Inicialmente pensó Ray que definitivamente, él la comería; Él era un lobo y ella un conejo.
Pero estaba equivocada.
—¿Por qué no me vas comer? —preguntó, su cara era inexpresiva, pero sus ojos vislumbraban un poco de asombro.
—No quiero —dijo para darse la vuelta y dar pasos despreocupados.
—Por favor... cómeme —ella suplicó.
—No.
—¿Uh? No entiendo. Eres un lobo.
—Porque —dio un resoplido— Comparando comerse a alguien sin deseos de vivir —explicó— Es mucho más divertido comerse a alguien rogando por su vida —esbozando una sonrisa.
—Comprendo —dijo.
De inmediato, gritó, era tan monótono.
—Estoy tan asustada de ser comida —su voz no tenía ni una gota de sentimiento.
—Ahora tengo menos ganas de comerte —espetó— ¡Vuelve a tu madriguera!
Otra vez, Zack la dejó. Ray esta vez no lo siguió y al medio minuto:
—Soy Eddie —se presentó— ¿Si quieres yo puedo comerte? —sugirió una voz por detrás, era un coyote.
Zack se estaba alejando, pero pudo oír lo que dijo el extraño, se dio la vuelta y los observo. Los ojos azules de la coneja conectaron con los heterocromaticos del lobo; El coyote la tenía aprisionada por detrás, ella estaba inmóvil. Su cara no reflejaba nada y sus ojos...
—Puedo comerte, haré un delicioso festín contigo —su voz era joven y muy animada— Solo tienes que decir que sí.
—Ver a los demás comer tan pobre me da nauseas —repuso, Zack acercándose.
—Aléjate, yo puedo comerla y ella quiere ser comida —dijo— Somos perfectos el uno con el otro.
—Ella es una insípida coneja —siguió— Pero... —y eso era lo más importante— ...Yo soy el único que puede comerla.
Ray se lo pidió. No dejaría que algún extraño hiciera lo se le da la gana; Dio un zarpazo contra la hiena y tomó a Ray cargándola contra su hombro.
—Ella es MI presa —espetó.
—La presa debería decidir con quién se queda —chilló Eddie yendo hacia el ataque.
—Yo... —empezó Ray— ¡Quiero que me coma, Zack!
Zack lo derrotó.
...
—¿Me comerás? —preguntó la coneja cuando ya se alejaron del lugar.
Zack se acercó a ella, su hocico la olisqueó. Ray no se movió; El lobo sonrió y le mordió el cuello.
Ella creyó que iba a morir, pero no fue una mordida a su yugular, además de que el mordisco no fue muy fuerte, pero tampoco suave. Fue suficiente para dejarle una marca en ese sector ahora cálido y pegajoso al hincarle el diente.
—Eres sosa —espetó relamiéndose los labios— Vuélvete deliciosa y te comeré.
Ella no dijo nada, aturdida.
—Por ahora, serás mi suministro —repuso mirándola a los ojos, dejando sorprendida a la coneja por sus palabras.
—¿Eh?
—Comerte ahora sería aburrido, debes mejorar tu sabor —dijo— Si, guardarte sería más entretenido —refutó para sí mismo, ya dándole la espalda.
Ella quedó estática.
—Date prisa —Argumentó al notar que no lo seguía. Ray comenzó a caminar detrás de él.
A la espera de volverse deliciosa y alguna vez ser comida por Zack.
