los personajes le pertenecer a la linda Step Meyer pero la locura es mia


una historia nuevecita hecha por... Mi

es algo graciosa (y pequeña)

ojala la disfruten tanto como yo...


.

¿Y dónde está el Papel?

.

El verano se sentía en el aire; aquel ambiente espeso y húmedo circulaba alrededor mío sofocando mis esperanzas de un día placentero y tranquilo. Agosto decidía finalizar de la peor manera.

Estaba segura que casi todo mi cuerpo sudaba; esa sensación de pegajosidad y sal era la cosa más odiosa que había sentido jamás. ¿En qué momento acepte mudarme con mi madre a Phoenix? Ah, si… todo fue culpa de Emmett, mi querido hermano mayor (Ja… cuando a él le convenía).

El niño consentido había convencido a mi padre diciendo que las verdaderas oportunidades para lograr ser un jugador de Futbol Americano se encontraban aquí en Phoenix ya que abundaban los cazatalentos. En cambio yo estaba más que segura que era un niño de mami y se había dado cuenta que sin ella en la casa sus permisos para entrar y salir de casa cuando se le diera la gana se habían terminado. Y para Emmett eso era Sui-ci-dio.

Por desgracia al ser una chica me había arrastrado la corriente de Emmett. ¿Por qué? Bueno, no puedo quejarme por vivir con mi madre, la amo y soy feliz junto a ella, pero por favor, tenía que mudarse a un horno de ciudad.

No quería dejar Forks, era mi ciudad natal y me encantaba todo de ella. Pero al quedar solos mi padre y yo después del divorcio este apenas y se acercaba a la casa dejándome casi completamente sola. Sabía que él se sentía mal por hacer eso, así que una mañana se acercó a mí diciendo:

-Isabella, te he dejado mucho tiempo abandonada en casa y tú siendo una buena hija no te has quejado pero es injusto que tengas que vivir prácticamente sola en este lugar. No quisiera hacerlo pero… - ía su punto, él se sentía solo desde que mama lo dejo y por eso su trabajo se había convertido en su esposa – bueno, tú debes pasar tiempo con tu madre y tenerla siempre que la necesites. Hay cosas en las que no podre comprenderte o ayudarte como quisiera, sabes que soy un hombre sin mucha experiencia en lo que una mujer necesita.- sonrió moviendo la cabeza – ya sabes… tu madre cambia de gustos y necesidades tan rápido que nunca pude adaptarme a ninguna de ellas.

En eso mi padre estaba en lo cierto. Renne, mi querida madre poseía un estilo indefinido; cada día tenía una nueva comida favorita o un color, o vestuario, bueno cualquier cosa que pudiera ser cambiable para ella. Era por eso que ahora me encontraba aquí, ahogándome con toda el agua que circulaba como vapor.

-Bella – oi a Emmett gritar desde su habitación – Be…be… ¡Bella! – volvía a decir ahora con una voz ahogada.

Renegando todavía por el calor que hacía entre a su cuarto pero no encontré a nadie.

-Me moví para nada – dije molesta viendo a mi alrededor. Aun vistiendo mis pequeños shorts cortesía de Renne y mi centro favorito sentía que el tan solo mover un dedo me convertía en un charco de sudor.

Oi un quejido salir del baño – Emmett ¿Estás ahí? – me acerque a la puerta preguntándole.

-Oh… ummm… uuh… - salían sonidos de su boca y al parecer algo cayó al suelo.

-Tomare eso como un si – le dije sentándome en su cama – si puedes hablar – me reí – dime para que me llamaste.

-Oh… Bella, ouch. Po… podrías uff… - lo oía jadear a través de la puerta. No sabía si volver a reír o preocuparme –ayudarme.

-¿Qué quieres que haga? – deje las risas para más tarde.

-Papel – grito. Una revolución sonaba ahí dentro – muuucho papel…

-¿No hay papel higiénico? – sabía que su respuesta no me iba a gustar. Una, porque ya la conocía por su reciente confesión sin confesar y otra, porque temía que no hubiera hecho lo que tenía que haber hecho.

-Nooo… - aulló.

-Pero si era la tercer cosa de la lista de supermercado que te di – hable exasperada, solo pedía que estuvieran las demás cosas.

-No fui – acepto. Lo oi tomar el bote de basura y vomitar en él.

Ok, ahora si debía preocuparme. Tal vez se había intoxicado con algo o contagiado algún virus. ¿Y si era alguna enfermedad peligrosa? Oh no, por favor. El noventa por ciento del tiempo no soportaba a mi hermano pero él no se merecía algo así. Muuuy al fondo de verdad era bueno.

-¿Estas bien? – le pregunte apoyándome sobre la puerta intentando hacerle compañía.

-Si… si – más vomito – es solo que…

No termino la frase porque otra ronda de vomito se hacía presente. Me estaba preocupando, y mucho. Era extraño que estuviera así si esa misma mañana lo había visto y estaba perfecto, lo suficiente como para burlarse de mis escuálidas y pálidas piernas (en frases de Emmett, no mías).

-Es que nunca va a parar – grito molesto. Ok Bella, hasta aquí.

-Emmett, voy a entrar – le avise.

-No, no… Bella, no entres – me suplico – te arrepentirás si lo haces.

-Pero necesito ver cómo te encuentras – le exigí – eres mi hermano, y si recuerdas pediste mi ayuda – no podía ser tan malo, solo era vómito y… si, eso.

- De verdad Bells – sonaba con voz grave – no quiero que te traumes.

- ¿Cómo me voy a traumar? – sonreí por su tonta excusa, sabía que sería algo desagradable pero hasta ahí - solo eres tú, sentado en un… sanitario.

- Pero después no me reproches nada – rio burlón.

Voltee los ojos, Emmett era increíble, a pesar de todo todavía tenía fuerza para sacar chiste de la situación. Definitivamente no le iba a reprochar nada, si esto solo era resultado de su glotonería tendría material de chantaje para un buen rato.

Ya decidida gire la perilla para abrir la puerta del baño, increíblemente esta no llevaba ni diez centímetros abierta cuando un olor nauseabundo inundo mis fosas nasales haciéndome retroceder automáticamente. El olor era imposiblemente asqueroso; mi estómago intento traicionarme en ese momento, una sensación de mareo y nauseas se acumulaban en él.

Di un portazo para no dejar escapar más ese olor y sufrir las consecuencias, era como unir a un animal muerto más frutas podridas y huevos en mal estado en un recipiente y dejarlo fermentar por un buen tiempo. Y no nos olvidemos de multiplicar ese resultado por mil.

-te lo dije – grito Emmett combinando un quejido.

-Un, dos tres – dije para mí – Aguantare la respiración - ¿Qué? ¿Pensaba volver a entrar? Ok, tenía que asegurarme de que se encontraba bien (lo que se podía decir bien) así que me hice la valiente.

Pero ¿Iba a entrar desarmada? O sea, sin ninguna protección. Eso… no lo creo. Piensa Bella, piensa. Daba vueltas en la habitación hasta que mi cerebro hizo clic y encontré una solución factible a mi problema.

-Ya regreso – le grite esperando que me oyera entre sus quejidos.

Salí en dirección al baño de mi madre, ahí había muchas cosas y el Mentol era una de ellas. Abrí el frasco y tome con mis dedos un poco de ese medicamento cremoso.

Me vi en el espejo buscando autorización conmigo misma – suspire – Bella, recuerda. Es por Emmett, no, es por mama. Ya sabes cómo se pone si su niño se enferma y obviamente te reprocharía si no hicieras nada.

No era egoísta o celosa por las atenciones que esta le daba a Emmett, era igual de cariñosa con ambos, solo que siempre había sido un poco más permisiva con él por ser un milagro, decía ella. Si, Emmett casi muere cuando nació, pero no lo había hecho. No hasta el momento.

Regué por la parte exterior de mi nariz aquel ungüento transparenton, olía muy fuerte y estaba segura de que sería un buen inhibidor anti olores de Emmett.

Corrí de regreso a la habitación ya preparada para enfrentarme a lo que fuera. Emmett todavía se quejaba dolorosamente. Entre palabras incoherentes y alaridos por su parte tome valor.

Lo que encontré: ahí, con el bote de basura en manos y los pantalones abajo, un Emmett con el rostro desfigurado me miraba entre avergonzado y suplicante. Nada quedaba del Oso como lo llamaban en el equipo. Su cara cambiaba de colores en cuestión de segundos; no sabía si estaba azul, rojo o blanco.

-¿Sabes porque estas así? – me apoye en el lavabo. El negó con la cabeza mordiéndose el labio del dolor en su estómago posiblemente.

-¿Qué comiste hoy fuera de la casa? – lo mire frunciendo la frente ya que sabía que negaría que lo había hecho y si conocía a Emmett como lo conocía, definitivamente había comido algo en la calle.

- Nada – negó viéndome inocente, como ya sabía que haría – he estado cuidando la casa de Jasper, nada más – lograba hilar oraciones largas por momentos.

- Emmett – lo reprendí, ya que mi mirada no hizo efecto.

- Ok, ok… - levanto las manos rindiéndose y moviendo el bote de basura. Yo solo me hice a un lado lo mejor que pude, no quería terminar con un baño de vomito tibio. Simplemente asqueroso.

- Entonces…

- Bueno – me miro con ojitos de niño a punto de ser regañado – sabes que siempre tengo hambre así que busque algo en la alacena de Jasper, pero como ya me lo había comido casi todo solo encontré unos muffin y un jugo – bajo la mirada –y lo demás pues, ya te lo imaginas.

-Te lo comiste – termine la frase - Pero si Jasper se fue con Alice de vacaciones hace más de tres semanas – grite – no creíste que podría haber estado descompuesta.

- Bella, no me regañes – me miro con ojitos llorosos – he tenido más que suficiente con esto para aprender mi lección.

Sentí compasión. Ver a mi hermano sufriendo físicamente me hacía sentir mal.

-Ayyy…. – grito este sosteniendo su estómago logrando asustarme más de lo que ya estaba.

Me acerque a él intentando ayudarle, pero ¿cómo?

-Creo que ya no tengo nada en el estómago y aun no se acaba – sonrió burlándose de el mismo.

-¿Qué puedo hacer? – Le dije ya desesperada – ¿puedes llegar al hospital?

El negó con fuerza – ve a la farmacia y busca algo que me sirva – fue más una orden que una petición, pero en este momento no me importo si era así o no.

-Regreso pronto – le dije tomando mi bolso y mi monedero – por favor, no te desmayes.

La sonrisa característica de No te prometo Nada de Emmett apareció en escena. Solo pude negra con la cabeza, era tan inconsciente la mayoría del tiempo.

Corrí a la cocina buscando agua para que bebiera. Había leído que la deshidratación es una de las primeras razones por las que la gente muere si sufre de diarreas incontenibles. Se la deje sobre la mesita junto al lavabo y le di un beso en su frente sudada esperando que fuera un consuelo para él… y muy al fondo para mí.

Lo único que había traído de Forks además de mi ropa había sido el viejo monovolumen rojo, herencia familiar que ahora me pertenecía a mí. Encendí el auto obviando las miradas molestas de varios vecinos por el sonido casi ensordecedor que este hacía. Necesitaba encontrar una farmacia abierta, un domingo.

Salí de la avenida 29 en la cual vivimos para avanzar por la poca concurrida calle Lincoln buscando una farmacia que pudiera estar abierta. Pero nada, cuadra tras cuadra lo único que veía eran tiendas de reparación de autos. ¿Por qué no vivíamos en el centro?

Quince minutos dando vueltas por el caluroso Phoenix y ninguna farmacia a la vista. Estaba gastando más gasolina de la que podía costearme pero lo hacía por Emmett. La calle Monroe en uno de los suburbios a lo lejos me mostraba un supermercado y si…. Estaba abierto.


hola mis preciosas

aqui estoy de nuevo con otra de mis ocurrencias

es un Two-Shot, no pienso escribir mas que eso...

solo espero que les guste... la idea se la debo a mi querida hermanita y sus gracias... besitos a mi Tuli... ¿ tendrá potencial para ser una historia graciosa...?

me regalan Reviews... quiero saber si es buena...

besitos