Just A Coincidence


Disclaimer: Esta nota aparecerá tan sólo en el primer capítulo. Final Fantasy pertenece a Squaresoft...

Notas de la Autora: Bueno, como podéis ver, de nuevo me adentro en la aventura de escribir un nuevo Fic de este maravilloso juego... Y esta vez, os guste o no, se centra básicamente en la relación Seifer-Quistis y en un mundo igual al original de Square... Pero algo distinto y un año antes del juego ^^.


CAPÍTULO I: SEIFER ALMASY: UN ATENTADO A LA HUMANIDAD.


Como otro día cualquiera, me levanté perezosa y cansada, después de haber pasado una noche entera estudiando. Estábamos en época de exámenes y no daba abasto en las pocas horas de luz de las que disponía durante el día.

Nada más abrir los ojos me incorporé y rebusqué por la habitación las sábanas de mi cama. Era increíble lo que podía moverme durante la noche, más de una vez no había encontrado la almohada hasta dos días después. Lo que me asustaba es que solía encontrarla sobre el armario o por fuera de la ventana que había junto a mi cama...

El caso es que me levanté y después de una larga ducha conseguí que mis ojos enfocasen con más o menos afinidad a la realidad lo que percibían del mundo exterior. Me pesaban los pies y oía con eco. Era como tener resaca (O al menos eso creía, mi extenuante vida de estudiante modelo no me permitía saber lo que se sentía al emborracharse...).

Salí de mi habitación con mi pequeña mochila al hombro y algunos libros de texto sujetos con el brazo derecho. Me dirigí por los largos pasillos del Jardín de Balamb hasta llegar a la cafetería. Miré mi reloj y vi que marcaba las 7:30 de la mañana, media hora para desayunar y mover mi culo a la clase de la instructora Crane... Tiempo de sobras para un zumo como mínimo.

Sin embargo, yo no contaba con la presencia de cierta persona; cierto indeseable cuya única meta en la vida desde hacía muchísimo tiempo parecía ser hacer de mi existencia algo imposible.

Así pues, como hubiese hecho el resto de los días, me coloqué en la cola y esperé durante diez minutos a que llegase mi turno. Finalmente me hice con un vaso de zumo de manzana y un donut, salí de la cola a empujones y me dirigí a la salida dispuesta a acabar con aquel triste desayuno de camino a clase. Entonces fue cuando hizo acto de presencia esa alimaña que la gente considera (Y aún no entiendo por qué...) otro ser humano como el resto de nosotros.

En cuestión de minutos vi cómo un remolino de hormonas y músculos con una clara ausencia total de neuronas se abalanzaba sobre mí haciendo que tanto el vaso de zumo como el donut acabasen estrellados contra mi blusa nueva.

Me quedé estupefacta, helada, miré hacia el suelo, donde el estúpido encefalograma plano permanecía tirado, mirándome en silencio. Tenía el uniforme de cadete del Jardín desabrochado y con la camisa interior por fuera de los pantalones; los pantalones eran algo más anchos de lo que tocaría para su complexión física y los llevaba sin cinturón, haciendo que cayesen muy por debajo de su cintura y que quedasen largos sobre las botas; botas que no pertenecían al uniforme, sino que eran bastante más grandes y de aspecto desagradable, cubiertas de metal y correas. En cuanto a su pelo... Lo llevaba muy corto pero nunca parecía estar peinado, al contrario, permanecía rebelde y despeinado hacia todos lados.

Entonces, después de un rato en el que sus desafiantes ojos verdes, claros y brillantes, me miraron algo fuera de lugar, extendió su mano derecha hacia mí. Creo que esperaba que se la agarrase para ayudarlo a ponerse de pie... Pero no lo hice. Le miré de la manera más dolorosa posible, teniendo en cuenta que las miradas no pueden dañar mucho a alguien con tan poco honor.

- ¡Hey, Quisty! - dijo sin más.

¿Qué esperábais? ¿Que saludase a alguien de una manera normal y coherente? Imposible... Es Seifer Almasy, la cosa más insultante, rastrera, estúpida y en general inútil que podáis encontrar sobre la faz de la Tierra...

- Vaya... Siento haberte manchado... ¿Te invito a otro desayuno?

Su sonrisa era lo más insultante de todo, me ponía enferma la manera con la que trataba a los demás, aparentando ser normal cuando tanto él como yo sabíamos que no hacía más que boicotear mi vida entera.

- No, gracias... Dudo que tenga tiempo de cambiarme y llegar a clase... mucho menos de desayunar... - contesté con desgana.

Tal y como esas palabras salieron de mi boca me giré y salí de la cafetería tranquila y en calma. En cuanto desaparecí de su campo de vista salí corriendo hacia los dormitorios rezando por que me diese tiempo a hacer todo lo que debía hacer.

Finalmente salí de mi habitación quince minutos después. Eran las ocho en punto, tal vez consiguiese llegar a tiempo para que no me pusiesen un retraso... O peor aún... Un negativo a restar a la nota final... Eso era algo que jamás antes había pasado y que no debía pasar. Ninguna mancha debía ultrajar la pureza y perfección de mi expediente académico.

Entré en el ascensor, que por suerte estaba libre, y subí al segundo piso esperando encontrar la puerta aún abierta. La suerte estaba de mi parte, la puerta estaba abierta y la instructora estaba todavía de pie, saludando al resto de la clase.

- Buenos días señorita Trepe... Llega justo a tiempo – dijo nada más verme entrar.

- Gracias, señora Crane... - contesté yo con la cabeza agachada.

Caminé rápida hacia mi asiento, en la primera fila, y me senté colocando sobre la mesa los libros y útiles necesarios para la clase que tocaba.

A partir de los diez minutos de haber comenzado la clase sentí algo extraño, una mirada de estas que se te clavan en la nuca y que penetran en tu cerebro. No puedes verlas pero sabes perfectamente que alguien te observa.

Me giré levemente aprovechando un despiste de la instructora y en la última fila vi a Seifer, mirando en mi dirección con algo entre sus dedos, con una postura que daba a entender que se estaba preparando para lanzar aquella cosa.

Volví a concentrarme en la lectura y al rato sentí que algo golpeaba mi cabeza. Aquel pequeño proyectil había rebotado contra mí y estaba ahora sobre la mesa, junto a mi agenda escolar. Lo agarré y vi que era una goma de borrar (O lo que quedaba de ella, que estaba arañada, despedazada y creo que hasta mordida) liada en un trocito de papel. Al desliarla del papel vi que no era la goma lo interesante sino el papel que la envolvía. En él podía leerse una línea: "Siento lo de la cafetería."

Me extrañó sobremanera lo que ponía; no el significado de aquellas cinco palabras, sino que Seifer hubiese sido capaz de escribir una palabra de más de tres sílabas como era 'cafetería' sin ningún error ortográfico. Agarré un trozo de una hoja de mi cuaderno y escribí en mayúsculas: "¡MUÉRETE!"

Me giré un poco y le devolví el mensaje envolviendo la misma goma de borrar roída.

Minutos después un nuevo mensaje llegaba hasta mí, esta vez contra mi hombro. En él se leía: "Estoy intentando disculparme mujer... No seas tan cabezota..."

¡Cabezota! ¡Me había llamado cabezota a mí! ¡A mí precisamente que se me conocía por ser una persona dócil y razonable! No como él, que era un bestia y un niño malcriado.

Con estos pensamientos en mente compuse un tercer mensaje: "No me llames cabezota, imbécil". Así llegó igual que el anterior este pequeño correo a manos de su destinatario. La línea no pareció hacerle mucha gracia porque la siguiente goma envuelta llegó a mí con algo más de fuerza. Esta vez contra mi brazo izquierdo.

"Eres una niñata... No sé por qué me molesto en disculparme a alguien tan egoísta e infantil..."

Egoísta... Infantil... ¡Niñata!... No podía creer que me hubiese llamado así alguien como ÉL. Así que me esmeré un poco más en el siguiente escrito: "¡Eres un atentado a la humanidad!" y al lado dibujé un puño del que sobresalía únicamente el dedo corazón.

En cuanto leyó esto y reaccionó fue cuando tuve por seguro que no le había gustado esa metáfora. Se levantó en mitad de la clase, interrumpiendo a la instructora y al resto de alumnos, y me miró furioso.

- ¡¿Cómo te atreves a llamarme atentado a la humanidad, zorra?! - soltó a voz en grito.

- ¡¿Zorra?! ¡Aquí nadie ha preguntado por tu madre, cabrón! - contesté yo.

Creo que para cuando me di cuenta de lo que había gritado poniéndome de pie era ya demasiado tarde. Todos me miraban asombrados mientras mis ojos permanecían clavados en la mirada rebelde de aquel estúpido. Él no contestó nada, se acercó a mí a paso ligero, por un momento sentí miedo al ver que se abalanzaba sobre mí. Pero no me hizo nada, paró a meros milímetros de mí, algo encorvado hasta estar a la misma altura que mi cara, podía notar su desagradable aliento húmedo y caliente contra mi cara, con aquel leve asomo de manzana del chicle que estaba mascando, y su flequillo rozando mi frente. Golpeó mi mesa con el puño, dejando un marca hundida sobre la madera, y salió después de la clase furioso.

Yo permanecí allí de pie, mirando hacia la puerta por la que había desaparecido, respirando rápido y cabreada por semejante osadía.

- Señorita Trepe... No sé qué ha ocurrido entre vosotros... - me dijo la instructora en cuanto aquel membrillo salió por la puerta - pero si toma de nuevo asiento y me da su palabra de no interrumpir de nuevo haré la vista gorda y olvidaré este incidente...

Yo me giré entonces, consciente por primera vez de la situación en la que me encontraba, y me senté rápido y sin contestar a la reprimenda de mi instructora, maldiciendo en voz baja a la fuente de todas mis desgracias: Seifer Almasy...


Nada más acabar las clases me dirigí a paso ligero hacia la biblioteca, en la que debía encontrarme con mis dos mejores amigas: Rinoa Heartilly y Selphie Tilmitt, dos chicas muy distintas la una de la otra. Por una parte Rinoa era moderada y discreta, la típica persona que llama la atención por no querer atraerla. Selphie era todo lo contrario, no quería atraer hacia ella las miradas ajenas, pero toda aquella energía e hiperactividad no le ayudaban para nada, ella llamaba la atención porque sí, porque no sabía (O no podía) no llamarla.

Entré en la biblioteca y me desplomé sobre la silla desocupada en la mesa de siempre. Ambas chicas, que no paraban de cuchichear en voz baja, se giraron hacia mí y cuestionaron con la mirada mi ánimo.

- Quistis, ¿Te pasa algo? - dijo Rinoa con curiosidad.

Yo me limité a mirarla por encima de mis pequeñas gafas transparentes esperando que entendiese lo que intentaba hacerle entender.

- Deja que adivine... ¿Seifer? - preguntó Selphie con media sonrisa.

- ¡Es que me saca de mis casillas!

- Míralo por el lado bueno... Dentro de una semana terminará el curso y empezaremos las vacaciones de verano. La excusa perfecta para perderlo de vista hasta dentro de muuuucho tiempo.

Rinoa dijo esto guiñándome el ojo y yo me paré a pensar en lo que acababa de oír. Tenía razón. Una semana, 7 días, 168 horas, 10.080 minutos, 604.800 segundos más... Y todo habría terminado por este laaaargo año.

Con ese pensamiento más o menos alegre en mente apoyé mi frente sobre la mesa, intentando olvidar lo ocurrido a lo largo del día. Sólo quería relajarme un poco mientras oía a Rinoa y a Selphie de fondo, hablando sobre chicos, como siempre. No entendía cómo podían atraerles esas bestias del sexo opuesto.


¿Sabéis la sensación que se experimenta cuando estás dormida pero empiezas a despertar? ¿Cuando aún no terminas de ser consciente de que estás saliendo del mundo de los sueños para volver a la realidad? Es una transición lenta y tranquila, no se puede pasar de estar dormido profundamente a estar completamente despierto, ese cambio tan brusco nos altera y hace que estemos de mal humor al menos los treinta siguientes minutos. Eso es el efecto despertador que sufrimos los que madrugamos.

Sin embargo, cuando se es capaz de dormir sin ningún tipo de molestia y despiertas de manera natural, simplemente porque te has cansado de dormir, porque tu cuerpo ya ha descansado lo suficiente y pasar más tiempo entre los sueños no es sino una pérdida de tiempo. La sensación al despertar es completamente distinta a la de siempre. Tu cuerpo se mueve perezoso y de manera casi inconsciente mientras tu mente parece estar cubierta por una nube. Aún no distingues qué es real y qué no lo es.

Así me encontraba yo, en ese mismo estado embriagador, placentero, como si acabase de bajar del paraíso. (Casi me hubiese atrevido a compararlo con lo que la gente comentaba del primer minuto tras el orgasmo. Pero sin saber cómo era ese primer minuto preferí ahorrarme la comparación.)

Y así, en ese primer momento de semiconsciencia, abrí los ojos perezosamente y sonreí a lo primero que apareció ante mí. Alguien que no reconocía porque lo veía todo borroso, pero que permanecía frente a mí, con los brazos cruzados sobre la mesa y la barbilla apoyada sobre sus brazos y que me observaba a apenas dos palmos de mi cara.

Entonces mis ojos se abrieron del todo y estuve a punto de caerme de la silla, aquella persona que me observaba no era otro que Seifer Almasy. Me incorporé de un salto y él siguió en la misma postura, mirándome muy serio y casi diría que sorprendido. Así permaneció unos segundos hasta que pestañeó un par de veces y se incorporó aún con cara de sorprendido.

- ¿¡Qué demonios...!? - dije sin más.

Entonces él sonrió de manera cruel y malintencionada y me contestó adivinando lo que seguía a aquella frase.

- Vengo a que te disculpes... - dijo él

- ¿Eh...?

De alguna manera no entendía aquellas palabras. ¿Disculparme yo?

- Por lo que pusiste en el papel y por lo que me gritaste en clase... - dijo tranquilamente.

Su sonrisa no se borraba, permanecía allí desafiándome y burlándose de mí. Entonces me levanté y agujereando su cabeza con los ojos permanecí de pie muy seria.

- ¿Dónde están Selphie y Rinoa? - pregunté yo.

- Estaban aquí hace una hora... - contestó sin siquiera mirarme - Pero yo he venido a comunicarle a la princesita un mensaje de su amado príncipe y se ha ido mientras Selphie la seguía interrogándola por el camino...

- ... ¿Eh? - De alguna manera recién levantada había metáforas que no digería demasiado bien.

Seifer cambió su mirada a un intento sarcástico de cansancio, como si su paciencia tuviese un límite y mi estupidez lo hubiese sobrepasado.

- Squall me ha pedido que le dijese a Rinoa si la veía que estaría en la cafetería en media hora... - Volvió a explicar.

Eso era algo que no me sorprendió en absoluto viniendo de esos dos, siempre tonteando pero sin llegar a nada. La verdad es que era de esperar que hubiesen llegado a algo después de dos interminables años de miraditas y sonrisas a escondidas. Parecían críos...

- ¿Y por qué no me han avisado? - pregunté yo.

- Iban a hacerlo – me contestó - pero como estabas tan plácidamente dormida les he pedido que te dejasen y les he prometido que yo cuidaría de ti.

- Vaya amigas... Se van tan felices y me abandonan aquí frente al mismísimo diablo.

Él me miró como si mi comentario le hubiese dolido e hizo un gesto, como si algo invisible le hubiese atravesado el corazón.

Entonces comencé a avanzar hacia la salida sin poder soportar su presencia por mucho tiempo más y me fui dispuesta a olvidar aquel "maravilloso" despertar de una vez por todas. Pero no me iba a dejar en paz.

- ¡Espera! - dijo mientras se levantaba de la silla.

Salió corriendo a paso ligero para alcanzarme y se colocó a mi lado derecho.

- Quisty... Aún no te has disculpado...

El tono de su voz era algo enfermizo, como si hablase con un niño de tres años.

- Uno: No me llames Quisty... - estaba empezando a perder la tranquilidad - Dos: Nunca camines a mi derecha, el ser inferior camina SIEMPRE a la izquierda del superior... Y tres: No tengo NADA que decirte con respecto a lo de antes, y mucho menos por qué disculparme...

Aun a pesar de eso no se cambió de lado ni tampoco dejó de llamarme por mi diminutivo, su especialidad era joder al resto del mundo... Mientras yo intentaba ignorarlo él no paraba de perseguirme tarareando una canción con un ritmo más bien tirando a molesto.

- ¿Piensas seguir molestándome mucho más? - pregunté bastante mosqueada.

- Mmm m m m mm m mm m... - Él continuaba tarareando aquella molesta melodía.

- ¿Me estás ignorando? - pregunté esta vez.

- Ah-Ah... Ah-Ah... Mmm mm What's my name, what's my name? Hold the S because I am an AINT... What's my name, what's my name? Mmm mm m m mm...

- ¿Puedes dejar de cantar ESO? - dije, sintiendo que mi paciencia comenzaba a terminarse.

- Espera espera... - contestó con los ojos cerrados - Que la canción es muy buena... Estoy buscando el estribillo que te pega que no veas...

Decidí rendirme, así siguió tarareando aquello hasta que llegamos a los dormitorios femeninos y me quedé en la puerta de mi habitación. La abrí algo impaciente por perderlo de vista y cuando la puerta estaba abierta del todo entré y me giré hacia él.

Aquel estúpido seguía con la mirada fija en el techo con aquella estúpida canción en los labios. Entonces, cuando vio que estaba a punto de cerrar la puerta me miró y comenzó a cantar:

- I've got an F and a C and I got a K too. And the only thing missing is a bitch like U!

Aquello fue más que suficiente, cerré la puerta en su misma cara mientras lo oía de fondo... Era algo horrible...


Sobre la canción que canta Seifer: Es "(S) Aint" de Marilyn Manson... El trozo de la letra viene a ser un juego de palabras que en inglés tiene MUCHO sentido. Algo así como: Tengo una F y una C y tengo una K también. (Esto casi forma la palabra FUCK que significa joder.) Y lo único que me falta es una puta como U (Con la última letra se forma del todo la palabra FUCK... Pero teniendo en cuenta que U se pronuncia como You que significa tú... En realidad al final dice: Y lo único que me falta es una puta como tú.) Sé que muchos lo entendéis pero habrá muchos otros que estarán un poco pillados en inglés... Para ellos va la traducción :P