Típico, vas un lunes por la noche a ver una película al cine pensando que eso podría quitarte el mal humor de la semana (¡y eso que apenas va empezando!) y te topas con un discursito de esos de: "Sigue tus sueños, lucha con todas sus fuerzas y alcanzarás todas tus metas". Claro que, entre toda esa palabrería, bonita olvidaron mencionar que sólo aplica a los chicos buenos; no importa cuánto te esfuerces en construir el mejor inador para apoderarte del Área Limítrofe, siempre llegará un ornitorrinco para arruinarlo todo.
Así es como funciona el mundo, mi mundo al menos.
Y luego me pregunto… ¿Para qué seguir? ¿Qué voy a lograr? Despertaré, haré el desayuno, recordaré una historia trágica mientras bebo mi café, construiré algo, llegará Perry el ornitorrinco, le dará una patada y explotará, estaré hasta tarde limpiando los escombros, tomaré una ducha e iré a dormir. ¿Qué sentido tiene todo eso?
Tal vez debería rendirme y dejar todo esto de lado. Estoy cansado de luchar.
Sí, eso haré, mañana haré nada... ¡Nada! Cero construcciones y cero Perry el ornitorrinco. No habrá historia que contar, no habrá batalla, no habrá un "¡Te odio Perry el ornitorrinco!". Así es, nada de Perry el... ¿Por qué estoy pensando tanto en él? Bueno, es cierto que esos enfrentamientos han hecho un poco más interesante mi vida y que me da algo de gusto de verlo o que me siento más relajado cuando le narro mi vida, o cuando le pido que me ayude a hacer algunos quehaceres y que me hace feliz verlo...
¡No, no, no! Nada de eso; se terminó.
Pero mañana podría ser el día que finalmente lo derrote...
Tal vez, y sólo tal vez, mañana sí pueda lograr mi cometido. ¿Por qué no?
