—¡Finn!

—¿Qué pasó? —preguntó alarmado el muchacho. Finn ya no era un niño, sino un adolescente, y a pesar de seguir utilizando las mismas ropas (camisa azul celeste y pantalón azul oscuro), además de que su gorro ahora es más largo terminando en unas patas de oso que le llegan a los muslo, su cuerpo había cambiado. Tenía musculo, pero no demasiado, y su cabello le llegaba hasta los hombros.

—Te estaba llamando y no respondías, ¿algo te preocupa? ¿Acaso peleaste con la reina Flamante? —indagó preocupado el bulldog, recordando la última pelea de su hermano y Phoebe.

—No, no es eso. —Jake se permitió volver a respirar en paz—. No sé porqué, pero desde hace días siento como si alguien me estuviera persiguiendo, pero cuando volteo, no hay nadie.

Era algo que le preocupaba a Finn, porque desde la primera vez, se repetía siempre. Cuando salía a practicar, en sus citas con Fibi, incluso cuando simplemente caminaba por ahí, sentía una presencia constaste, y lo que más le asustaba era saber que sólo él la sentía.

—¡Mira, allá! —exclamó sorprendido Finn. Ya un poco lejos de la casa del árbol una figura huía con rapidez; no se podía identificar quien era ya que llegaba una capa que le cubría por completo.

—Hermano, ¿sabes que hora es? —preguntó el humano con una pequeña sonrisa.

—Por supuesto que sí —habló emocionado Jake.

—¡HORA DE AVENTURA! —gritaron al mismo tiempo el humano y el perro.

Jake aumentó su tamaño para que así Finn pudiera colocarse encima de él. Cuando estuvieron cerca de la persona, ésta comenzó a correr más rápido, por lo cual también lo hizo Jake. El bulldog se sentía un poco culpable, ya que él también había sentido la presencia de dicha persona, pero no comentó nada al ver que estaban en una época demasiado tranquila desde que El Lich se convirtió en Sweet P. Ahora se sentía culpable.

Cuando la persona tropezó por un descuido el bulldog mágico aprovechó para así agarrarla, y de ese modo se encaminó al palacio de la Dulce Princesa para así saber quien era esa persona, y si era buena o mala.

Ya en el castillo pudieron ver a la Dulce Princesa tomando el té con Mentita, quien al ver que traían a alguien con ellos, se puso en alerta.

—Hola chicos, ¿pasó algo? —preguntó con una pequeña sonrisa.

Jake volvió a su tamaño normal antes de comenzar a hablar.

—Encontramos a esta persona observándonos, y queríamos saber si sabias quien era.

Finn señaló a la persona, la cual ya se estaba quitando la capucha. Dejó a la vista un rostro fino, piel grisácea, cabello verde ondulado que apenas le llegaba a sus hombros, además de que no parecía muy alta. Sin embargo, lo que más impactaba de su persona eran sus ojos, ya que su iris era de color negro y su pupila blanca.

Ni Finn ni Jake habían visto tanto miedo en el rostro de Bonnibel, y empezaban a pensar lo peor.

—Mentita, trae a Marceline —ordenó con la voz temblorosa.

El pequeño sirviente de la Dulce Princesa asintió sin hacer preguntas para así salir con rapidez del castillo.

—Dulce Princesa, ¿qué está pasando? —preguntó alarmado el humano.

—Marceline te lo va a explicar —musitó entre dientes la Dulce Princesa, y Finn pudo jurar que había odio detrás de aquellas palabras.

Después de esperar una hora, donde Bonnibel no dejó de lucir preocupaba, y a pesar de que Jake y Finn estuvieran igual, no dejaron pasar que detrás de aquella preocupación había un odio profundo cada vez que observaba a la mujer desconocida, la cual no se alteraba por la mirada que recibía.

Cuando Mentita llegó tenía detrás de él a Marceline, la cual tenía su típica sombrilla y una sonrisa burlona plantada en el rostro.

—Y eso que me llamaste, Bonnie. No es algo muy normal en ti, si tengo que acotar —interrogó la reina vampiro fingiendo inocencia.

—Ella pasa —señaló a la muchacha con asco. Ésta rodó los ojos antes de hablar.

—Yo también te quiero, Bonnie.

Marceline sonrió burlona una vez más ante esto.

—Tiempo sin vernos, Dess —comentó para así flotar hasta ella y chocar los puños.

—Es verdad —comentó divertida.

—No se suponía que hicieras eso —chilló escandalizada la Dulce Princesa, al tiempo que sus mejillas se volvían de un rosa fuerte.

Tanto Marceline como Dess rieron ante ésta reacción, mientras tanto Finn como Jake observaban confusos a su amiga vampiro.

—Chicos, ella es Destino. Es una de las pocas personas que aparecieron en el principio de la tierra.

Los ojos de Finn se abrieron con sorpresa al escuchar tal revelación. No era el principio de Ooo, sino de la tierra misma.

Eso debía se muchísimo tiempo.

Destino dejó de ver el inicio de la rabieta de la Dulce Princesa para ponerle atención al humano, y achicó los ojos. Estuvo así por varios segundos, y cuando Finn ya iba a decir algo por los nervios que estaba sintiendo y Bonnibel a punto de gritar estresada, Destino se adelantó.

—¡Mi bebé! —exclamó emocionada. En dos grandes pasos estuvo al lado de Finn y lo abrazo. El resto de los presentes se veían profundamente confundidos, sobretodo Marceline y Bonnibel, las cuales parecía tener tiempo conociendo a Destino.

—Dess, ¿puedes explicar que está pasando? —preguntó ya recompuesta la reina vampiro, y con una sonrisa, porque vamos, nadie más que ella sabía lo interesantes que llegaban a ser las historias de Destino.

—¿Por que no vamos a casa de bebé y les explico todo? —Jake fue él que asintió, ya que parecía que su hermano tardaría en recuperarse después de ser llamado bebé, y no lo culpaba.

El bulldog aún tenía sus dudas sobre Destino, pero pudo ver el amor en sus ojos cuando lo abrazo, y eso le era suficiente para saber que no le haría daño a su pequeño hermano.

Destino, Finn y Jake se adelantaron, al tiempo que Marceline, la Dulce Princesa y Mentita se quedaban atrás.

—Bueno, vamos —gruñó molesta Bonnibel, y estuvo a punto de comenzar a caminar, pero fue detenida por Marceline.

—Si, sobre eso… —Se rascó el cuello nerviosa—. Es mejor que te quedes aquí.

—¿Qué? —Bonnibel se sentía molesta, porque como pocas veces pasaba, no tenía ni idea de lo que ocurría a su alrededor.

—Sabes como te pones cuando se trata de Dess, y lo que nos está por contar es muy importante. Quedate aquí, y yo vendré más tarde para explicarte todo con lujo detalle, ¿está bien? —terminó con una pequeña sonrisa, pero su voz sonó seria.

La Dulce Princesa sólo asintió, y se quedó en el mismo lugar mientras observaba como la reina vampiro se iba flotando de su castillo. Mentita miró con preocupación como las manos de su gobernante se convertían en puños.

Otra vez esa mosquita muerta me está robando la atención de Marcie, pensó con celos Bonnibel.