"Quizás recordarías si no estuviesen tomándose de la mano con historia por una vez"

Ingresó al comedor cuando ya pensaba que no habría nadie. Muchos aprovechaban el estar en la ciudasD para salir a alguna taberna o, simplemente, pasar el rato en algún sitio más divertido de los cuarteles.

Sin embargo, esa noche en particular, Mikasa no estaba de humor. Las palabras y bromas de sus compañeros y amigos aun retumbaban en su mente. No era fácil, claro que no lo era. No era fácil reconocer que Eren se alejaba cada vez más, no como amigo, sino se alejaba de ella… o de lo que ella esperaba de él.

Habiendo sido su salvador a sus cortos diez años marcó su vida hasta ahora. Pudo tener un destino tan diferente y macabro de no haber sido por Eren. Aún más macabro al menos. Si alguien le hubiese preguntado entonces o tiempo después, no hace tanto, qué esperaba de su futuro, Mikasa hubiese respondido sin dudar: "quiero estar toda mi vida junto a Eren, solo eso". Pero "toda la vida" era demasiado tiempo… o no tanto dadas las circunstancias.

Sin embargo, frente a la lejanía de Eren y frente al aun más evidente acercamiento entre él e Historia, aquellas palabras de Mikasa, aquella idea concebida en su niñez se volvía débil. Aquel pensamiento comenzaba a cobrar un matiz de nostalgia y menor realidad. ¿Podía estar junto a Eren cuando él no correspondía a sus sentimientos? O, más bien, ¿qué sentía por Eren ahora?

Estaban creciendo y era natural que comenzaran a sentir atracción por otros. De niños era más fácil, Eren solo pensaba en la libertad tras los muros y vencer a todos los titanes. Mientras, la niña que era Mikasa, pensaba que esas ideas de Eren cambiarían, él terminaría siendo un médico como su padre y ella su esposa. Replicarían la bella familia que formaban Carla y Grisha, y la bella familia que eran sus propios padres.

Estaban creciendo y, era natural, más ni deseable, que Eren eligiera a alguien más que a ella. Mikasa no era tan ingenua como para dar su futuro con Eren por sentado, pero tenía la esperanza. La esperanza que él la viera con otros ojos, que comprendiera que cuidaría de él como Carla cuidaba de su familia, que ella podía llenar con su inmenso amor el espacio que la muerte de su madre había dejado en él.

Y, sin saberlo, se convirtió en lo que un hombre menos querría de una mujer. Se transformó en un símil de hermana mayor, una por la cual solo tenía afecto fraterna y, quizás, incluso maternal.

Fue así como Mikasa comenzó a comprender más a Eren y no a su idea de Eren. Y comprenderse también a sí misma. Le dolía, el choque con la realidad. Pero, ¿valía la pena seguir guardando aquellos sentimientos? No iba a quererlo menos ni a protegerlo menos ni su vínculo se destrozaría si ella dejase de amarlo románticamente. Pero ella no sabía amar a Eren de otra manera… y por eso dolía tanto pensar en dejarlo ir. Sin embargo era algo que debía hacer. Sería más saludable para ella y para Eren. Debía… dejarlo crecer.

Los sueños e ilusiones no tenían cabida en la realidad. No porque el mundo fuese un lugar especialmente cruel, sino porque simplemente era real. Pero, cuando todos notaban el interés de Eren por Historia -mutuo interés, además- volvía el proceso aun más doloroso y difícil.

Cuando ingresó al comedor, siendo víctima de sus reflexiones, notó que no estaba sola. En un rincón junto a la ventana y aprovechando la luz de una lámpara de gas en la muralla, además de una sobre la mesa, Jean estaba concentrado en sus propios trazos sobre un papel.

-Hola… -Mikasa rompió el silencio logrando que él sacara la vista de su trabajo -¿Aun por aquí?

Jean dejó el lápiz sobre el cuaderno y fijó su vista en ella.

-Termino un boceto para los informes. Moblit me pidió ayuda -respondió con algo de vergüenza, no sabía porqué.

Mikasa se acercó a él con la jarra de té por la que había ido antes a la cocina y se sentó a su lado. No era infrecuente que Mikasa compartiera con el resto de los chicos de su generación. Las constantes ausencias de Eren y la habilidad social de Armin la arrastraban a tener que interactuar con sus compañeros. Pronto dejó de ser extraño y sentirse fuera de lugar entre ellos. Charlar con Sasha tenía un dejo a feminidad, con Connie era momento de bromas e ingenuidad, y con Jean… bueno, Jean era simplemente Jean. Un camarada directo, frontal, un poco huraño, pero que siempre se mostraba amable y accesible para ella.

-Vaya, está muy bueno -comentó Mikasa viendo el dibujo del titán de Rod Reiss -Bastante realista.

-¿Te parece o estás siendo amable?

-Si no lo pensara, no lo diría -respondió la chica -No soy lo que todos llamarían amable, precisamente.

Jean asintió dándole la razón. Mikasa era parca la gran mayoría del tiempo. Seca y silenciosa. Los pocos momentos que hablaba era para hacer algún comentario algo macabro, excesivamente realista -o negativista- o para hablarle a Eren y Armin de manera bastante maternal. Mikasa era una chica lúgubre, eso decían todos, pero había que darse el tiempo de conocerla algo más y comprender el contexto. Y Jean comprendía eso.

-¿No te distraigo si me quedo aquí? -preguntó Mikasa.

Jean negó:

-No, de hecho, iba a ir por algo de beber.

Se puso de pie y salió del comedor rumbo a la cocina. Mikasa fijó su vista en el cuaderno de su compañero. Moblit había dicho que Jean era talentoso y que la práctica lo haría mejorar. Desde entonces, Jean practicaba a diario. Diversos dibujos y bocetos. Aunque Mikasa no era alguien expresiva, sí se sentía agradada que uno de sus compañeros fuese validado por alguien de mayor experiencia y rango. Le daba orgullo del bueno.

-Ya está -anunció Jean dejando su taza sobre la mesa y volviendo a sentarse.

Mikasa había dado vuelta la hoja y había curioseado otros bocetos. Jean la pilló con las manos en la masa, pero no dijo nada. No había nada de extraño en sus dibujos.

-Has mejorado -comentó Mikasa viendo a su compañero beber de la taza, para dejarla nuevamente sobre la mesa -Me alegra que Moblit te considerara para ayudarle.

-¿De verdad? -preguntó Jean sorprendido -Pues, para ser honesto, no pensé que esto podría servirme en el ejército. Si lo hubiese sabido hubiera practicado más.

-Nunca es tarde para ponerse al día -repuso Mikasa.

-Es verdad.

Jean daba otro sorbo a su té y se sumió nuevamente en su trabajo. Mikasa lo observaba en silencio. Estudiaba sus trazos y la facilidad como podía plasmar la imagen en sus retinas de aquel monstruo sobre el papel. Era una habilidad fascinante. Cada línea consecutiva a la otra iba dando vida a ese retrato, de una horrible criatura, pero con gran realismo.

-¿Qué hacías por aquí? -preguntó Jean sin quitar la vista de su boceto -Es tarde. Creí que saldrías con Armin o algo.

-La verdad no esperaba encontrarme con alguien. Creí que todos habían salido. Quería estar un momento a solas.

-Te arruiné el plan -bromeó Jean.

-Descuida -disculpó Mikasa -Si realmente hubiese querido estar sola, hubiese salido del comedor en cuanto te vi.

-Sí, también es cierto.

Si había algo que apreciaba particularmente de Jean, era que no buscaba tratar de sacarle alguna palabra. No era como Sasha o Connie. Incluso Armin a veces podía caer en ello. Jean era más bien como Eren, su silencio no lo importunaba. Era como si su presencia fuese parte natural del lugar donde estuviesen, en este caso, del comedor.

Y volvía a pensar en Eren. Sabía que era inevitable considerando que todo aun era una maraña en su cabeza. Quería encontrar el extremo de aquel enredo y jalar de él para deshacerlo, pero le estaba costando bastante tiempo y energía. Había en ella esa pugna entre lo que anhelaba y lo que debía hacer.

-Jean…

El muchacho sacó la vista de sus papeles.

-¿Por qué dijiste eso en la cena? -retomó Mikasa interrogante -¿Eso de que si Eren e Historia dejaran de tomarse de las manos quizás Eren recordaría?

Jean se dio una patada en el culo mentalmente. No debió decir eso delante de Mikasa y había sido muy imprudente. Para todos era obvio el sentir de la chica por Eren y, hacerlo una broma fue, por lo bajo un desatino.

-Nada, Mikasa, solo fue una broma tonta -se excusó dejando el lápiz sobre el cuaderno -No me hagas caso. Sabes que me gusta joder a Eren.

Mikasa bajó la vista al dibujo mientras Jean bebía de su taza dando el tema por cerrado. Pero la chica aun no había terminado:

-Es obvio para todos, ¿no es así? ¿No es algo que solo pasa en mi cabeza? -preguntó Mikasa con total transparencia, lo que Jean solo pudo asentir dentro de su honesta naturaleza -Al menos no estoy viendo cosas donde no las hay.

Jean soltó una espiración pesada antes de alzar la voz.

-Mikasa, Eren e Historia… ellos tienen que trabajar juntos y es de lo más natural que comiencen a tener cierta cercanía, incluso, que se lleven bien o más que bien -agregó -No insinúo nada, solo que ellos se llevan bien y se toman de las manos. Y que si Eren dejara de hacerlo tan seguido, quizás lograría decantar esas memorias -aclaró -Eso creo. El resto, lo de la cena, es malicia.

-Malicia con asidero -dijo Mikasa viendo a Jean volver a tomar el lápiz, pero sin dejar de verla -Mi padre solía decir que cuando el río suena, es porque piedras trae. Me costó un poco comprender esa frase… pero creo que puede aplicarse ahora, ¿verdad?

Jean no tenía cómo reparar el error. Mikasa no era tonta y ciertamente había notado el actuar de Eren e Historia, sin necesidad de su desatinado comentario.

-Mikasa, no le des tantas vueltas al asunto. Es solo tomarse de las manos, nada más. No implica nada más.

-Sabes que no, Jean -bufó -No todo el mundo se toma de la mano. Lo hacen los padres con sus hijos, los padres entre ellos, los enamorados, a veces los grandes amigos. Tiene un significado profundo. ¿Por qué no pueden tomarse del brazo o algo así?

-Exageras, es solo tomarse de la mano -desestimó Jean -Debe ser algo titanesco que tenga que se la mano y no otra parte del cuerpo. ¡Qué se yo! No soy un titán y tampoco es como que sepamos mucho de ellos a la fecha. Quizás, cuando Eren recuerde más, podremos tener respuesta a nuestras interrogantes.

Mikasa suspiró. Bebió de su taza y Jean volvió q su trabajo. Agradecía eso de él. Decía las cosas y luego daba un espacio para la reflexión. En eso se parecía a Armin.

-A veces -Mikasa volvía a romper el silencio -Siento que Eren se aparta cada día más de Armin y de mí… y es extraño. Siempre nos concebí a los tres juntos. No pensé que hubiese un momento en que no sabría qué sucede realmente en la mente de Eren. Solía leerlo bien. Aunque Armin siempre ha dicho que Eren va siempre por delante, mucho más adelante que nosotros. Y es difícil de digerir, de aceptar, que pareciera que nuestros camino se bifurcan.

-Supongo que es parte de… ¿crecer? -dijo algo inseguro y Mikasa enarcó una ceja -Ay, no sé, Mikasa. Si Eren está tomando ciertas determinaciones es porque debe hacerlo. No creo que quiera apartarte a ti ni a Eren. Ustedes son familia.

-¿Estás defendiendo a Eren? -Mikasa no sabía si sorprenderse o gastarle una broma.

-No -fue tajante -Solo quiero que dejes de carcomerte la cabeza con cosas que no tienen relevancia -vio como Mikasa bajaba la vista a su taza -Vale, no estoy diciendo que no sea válido lo que crees, solo que creo que estás leyendo entrelíneas. Y, en el caso en que mi estúpido comentario fuese cierto, eso no implica que Eren deje de quererte o a Armin. Siempre serán importantes para él -hizo una pausa -¿Alguna vez Eren te ha tomado de la mano?

Mikasa caviló.

-Sí, de niños, al correr. Alguna vez en que hemos pasado por momentos intensos.

-Ahí lo tienes. Si ya te ha dado la mano, ¿por qué cuestionarse por el hecho que lo haga con Historia? Créeme que el sentimiento con que lo hace contigo difiere mucho de lo que hace con Historia. Y olvídate de lo que dije en la cena. ¿Vale?

Volvió a su dibujo luego de verla guardar silencio un momento. Continuó su trabajo revisando por momentos a Mikasa con la vista perdida al frente. Cuando daba los últimos retoques al boceto se volteó medianamente hacia Mikasa y le extendió su mano izquierda. La chica lo miró con curiosidad.

-Anda, dame la mano -le dijo Jean con seguridad.

No sabía a lo que su compañero quería llegar con ello, pero accedió y puso su mano sobre la de él. Sintió como sus dedos se deslizaba y entrelazaban. Mikasa era de manos grandes, no eran mucho más pequeñas que las de Jean e igualmente ásperas del trabajo. Ambos tenían las palmas algo más tibias que los dedos y mientras Jean dejaba descansar ambas manos sobre la mesa y repasaba algunos detalles más en su titán plasmado en el papel, el calor comenzaba a fluir entre ambos… una tibieza especial.

Cuando al fin terminó su labor, soltó suavemente la mano de su compañera y ordenó los papeles. Mikasa se quedó mirando su, ahora, solitaria mano sobre la fría madera de la mesa. Jean la miró cerrando el cuaderno.

-¿Ves que no cambia en nada las cosas? -preguntó dando a entender que su demostración debía dejarla tranquila -Nos dimos la mano y seguimos siendo los mismos. No significa absolutamente nada más que eso. Solo significa cuando necesitas darle un significado: afecto, contención, amor. Pero cuando tiene un propósito que carece de eso, no tiene sentimiento alguno. Cero significancia.

Mikasa asintió y lo vio ponerse de pie.

-¿Te dejo la lámpara de gas? -le preguntó Jean dispuesto a salir del comedor.

-Sí, puede que me quede un poco más.

-Vale. Buenas noches.

Iba a retirarse cuando sintió la mano de Mikasa tomar la suya y, tal como antes él realizó, ella entrelazó sus dedos y lo miró fijo. Durante todo ese tiempo ningún sonrojo se vio en el rostro de Jean, pero ahora brotó de súbito cubriendo sus mejillas de un rosa bien encendido.

Tomarse las manos no tenía significado, realmente. Solo si ello ocurre en determinadas circunstancias se volvía importante. Con un enamorado, con un padre o con un amigo.

-Gracias, Jean -la mano de Mikasa se deslizó tan naturalmente como antes lo atrapó -Buenas noches.

Él muchacho asintió y salió del comedor aun completamente sonrojado. Cuando cerraba la puerta del salón un carraspeo llamó a su atención. Se volteó. Eren estaba allí cruzado de brazos. Antes que Jean dijera alguna excusa o intentara mosquearlo para huir del lugar, alzó la voz:

-Eres muy hábil con las palabras, Jean. Te pareces a Armin en eso… pero Mikasa te escucha como lo haría conmigo. Necesita que alguien la haga comprender…

-No voy a meterme en lo que sea que ustedes tengan o no -aclaró Jean -Solo reparé un error. No debí bromear en la cena y lamento que eso haya traído problemas a Mikasa.

-Lo sé -aseguró Eren -Nunca harías algo que le haga daño. Pero… tomarla de la mano fue completamente innecesario. Aprovechado.

Jean se sorprendió por una fracción de segundo, para luego fruncir el ceño y mascullar.

-Aprovechado tú, que te la pasas de la manito con la reina. ¿Qué intensiones tienes?

-Las mismas que tú, cuando le tomas la mano a Mikasa. Dijiste que la significancia de tomarse las manos va en lo que tú quieras darle. Aplícate tus palabras, jamelgo enamorado.

-¿Cómo me llamaste?

Gracias al cielo las gruesas paredes y puertas no permitieron que Mikasa escuchara otra de las tantas peleas que Eren y Jean protagonizaban… una de tantas otras que vendrían.

"Quizás recordarías si no estuviesen tomándose de la mano con historia por una vez"

Quizás Mikasa no tenía ninguna memoria perdida que recordar, pero sí podría recordar que tomarse de las manos podía significar muchas cosas. Desde afecto, amor, amistad, compañerismo… o un simple gracias.

"Tienes un cabello negro muy bonito"

Bajó la vista a su mano sobre la mesa. O, tal vez, sí tenía algo importante que recordar. Y, por primera vez en mucho tiempo, las mejillas de Mikasa se encendieron en un rojo carmesí que ni su fiel bufanda pudo disimular.