Hetalia no me pertenece.
Un lemon sin ser lemon.
Capisci?


Un vals sensual, prohibido, cubierto de seda blanca al gusto. Jadeos que brotan apagados de sus labios. Calor, frío, una exquisita combinación del roce prologando entre ellos. Las manos se mueven con experiencia, eficacia, lujuria, controlando cada movimiento hecho al azar. La sensación de inseguridad hace mucho que se ha desvanecido al compás de la idílica voz masculina que llega a sus oídos como un susurro. Un quedo suspiro se oye, y el sonido de una risa se opaca. Un nombre que hasta ahora le es ajeno, pero no desconocido, se queda en el aire al sentir una oleada de placer extenderse por su cuerpo. Ahoga un grito, saboreando el dulzor amargo que reside en la boca que le inhibe la percepción del exterior, limitándose sólo a sentir.

Algo parecido a un embrujo es pronunciado y la poca cordura que se aferra a ella con desesperación, se resquebraja cayendo a pedazos al precipicio oscuro donde reside la locura que se aviva a cada toque imprudente de las frías yemas de los dedos que recorren sus muslos. Las respiraciones entrecortadas que imploran un tiempo para acostumbrarse, son ignoradas de una forma insulsa. La presión que se ciñe sobre su cuerpo le atormenta con un deleite desconocido, que años anteriores se escondía con maestría en lo más profundo de su ser. Su mente se detiene y el agradecimiento aflora al corresponder con fiereza las caricias que el hombre le otorga. No sabe si continuar o acallar su necesidad de sentirse mujer.

La oscura mirada que enfrenta, se encuentra cargada de placer mundano que le implora a gritos que el acto termine como debe ser. Con un atisbo de sonrisa acepta y se deja fundir en el calor del momento. Lo siente, cada movimiento es capaz de nublarle la mente con una gran facilidad que le aterra. Gime al no tener fuerza para guardárselo, y las sábanas que se posan bajo ella, se muestran agobiadas por la fuerza que sus manos ejercen. El dolor se esfuma con la gracia escondida en unas simples palabras que le tranquilizan de una forma hipnótica. Escucha su nombre ser pronunciado con sensualidad y sus labios se curvan en una sonrisa de satisfacción.

Una mano acaricia su mejilla colorada y ella busca con ansia el tacto. Un tibio aliento choca en su rostro y el sentimiento de sorpresa se coloca en ella ante la sensación de unos labios posarse sobre su frente con una indescriptible ternura que jamás había experimentado. Cierra los ojos para guardar el momento, y sus dedos buscan con urgencia llenar la necesidad de vacio al entrelazarlos con los largos y blanquecinos dedos masculinos. El mudo, pero no ausente, tic-tac del reloj les sirve como un sedante que les obliga a ambos aceptar las manos de Morfeo. El nombre ajeno recibe forma y sale acompañado de un suspiro.

—Gilbert…


Fic sacado en momento de depresión.
I'll miss you, Cory Monteith.