Capítulo 1
Pledge.
Promesa Solemne.
Perfecta, esa palabra podría fácilmente describir su vida en ese momento, su hermosa esposa le estaba gritando furiosa y él solo podía pensar en que no había nada en este mundo que amara más que a esa mujer. Su vida era perfecta no por su rango, poder o riquezas, lo era por ella.
- No lo soporto más... ¿es que no piensa llegar nunca?- se quejaba la mujer entre el sufrimiento y la ira, pero al notar que su esposo solo la miraba embobado resoplo molesta. No es que no le gustara que su esposo la mirara así, ella amaba esa mirada y todo de él pero en es este momento ella mataría por otra cosa. La cosa que esperaba desde hace 24 minutos y ¡no! llegaba.
- Deja de ignorarme- pidió ella desesperada y triste.
- No lo hago amor- dijo él con una hermosa sonrisa.
- Si lo haces- se quejó la mujer.
- Solo me pierdo en tus hermosos ojos- dijo el con suficiencia y se acerco a rodear con sus brazos a su esposa.
- He tenido suficiente de tu amor, ¡pervertido!- se quejó ella falsamente mientras llevaba la mano de su esposo a su abultado vientre. Apenas la mano llego ahí el bebé se movió y los padres primerizos se emocionaron y sonrieron felices.
El hermoso momento fue interrumpido por el timbre sonando y eso emociono tanto a la mujer como las pataditas de su bebé hace un instante, se escabullo del abrazo de su marido y miro ilusionada a la puerta.
- ¡La pizza, la pizza!- dijo emocionada caminando lo más rápido que le permitía su embarazo hacia la puerta.
- Nunca cambias- la reprendió su esposo con un suspiro pero le abrió la puerta caballerosamente mientras la rodeaba con un brazo entre protectora y posesivamente, la pareja reía tontamente mientras bajaban por las escaleras de la hermosa y amplia mansión...
Un instante es solo eso, un instante, pero eso puede cambiarlo todo. El sonido de un disparo fue seguido por otros y luego gritos, vidrios, todo quebrándose y al final la oscuridad. En el momento en que los disparos rompieron el hermoso candelabro principal de la mansión su burbuja de felicidad se reventó con increíble facilidad, una doncella corrió hacia ellos con los ojos llenos de terror y grito.
- Corran, mi Lord los buscan a ustedes- antes de poder entender siquiera lo que pasaba las cosas cambiaron de nuevo.
Hace un instante había luz, luego penumbra y de la penumbra al rojo sangre. La mujer retuvo un grito con sus manos y el hombre por fin reaccionando tomo a su esposa en sus brazos y con la mayor delicadeza que le permitió la desesperada situación corrió escaleras arriba para tratar de huir. La oscuridad, los gritos y los disparos continuaron e incluso les persiguieron a cada paso que daba el caos que llevaban consigo sus perseguidores les seguía, pudo sentir más de un disparo rozarle pero milagrosamente ninguno le dio, sin embargo tuvo que aceptar que eso no podría durar por siempre tarde o temprano los alcanzarían y cuando el hombre se vio acorralado con su mujer temblando en sus brazos solo pudo preguntarse.
-¿Por qué?-
Solo pudo odiarse a si mismo por ser tan débil y no poder proteger lo que más quería. Por que a pesar de su rango y sus riquezas él no tenía poder ante esos hombres cuyas miradas de burla le decían que era patético y que iba a morir sin entender por que. Que su hermosa esposa y su amada hija iban a morir por que él era débil y patético, él era un hombre orgulloso pero en ese momento su orgullo no le importo.
- Déjenla ir por favor.
Aun más patético, él era poderoso y orgulloso pero ahora se rebaja a suplicar ante esas escorias. Pero no importaba él lo haría por su esposa y su hija, por ellas haría cualquier cosa.
-Imposible, lo más importante es que esa niña no nazca- declararon sus agresores, con frías sonrisas y apuntando sus armas con determinación.
Ante esa afirmación sus ojos se abrieron desmesuradamente y sus dudas se esfumaron, el miedo desapareció.
- Perdóname- le susurro en el oído a su esposa que trato de retenerlo en un abrazo desesperado pero no pudo, ella sabía que él haría algo estúpido. Ella lo amaba y lo conocía él era muchas cosas pero la fuerza física no era lo suyo. -No voy a permitirlo- declaro seguro el hombre, a pesar de conocer sus debilidades a pesar de las pocas posibilidades.
Los mercenarios solo rieron.
Con movimientos torpes alejo a los hombres que solo se burlaron, pero con velocidad inhumana tomo una espada de la pared... la decoración jamás fue tan útil. Lucho, lucho con todo lo que tenía aunque sabía que era inútil, cuando atravesó a un hombre con la espada sonrío, al menos al final no fue tan patético. Después del primer hombre caído los mercenarios dispararon pero él uso el cadáver como escudo, la mujer no se había quedado quieta y sorprendió a los hombres tirando un enorme espejo encima, nuevamente gracias decoración, dos hombres quedaron atrapados pero uno se levanto mal herido.
- Maldita bruja, no dejaremos a esa maldita nacer- gritaba el mercenario pero la pareja no se quedo a escuchar y corrieron de la habitación con el sonido de las balas tras ellos.
Ella era lenta por su estado y cuando sintió una punzada en su vientre supo que todo había acabado, soltó la mano de su compañero para que el pudiera salvarse pero él se detuvo, estaban de nuevo en las escaleras principales de la imponente mansión y los sonidos se sirenas ya se oían cercanos.
- No, por favor no- él se quejo al viento de forma desesperada.
- Corre- susurro ella con lagrimas en sus ojos dorados.
- Jamás te abandonare- aseguro el con una sonrisa torcida en los labios y lo único que pudo hacer ante una ráfaga de disparos fue cubrir a su esposa con su cuerpo aunque sabía que era inútil.
- Las amo- fue lo ultimo que alcanzo a decir el peliazul con un susurro estrangulado que apenas y logro entender su esposa.
El se fue antes que ella, el llanto de la mujer fue un grito desgarrador y desesperado que solo provoco una nueva lluvia de balas que para la mujer en ese estado fue casi un consuelo.
Los mercenarios que quedaron en pie huyeron y la guardia en su tardía aparición se encontró con la terrible escena de los cuerpos ensangrentados, él sobre ella tratando desesperadamente de proteger el vientre de la mujer. Esto era una desgracia en más de una forma, cabezas rodarían buscando un culpable y ninguno de los presentes quería ser quien le llevara las malas noticias al emperador ni podía entender como la perfecta seguridad de Pendragon fue burlada. Los médicos fueron los más rápidos en superar el shock inicial y se acercaron a hacer su trabajo notando que la mujer aun tenía pulso aunque con solo ver su cuerpo atravesado por múltiples disparos era más que evidente que ella no sobreviviría aun había algo que salvar, si los médicos podían decirle al emperador que la bebé sobrevivió sin duda eso aplacaría su ira. Por que esa mujer estaba embarazada, pero no de cualquier niña sino de la futura prometida de uno de los príncipes imperiales, los cadáveres en el suelo eran los mejores amigos del emperador y su esposa por lo que eso de ninguna forma podía quedarse así.
El hospital del imperio era el mejor y con el equipo y médicos más calificados, de no ser así seguramente ese milagro no hubiese sido posible, del cuerpo mal trecho de la esposa del ex-consejero real habían logrado sacar a la bebé con vida, era una niña preciosa de cabello verde y gracias solo a esa criatura esperaban que el emperador no les mandara a cortar la cabeza a todos.
Notas: yo con el descaro de aparecer con otra historia, no me maten pero me fue inevitable. Este es un primer episodio que no dice tanto pero era necesario. Esta vez me decidí por un semi AU y ya irán descubriendo mi nueva locura.
Los episodios serán cortos pero espero actualizar seguido según sus opiniones.
Por cierto por si queda duda estos eran los padres de C.C
¿Reviews? ¿tomatazos? ¿un millón de dolares?... se que lo ultimo es imposible pero los primeros no ¿verdad? :P
