Disclaimer: Como de costumbre, esto sigue sin ser mío. Todo va para Arthur, Mark y Moffat (El trío diabólico, si queréis) que nos hacen querer a estos personajes como nadie. Y como siempre, Sherlock es de John y viceversa.


John le había mandado a su habitación y le había puesto una película en el laptop para que se entretuviera mientras él hablaba con Mycroft. Habían pasado dos horas y la película ya había acabado. Sherlock les había oído gritos procedentes de ambos durante casi toda la película. Él realmente odiaba los gritos. El político y el doctor no discutían de otra cosa si no de Sherlock. El joven detective asesor había estado haciendo experimentos con un material nada legal, y la historia había acabado mal. John le dejó solo un par de horas y...si, cuando llegó a casa lo único que se encontró fue un niño asustado de unos cuatro años, con todos los rasgos de su mejor aigo..

Atónitos era demasiado poco para describir la reacción de John y Mycroft al ver a un niño pequeño en ved de al detective de 35 años. ¿Que podían hacer? Ahí había empezado la discusión.

Mordiéndose el labio, el joven Sherlock abrió la puerta lentamente, mientras abrazaba a su osito de peluche.

-J-john...- Llamó en voz baja, casi con timidez y evitando mirar a Mycroft- La película ha acabado- murmuró, casi temblando. Si algo le daba miedo, era dos personas mayores peleándose por qué hacer con él, sobre todo si una de esas personas era su hermano.

John le miró y sonrió con dulzura - Vuelve al cuarto, que ahora voy yo, vale?-

El niño asintió, más calmado. Volvió a entrar en su cuarto y se sentó en la cama, esperando a John.

El doctor miró a Microft, suspirando. Odiaba que el político intentara apartar a Sherlock de él. Tal vez estaba siendo egoísta, pero no quería que Sherlock se fuera a vivir con Mycroft. En parte por que sabía que al niño, de alguna manera, le atemorizaba Mycroft. Por otra parte...le había cogido mucho cariño a este nuevo Sherlock también. Era pequeño para tener cuatro años, pero seguía siendo igual de brillante. Eso no había cambiado, y sabía que no cambiaría.

-No vas a llevártelo, y yo no voy a cambiar de idea, por favor vete de mi casa.- Dijo John, suspirando.

Mycroft sacudió la cabeza -Te vas a arrepentir, John. Sherlock Holmes es un niño difícil- dijo mientras caminaba hacia fuera del piso.

John suspiró de nuevo y se dirigió a la habitación e Sherlock. Abrió la puerta lentamente y entró con una sonrisa para no asustarle.

-Hola..- murmuró, al tiempo que el niño de rizos azabache le devolvía la sonrisa.

Sherlock mordió su labio ligeramente -John...hay algo malo conmigo?- preguntó- Tú y Mycroft os pasáis el día gritando...-

John suspiró -Mycroft quiere que te vayas fuera un tiempo. A un laboratorio. Allí te harían pruebas, y tal vez podrías volver a tu edad normal. Pero allí no te tratarán bien, y eso es lo que yo no quiero. Solo eres un niño, no te lo mereces- Sonrió un poco- Pero yo no dejaré que te lleven.-

Sherlock miró hacia abajo y tembló de miedo ante aquella posibilidad -Yo...yo no quiero irme, John...- Miró hacia arriba -Y menos con Mycroft. Él no me gusta-

John se sentó a su lado y le puso en su regazo- Ya lo sé, Lockie. Tu ahora lo que necesitas es amor, no cables y tubos. Y amor es lo que te voy a dar- le besó el pelo suavemente.- Nadie te alejará de mí, lo prometo.

Antes de que se diera cuenta el niño le estaba abrazando con fuerza, como intentando que no se fuera nunca- Te quiero mucho, John- Susurró contra su pecho, adormecido.

El rubio sonrió y le meció hasta que el niño por fin se durmió. Le puso en la cama y le tapó con las sábanas, dejando el osito de peluche a su lado por si se despertaba -Buenas noches, Lockie- susurró dandole un beso en la frente. Salió de la habitación con cuidado de no despertar al niño y se dirigió a la suya propia, también con ganas de dormir.


Hacía tiempo que me apetecía hacer este fic...es que Sherlock es tan mono de niño pequeño!

Y John es un padrazo...

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