Voy a compartir esta historia con, vosotros, ya la había subido antes pero algo había salido mal y la he vuelto a subir.

Es un Three-Shot, espero que os guste.

Disclaimer: Los personajes de Detective Conan y Magic Kaito, no me pertenecen a mí, sino a Gosho Aoyama.

Amor en pie de guerra.

Tras haber derrotado a la organización, me sentí libre y pensaba que había nacido por segunda vez, pero ahora lo más importante para mí era encontrar el antídoto para volver a ser Shinichi y regresar junto a la alegría de mi vida.

Una semana más tarde Haibara encontró el antídoto para devolverme a mi antigua vida, en cambio ella había decidido quedarse en su forma de niña para empezar su vida desde cero.

Había llegado a la casa del profesor para tomarme el antídoto definitivo, solo llegar me dirigí hacía donde se encontraba la científica con mi ropa y la pastilla que permitiría volver a la forma que más deseada en este momento, entré al baño y me tomé rápidamente el antídoto, este fue definitivamente el más doloroso, pero valió la pena, ya que había vuelto a mi forma de adolescente y ya no volvería nunca más a encoger, cogí el teléfono y llamé a Ran para decirle que ya había vuelto y que no me volvería a ir nunca más, quedamos bajo las flores de Sakura y tras despedirnos cogí el anillo que le quería dar la primera vez que había vuelto a mí forma normal.

Mientras iba de camino hacia el lugar donde me tenía que rencontrar definitivamente con ella me puse a reflexionar sobre toda la gente que me había ayudado, y también de la gente que me había arruinado la vida.

Y ya estoy harto de los problemas que tuve durante aquel tiempo, pero el principal había sido estar separado, aunque a la vez tan cerca, justo a su lado, viéndola llorar todos los días por mí, esa era la persona que más anhelaba y deseaba tener a mi lado, mi amiga de la infancia, Ran―Pensaba Shinichi mientras salía de la casa del profesor.

—Cuantos más días había pasado como un niño de siete años, más tristeza había cargado en ese diminuto ser, cuanto más había transcurrido, mi ánimo se decaía notablemente pensando que había perdido la guerra con mis sentimientos, pero al final el amor que yo profesaba por ella, mi ángel, el sentido de mi lucha, mi vida, mi alegría, los vencía y me ayudaba a luchar otro día más.

Después empecé a reflexionar sobre como cambie mi identidad, ya que eso tuvo parte de culpa ―. Me escondía todos los días detrás de las gafas de mi padre y un personaje que había inventado yo mismo, eso solo hacía para evitar que los que me hicieron tanto daño no se acercaran a ella, pero al mismo tiempo estaba creando un gran espacio entre nosotros que costaba mucho de solucionar, ya que solo podíamos hablar por teléfono, además yo no podía hablar con mi propia voz, sino con una triste pajarita que imitaba mi antigua voz, cosa que me creaba una gran tristeza

Mientras entraba a mí casa para arreglarme me puse a pensar en la gente que me ayudo tanto directamente como indirectamente―. Heiji, mi mejor amigo, él me había apoyado y me había protegido durante todo ese tiempo cuando era necesario, también obtenía información para mí sin pedir nada a cambio, a la vez que se había arriesgado muchas veces, tanto para que pudiera pasar tiempo con mi ángel de la guarda, la persona con la que soñaba todos los días, con ella; como para ayudarme a combatir con esa gente tan cruel que desdichó mi vida y me apartó de mí primer y único amor, le debía mucho, siempre que había tenido problemas él acudía sin pensárselo dos veces y me ayudaba a solucionarlo.

También me puse a pensar en ese arrogante ladrón―. Kid, el ladrón, aunque no lo pareciese también me había ayudado, algunas veces haciéndose pasar por mí para evitar que Ran descubriese quien era y en el estado que me encontraba en ese momento, u otras veces disfrazándose de otra persona que yo le había pedido para despistar a esa gente y poder ganarles la batalla; aunque también se haya aprovechado de mí principalmente al utilizar mí cara, cosa que no entendía, ya que varías veces le habían estirado la máscara para ver su verdadero rostro, pero nunca salía, eso podría significar que nos parecíamos, entonces podríamos ser hermanos, o primos, cosa ya más probable, quería conocer su verdadera identidad, para saber en que estábamos emparentados.

Mientras salía de mi casa con ropa más formal, no como la que estaba en casa del profesor, ya que esa era la de la preparatoria, me puse a pensar en las personas que me hicieron ser como soy actualmente―. Mis padres, aquellos que me criaron desde mi nacimiento y me ayudaron a llegar hasta aquí, los que me ayudaron cuando me encogí con la desdichada droga, aunque la primera vez que me intentaron ayudar casi me matan del susto, con el plan que pensaron para que me fuera con ellos; también mi madre me salvó una vez de ser descubierto por Ran, o mi padre que fue el que me enseño el mundo de los detectives por así decirlo.

También pensé en la gente que no conocía mi verdadera identidad, pero aún así…―. Los niños de la liga de detectives, aquellos que a pesar de todos los problemas en los se metían me enseñaron a no perder la esperanza, a que no importa la edad que tengas para revivir tú infancia y poder sentir que no hay problemas a tu alrededor, esos pequeños que me han acompañado desde un principio, aunque me obligaron a ser sus amigos, prometo que nunca me arrepentiré de haber aceptado, aunque fuera a duras penas.

Luego recordé a la gente que representaba la ley y tanto me ha ayudado―. Los policías, el FBI, la CIA, a pesar de mí apariencia, siempre han confiado en mí y no han dudado en darme las pistas necesarias para resolver un caso, y cuando había misiones en contra de la organización, ellos siempre me llamaban para que les ayudara, he aprendido muchas cosas de ellos y voy a estar siempre en deuda con ellos.

Cuando ya estaba en medio camino me puse a pensar en mi aliada inesperada, aquella que nunca me pude llegar a imagina que podría tener a mi lado para luchar―Haibara, Shiho o Sherry, esa científica que trabajó en la organización y creó la droga que me hizo encoger y separarme de ella, pero a pesar de aquello, aunque al principio la odie por eso, me di cuenta de que ella era buena persona y de que no quería hacer daño, y siempre la recordaré como una gran amiga.

De repente me pare al recordar a mi mayor pesadilla―. La organización, aquellas cuervos tan negros y con corazones tan fríos como el hielo, aquellos que no miran cuando disparan una sola bala o que no les importa destruir miles de familias para conseguir aquello que desean, espero que se pasen mucho tiempo en la cárcel y allí se den cuenta de todo el sufrimiento que han ido repartiendo por todo el mundo.

En el mismo momento que estaba a punto de decaer al recordar a esa gente, giré la callé y justo debajo de esas flores de Sakura vi a la chica que más amaba y deseaba―Ran, la chica de la cual me enamoré cuando era muy pequeño y con la que deseo pasar toda mi vida, un ángel que ha caído del cielo para guiar a la gente al buen camino, la persona que me daba la fuerza para seguir luchando contra la organización, la esperanza de mis días, el amor que hacía que mis sentimientos ganaran la guerra contra la tristeza.

― ¡Ran! ―Grité con fuerza para hacerme oír.

― ¿Shinichi?, eres tú, ¡por fin te veo!

Solo verla y escuchar su voz corrí para poder estar junto a ella y poder sentirla junto a mí por fin, al llegar, lo primero que hicimos fue darnos un gran abrazo y al separarnos nos quedamos a unos centímetros, haciendo nos sonrojar a ambos.

―Yo, Ran, quiero disculparme por haber estado tanto tiempo fuera, pero era necesario.

Ran solo pudo mirarme a los ojos y esbozar una sonrisa que hizo que mi corazón empezara a latir a mil por hora.

―No pasa nada, lo importante es que estés aquí, y para mí lo más importante era que no te pasara nada.

Al escuchar eso, no pude evitar volver a abrazarla, para tranquilizar mi alma y para así poder hacer la pregunta que cambiaría nuestra amistad para siempre, me separe de ella, poniéndome la mano en el bolsillo y arrodillándome le dije.

―Ran, para mi eres lo más importante en este mundo, eres el ángel que ha velado por mi todas las noches durante mi ardua batalla y por eso ahora te quiero preguntar… ¿te quieres casar conmigo? ―Le dije con miedo a su respuesta enseñándole el anillo de diamantes.

Ella por su parte solo se quedó allí de pie mirándome con ojos llorosos.

Y aquí esta la primera parte de la historia desde el punto de vista de Shinichi.