MIERCOLES

Santana dejó el SUV en la parte de atrás de la casa y corrió bajo la fina llovizna de la noche. Las luces de la casa estaban apagadas, signo de que todos estarían durmiendo. Abrió la puerta de la cocina y se sacó el piloto sin prender la luz. Tenía el pelo mojado y tendría que secárselo antes de meterse a la cama, o dejaría la almohada hecha un charco. Los platos estaban en la pileta, con restos de lo que había comido los niños. Dejó las botas mojadas en el lavadero y tomo una toalla que estaba colgada de la soga. Aun sin prender la luz pasó al living secándose el cabello. La casa tenía una paz inusual, extraña, teniendo en cuenta que los niños se encargaban de ahuyentar cualquier signo de silencio durante el día. Sobre la mesa de te, se encontraba la botella de wiskhy destapada, y junto a ella, sobre el vidrio, la marca de una fina corona de humedad, donde había estado apoyado un vaso.

Lo presintió venir un segundo antes de escuchar su voz.

-Santana…

Santana giró con una sonrisa en la boca. En las penumbras, la silueta de Steven, sentado en el sillón, era casi imperceptible.

- Hola, estás despierto…

Steven sorbió de su vaso lentamente, luego chasqueo los labios.

- Así parece…

Santana encendió la luz de la lámpara pequeña, que estaba junto a la biblioteca, y una tenue luz amarilla invadió el ambiente.

- ¿Los niños están bien? ¿Por qué estás levantado?

Steven escudriñó su vaso, como si la luz pudiera arrojarle la imagen de imperfecciones que hubieran pasado desapercibidas en la oscuridad.

- Los niños están bien. Michael tiene que llevar una lámina del sistema solar mañana, pero Yolanda se la mojó con jugo, así que tuvimos que hacerla de nuevo.

La bebida giraba lentamente en el vaso, mientras Steven seguía sin hacer contacto visual con Santana.

- Yolanda tardó en dormirse. Quería que le leyera el libro de las 1000 historias, pero yo no sabía porque historia le ibas leyendo tu, y ella no lo recordaba, así que leímos algunos de mitad del libro, hasta que se quedó dormida.

Santana se sentó en el brazo del sofá, al otro lado de la sala. Sus manos seguían secando el cabello, con naturalidad. En su interior trataba de medir hasta donde llegaba el enojo de Steven.

- Íbamos por el 218, el cuento de la tortuga y la liebre.

Steven se encogió de hombros, como si el tema hubiera perdido interés para él.

La sala quedó en silencio, una tensa calma que Santana no se atrevía a interrumpir. Steven tomó otro sorbo de wiskhy y se quedó con el vaso en alto, como si quisiera saber cuánto pesaba.

- Te mandé un mensaje temprano- dijo ella, con la voz calma- y otro hace un rato.

Steven le sonrió al vaso. Una media sonrisa quizás. Luego miró a Santana por primera vez en la conversación.

- Oh si, los leí. Los dos.

- Estaba con Brittany.

- Lo sé, dije que leí tus mensajes.

Santana dejó la toalla húmeda en el regazo y levanto ambas manos con las palmas hacia arriba.

- Entonces ¿Cuál es tu problema?

- Dime algo San, ¿tú piensas que tenemos un problema?

- Bueno, el hecho de que estemos sentados aquí, en el medio de la noche, en vez de estar en la cama, me hace pensar que tu tienes un problema.

Steven vació lo que quedaba de su vaso, y con la misma mano apuntó a Santana con un dedo.

- Tu llegas a casa a las 11 de la noche, entras en puntas de pie, ¿y piensas que el problema lo tengo yo? Te diré una cosa. Los dos tenemos un problema, ¿y sabes qué? Creo que está noche vamos a darle una solución.

- Lo que yo creo es que estuviste tomando demasiado. Me voy a la cama; lo mismo deberías hacer tu.

Santana le dio la espalda, pero sus pies no se movieron. Ella cerró sus ojos, queriendo no tener esa discusión, pero mas profundamente, deseando que él la detenga.

- Santana, no te vayas…

Su voz estaba cargada con furia. Ella sabía que caminaba por un afilado borde.

- Te dije que no hay nada de que hablar- le contestó, sin volverse.

Dio un paso en dirección al pasillo. El vaso voló y fue a estallar contra la pared opuesta, junto a la biblioteca, lejos de ella, pero aun así, la sobresalto como si hubiera explotado junto a su cabeza.

- ¡Dije que no te vayas!

Steven se había puesto de pie, con los puños cerrados a los costados.

- ¿Cuál es tu problema?- le gritó Santana

- Estoy cansado de las mentiras.

- ¿De qué estás hablando Steve? ¿Qué te está pasando? Tu no eres así…

Santana cruzó la sala y trató de agarrar a Steven por el rostro, pero este la sujetó por las muñecas.

- Dime la verdad. ¿Dónde estabas?

- Te dije la verdad, estaba con Brittany! Llámala, ella te dirá que estaba allí.

- ¿Crees que soy estúpido? ¿Crees que no se lo que ella me va a decir? Ella dirá cualquier cosa que tenga que decir para cubrirte, siempre ha sido así, ¿Verdad?

Steven seguía sujetándola de las muñecas mientras le gritaba.

- Steven por Dios, te estoy diciendo la verdad. Me estás lastimando…

- ¡No! ¡Me estás mintiendo! ¡¿Con quién estabas?!

-¡Estaba con Brittany! Carl está en Boston hoy. Acostamos a las gemelas y charlamos. Se me hizo tarde.

- No, no te vas a escapar tan fácil esta vez. Te estuviste acostando con alguien, lo se. ¡Quiero saber con quién!

Santana abrió la boca de la sorpresa. Sintió el gusto de sus lágrimas mientras se colaban por las comisuras de sus labios. Sentía el corazón apretado en un puño, y un nudo le cerraba la garganta. ¡Oh Dios! No puedo seguir pagando este precio, pensó, ya no puedo mas.

-Steven, basta por favor. No sabes lo que estás diciendo.

Steven la empujó y Santana trastabillo, chocando con la mesita de te y cayendo en la alfombra.

- ¡Dime la verdad!

- ¡Steven vas a despertar a los niños!

Steven dio un pasó, parándose con ambas piernas abiertas, a los costados del cuerpo caído de Santana.

- ¡Yo acosté a los niños mientras tu estabas revolcándote por ahí! ¡No me vengas a hablar de los niños! ¡Quiero la verdad!

-¡No! ¡Basta!

- ¡Dime la verdad! ¡¿Con quién estabas?!

- ¡Con Brittany!

- ¡Mentira!

- ¡Estaba con Brittany!

Steven levantó un puño. Un reflejo de la luz del jardín entró por la ventana y refulgió en el anillo de la mano cerrada.

- ¡No! ¡No! ¡Estaba con Brittany! ¡Yo…yo la amo!

Los músculos de Steven, tensos, súbitamente se relajaron, como si una descarga eléctrica hubiera recorrido su cuerpo. La mano en alto bajó lentamente, hasta yacer en su costado. Santana tenía ambas manos frente a su rostro, protegiéndose.

- ¿Q…que dijiste?

Ahora que lo había dicho, Santana había perdido súbitamente las ganas de luchar. Su cerebro buscó algo que inventar, algo que le permitiera prolongar la mentira. Pero dentro suyo entendía que ya no había de donde seguir sacando fuerzas. El pozo se había secado.

- Yo la amo…

Las manos de Santana, que protegían su rostro, ahora se dieron vuelta para cubrirlo. Extrañamente, ya no lloraba. Su cabeza descansaba sobre el piso alfombrado.

Había una especie de paz, como un silencio calmo, entre las dos personas.

Steven retrocedió. Su cuerpo parecía bambolearse, perdida la tensión de sus músculos. Alcanzó el borde del sillón y se desplomó ahí. Santana se incorporó y apoyó la espalda contra el sofá. Acercó las rodillas a su pecho y se quedó allí, abrazándolas.

Ambos se permanecieron así, durante largos minutos.

-Lo siento- la voz de Santana sonó, apenas audible- Lo siento- repitió.

-¿Tu…- la voz de Steven se escuchaba cansada- tu estuviste acostándote con ella? ¿Ahora? ¿Eso estabas haciendo?

Santana asintió con la cabeza.

- ¿Qué dijiste? No puedo escucharte- le dijo Steven

- Dije que si.

- Maldición…

Se quedaron en silencio durante otro minuto. Nada parecía moverse en el interior de la sala.

- ¿Cuánto tiempo?

- ¿Cuánto tiempo que?

- ¿Hace cuanto tiempo que estás durmiendo con ella Santana?

- ¿Quieres saber cuándo dormí con Brittany por primera vez?

- Si…

Santana respiró profundo. Tantos años de mentiras cuidadosamente construidas, y todo podía derrumbarse en un segundo, como un castillo de naipes.

- 13 años…

-¿13 años? ¿Pero? ¿Todo este tiempo...?

Santana se levantó del piso y se dirigió al gabinete. Tomó dos vasos y volvió a la mesita de te. Allí sirvió los vasos de la botella abierta y le extendió uno a Steven. Este titubeó un momento, y finalmente tomó el vaso con un aire de resignación.

- Steven, te he mentido mucho, durante muchos años.- Santana se sentó en la mesita de te, frente a él- Lo siento mucho. Pensé que iba a poder hacerlo por siempre, pero no pude.

- Si de verdad lo sientes, entonces quiero que me digas la verdad. No mas mentiras.

Santana suspiró. Ya no tenía sentido seguir escondiéndose. Lo que fuera a pasar a partir de mañana, ya estaba fuera de su control. Quizás su vida se acabará, quizás no, pero de lo que estaba segura es que un peso gigante se había removido de entre sus hombros. Y ahora, podía afrontar cualquier cosa que le tuviera deparada el destino, con la frente en alto. Como siempre había sido Santana Lopez. Sin mas disfraces.

- Brittany y yo hemos sido amantes desde el bachillerato. Al principio era un secreto inocente, un despertar al amor. Éramos adolescentes, teníamos 16 años. No podíamos pensar en el futuro. Sólo pensábamos en ese instante. Nos reíamos y nos tomábamos de los meñiques cuando caminábamos por los pasillos del colegio, y la gente decía "Oh, mira esas dos, que buenas amigas que son"- Santana sorbió un trago, recordando aquella épocas en la escuela. Las siestas interminables, en el verano, en la casa vacía de Britt, desnudas, descubriendo todo acerca de quienes eran.

- Luego el tiempo pasó, y los juegos dejaron de ser juegos. Las adolescentes se convirtieron lentamente en mujeres. Brittany se enamoró, de mi. Yo no quería, porque sabía que yo no podía darle lo que ella quería. Tu sabes como es.- Santana sonrió al pensar en Brittany. 13 años, pensó, 13 años han pasado, y sólo pensar en ella me sigue haciendo sonreír.

- Brittany pensaba que ella y yo nos casaríamos, que tendríamos una familia, y un perro, y una casa con un jardín atrás, y ella cuidaría de los niños, y yo tendría un empleo en una gran empresa, y que tendríamos la pequeña vida perfecta. Pero yo sabía que las cosas no funcionaban así. Que el mundo no era así. Yo no podía darle eso a ella. Tenía demasiado miedo. Miedo de lo que la gente pudiera decir, miedo de lo que mi padre iba a decir. Miedo de sentirme distinta. De que me traten distinta...

Después de tanto tiempo de silencio, la historia fluye sola, como un manantial. Quien lo diría. Lo que había callado tanto tiempo, los sentimientos tantas veces escondidos, ahora salían enfrente de la última persona que hubiera esperado. Su marido, el padre de sus hijos.

- ¿Tu... tu eres lesbiana?- La voz de Steven se oía ahora sin pasión. Preguntaba con genuina curiosidad.

- Es una pregunta justa, y yo me la he hecho varias veces. La verdad, Steven, es que no lo se. No me he estado con ninguna mujer en mi vida que no sea Brittany. He dormido con muchos hombres antes de casarme contigo. La verdad es que no se si lo soy.

Santana miró la bebida en su vaso. Tantos años esquivando la respuesta. Tanto esfuerzo. Tanta culpa. Y al final, todo llegaba aquí, a este momento de miércoles por la noche, cuando su esposo quería saber la verdad, y ella ya no tenía piernas para seguir corriendo. Que paradoja.

- Si, supongo que si.

Y allá va. Primera vez. Brittany había esperado esa epifanía durante años. Pacientemente había hecho todo lo que ella le había pedido, esperando que un día Santana encontrara en su amor la fuerza suficiente para pronunciar esas palabras. Y había esperado, y esperado. Y ahora, que finalmente podía decirlas, Brittany no estaba aquí para escucharlas.

- Brittany va a matarme- dijo en voz alta, sin darse cuenta.

- Pues deberá ponerse en la fila- comentó Steven secamente.

Santana le sonrió tímidamente. Antes de poder contenerse, las lágrimas empezaron a rodar de nuevo por sus mejillas.

- Steve, perdóname. Lo que te he hecho ha sido horrible. Yo... yo no tengo excusa... – Una vez mas tenía la cara cubierta por sus manos, pero esta vez si había lágrimas para esconder. ¿Como pude? ¿Como pude llegar tan lejos? ¿Como pude hacerles esto?

- ¿Por qué dices que Brittany va a matarte?

Santana se limpió las lágrimas con la manga de pulóver, agradecida de poder seguir hablando.

- Jamás le dije a ella que soy gay. Ella trató de todas las maneras posibles de hacerme salir. Pero yo no quería. Yo no quería estar con ella así, pero tampoco quería estar sin ella. Fui muy egoísta...

- ¿Fuiste?

- Ok, aun lo soy. No podía perderla, no podía dejar que se enamorara de otra mujer y se fuera lejos de mi. Así que idee este plan. Toda esta entupida mentira, que pensé que ella y yo podríamos mantener por el resto de nuestras vidas.

Steven se levantó del sillón repentinamente, provocando un sobresalto en Santana. Con paso lento caminó hasta el gabinete y tomó una botella de agua y una caja de pañuelos de papel. Volvió al sillón y a la pasada, dejó caer los pañuelos de papel en el regazo de Santana. Luego abrió la botella de agua y bebió un largo trago. Steven siempre sabía cuando había tomado demasiado. A diferencia de ella.

- Háblame del plan.

- Steve, no te hagas esto a ti mismo. Es muy doloroso.

- Yo no me estoy haciendo nada a mi mismo. Eres tu la que me lo hace. Ahora sigue hablando.

Santana tomó un par de pañuelos de la caja y se secó las lágrimas. Luego los apretó, en un puño, y se los apoyó contra los labios, pensando por donde empezar esta ridícula historia.

- Cuando Brittany y yo terminamos el bachillerato, la decisión estaba tomada. No nos separaríamos nunca. Ella seguía esperando que yo saliera del closet, y yo seguía esperando que ella entrara en razón y se diera cuenta que no podíamos vivir como ella quería. Así que la convencí. Le expliqué que debíamos tener una vida, una vida normal, y que si la teníamos, yo le prometía, le juraba por nuestro amor, que nunca estaría sola. Que siempre nos tendríamos la una a la otra. Fue duro. Ella no quería. Mi plan involucraba que debíamos buscarnos novios, parecer normales, pero para ella eso era anormalidad. Finalmente, cuando yo estaba en segundo año, en la Universidad, y ella estaba a la mitad de su carrera de profesora de danza, se apareció un día. Dijo que entendía. Que si la única manera de estar conmigo era así, ella pagaría el precio, pero me hizo jurar que no la iba a hacer esperar por siempre. Que un día me iban a crecer bolas de mujer, y le iba a dar el lugar que se merecía.

El recuerdo de aquella charla le produce un escalofrío todavía. Aquel momento donde los ojos de Britt, siempre llenos de alegría, y de luz, se llenaron de tristeza. Como un reo que acaba de escuchar su condena. Santana sabe que nunca podrá olvidar como la dulce e inocente Brittany, creció de golpe aquella tarde de invierno, en el dormitorio de la Universidad, cuando aceptó que toda su vida sería una mentira, y que de ahora en adelante debería esconder lo que era, para que la persona que la amaba pudiera ser feliz.

- Brittany tardó algo así como una semana en conseguir un candidato. Tenía 20 años y no había hombre que se le resistiera. Simplemente elegimos. Debía ser alguien que tuviera un empleo, o una carrera que no lo llevara lejos. Alguien con quien asentarse eventualmente. Un tipo sencillo, que sintiera que ella era demasiado buena para él, de forma tal que pudiéramos tener margen para nuestras mentiras.

-Carl...- la voz de Steven pronunció el nombre del marido de Brittany en voz baja.

- Si, Carl. El era perfecto. Su sueño era manejar el negocio de grúas de su padre. Nada de viajes, ni de mudanzas. Ambas viviríamos en Cincinatti el resto de nuestras vidas.

- ¿Y yo? ¿Cuando me eligieron a mi?- hay dolor en la voz de Steve. Acaba de darse cuenta que su vida ha sido un show, peor aun, una broma pesada.

Santana escoge sus palabras con cuidado.

- Yo te elegí.

- ¿Por qué a mi?

- Por que eras un buen hombre. Por qué aun lo sigues siendo.

Otra vez el silencio se instala entre los dos. Santana deja que Steven juegue con sus propios recuerdos. Las primeras citas. La primera vez que hicieron el amor. Los viajes a Florida, a la playa, en el verano, con Brittany y Carl. Los paseos al atardecer, de la mano, entre los bosques de Silent Creeck, siempre con Brittany y Carl caminando 100 pasos mas adelante, o 100 pasos mas atrás. Santana deja que las piezas se vayan juntando en la mente de Steven.

- He sido tan estúpido. No puedo imaginar las veces que tu y Brittany se deben haber reído de mi.

Los ojos de Santana se vuelven a llenar de lágrimas.

- No, jamás. Jamás Steven me he reído de ti.

Steven se para y se va a colocar frente a la ventana. Su mirada se pierde entre la lluvia que cae por el jardín, que moja los autos estacionados atrás. Toda mi vida adulta, piensa. Toda mi vida pasada no existe, y con ella, se ha ido toda mi vida futura. Y ahora ¿Que?

- Yo tenía miedo ¿sabes? De vivir con un hombre, de hacer todo lo que se suponía que tenía que hacer. No sabía si podría, y si no podía, eso probablemente supusiera perder a Brittany. Y tu, tu eras tan dulce, y tan caballero. Y amas tanto a tu familia. Yo... yo no pensé que esto iba a ser así ¿Sabes? Yo no esperaba...

-¿Que?

- Yo no esperaba llegar a quererte.

Santana se limpia otra lágrima de su mejilla. Si Steven hubiera sido mas como Carl, si hubiera sido un patán, un imbecil enamorado de su botella, cuanto mas fácil hubiera sido todo.

- ¿Como puedes decir que me quieres?

- Porque es la verdad Steven. Estos años han sido un tormento para mi. Carl resultó ser perfecto para Britt. Es un estúpido. Una vez que perdió el interés en ella se dedicó a engañarla. Para ella los momentos que pasa conmigo son un alivio, un alivió de la vida que lleva con un miserable bruto, que la insulta y que si todavía no le ha pegado es porque le tiene miedo físicamente. Pero para mi, ha sido totalmente distinto...

- No quieras complacerme ahora Santana.

- No trato de hacerlo Steve. Tú quieres la verdad. Esta es la verdad. Tu has sido el hombre mas maravilloso que he conocido en mi vida. Tu eres algo para lo que yo no estaba preparada. Tu hiciste esta familia conmigo, y durante muchos momentos, aquí, en esta sala, juntos, me hiciste sentir feliz. No era como mi plan debía funcionar. Cada año que pasaba la culpa se juntaba sobre mis hombros, mas y mas. Empecé a poner excusas a Brittany, para no verla, porque no soportaba el remordimiento de estar mintiéndote. Pero cuando estaba aquí, deseaba estar con ella, y la culpa me ahogaba, hasta casi sentir que no podía respirar.

Otra pieza cae en su lugar, en el rompecabezas de Steve.

- ¿Por eso tenías ataques de pánico?

- Si. Empecé a volverme loca.

- ¿Es por eso que llorabas en los cumpleaños de los niños?

- Y eso no era nada. Debiste haberme visto llorar cuando me encontraba con Brittany, luego.

Los hombros de Steve se relajan. Es una persona lógica finalmente. Si no, no podría dirigir una preparatoria. Hacen falta ciertos dotes para ese puesto, y él siempre ha estado orgulloso de tenerlos. ¿Que mas puede decirle a esta mujer? ¿Que mas preguntarle? ¿Sirve de algo gritarle? ¿Decirle que la odia?

Steve se da vuelta y deja que una lágrima se le caiga por la mejilla. Santana se tapa la boca con ambas manos, al ver su a su marido llorar por primera vez en su vida.

-Oh Steven, no llores, por favor... No puedo soportarlo... Cariño...

Steven extiende un brazo para mantener alejada a Santana, que se ha levantado con la intención de abrazarlo.

- Estoy pensando, estoy pensando en la manera de decirte que te odio ¿sabes? En si hay una manera de decirte que te odio. Pero no me sale. Y te diré porque, aunque te duela... No puedo decirte que te odio, porque aun te amo.

Santana se deja caer nuevamente sobre la mesa de te. Su mano en su pecho, que sube y baja aceleradamente. Su boca abierta, por donde siente que trata de salirse su corazón. ¿Cuanto mas puedo sufrir? ¿Cuanto mas puedo aguantar?

- Steve... Steve...

- Hace un momento, yo... no iba a pegarte ¿lo sabes? Sólo quería que me dijeras la verdad.

- Lo se. Siempre supe que no me ibas a pegar.

- Pero así y todo, confesaste.

- Si, yo quería decirlo. Quería decirlo, pero necesitaba que me obligues.

Steven asiente.

- Has sido muy cobarde Santana. Por todos estos años. Lastimaste a Brittany de una forma muy profunda, de una forma que quizás no puedas reparar. Y me lastimaste a mi, que te amo, y te hubiera amado el resto de mi vida, si sólo hubieras sentido por mi, la mitad de lo que sientes por ella.

Guarda la manos en los bolsillos del pantalón, y gira la cabeza apenas, como queriendo asegurarse que ella lo oiga.

- Siempre pensé que había encontrado el amor de mi vida. Supongo que es una lección, dura, pero importante. No dar las cosas por sentado.

Steven rodeó el sofá y se dirigió al pasillo.

-Espera, ¿adonde vas?

Él se detuvo en la puerta de la sala.

- A la cama. Tengo que trabajar mañana- le contestó sin volverse- ya no tengo deseos de seguir hablando esta noche.

- Pero ¿que vas a hacer? ¿Que vamos a hacer?- Santana lo siguió, frotándose los antebrazos con las manos, temblando todavía.

- No se que vas a hacer tu, te sugiero que dejes de mentir y salves de tu vida lo que aun queda por salvar. Yo seguiré adelante.

- ¿Quieres que me vaya?

- ¿Donde te vas a ir? Esta es tu casa. Es nuestra casa. Tomaremos las decisiones que haya que tomar, cuando llegue el momento. Buenas noches.

Sin esperar respuesta Steven abandonó la sala. Santana escuchó sus pesados pasos en la escalera, y el ruido de la puerta del dormitorio. Luego, ella caminó hasta el rincón de la sala y empezó a juntar los restos de vidrio, del vaso explotado. Los mas pequeños los recogió con una pala y una pequeña escoba. Guardó la botella de Wiskhy en el gabinete y movió la mesita de te a su sitió original. En la pileta de la cocina dejo que el agua corriera y se lavo la cara, varias veces. Tomó una banqueta y se sentó frente a la barra desayunadora, con su teléfono frente a ella.

Quizás deba llamarla, pensó, quizás deba decirle ahora, no esperar mas.

Tomó el teléfono y su dedo corrió por la pantalla para desbloquearlo. Como una paradoja dolorosa, la foto de Steven y la foto de Brittany estaban en el escritorio de su teléfono, una junto a la otra. Miró ambos rostros en silencio por un rato.

No, ya ha sido suficiente por una noche. Ya habrá tiempo de hablar con Brittany mañana.

Santana guardó el teléfono en el bolsillo de su pantalón y subió las escaleras. La puerta de su dormitorio estaba cerrada. En la penumbra, se quitó la ropa y se metió en la cama, tratando de no hacer ruido. La respiración pesada de Steven le indicó que su marido estaba durmiendo.

Mañana. Mañana será el día.