Desafiando las Leyes del Corazón

Escrito por Natalia

Uno

Te encontré de nuevo, escondido en el refugio de esos árboles de cerezo que tanto amas. Traté de esperarte después de tu clase pero Tamao dijo que no apareciste luego del periodo de almuerzo. En esa pequeña caminata desde la secundaria hasta tu santuario, me pregunté que es lo que habría pasado esta vez, algo lo suficientemente grave como para ponerte en otro de tus oscilados ánimos.

"¿Yoh?" pregunté tentativamente mientras me acercaba.

Te volteaste hacia mí con tu corazón en esos ojos negros. "Anna," me reconociste, "deberías ir a casa," dijiste.

Me senté al lado tuyo, y vos te moviste un poco para hacerme lugar. Es curioso como hiciste eso tan instintivamente, cuando teníamos un gran espacio de pasto sobre el cual sentarnos. Pero así es como siempre fuiste. Me hiciste lugar en tu lonchera porque sabías que simplemente me envenenaría a mi misma con mi propia comida. Me hiciste lugar en tu ocupada vida, recogiéndome antes de irnos al colegio y trayéndome a casa. Me aceptaste sin preguntar, sin quejarte.

"¿Fue Tamao?" Incluso antes de que la pregunta estuviera en mis labios, yo ya sabía la respuesta.

"Ren me dijo que se volvió a juntar con Horo Horo," me dijiste.

"Oh." No había nada más que pudiera decir, ¿o si? Si dijera, 'No te preocupes' sería una mentira. Estaba en tu naturaleza el preocuparte por las cosas, el preocuparte por alguien a quien quieres. Si dijera 'Te entiendo,' esa sería una mentira aún mayor, porque no te entendía. Por lo menos la tuviste una vez, tenerla entre tus brazos durante esas fugaces semanas cuando ella creía que ya había terminado con Horo Horo.

Yo nunca te tuve.

Por eso, hice lo único que podía hacer. Me acerqué y coloqué mi brazo alrededor de tus hombros. Vos enterraste tu cara en la base de mi cuello como un niño pequeño.

Pero no lloraste.

***

Me acompañaste a casa después de eso. En las repletas calles de Tokio, y me acurruqué en la comodidad de tu silencio.

Me necesitabas porque necesitabas afección maternal, alguien a quien regresar. Estaba muy lejos de ser el estereotipo que deseabas, pero te di lo que quisiste porque eso era todo lo que pedías de mí.

"¿Te veré mañana a la mañana, si?" pregunté, cuidadosamente manteniendo el tono casual en mi voz.

Estuviste callado por unos pocos latidos de corazón. "Seguro," finalmente respondiste, antes de enfilarte hacia la calle y desaparecer de mi vista. Tu cabello es el horizonte en llamas, quemándose en mi mente.

***

¿Podríamos haber sido más diferentes? Yo era testaruda cuando ella era paciente. Yo era bruta y torpe cuando ella era toda elegancia. Pero con cada día que me acompañabas a casa, caminé hacia una remota esperanza de que algún día, la decisión fuera obvia para vos.

Hace un año, cuando por primera vez me dijiste que creías que te estabas enamorando, no quería ni siquiera saber su nombre. No podía empezar a explicarte por qué. Yo era, después de todo, tu mejor amiga – comprendedora de cada desgarrador detalle de tu vida amorosa. Por eso te escuché, sonreí e hice simpáticos sonidos al pie.

Su nombre me es fácil ahora, después de meses de práctica. Tamao.

Me dijiste que era una compañera de clase, una diosa con la cual yo nunca podría soñar competir contra. Gracias a vos, descubrí cómo sus ojos iluminaban su cara, cómo su sonrisa es tu cielo en la tierra. También descubrí qué tan lejos estaba tu casa de la de ella, por qué amaba la esencia de girasoles del campo. Esos eran detalles de los cuales no debía preocuparme, pero igual me importaba. Porque era tu amiga, y porque vos querías. No había nada placentero en esas conversaciones, solo talvez el esperanzado tono que suavizaba tu voz, o talvez la manera gentil en que pronunciabas las silabas de cada palabra. Una vez imaginé que era porque estabas hablando conmigo, pero por supuesto no soy idiota. Era muy doloroso el seguir pensando que era mi compañía la que buscabas, que era mi voz la que te hacia sonreír a través del teléfono. Todo ese tiempo me recordaba que ella era una diosa, y yo sólo era mortal.

Las tardes noches me encontraban así, escuchándote ya avanzada la noche, preguntándome si tus historias tendrían el poder de transformarme en lo que deseabas. Me amarraba a cada palabra, a cada maravillosa palabra, a cada largo suspiro. Seguido decías algo que hacía que mi corazón saltara, una promesa en secreto o un cariñoso sobrenombre que me atrapaba en el medio de un latido. Vivía para esos momentos, en los cuales pensaba, que talvez todavía había esperanza, talvez te des cuenta que yo soy a quien en verdad amabas. Pero aquellos eran solo momentos -- transitorios, efímeros.

Traté de conquistarte con todo lo que tenía – mi acto de pequeña niña, mis constantes mimos, mis encantos femeninos, mi rutina de ser una-de-los-chicos, mis sobrenombres afectivos y mi personalidad de abusiva . A veces recordaba ser yo misma, y lo era, sabiendo que mi yo misma es tan parecido a tu mismo, y talvez eso era suficiente. Pero nada funcionó; debería saberlo ahora. Me resigné a ser sólo tu amiga. Por lo menos sé que soy a quien acudes cuando estabas dolido, que soy quien recoge los pedazos de vos y los volvía a acomodar.

Pero luego ella terminó con Horo Horo, y tú apareciste.

¿Te acuerdas que tan feliz estabas cuando saliste por primera vez? También estabas muy nervioso, poniéndote rojo cada vez que ella te miraba. Yo sé porque estuve ahí. Arrastré a Ren y te seguí al nuevo centro de video juegos, al parque, al camino hacia su casa. Y luego volviste a salir con ella de nuevo y de nuevo y de nuevo que era un milagro cómo te hacías de tiempo para acompañarme incluso a casa cada día. Nunca te volví a seguir después de esa primera cita.

Sentí dolor también, después de todo.

Porque sólo era mortal.

Y sólo era tu amiga.

***

"Anna," Mi Abuela llamó, mientras estaba lavando los platos en la cocina. "Tu amiguito está aquí."

Lavé el resto tan rápido como pude y luego fui afuera. "Me voy." Vos me estabas esperando en el patio, mi mochila ya colgaba de un hombro como en él. Tus ojos se arrugaron en las esquinas mientras me sonreías. Parecías tan diferente al devastado chico que apoyó su cabeza sobre mi hombro ayer.

"¿Estás bien?" pregunté suavemente.

Afirmaste con la cabeza. "Estoy bien, Anna. ¿Vamos?" Lo pusiste como una pregunta, educadamente indeciso. Pero sin embargo vos tomaste la delantera, y yo te seguí.

Te hubiera seguido a cualquier lugar.

Estábamos a unas pocas cuadras del colegio cuando nos cruzamos con Ren. Sus ojos estaban demasiado abiertos para esta temprana mañana, e inmediatamente sentimos que algo estaba mal. No ayudó el que abriera su boca. "Oigan, chicos, ¿no nos quedamos acá por un momento?"

"El timbre está por sonar, Ren," señalé, un poco irritada. Te tiré una mirada. Lo estabas estudiando cuidadosamente, analizándolo.

"No llegaremos tarde," Ren nos aseguró. Pero sus ojos miraron nerviosamente a un lado, de vuelta al camino que da derecho a la escuela.

Vos viste ese movimiento. "¿Qué pasa, Ren?" preguntaste. Tu tono era casual, pero las palabras eran firmes, decisivas. No te gustaba meterte en problemas. Mientras Ren se apuraba por encontrar una respuesta, vos me agarraste la mano y me hiciste seguir caminando.

Deberíamos haber escuchado a Ren.

A no menos de quince pasos estaban Horo Horo y Tamao, envueltos en un amoroso abrazo. Te sentí agarrotarte a mi lado. Debe doler ver a quien amas de esa manera.

"Vayámonos, Yoh," susurré. Seguimos caminando. Vos me sujetaste mi brazo más fuerte, pero trate de que no me importara mientras pasábamos a su lado. Estaba orgullosa de vos, muy orgullosa.

Pero la mirada en tus ojos decía que aún la amabas.

Ese día, morí un poco de nuevo.

************

Notas de la Autora:

Este capítulo esta escrito desde el punto de vista de Anna, una muy diferente a la del anime y verdadero manga.

No se preocupen que voy a hacer todo lo posible porque termine en un YohxAnna. Después de todo la pareja que hace Yoh con Tamao no me gusta.

Volviendo a lo de siempre los personajes van a estar súper OOC ya que es un Universo Alterno y va a ser una historia muy deprimente así que les recomiendo tener un pañuelo a mano.

Sin más, espero que me escriban reviews que son la droga que me mantiene viva.