Stefan,
Seguramente tú serás el más feliz con esto.
Pero cómo te dije en el cementerio, debo irme, no puedo dejar que Elena sufra otra vez la muerte de alguien, el dolor ha tocado su puerta muchas veces, yo quiero evitarle una más. Elena no sabrá de mí, me encargaré de que me olvide por completo, no recordará ni siquiera mi nombre.
Sé que entenderás, pero esto para mí ha acabado.
Suerte, y lo más importante… Cuida a Elena.
Damon Salvatore
Damon soltó el lápiz y leyó la hoja cientos de veces, la doblo y la dejo en la mesa central de la casa. Y luego salió, sin nada, no llevaba nada para su nueva vida, no sabía dónde ir, que hacer, no sabía nada sólo sabía que tenía que alejarse de Elena cuando antes.
Elena dormía plácidamente en su cuarto, Ella sabía perfectamente que esa sería la última noche en la cual dormiría en su propia casa, esta ya no era segura, Klaus estaba por ahí y él tenía el acceso de entrar. Había sido invitado.
Una ráfaga de viento abrió la ventana del cuarto, Elena se sobresaltó, se incorporó mirando hacia todos los lados, buscando algo o a alguien, ya no sabía que pensar, peor aún no sabía que podría pasar.
- Lamento haberte asustado, no era mi intención - La voz provenía de un rincón oscuro de la habitación, Elena conocía esa voz, era Damon.
- ¿Qué sucede Damon? – Pregunto aún media dormida
- Vine a decir adiós Elena, el último adiós… - Elena no entendía nada, su mente no conectaba no asimilaba las palabras que acababan de pronunciar los labios de Damon.
- ¿A qué te refieres? ¿Qué sucede Damon? – Pregunto la joven, esto le dolía. Demasiado para ser cierto
- No puedo soportar la idea de verte llorar sobre otra tumba, no puedo verte sufrir y si puedo evitarlo lo haré Elena, lo haré – Los ojos de Elena se llenaban de lágrimas mientras Damon hablaba, aún su mente no asimilaba pero su corazón le dolía – No llores Elena, no merezco tus lágrimas, confía en mí, esto es lo mejor – El rostro de Damon tenía rasgos tristes y sobre todo algunos con odio hacía si mismo tan sólo por hacer llorar a la joven que tanto amaba.
- ¿Por qué? – preguntó la joven, tenía la voz quebrada por el dolor que el producía esto, sabía que quería a Damon, porque era su amigo, porque le importaba, pero no sabía exactamente cuanto lo quería, hasta ese momento.
- Porque es lo mejor, quiero que me recuerdes bien y no agonizando…- Esta vez Elena le interrumpió.
- ¿Agonizando? ¿De qué hablas Damon? – Definitivamente Elena no entendía nada, pero le estaba perdiendo, cada minuto que pasaba sentía a Damon más lejos de ella.
- Un vampiro no puede sobrevivir a la mordedura de un hombre lobo – comento mirando el techo de la habitación, Damon no podía ver a Elena en esos momentos, pero para Elena todo había encajado, Un hombre lobo había mordido a Damon… Damon moriría… Por eso este era su adiós.
- ¡NO!, ¡Damon, no! – Elena sujeto a Damon por la camisa negra que este llevaba lo miraba directamente a los ojos – No morirás, encontraremos algo, Stefan y Bonnie nos ayudarán, verás cómo toda va a ir bien- aseguro la joven aún más desesperada – No me dejes, por favor – rogó, Eso fue suficiente para Damon, los ojos de Damon que tanto tiempo habían resistido comenzaron a brotar gruesas lágrimas mientras tomaba el rostro de Elena
- No quiero dañarte, es por eso que… – la pupila de Damon comenzó a sufrir transformaciones, se agrandaba y luego disminuía su tamaño, Elena entendió, Control mental, Damon la haría olvidar todo.
- No lo hagas – susurró Elena- No quiero olvidarte – Era cierto, Elena no quería ni podría olvidar a Damon, es más ella no podría vivir tranquilamente después de qué había conocido a los hermanos Salvatore, aunque usaran el control mental, algo faltaría en su vida y si Damon se iba, faltaría una parte esencial.
- Tengo que hacerlo – Elena se apresuró vio en los ojos azules claro lo que este haría sin pensarlo Elena lo beso, Damon intentó alejarla, sabía que no era correcto, se estaban dejando llevar por la desesperación. Pero ambos lo necesitaban, necesitaban ese beso. No era un beso sólo de deseo, había sentimientos, ternura, emociones que Elena no sabía que estos los podía despertar Damon, ahora le encajaba todo, la historia se repetía también amaba a Damon, no es que no amara a Stefan pero simplemente, Damon también era su amigo y ahora era su amor…
Damon se sorprendió, és había descubierto que su corazón irradiaba ternura y bondad, pero esto sólo podía ser despertado por Elena, Damon tomo el rostro de Elena entre sus manos y no paraba de besarla, Damon sentía que ella lo quería, quizás no tanto cómo a Stefan pero si lo quería
Esto va a ser difícil, lo más difícil de mi vida pensó Damon.
- No te vayas, No me dejes – Rogó la joven, mientras rompía suavemente el beso y apoyaba su frente en la del joven.
Damon alejó la cara de Elena de la suya y la miro directamente a los ojos sin quitar las manos de su rostro.
- Te amo Elena, Te amo cómo nunca había amado… Pero esa es exactamente la razón por la que debo irme, debo dejarte, quedarme sería lo más egoísta que haría en toda mi eternidad – Arrancó el collar del cuello de la joven que poseía verbena y Nuevamente las pupilas de Damon comenzaron a cambiar, pero esta vez no se detendría. – Es por eso que creerás qué esto fue un sueño…-
- Te amo Damon, No importa lo que hagas, No te olvidaré – afirmó la joven. Damon soltó nuevas lágrimas, No podía creer lo que escuchaba, se sentía feliz, realizado, y también odiaba a la vida por haber provocado esta situación, pero si iba a morir moriría feliz, Elena lo amaba y eso era lo único que importaba, sólo importaba Elena, siempre sería Elena. Esto le dolía, preferiría sentir mil estacas en el corazón que abandonar a Elena en ese momento, pero tenía que hacerlo por su bien. Esto le dio nuevas fuerzas para decir lo que no quería pronunciar.
- Olvidarás todo, todo de mí, olvidarás cada momento juntos, cada sentimiento hacía mí, Recordarás este momento como un sueño extraño y nunca más recordarás mi nombre, no recordarás nada de mí ni siquiera mi nombre, Todo de mi quedará olvidado…- Los ojos de Elena estaban mirando fijamente a los de Damon. Luego los cerró. Había terminado.
Unos labios, ahora extraños besaron los labios de Elena, sólo un mínimo roce, y sintió como colgaban algo frio en su cuello. Elena no era capaz de abrir los ojos, no podía aunque quería no podía. Algo se lo impedía.
Una ráfaga de viento salió por la ventana. Por fin los ojos de Elena se abrieron, miró hacía todos lados y no encontró nada excepto por una rosa roja, al borde de la ventana se levantó y la cerró aún confundida. Tomó la rosa entre sus manos y una lágrima salió de sus ojos. No entendía nada. Dejo la rosa en el velador y volvió a la cama, se sentía sola, vacía, cómo si faltará la mitad de su cuerpo. Consiguió el sueño luego de varios minutos intentando descifrar que había sucedido.
Para Elena Gilbert todo había cambiado.
