Por las calles desoladas, se encontraba un pequeño niño de 6 años peliverde con pecas en su rostro y ojos color esmeralda, corriendo y jadeando, buscando un lugar para poder esconderse.
Te preguntas ¿Porqué está corriendo?
Pues bien, retrocedamos el tiempo un par de horas.
Hace dos horas atras
Un peliverde de gran carísima y felicidad se encontraba dando pequeños saltos, se dirigía a una pequeña tienda a comprar uno de los tantos dulces que le encantaba; al doblar en la esquina de la calle chocó con un par de brabucones que se encontraban por ahí.
-Auch- Se quejó el menor mientras se sobaba la cara y se ponía de pié.
-¡Tch! ¡Fijate por dónde vas!- Reprochó uno de ellos
-Lo siento- Se disculpó mientras recogía el dinero que se le había caído
-Oye- Habló el brabucon
-Danos el dinero que traes- Completó su compañero mientras se acercaba y lo agarraba del cuello de su playera y lo sarandeaba de forma brusca
-¡Oi apurate no tenemos todo el tiempo!- Exclamo con molestia.
El menor entrando en pánico mordió al mayor, haciendo que lo soltara y cayera al suelo, flexionando las rodillas y tomando impulsó para echarse a correr.
-¡Alcancenme si pueden!- Dijo el menor de forma burlona mientras corría a toda velocidad.
Y así es cómo por dos horas estuvo corriendo por todo el vecindario hasta que...
-¡Ay!- Exclamó del dolor el menor mientras lo jalaban del cuello de su playera nuevamente.
-Estúpido mocoso, te enseñare a respetarnos- Dijo uno de los brabucones mientras alzaba su puño para darle un golpe, a lo que el menor volteó la cabeza y cerró los ojos con fuerza esperando un golpe que nunca llegó
-Oi, ¿Qué no te enseñaron a meterte con los de tu tamaño, estúpido?- Dijo un Rubiocenizo mientras apretaba el antebrazo del brabucon
-¿Ah? ¿Y quién eres para darme ordenes?- Pregunto irritado
-Sera mejor que dejes a este mocoso en paz y muevas tú culo a otro lugar- Dijo mientras apretaba el antebrazo del contrario con mayor fuerza, soltando feromonas para intimidarlo más
-¡Gya! ¡Oye!- Exclamó del dolor provocando que soltara al menor. El Rubiocenizo soltó el antebrazo y se acercó al menor
-¿Éstas bien?- Pregunto sin interés alguno
-S-Sí, Gracias- Sonrió el menor, entonces Katsuki sintió un aroma a canela muy dulce, invadiendo las fosas nasales de los tres presentes.
El alfa rubiocenizo volteó la cabeza para observar a los chicos, quiénes se encontraban con las caras sonrojadas y exitadas; fue ahí cuando supo que el menor era un Omega y un gran problema.
Sin más cargo al menor y se hecho a correr lo más rápido que pudo.
-No puede ser, no puede ser, no puede ser, no puede ser, no puede ser, no puede ser- Repetía una y otra vez el Alfa
-¿Cómo puede ser posible que haya encontrado a mi pareja destinada? ¡Y peor aún es un niño!- Se sentía traicionado consigo mismo, se sentía un pedófilo, un asaltacunas.
Después de un rato ambos se encontraban en un lugar lejos de los brabucones, jadeante y cansado, se recargaba en un muro de la casa en donde se encontraban.
-¡Oi!- Exclamó el rubiocenizo haciendo que el peliverde se exaltara
-¿Cuál es tu nombre mocoso?- Pregunto el rubiocenizo a lo que el pecoso respondió algo temeroso
-I-Izuku Midoriya- El Rubiocenizo fruncio el entrecejo y respondio
-Deku- El menor confundido preguntó
-Y ¿Cuál es el tuyo?- El Ojicarmín de mala gana respondió -Katsuki Bakugou.
