- Una firma al calce y todo lo que está en este escrito pasará a ser de su propiedad- Hice un garabato al calce del documento que me certificaba como la única dueña de todas las posesiones que mi tío Albert y su bella esposa Marie obtuvieran en vida.

¿Cómo podría olvidarme de ellos? Podría renegar de todo el mundo menos de ellos quienes impactaron de manera positiva mi vida.

El tío Albert era el hermano menor de mi madre y era el único varón entre varias hermanas razón por la cual llevaba el mismo nombre del abuelo, se casó con la tía Marie siendo aún muy jóvenes y eran responsables, ambos amaban a Dios y entregaron su vida al servicio misionero. De toda la familia de mamá, creo que eran quienes en verdad creían en todo lo que la Biblia dice y se dejaban guiar por ella… había una gran diferencia entre jijijijiellos y los demás integrantes de la familia Ardley.

Mi padre era de familia de escasos recursos y fue trabajador de los Ardley en donde conoció y se enamoró de mi madre, él había emigrado al norte del país en busca de una mejor paga para brindarnos un mejor futuro a mis dos hermanos y a mí; así que prácticamente me sentí huérfana de padre y tenía el descobijo de mi madre porque lo que papá enviaba no alcanzaba para cubrir con los gastos económicos que generábamos como familia; cuando mamá decidió casarse con papá, mis abuelos Albert y Elroy retiraron todo su apoyo económico por haberles desobedecido.

Tengo vagos recuerdos de mi infancia y la presencia de mi tío Albert en ella, pero recuerdo bien que comencé a atesorar su presencia cuando ingresé al Kinder Garden. Fue en el verano de 1994 que mis tíos se asentaron en la comunidad en la que vivíamos. Habían regresado después de residir por cinco años en una pequeña península al sur de nuestro país.

Siempre recuerdo a mi tía Marie como la madre que quise tener, siempre sonriente, estudiosa, podía confiar en ella… mis tíos nunca pudieron concebir y la paternidad se les negó aún con la adopción sin embargo ellos nunca permitieron que esa situación amargara su relación o su carácter. Tenían tiempo para cada uno de sus sobrinos, había un lugar especial en su corazón para cada uno de nosotros. Eran personas amables y serviciales y de todos nosotros, como primos Ardley, yo fui la única que los gocé como una hija.

Cuando ingresé a la edad primaria ellos eran a quienes veía en mis festivales, en los pequeños o grandes concursos académicos, fue entonces que les pedí que me llevaran con ellos a la misión que atendían. Cada domingo, le pedía dinero a mi tío para comprar golosinas al terminar el servicio, o iba y pedía a su nombre y no me lo negaban.

Pasaban muy temprano por mí y regresábamos muy tarde a casa porque ellos atendían a los fieles en consejería, en reuniones de planeación… aprendí muchas cosas de la vida piadosa de nuestro Señor para guiar mi vida.

Cuando cumplí once años mi tía Marie fue la primera en saber de mi periodo, ella me ayudó mucho a entenderlo y a saber todo en relación a ese cambio y de cómo llevar esta nueva etapa en mi vida, me enseñó a tenerle confianza a mi mamá en todos estos temas en cuanto a mi crecimiento.

Recuerdo que a esa misma edad fue mi penúltimo año como campera en los campamentos, que muchos anhelábamos, en el verano.

Cada año, por lo regular, íbamos los mismos casi ochenta niños, muchos nos conocimos desde esa edad temprana y hasta la adolescencia. Algunos conservaron sus amistades más allá de las fronteras del campamento y otros quedamos simplemente como alguien con quien convivimos alguna vez en nuestra vida

Recuerdo que me gustaba mucho Anthonie Brower, sus ojos verdes y su tez clara me hacían suspirar, pero yo no era la única. Al menos del grupo veraniego con el que me juntaba en el cual estaba mi prima Eliza, de mi misma edad, mi prima Liusa, un año mayor que yo, nos moríamos rogando que Anthonie nos mirara.

Él, su primos Stear y Archie eran de la misma edad, Archie y Stear eran mellizos, su nefasto primo Neal quien se portaba altivo y por último su primo Terrence quien se daba a notar por su constante indisciplina.

Anthonie era educado y amable, siempre que veía una oportunidad para ayudar lo hacía, era hijo de un matrimonio ejemplar, de solvencia económica cómoda y desahogada; los mellizos se la pasaban peleando siempre entre ellos y gastándose bromas, al igual que Anthonie sus padres eran un gran ejemplo social; pero no puedo decir lo mismo de Neal, siempre altivo, con la sobreprotección de su madre, era presumido, no le gustaba participar en los eventos deportivos porque podía ensuciar su ropa que había costado una fortuna, como él decía… y por último Terry, como le decían sus primos y que nos acostumbramos a llamarle así, él era de un temperamento cambiante, sus padres estaban divorciados y su custodia recaía sobre su padre quien había contraído nuevas nupcias proporcionándole hermanastros menores que él a quienes no le tenían en buena estima, su padre no tenía problemas económicos como muchos de los niños que nos reuníamos para el campamento pero era muy severo con Terry, su madre también estaba en segundas nupcias y Terry prefería el campamento y sus abuelos paternos antes de pasar un día con su madre.

La mayoría de las niñas preferíamos a Anthonie que a cualquiera de sus primos. Mi penúltimo campamento sería el último de los primos Brower porque la edad era solo para niños que cursaban la primaria. Para los adolescentes estaba el otro campamento que duraba menos días y al que nadie queríamos ir porque estábamos encariñados con mi tío Albert y su esposa.

Mi tío era algo estricto en cuestiones de disciplina pero el temperamento amable de mi tía ayudaba a sentirnos amados; recuerdo que, precisamente ese penúltimo campamento, mi papá llegó del norte y hubo cambios muy drásticos en mi vida, prácticamente tenía once años de vida en la cual no había tenido contacto con él únicamente a través del teléfono. Mi hermana mayor tenía seis años cuando nació mi hermano Marc y éste tenía casi siete cuando yo nací, así que cuando papá regresó mi hermana Karen tenía casi 24 años, recién había terminado con su novio de casi cuatro años de relación y empezó a salir con alguien más y eso enfureció a papá; luego faltó un día a casa y a la mañana siguiente mi padre la castigó, se hicieron de palabras y se fue de la casa sin culminar la universidad cuando le faltaba solamente un cuatrimestre para concluir.

Ese acontecimiento entristeció a mi mamá, seguido a esto Marc dejó el colegio y comenzó a relacionarse con amistades que no convenían.

Por mi parte yo ponía lo correspondiente, me distraía mucho en mis clases y tenía bajo rendimiento académico. Todas estas actitudes generaban grandes conflictos en mi casa.

En ese campamento, en el taller de Artes mi prima Luisa vació la pintura sobre la mesa y yo me levanté sin previo aviso y sin el mínimo cuidado echando al suelo pinceles, pinturas y trabajos… eso provocó entre nosotros risas y en nuestras maestras generó disgusto, mi castigo fue que me llevaron a donde estaba mi tío y éste me remitió con mi tía, cuando llegué cabizbaja y apenada me di cuenta que no era la única, en el taller de deportes también habían castiga a Terry y lo habían enviado con mi tía.

Marie habló con nosotros pero no nos retó, al menos no lo sentimos así, nos reímos y reconocimos nuestro error, nos dijo que teníamos que realizar dos actividades extras en lo que pasaba la hora de nuestro taller para incorporarnos con nuestros respectivos grupos en la siguiente actividad. Nos puso a ayudar en la cocina y ese día pude ver que Terry era muy agradable; era sonriente y tenía mucha disposición para ayudar, en menos de veinte minutos secamos todos los trastos pero aún faltaba, aproximadamente, media hora para que nos pudiéramos integrar a nuestros respectivos equipos.

Me dirigí al área de enfermería para ayudar y ocupar mi tiempo faltante y él se fue al taller que impartía mi tía en ese momento Hola, Candy… ¿Te sientes indispuesta?

-No, Marie Jane, en realidad me castigaron y vengo a ofrecer mi ayuda.

-Ah… entonces me ayudarás a enrollar estos vendajes…

-Sip. –Me enseñó a poner un vendaje en caso de torcedura, ese día pensé en la posibilidad de estudiar enfermería o medicina.

Me integré a mi grupo en la hora del lunch y cuando vi a Terry tomar un recipiente para servir agua le imité. Me bastó ver a Anthonie pasar con una charola sirviendo a los niños más pequeños para arrancar mis suspiros nuevamente.

El último año del campamento fue diferente, mis padres hablaban de divorciarse y mi hermano optó por irse de la casa.

Todas las tardes bajaba la colina hasta llegar a la casa del tío Albert, terminaron acondicionándome una habitación porque las noches en las que pernoctaba eran cada vez más seguidas. Aunque ellos recibían a muchas visitas nunca ofrecieron mi habitación como una alternativa para que alguien pasara ahí la noche.

Poco a poco la fui acondicionando conforme a mi personalidad.

Aunque mis papás no se divorciaron; mis tíos se hicieron cargo de mí toda mi vida escolar, hasta el día que dejé el colegio faltando un año para culminar la preparatoria.

Me revelé contra todos y contra todo; tomé todo el efectivo que había ahorrado y algunas cositas que tenía de valor para sacarme de cualquier apuro. Tomé mi camino y me dirigí a la ciudad del pecado, Las Vegas.

Toda la familia me criticó, me retaron, me juzgaron y hasta se atrevieron a predecir que me iría mal, que seguramente volvería fracasada y no tendría ni lugar en donde echarme como un animal… los únicos que me dijeron que pasara lo que pasara podía contar con su apoyo fueron mis amados tíos Albert y Marie.

No sabía a dónde dirigir mis pasos en cuanto el bus arribó en la estación, había calculado mal el tiempo de recorrido y llegué cuatro horas después, a las diez de la noche. La ventaja de una ciudad que no duerme es que pude sentir que caminaba de día y prontamente encontré dónde alojarme.

No me costó adaptarme a los cambios.

Aprendí a desbocar mi vida en un santiamén.

Mi juventud y hermosos ojos verdes, como solían decirme, me abrieron muchas puertas; aunque debo reconocer que al principio no fue fácil.

La primera semana encontré empleo en una tienda de abasto en la cual estibaba la mercancía en la bodega. Daba rotación a los productos dependiendo la fecha de caducidad… en ese lugar fue donde el cielo me hizo el regalo que podía compensar mucho dolor, me regaló dos hermanas, Annie Britter y Paty O´brien. A partir de esa fecha nunca nos volvimos a separar.

Alquilamos un pequeño departamento para irnos a vivir juntas, compartíamos los gastos, la ropa, los alimentos, los enseres… excepto a los novios.

Annie es una persona súper feliz, siempre risueña y descocada, nunca medía las consecuencias de sus actos, decía lo que pensaba y no pensaba lo que decía; no tenía límites y se había revelado a la sobreprotección de su madre quien planeaba que se casara con alguien con recursos económicos suficientes para hacerse cargo hasta de ella.

Paty era lo contrario a Annie, siempre precavida, se encargaba de administrar el departamento, gracias a ella los servicios siempre estaban cubiertos al día y nos había sometido en un plan de ahorro. Y por último yo que era mitad Annie mitad Paty.

Paty recibió la oferta laboral para trabajar en una planta distribuidora en el área de control de calidad y en cuanto tuvo oportunidad nos ayudó a ser contratadas, ese fue mi mejor trabajo, estuve como recepcionista y fue el lugar en donde conocí a Greg un apuesto hombre mayor que yo el que me llenaba de regalos y pagaba mis gustos más excéntricos, todo con la intensión de conquistarme… era obvio que no le pagaría de la manera en la que él esperaba así que lo mandé a volar en cuanto vi sus intenciones de pasarme la factura por todo lo que había invertido en mí; le dije que yo no le había pedido que lo hiciera y que podía demandarle si seguía con su actitud, claro pidiéndole a su esposa la ayuda necesaria… eso lo dejó a un lado pero no perdía la oportunidad para insinuarme que me deseaba.

Salí con muchas personas, tuve hasta tres novios al mismo tiempo… y aunque no lo crean sigo siendo virgen, no fueron en vano los consejos de mi tía Marie…

Y hoy estoy de regreso en este lugar, del cual me fui deseando jamás volver; aunque han pasado casi cinco años para mí han sido una eternidad.

-Listo, ya firmé cada uno de los documentos.

-Bien, ahora le entregaré las llaves, los títulos de propiedad tardarán unos cuántos días en lo que hacemos el traslado de dominio… dado que ante la lectura del testamento no hubo ninguna impugnación no demorará mucho…

-Está bien. Gracias

La muerte de mis amados tíos había conmocionado todo mi ser… no podía creer que ya no estuvieran entre nosotros, lloré tanto y deseé tener a alguien a mi lado que me diera el aliento y la fuerza que necesitaba.

Fue un accidente en la carretera y el Creador tuvo piedad al llamarlos a su presencia el mismo día, ninguno sufrió al sentirse separado del otro y deseé con todo mi ser a alguien así en mi vida, un amor que ni la muerte pudo separar.

A toda la familia les sorprendió, para mal, que ellos me nombraran su única heredera, números de cuenta, las dos propiedades que tenían, el auto de mi tía, sus joyas… y su pequeño perro Clint…

Cada una de mis tías estaban enojadas contra mí y mis primos no me dirigían la palabra, así que por algún momento pasó por mi mente la posibilidad de vender todo y regresar a las Vegas o bien, hacerme fuerte y disfrutar lo que mis tíos me habían dejado, compartí esta indecisión con mis mejores amigas y ellas me dijeron que con mucho gusto me ayudaban a disfrutar, que tal vez era un buen momento para dar un cambio a nuestra vida.

Al abrir la puerta de la casa la nostalgia invadió mi ser, aquí viví mi niñez de una manera feliz, la casa olía a hogar, a un hogar que era mío. Todo estaba en su lugar y sentí que en cualquier momento mi tía saldría de su habitación y me preguntaría: Candy, ¿Merendamos?. Respiré profundo y me dirigí a la que fuera mi habitación… seguía siendo mía, como esperándome a que decidiera regresar.

-Paty, habla Candy, sólo para avisarte que ya todo está a mi nombre

-Me da gusto, Candy; ¿Cuándo vuelves?

-Emm… quiero que ustedes vengan lo más pronto posible… ya no volveré, quiero pedirte que te encargues de vender lo que tenemos, aquí no será necesario…

-Está bien… te mantendré informada e iremos en cuanto terminemos nuestro contrato laboral.

-Perfecto.

Muchas cosas permanecían iguales en este viejo poblado pero otras no se resistieron al cambio. Después de limpiar la casa del polvo acumulado en estos meses dirigí mis pasos hacia el parque principal con la idea de saber cómo iba a vivir, a desenvolverme e invertir…

El sol estaba muy próximo al ocaso y sus rayos eran hermosamente dorados, saqué un libro y me senté en una banca, muy cerca de mí había muchos niños jugando en el arenero, algunos padres cuidaban a sus pequeños retoños, algunos me reconocían pero no sentían la confianza de dirigirme la palabra… así que un asentamiento y una sonrisa fueron suficientes.

-Margaret, ven princesa- escuché una voz masculina al llamar a una pequeña pero no me imaginaba que era a esa pequeña latosa que insistía en tomarme de la punta de la falda y jalar de mí.

Tomé su manito y le pregunté que si ella era Margarte, pero cómo me iba a responder si una gran chupeta le ocupaba la mayor parte de su pequeña boquita, sus hermosos ojos azúles bordeados de una fina capa de pestañas y su cabello castaño la hacían ver hermosa –Ven. Pequeñita, te llevaré con tu padre - No fue necesario caminar más de unos cuantos pasos porque el padre de la pequeña la tomó de su pequeño cuerpecito y la elevó por los aires

-Pequeña diablilla, te he dicho que no te me escapes así No podía creer lo que mis ojos veían, mi corazón latió fuertemente y si de por sí estaba en la nostalgia al recordar el pasado ahora le dio el paso a la decepción al reconocer que el papá de la pequeña Margaret era nada más y nada menos que Anthonie Brower –No debes molestar a las personas, princesa… -Después de mirarme unos cuantos segundos, enfocó bien su mirada y me reconoció -¿Candice? En verdad, si mis ojos no me engañan, tú eres Candice…

-Creí que no me reconocerías, ha pasado tanto tiempo

-¡qué grata sorpresa! Sí, bueno, algo de tiempo, pero mírate estás hermosa

Sonreí y le miré fijamente, debía hacer la pregunta más difícil, aun no entendía por qué pero sabía que su respuesta iba a doler -¿Es tu hija?

-Sí, está hermosa ¿Verdad?

-Sí, tu esposa debe ser hermosa

-Digamos que sí, pero cuéntame ¿Qué has hecho de tu vida?

-No creo que en realidad sea de tu interés…

-Claro que sí, siempre me pregunté lo que habías hecho, ¿en dónde te encontrabas? ¿Qué estarás haciendo?

-Bueno, al menos no me he casado

Ignoraba por qué había reído sonoramente, cambió de brazo a la pequeña y señaló con su dedo índice –Por allá hay algunos que también les dará gusto saber de ti

-Déjame adivinar … ummm

-Ajá, a mis primos

-Oye! No me diste tiempo para adivinar.

-Sabía que preguntarías por ellos. ¿Quieres acompañarme?

Quise mantener mi distancia al caminar junto a Anthonie pero no me pude negar cuando éste me dio el brazo, por un momento me sentí realizada fantaseando que sería algo hermoso que él caminara junto a mí como mi amado esposo y que la pequeña Margaret era el fruto de nuestro amor. –Este centro comercial no estaba hace algunos años…

-No, tienes razón, no estaba… este es el resultado de que mis primos y yo unimos nuestros ingresos, adquirimos tres propiedades juntas y construimos algunos locales que ahora arrendamos… y he aquí el resultado.

-¡Qué magnífica idea! Estoy convencida que ha sido muy buena idea.

Caminamos mientras él me hacía recordar algunas personas y explicaba un poco a grandes rasgos cómo les había funcionado trabajar en sociedad.

-Archie, Stear, a que no adivinan a quien me encontré.

Nuevamente sonreí al sentirme escudriñada y reímos cuando Stear dijo mi nombre -¡Candice! Pero ¡sí que estás hermosa!

-¿Qué te has hecho en todos estos años? -Preguntó Archie… me daban una bienvenida tan afectiva que se sentía sincera; ¿A caso podíamos seguir siendo los amiguitos que jugaban cada año en el campamento de verano?

-Pues no he hecho de mi vida cosas tan magníficas como ustedes, mírense ya son todos unos empresarios…

-Bueno, por algo se empieza… -Dijo Anthonie.

Iniciábamos una plática casual cuando nos vimos interrumpidos por el balbuceo de Mar, como sus tíos le llamaban, cuando dijo "papi" y pataleó, en ese instante las miradas de todos nos centramos hacia donde ella dirigía su mirada y extendía sus brazos, venía sonriente en nuestra dirección con el saco en la mano caminando a grandes zancadas -¿Cómo se portó mi princesita? –Dijo elevándola por los aires –Gracias, primo, me ayudaste mucho, es que no encontré quien me ayude a cuidarla.

-De nada, Terry, sabes que para eso está la familia… emm… recuerdas a –No fue necesario que Anthonie mencionara mi nombre, la sonrisa en los labios de Terry y sus palabras expresadas demostraron que no me había olvidado

–Candy, has vuelto

-Sí, y espero quedarme el tiempo suficiente

-Esto hay que celebrarlo-Dijo – Pongo mi casa para hacer la fiesta y porque debo cuidar a mi hija.

-Eres un mentiroso, Anthonie, dijiste que Mar era tu hija –Le reclamé en broma

-¿Te decepcioné?

-No –Dije entre risas –Pero esperaba a una mujer celosa que me apartara de tu lado.

-Bien- interrumpió Terry –¿Vamos o no a mi casa?

Después que los demás dijeron que tenían cosas qué realizar y que en esta ocasión no podían acompañarle sentí el deber moral de acompañarlo, bueno en realidad tenía curiosidad de saber de él.

Puso cuidadosamente a su pequeña en su silla de bebé en los asientos traseros y abrió la puerta para que tomara el lugar del copiloto, pisó el acelerador y se detuvo hasta una bella casa. Caminé junto a él y ahora sí esperaba que su mujer saliera a recibirle o al menos que disfrutaríamos algo de calor de hogar.

-Disculpa, llevaré a mi princesa a su habitación y bajo en seguida, mientras ponte cómoda –Me señaló la sala de estar y me tumbé en un sillón de piel oscura.

Recogió algunos juguetes y sirvió dos copas de vino –Por volverte a ver

-Por los ¿viejos tiempos?