niño probó a saltar como él el dijo y efectivamente, cayó de pie en el suelo sin caerse ni hacer peripecias para aguantarse. Todos exclamaron la alegría que desprendía el chiquillo al conseguirlo.

-Gracias pirata. -le agradeció el pequeño-

-Muy pocos piratas le caen bien. -dijo ella desde la cubierta, en posición atacante y cruzada de brazos- ¿Qué quieres Sparrow?

-Capitán Jack Sparrow sino te importa.

-¿A que vienes, Capitán, Jack Sparrow?

La tripulación se reía.

-Mama ¿puedo ir con Frasco a comprar? -preguntó el niño. Frasco era el cocinero-

-Alfil, acompáñale. -dijo ella.

-Sí capitán.

-Sube.

Jack subió por la pasarela intentando no ser el haz de reír de la tripulación, ella lo guió hacia el interior del barco, Jack por segunda vez en su vida pisaba la Perla Negra, pero eso solo lo sabía él, pues anteriormente fue suya, pero ese tal Barbosa se la robó. Llegaron por el interior del pasadizo a la última puerta, allí se habría el que había sido su camarote y del que seguía intacto.

La chica le dejó entrar y seguidamente cerró la puerta por el interior con la llave, aquello le dio mala espina.

-Acomódate. -le dijo indicando una de las sillas- ¿Un poco de ron?

-Sí.

-¿Qué es lo que quieres? -preguntó fríamente mientras le sería una copa de ron de una botella recién abierta-

-.mi barco naufragó y llegué aquí nadando.

-¿Tu barco? ¿Y que quieres de mi?

-Que me lleves en éste hasta Francia.

-No tengo muy buena relación con los franceses.

-Ningún pirata la tiene.

-Sé las peripecias que has hecho, sé que éste barco anteriormente fue tuyo y que pretendes recuperarlo.

Jack la miraba frío, parecía como si le hubiera caído encima un jarrón de agua fría ¿cómo había descubierto sus intenciones?

-¿Cómo es que sabes tanto de mi?

-He oído hablar del Capitán Sparrow y de la Perla Negra ¿Cómo te las apañaste para dejar que te quitara la Perla?

-¡Me engañó el muy pirata!

-Pues si has venido a quitarme el navío lo llevas claro, llevaba años tras de ella, incluso estuve a punto de robártela yo misma.

-¿Por qué no lo hiciste? ¿No eres el gran pirata Leisma del que tanto se habla por estos tiempos?

-¿Te importa si me quito la capa? Tengo algo de calor.

Se la quitó porque vio que a él no le importaba, y cuando vio lo que escondía le importó menos. Bajo la capa escondía un cuerpo tan bello que el jamás habían visto sus ojos de pirata, un pecho tan bien formado que no se atrevía ni a mirar, éste estaba medio tapado por un pequeño "top" que le dejaba ver mucho pecho, muy escotado en color azul mar. El tronco le quedaba destapado totalmente, dejando ver sus curvas y aquel ombligo en el que tenía un pequeño diamante. Un pantalón muy corto que empezaba más abajo del ombligo y que llegaba hasta el inicio del muslo, era una tela extraña, recia y dura que por allí no se veía. En él tenía un cinturón donde colgaba una espada y un arma detrás, en la espalda. Las botas eran de un material especial, aislante del frío y del calor, pues algo extrañas para un pirata, cómodas aparentemente y de tacón fino algo elevado, además eran de caña alta.

Se quedó asombrado por ver aquella belleza, recordaba las palabras de Jeimi, "nadie la ha visto aún", ¿sería él el primero?

-Te has quedado callado ¿te provoco? -preguntaba con mirada picarona-

-.creo que debería irme.

-Nadie se va de aquí así -dijo sentada en la silla y con una pierna apoyada sobre la mesa-

Jack podía ver la espectacular pierna que tenía la chica, le subían calores y la mirada se le iba.

-Pero. tengo cosas que hacer sí.

-¿Qué tiene que hacer un pirata como tú en una isla así? Jack Sparrow necesita un barco que resalte entre los demás.

Sparrow intentaba averiguar a donde quería llegar, qué pretendía hacer con él, pues la expresión que ella tenía no era de juego precisamente.

-Muy pocos piratas le caen bien a Lían. Por eso te voy a llevar a Francia.

-.he cambiado de opinión. mejor me quedo aquí, en Tortuga. -la voz le temblaba-

La chica negaba con la cabeza mirándole fríamente, se levantó y fue hacia él de un modo sensual. Le pasó la mano por el pecho mientras sus labios se acercaban a los suyos sin llegar a besarlos, pero aún así a producirle el deseo.

-Si no te interesara por algo ya me hubieras dejado sin conocimiento.

Aquella frase la distrajo, aquel pirata no era como los demás, tenía algo interesante que le gustaba.

Se acercó aún más a sus labios y le besó de tal manera que Jack casi se cae, notaba que una mano se perdía por el interior de su camisa buscando el oro bien escondido. Ella se desesperaba besándole porque no encontraba lo que estaba buscando, notaba como él tomaba el mando y la besaba, que poco a poco ella se iba dejando llevar por aquel modo de besar que le gustaba.

Ella se separó sosegada pero respirando aguda, le faltaba el aire.

-Me has besado. -dijo él contraatacando-

-¡¿Dónde tienes escondido el dinero?! -intentaba cambiar de tema mientras se alejaba de él-

-Me has besado y te has dejado llevar. -se acercaba-

-En mi vida he hecho algo así.

-Te he besado en el momento oportuno y te ha gustado.

Jack se acercaba mientras que Leisma retrocedía hasta topar con la cama.

-¿Buscabas esto?

Sacó del interior del pantalón la bolsa con el dinero dentro, observó que en el rostro de Leisma rondaba el miedo, vio que no era tan dura y tan fría como aparentaba ser.

-¿Pretendías hacerme creer que harías el amor conmigo, sabiendo que me quitarías el dinero y me dejarías inconsciente?

-No he dejado que nadie me besara. Voy a Francia, necesito encontrar a alguien que eduque a Lían.

-¿Estas usando el reglamento?

-Te estoy diciendo que te llevo a donde quieres ir sin nada a cambio.

-¿Ese Lían es tu hijo?

-Mi hijo adoptivo.

-Le caigo bien, y él me cae bien a mí. Pero mi intención era robarte la Perla Negra.

-La Perla Negra es mía ahora.

-¿Quieres discutirlo? Porque estoy dispuesto a luchar contigo.

-Pero yo no quiero luchar.

-¡Mama abre! -exclamaba Lían detrás de la puerta dando golpes-

Jack se acercó a la puerta, con un truco hábil la abrió.

-Conozco ésta puerta más que nadie.

Lían corrió hacia ella y Leisma lo cogió en brazos.

-¿Qué te pasa?

-Hay un loco en cubierta, dice que quiere el barco. .tengo miedo.

-Quédate aquí y pase lo que pase no abras a nadie.

El niño asintió mientras ella lo dejaba sentado en la cama y se iba, Sparrow la siguió cerrando la puerta con otro truco para dejarla bloqueada sin que nadie la pudiera abrir.

En cubierta había un loco con un arma muy antigua, era más bien viejo aunque con espíritu joven.

-¡Quiero hablar con vuestro capitán!

-¡Y yo le digo que se vaya de aquí! -gritó uno de los tripulantes con un cuchillo de cocina en la mano-

El loco se encontraba en medio de la cubierta de proa, rodeado por toda la tripulación que no era poca, de entre ella se abrió paso el capitán.

-Aquí me tiene, -dijo seria- de qué quiere hablar.

-¡Quiero la Perla Negra! ¡Quiero éste maldito barco y todo lo que a ella le concierne!

-Pues me parece que no va a haber trato. -dijo segura de sí misma-

La tripulación se reía, Jack lo miraba todo desde atrás, allí pudo ver como ella dejaba de un solo golpe en el estómago totalmente inconsciente al personaje en cuestión. Alguien por detrás dio un golpe seco en la nuca, haciendo que Jack cayera al suelo perdiendo el sentido e inconsciente.

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-.aparecí atado al mástil, que vergüenza pasé, toda la tripulación se reía de mi al verme allí sentado y atado. Recuerdo bien que Lían me daba de vez en cuando unas galletas que estaban buenísimas, al pobre le daba lástima pero ella no hacía nada. Se dignaba a mirar y a hacer reír a la tripulación.

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-¡Mírale, mírale! -exclamaba uno mientras veía a Jack despertándose, éste yacía sentado en cubierta y atado con cuerdas al mástil-

Sparrow recuperaba el sentido, el golpe le había hecho tener sed y pedía agua. Tenía la sensación de llevar tiempo allí.

-Vaya, lleva un día allí y ya pide agua, que poco aguante.

-¡Dejadle en paz! -exclamó Lían defendiéndolo. Un renacuajo que no se veía en el suelo-

-.ya está otra vez mandando.

-¡Me lo ha dicho ella! ¡Tú marinero, casca los arcabuces!

Todos miraban al único marinero que había en la tripulación, éste se preguntaba qué tipo de orden era esa ya que nunca la había escuchado.

-¡Tú, casca ya los arcabuces! -exclamó el artillero-

-Pe.pe.pero. ¿qué es eso?

El resto de la tripulación se reía porque aquella frase no significaba nada, era otra de las invenciones del niño.

A Jack no le importaba lo que significaba aquellas tres palabras, lo que quería era que lo dejasen tranquilo y que le dieran algo de agua para calmar su sed. Por la noche todo quedó en silencio como era normal, el sonido del mar era tranquilizador, el estar rodeado de agua y él tener sed se hacía todo más angustioso, intentaba deshacer las sogas que rodeaban sus muñecas con un nudo que no sabía por donde salir, un nudo muy bien hecho y una técnica que parecía oriental.

Algo frío le rozó la mano, parecía la hoja afilada de una daga, una daga que cortó la soga y le deshizo las cuerdas, intentó mirar quien lo había hecho, era ella.

-¿Por qué me ataste?

-Porque no sabía las intenciones que tenías. Pretendes quitarme el barco y dejarme por ahí sin nada, por eso tengo que estar alerta.

-¿Y me sueltas?

-Te suelto porque hagas lo que hagas no te puedes escapar, estamos en alta mar.

-.

-Bebe, es agua.

Le quitó la bota de agua de las manos, bebió el agua poco a poco para que no le hiciera daño, cada trago lo saboreaba ansiadamente.

-Lían te protege, sabe que no eres un pirata normal y corriente.

-¿Y tu lo sabes?

-No te mentía ayer por la mañana cuando te dije que nadie me había besado.

-No quiero ir a Francia. Quiero.

Ella se agachó al ver que la miraba con una mirada que jamás había visto en alguien, Jack la agarró por la cintura y se la dejó caer hacia él para besarla. Fue una sorpresa para ella, intentaba acomodarse para no estar en una posición incómoda.

-.quédate a mi lado. -susurró ella-

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-.Jack. -dijo ella- .siento mucho lo que te he dicho. en el fondo quería solamente tener alguien más a mi lado, alguien que pudiera ser tuyo y mío a la vez. No quiero que me trates como te he dicho antes, nadie me ha tratado antes como tú, nadie me habla con tanta franqueza como tú, nadie me ha querido como tú.

-¿Te acuerdas, cuando desperté atado al mástil y me liberaste? Al principio creía que era otra técnica de las tuyas, pero luego vi que era otro loco más en cubierta, loco por ti.

Elian se acercó y lo abrazó, notó como él la rodeaba con sus brazos y la contenía hacia sí mismo.

-Ya averiguaremos si algún estudioso quiere quedarse en el barco. -dijo sin separarse-

-¿Para qué?

-¿No quieres tener a alguien mío y tuyo? Habrá que dar le una educación.

-¿Qué te ha hecho pensar así? Creí que tú no querías, que tú apreciabas la libertar que te daba el mar.

-Pero se pueden compartir las dos cosas.

-Cuando Lían era muy pequeño tuve que volver quedarme en Bahía Blanca hasta los tres años porque un bebé no puede estar en un barco.

-Intentaré aguantar.

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Es un capítulo largo pero en sí no ocurre gran cosa, he intentado recuperar el estilo de Jack Sparrow, espero no decepcionar a nadie con esto y que mi reputación vuelva a ser la de siempre. Olvidar la otra, acabó por no gustarme.