Capítulo 1 - Ella
Hacía un frío feroz, estaban en pleno invierno y el viento le calaba hasta los huesos mientras se dirigía hacia "Casa Arcoiris", el orfanato donde Katniss trabajaba (casi voluntariamente) desde que terminó la universidad hacía poco más de dos años. La pelinegra se aferró más su abrigo largo, mientras pensaba que hubiera sido una mejor idea sacar su viejo auto ese día; no lo había traído porque había estado intentando ahorrar un poco más de su pequeño salario, y eso implicaba gastar menos combustible; pero ya no iba a devolverse, el orfanato quedaba a menos de 400 metros de donde estaba y estaba deseando llegar pronto, hoy tendrían una visita muy importante.
Ella era una mujer entregada en lo que hacía, amaba a los niños. A sus 25 años, había aprendido a ser una mujer luchadora, desde pequeña tuvo que vivir solo con su madre, después de que su papá falleciera en un accidente mientras trabajaba. Claudia, la madre de Katniss, tuvo que superar rápidamente la muerte de su esposo, y muy a su pesar, dejar a su hija al cuidado de otros, pues tenía que ver la forma de sacar adelante a su pequeña. Así que, desde niña Katniss tuvo que aprender a defenderse sola. A pesar de ser muy tranquila, en la guardería donde cuidaban de ella, a menudo había niños mayores que trataban de humillarla y por más que ella intentara llevar las cosas en paz, siempre la maltrataban. Pero la pequeña nunca se lo mencionaba a su madre, no quería preocuparla, a pesar de su corta edad, entendía que su mamá ya tenía suficiente con pagar la hipoteca de la casa y tratar de ahorrar para su educación.
- Sal a divertirte un poco -le decía a menudo a Katniss, en el tiempo que la joven cursaba la secundaria.
- Aquí vamos de nuevo... Mamá sabes que no me gusta andar por ahí, además, tengo que estudiar.
- Como quieras hija, solo quiero verte feliz, además pasas mucho tiempo sola.
- Soy feliz má, no te preocupes -decía ella sonriendo.
Y en realidad así era, Katniss no era una antisocial, pero su personalidad callada y quizá un poco madura para su edad, no era la más común entre sus compañeros de colegio. Ella prefería ir a casa y adelantar la cena para cuando su mamá volvía, amaba leer y hacer los quehaceres de la casa mientras escuchaba los viejos discos de Sound of silence, que habían pertenecido a su padre y que su mamá había guardado. Sus amigas le criticaban eso:
- ¡Estás loca con esa música! Creo que la inventaron en los tiempos de mis bisabuelos -le decía Madge, una de las compañeras de Katniss.
- No me importa, me gusta, sus canciones tienen mucho más sentido que las letras que inventan esos grupitos de ahora -le respondía ella.
Siempre había sido así, ella era la "diferente" entre sus compañeros, y esto usualmente la dejaba excluida de los grupos que formaban para asistir a fiestas en la plaza del pequeño pueblo de Homecreek. Aunque varios chicos se habían acercado en más de una ocasión, porque la chica era hermosa en realidad, con unos grandes y profundos ojos grises que había heredado de su padre, un rostro fino, cuerpo delgado con algunas curvas en los lugares adecuados y su largo cabello castaño; al final, los muchachos se daban por vencidos con ella y terminaban por sucumbir a los "encantos" de las chicas más populares.
- Todos son iguales mamá -le decía a su madre cuando le preguntaba por algún chico que la había llamado- No estoy interesada en mantener una relación con un cabeza-hueca que preferiría que use ropa con menos tela.
- Ay Katniss, si no le das oportunidad a ningún muchacho, ¿cómo vas a enamorarte algún día?
- Ya llegará mamá, ahorita mismo no me hace falta.
Una vez que Katniss terminó la secundaria, con el dolor de su corazón, Claudia casi tuvo que obligarla a que dejara el pueblo para ir a la universidad, ella no quería dejar a su madre, pero esta le decía que si no aprovechaba las oportunidades, estaría casi desperdiciando todo el esfuerzo que ella había hecho para que pudiera estudiar. Esa fue la única forma de convencerla, Katniss amaba a su madre y no quería estar muy lejos de ella, además de que en el fondo siempre tenía cierto temor de abandonar Homecreek, el lugar que la vio crecer; pero no quería decepcionarla, quería hacer valer todos los sacrificios que su madre había hecho con tal de verla triunfar.
Así que partió a Roosevelt, la ciudad en la que estudiaría. Allí, Katniss aprendió que las cosas no eran muy diferentes: gente esnob que solo quería aparentar, personas superficiales que creían que su valor estaba en llevar el auto del año o tener una colección tan grande de Jimmy Choo que no cupiera en su armario.
Claro, para todo había excepciones, en la universidad, mientras cursaba su pregrado en Trabajo Social, había conocido a Annie, su mejor amiga, la única chica con la que era capaz de mantener una conversación que no fuera la última tendencia de la moda, o del chico más perseguido de la fraternidad; una pelirroja de hermosos rizos y ojos verdes que se había ganado su corazón casi de inmediato, después de que descubriera que sería su compañera de cuarto, la única a la que era capaz de compartirle sus pensamientos sin que la tachara de friki. La sencillez de la chica, había hecho que Katniss confiara en ella muy rápidamente, a pesar de que esto era algo muy difícil; y así, luego de un par de semanas, Annie y ella eran inseparables, aunque muy diferentes. Annie siempre estaba sacándole sonrisas a su amiga, intentando convencerla de que asistieran a fiestas y conocieran chicos, pero también era capaz de respetarla. Katniss era el "cable a tierra" de Annie, le ayudaba a estudiar y siempre andaba persiguiéndola para que comiera bien, Katniss constantemente la imaginaba como una hermana menor.
Otra de las personas que Katniss creyó una excepción al grupo de locos superficiales que se topaba en la universidad, fue Gale Hawthorne, un chico encantador de la facultad de medicina que había compartido con ella una de sus primeras clases generales.
- Hola, puedo sentarme aquí -le había dicho él, señalando el asiento junto a ella.
- Emm... claro, creo que no hay nadie allí.
- ¿Primer año?
- ¿Cómo dices?
- Que si este es tu primer año por aquí. No te recuerdo y no creo que me hayas pasado desapercibida si te hubiese visto antes.
- Este... sí, ingresé este semestre -dijo la chica sonrojada.
- Bienvenida. Gale Hawthorne -le tendió la mano.
- Katniss Everdeen, gracias.
- Y ¿qué estudias?
- Ingresé a Trabajo Social
- Wao… así que una filántropa, ¿eh?
- No lo diría así exactamente, pero me gusta ayudar.
- Interesante. Yo intento hacerlo de otra manera.
- ¿Cómo?
- Estudio medicina.
- Wao… así que un nerd, ¿eh? – le imitó la chica. No sabía de donde había sacado el valor, normalmente era un poco más tímida, pero Gale le inspiraba confianza.
- Touché… ja ja… pero no, no soy un nerd, solo me gusta la carrera y soy el tercer eslabón de una cadena familiar de médicos contando a mi abuelo y a mi padre, así que no me perdonarían romper la tradición.
Katniss quiso decirle que no imaginaba como sería estudiar una carrera solo por tradición, sus padres siempre la alentaron a hacer lo que le gustaba, pero pensaba que decir eso el primer día de conocer a alguien ya era demasiado, además en ese momento, el profesor comenzó a hablar. El chico le sonrió y ambos se dispusieron a poner atención.
Por los siguientes seis meses anduvo tras ella intentando conquistarla, hasta que al final ella decidió salir con él. Gale era atractivo, con un cuerpo atlético y ojos verdes, además era muy atento, caballeroso y romántico, Katniss sabía que cualquier chica de la universidad se cambiaría por ella, así que le dio una oportunidad y por un año casi idílico, ella creyó en el amor, él se convirtió en el novio que toda mujer podría soñar: la mimaba, pasaban mucho tiempo juntos, tanto como sus deberes se los permitían, la apoyaba e incluso la acompañó en las vacaciones de medio año a Homecreek a conocer a su madre… hasta que uno de esos días en los que la vida te devuelve a la realidad, le encontró besándose con una chica en los lavabos del edificio de generales de la universidad.
- Te lo dije, debí esperar un poco más para empezar a confiar en él, debí suponerlo, nunca había confiado tan rápido en un hombre -le decía a Annie, con un nudo en la garganta, más del coraje que de la desilusión.
- Lo siento mucho Kat, parecía un buen chico, pero no por eso debes etiquetarlos a todos así.
- No te preocupes, yo… solo pensé que él era diferente.
- En realidad yo también, ¿qué fue lo que le sucedió?
- No lo sé… La verdad supongo que conmigo no consiguió tan fácilmente lo que otras chicas le dan.
- Nunca pensé que sus intenciones fueran esas.
- ¡An, por Dios, no vives en el siglo 19! Todos los hombres buscan eso – dijo mientras bajaban gruesos lagrimones por sus mejillas.
- Lo siento Kat, aquí estoy para ti, pero no comparto tu opinión.
- No te pido que lo hagas, puedes pensar como quieras, pero al menos yo aprendí la lección.
- Lamento tanto escucharte decir eso. El amor es el sentimiento más puro que puede haber y tú mereces encontrar a alguien especial que te valore y te ame.
- Gracias An, quizá piense así porque aún no he conocido a alguno con un interés diferente, pero por el momento, paso de una relación. No quiero saber nada de hombres, me concentraré en cosas que de verdad merecen la pena.
- Ay amiga, ya verás cuando llegue tu príncipe azul en su corcel blanco a rescatarte.
- Uff Annie, creo que ya estamos un poco crecidas para los cuentos de hadas, es hora de que despiertes.
- Podré estar todo lo crecida que tú quieras, pero nunca dejaré de soñar con el día en que conozca a Finnick Odair y me pida matrimonio –bromeó Annie, con el objetivo de animar un poco a su amiga.
- Ya me parecía extraño que habíamos estado hablando por cinco minutos seguidos sin que lo mencionaras.
- Es que es el amor de mi vida Katniss, solo porque tú ni siquiera hayas escuchado una sola canción entera de The Dandelions Boys, no significa que todos los demás tampoco podamos disfrutar de esas bellezas.
Katniss rodó los ojos.
- Sí que he escuchado alguna canción de ese grupo, bueno en realidad solo una parte -rió-, pero eso no me da derecho a planear la boda con uno de sus integrantes, el cual por cierto, ni siquiera sabe que existes.
- Bueno, pues yo sí sé que él existe y eso es suficiente para mí - le sacó la lengua -. Ahora, vamos a bailar un rato.
- Estimada futura señora Odair, de verdad te agradezco tus intenciones, pero ahorita mismo no me apetece salir por ahí.
- ¿Y quién dijo que íbamos a salir? – Katniss se le quedó viendo extrañada -. Quita esa cara de boba y dame ese viejo disco tuyo de Sound of silence.
Katniss, limpió el rastro de lágrimas de su rostro, le mostró una débil sonrisa a su amiga y agradeció internamente por tener a Annie. ¡Nada era mejor para calmar sus penas que Sound of silence!
Al inicio fue difícil para Katniss, estuvo un par de meses deprimida y Gale no lo hacía más sencillo: se pasó persiguiéndola, pidiéndole perdón, enviándole flores, diciéndole que ella era la única, que lo lamentaba, pero ella hacía lo posible por ignorarlo y evitarlo, se consumía en sus libros y en su carrera, estaba deseando terminarla.
Así, los meses pasaron hasta convertirse en un par de años, los más largos para Katniss, quién solo quería poder volver al confortante calor de su pueblo, donde sabía que estaba su madre esperándola en casa.
Uno de los días en los que se preparaba con Annie para un examen final, recibió una llamada inesperada.
- ¿Bueno? –dijo extrañada al reconocer que el número era de Homecreek pero no era su madre.
- Buenas tardes, ¿señorita Everdeen?
- Sí, ¿en qué le puedo servir?
- Mi nombre es Effie Trinket, conozco a su madre, ella me ha dado su número. Le llamo porque tengo una propuesta para usted
- Mmm, claro, dígame.
- Verás, soy la directora de Casa Arcoiris, un orfanato de Homecreek, tenemos varios años de estar funcionando, sin embargo por la escasa asignación de fondos, yo he tenido que encargarme prácticamente de todo, no obstante, hace poco, el alcalde del pueblo, el señor Abernathy, un señor muy amable y guapo, por cierto, ha destinado un presupuesto adicional que hemos podido distribuir en alimentación, educación y contratar algún personal más. Tu madre me ha dicho que estas por terminar la carrera y justamente estamos necesitando un trabajador social, solamente que quizá empezaríamos con un salario un poco bajo, pero después, si funciona y te adaptas, haríamos lo posible por mejorarlo, es que ya sabe, este pueblo además de estar un poco en el olvido, no le da la atención que merece a las necesidades verdaderamente importantes…
¡Dios! Esa mujer sí que hablaba… Llevaban 10 minutos al teléfono y esa voz chillona la iba a volver loca.
- Ehmm, este… señorita Trinket, estoy segura de que podré charlar con usted de los detalles, tan pronto y como vuelva a Homecreek, si gusta me deja sus datos y la contactaré cuando me encuentre por allá, en aproximadamente dos meses, que ya concluya los trámites de graduación en la universidad. Estaré encantada de ayudar, si puedo hacerlo.
- Oh por supuesto querida, te dejaré con tu madre la dirección exacta y mis números de teléfono. Si eres tan dulce y extraordinaria como ella, no dudo en que podremos firmar tu contrato tan pronto y estés por acá.
- Gracias, señorita, nos hablaremos entonces.
- Hasta pronto Katniss.
- ¡Wow! – dijo Katniss mirando su teléfono después de colgar-. A eso le llamo hablar a mil por hora.
- ¿Quién era, Kat? – le preguntó Annie.
- De un orfanato en Homecreek, mi madre les ha dado mi información y están necesitando personal.
- Eso es estupendo, aquí también te han hecho propuestas ya ¿Qué has pensado al respecto?
- Pues la verdad estoy deseando volver a mi pueblo y estoy segura de que ahí verdaderamente podré ser útil
- Kat, puedes ser útil donde tú quieras, has sacado notas sobresalientes en toda la carrera, eres muy esforzada y tienes un gran corazón.
- Mmm, tú me ves con ojos de amiga. Igual me lo pensaré un poco más, pero cuando vuelva, me daré una vuelta por el lugar y veré si me quedo o ya podré conseguir algo más. ¿Qué hay de ti?
- Aún no lo sé… mis padres se han mudado hace un par de semanas, así que aunque vuelva con ellos, sería como iniciar de cero otra vez, así que déjame primero disfrutar de nuestra graduación y ya veremos después. Por cierto… ¿ya sabes qué color de vestido vas a usar para el baile de graduación? Tenemos que ir de compras. Oh por Dios y los zapatos y los accesorios ¡Katniss no tenemos mucho tiempo!
- Oye, oye, no te desconcentres, estamos estudiando, que no se te olvide que estos son los finales, si no lo logramos, no tendremos graduación y por lo tanto tampoco baile.
- Ay Katniss, a veces eres tan aguafiestas… Mi vestido será verde, así resaltará mis ojos ¿Podemos ir a la tienda que vimos el otro día?
Su amiga rodó los ojos, Annie era imposible.
