Para Houkago Tea Time había pasado el evento más importante del año, el festival escolar de Sakuragaoka. Tras una exitosa presentación frente a un auditorio lleno, cualquier persona pensaría que la banda se retiraría a descansar hasta el final del año, pero ese no era el caso. Dos eventos, no masivos pero sí importantes, se avecinaban para la banda: los cumpleaños de Azusa y Yui. Las coincidencias de la vida (o las cosas de Dios) hicieron que ambas guitarristas nacieran en el mes de noviembre, el 11 la pelinegra y el 27 la castaña.
Ritsu, Mugi y Mio habían planeado hacer una única fiesta para las dos, que se llevaría a cabo el 19 de noviembre en la mansión Kotobuki. Los padres de la rubia sabían de antemano lo que su hija planeaba, porque durante el año estuvo buscando una forma de compensar a sus compañeras ya que, según la teclista, había quedado mal con ellas por no haber podido traerlas y hacer ahí la fiesta de navidad.
Los preparativos iban viento en popa. Incluso las dos guitarristas colaboraban en lo que podían con un gran entusiasmo. Día a día los esfuerzos de las cinco chicas se incrementaban más y más, ya que querían que todo saliera perfecto. Pero de todas, la que más pensativa estaba era Yui. La guitarrista castaña lucía extrañamente pensativa y no irradiaba la alegría que la caracterizaba. El motivo de esto era que no sabía qué regalarle a Azusa; quería darle algo especial, algo que solo ella pudiera darle, pero no se le ocurrían ideas.
—«¿Te sientes bien, onee-chan? No has probado tu cena» dijo Ui, preocupada por su hermana.
—«Ui, sigo sin saber qué regalarle a Azu-nyan» respondió desanimada la mayor de las Hirasawa.
—«¿Sabes? Azusa-chan y tú tienen muchas cosas en común. No creo que debas preocuparte por eso».
—«Pero, aún teniendo tanto en común, somos muy diferentes. Además, quiero expresarle lo especial que es para mí». Al decir esto, un leve tono rojizo apareció en las mejillas de Yui.
—«Te gusta Azusa-chan, ¿verdad, onee-chan?» preguntó Ui, que se sorprendió al ver que su hermana negaba con la cabeza.
—«Lo que siento por Azu-nyan es más que solo gustarme; va más allá de una atracción física. Creo que lo correcto es decir que me enamoré de ella».
"¡Onee-chan enamorada, qué tierna!" pensó la menor de las Hirasawa con una sonrisa.
Los días pasaban y la fiesta estaba cada vez más cerca. Toda la logística de la fiesta mantenía a las chicas ocupadas, aunque no podían ocultar su preocupación por Yui y su extraño comportamiento. Lo peor era que cada vez que intentaban preguntarle o hablar del tema, la guitarrista castaña las evadía, incluso a Nodoka. Pero la chica de lentes no se rindió e insistió en hablar con su amiga de infancia. Al no tener escapatoria, la mayor de las Hirasawa le contó lo que le sucedía, incluyendo sus sentimientos por Azusa.
—«Me sorprende que alguien tan afectivo como tú pueda sentirse mal por eso, Yui. Parece que tuvieras miedo a ser rechazada» dijo Nodoka.
—«Creo que es eso. No quiero que Azu-nyan me odie por el hecho de que yo la ame de esa forma. Por eso es que quiero darle algo especial, algo que solo yo pueda darle y que ella no pueda rechazar. Pero, por más que lo pienso, no se me ocurre nada» aseguró Yui con un inusual tono deprimente.
—«Yui, no pienses mucho en eso. Eres muy especial para Azusa, así que dudo que pueda odiarte. Si te sirve de consejo, dale algo que salga de tu corazón. Ten por seguro que ella lo valorará bastante». Tras decir esto, Nodoka acarició la cabeza de la guitarrista para darle ánimos, algo que la joven Hirasawa agradeció con una ligera sonrisa.
Por su parte, Azusa también estaba preocupada. El extremo cambio de actitud de su senpai la sorprendió. Al principio pareció tomarlo bien, pero, aunque no lo admitía, extrañaba sus abrazos. Por momentos pensaba que ella le había hecho algo malo, pensamiento que desaparecía al recordar que tenía la misma actitud con sus demás compañeras. Esa preocupación distraía tanto a la guitarrista pelinegra, que dejo de atender a sus clases. Yui había tomado por completo sus pensamientos.
—«¡AZUSA!» gritó Jun desesperada. Era la cuarta vez que intentaba llamar la atención de su compañera.
—«¿Sucede algo, Jun» preguntó Azusa, tratando de actuar con normalidad.
—«Te preguntaba si podrías ayudarme con estas ecuaciones».
—«Claro, déjame ver...». Azusa tomó el cuaderno de Jun y comenzó a explicarle el tema. Pero, al ver la variable y, el nombre de Yui regresó a su mente, haciéndole decir Yui2 en lugar de y2, lo que provocó la risa de su compañera.
—«Buen truco para las ecuaciones, reemplazar las variables por tus senpais favoritas. De ahora en adelante Mio-senpai será x» dijo la joven bajista entre carcajadas.
—«No te burles, Jun. Solo me equivoqué» dijo la guitarrista haciendo un puchero. Ui observó de lejos la escena. Si bien le causó gracia el error, quiso investigar más al respecto. Era extraño que Azusa cometiera ese tipo de errores.
Al terminar las clases, la menor de las Hirasawa insistió en acompañar a su compañera al salón de música. Durante el trayecto, empezó a cuestionarla. Azusa le contó lo que sucedía y cómo Yui estaba cada vez más presente en sus pensamientos. Ui le explicó a la guitarrista lo que pasaba por la mente de su hermana, sin revelar la parte sentimental para no arruinar una posible sorpresa. La dueña de Muttan suspiró aliviada al saber que no era porque hubiese hecho algo malo.
Finalmente, el día de la fiesta llegó. Mio, Ritsu y Ui llegaron temprano a la mansión Kotobuki para ultimar detalles del evento. Las tres chicas quedaron boquiabiertas al ver la inmensidad de la propiedad, construida al estilo de las mansiones norteamericanas y con grandes jardines donde era fácil perderse. Las dos castañas y la pelinegra fueron recibidas directamente por Mugi, que las guió hasta el salón donde se realizaría la fiesta.
Con el pasar del tiempo los invitados fueron llegando: compañeras de clase de ambas chicas, sus profesores, sus padres y familiares y algún que otro excompañero de las escuelas a donde ellas iban antes. Con la entrada al salón de las homenajeadas, ambas elegantemente vestidas de blanco, la fiesta dio inicio. La música y el baile llenaron a todos de buena energía, divirtiéndose como si fueran niños. Pero Yui se veía algo nerviosa, ya que finalmente no había traído un regalo para Azusa, al menos no uno material.
Llegó un momento en la fiesta en el que los invitados decían algunas palabras para las cumpleañeras, felicitándolas por el nuevo año de vida que iniciaban. En el momento en que todos habían hablado, Yui tomó la palabra.
—«Bien, no soy muy buena al momento de ser seria, pero haré mi mejor esfuerzo para conseguirlo. Azusa, durante las últimas semanas estuve meditando sobre lo que debía regalarte por tu cumpleaños. Luego de mucho pensarlo, llegué a la conclusión de que ese regalo debía ser algo muy especial, algo que solo yo puedo darte. Y ese algo es... mi corazón. Azusa, estoy profundamente enamorada de ti y mi amor es todo lo que puedo darte». Al escuchar esto, la guitarrista pelinegra quedó paralizada. No sabía cómo responder, así como tampoco supo en qué momento los labios de su senpai habían tomado posesión de los suyos. La calidez de aquellos labios contrastó con la fría mirada de sus padres, que veían la escena con desaprobación. Los ojos de la gatita se llenaron de lágrimas y, antes de darse cuenta, se halló corriendo a través de los pasillos de la mansión Kotobuki.
Continuará...
