Hacia bastante que no escribia, tenia tiempo tratando de escribir algo de vampiros y bueno, aqui el resultado.

Hay muchas partes donde cambia la escena a otra de manera brusca, amo hacer eso.

Esta historia esta basada en los clanes de la mascarada y he utilizado varias mitologias para su desarrollo.

La he colocado en clasificacion M por el vocabulario y escenas que mas adelante se desarrollen, tal vez hasta algo de lemon.

Sin mas, espero que disfruten la lectura

El despertar

Caelum, gloriosa ciudadela alzada entre peñascos, imponentes murallas que delataban una época dorada en algunos ayeres, durmientes e impenetrables cubiertas entre musgos y malezas.

Pocas veces se ven guardias patrullando sus murallas, las torres siempre encendidas pero solitarias. Vigilantes silenciosos, mudos, invisibles o simplemente inexistentes.

Pocos son los edificios que se alzan sobre la muralla dejándose ver al mundo exterior.

A la orilla y a lo lejos se logra apreciar el imponente castillo negro, Tenebris, aquel nombre que en cualquier libro de historia sale mas de una vez, protagonista de varios de los momentos más importantes de nuestra era, testigo de los hechos fundamentales para nuestra actual existencia.

Hace ya un par de centenios perdió su gloria, con la muerte de su último protector, no obstante sigue siendo temida, sobre todo en el último centenio, su Matrem Shizuru, la reina, la proclamada madre de las brujas; desde que ascendió supo ganar posición entre las demás ciudadelas, aliados suficientes para evitar un posible ataque directo por un tiempo.

La natalidad de las brujas decayó en el último medio siglo, sumando su exterminio por parte de las demás ciudadelas, el mayor grupo se concentró en Caelum, siendo acogidas por la antigua Matrem Arwen, madre de la actual gobernante.

El rumor de un posible ataque por parte de los Toreador del Oeste, hijos de la ciudadela Pulchritudem, liderados por Reito, cuarto sucesor de la casa Zabath crecía día con día.

Aun con sus extensas conexiones y favores en deuda hacia ella, no era suficiente para que otra ciudadela se arriesgara el cuello por ellos y en caso de hacerlo, sería casi seguro una reclamo de la ciudad después de ello.

Un momento crucial donde cualquier jugada será la definitiva, momento donde aquel extraño y prometedor descubrimiento debía salir a flote y ser lo que Gaia desee con su destino.

Pasillo tras pasillo, luces muertas desde hace décadas, olvidadas con el tiempo, algo muy común por los corredores del castillo, siendo el polvo testigo y protector de aquella antigua gloria. Desde hace años que nadie se molesta en limpiar aquellos pasillos in-usados por décadas, el trabajo se a intensificado por la disminución del personal.

El corazón del castillo, la sala del trono, lugar que sigue inmaculado, latiendo con aquella misma intensidad de antaño, pero en esta ocasión vacío, los deberes de la Matrem han sido cancelados a demanda de ella, hacía ya varias semanas que la joven Matrem consumía su tiempo en la antigua biblioteca.

El dormir se volvió algo extraño, la Matrem ausente y con un posible ataque en las puertas de la ciudadela habían provocado la angustia algo cotidiano y en ascensión.

Las brujas eran regidas como una colmena, todo alrededor de su reina. La única general que quedaba hacia los preparativos necesarios para la batalla, pero sin la atención de su reina, la inquietud de las obreras era más que inminente.

-Shizuru.. Por el amor de Gaia, dime que tienes algo planeado- Susurraba para si misma la joven pelinaranja. Un largo suspiro dejó escapar antes de volver a sus labores de comandar al improvisado ejército.

La mayor parte del ejército eran nuevos reclutas, sin experiencia alguna en combate, pero con el amor suficiente a su reina como para morir por ella. Ese era su trabajo actual, evitar que mueran tan rápido. Era innegable que muchos morirían.

En el centro de la ciudadela una imponente y ancha capilla, una cúpula obscurecida por el paso del tiempo.

Detalles góticos a juego de la ciudadela adornan el recinto.

De una sola planta y altísimo techo, en su centro una explanada con un altar, usado frecuentemente para la recitación de las noticias y las doctrinas de las sabias llamadas Elder a los pequeños vástagos de la ciudadela.

Una enorme congregación cada vez más grande e inquieta en la capilla, hacia voz de dudas y miedos. Desde el alba las tierras pertenecientes a Caelum fueron violadas, el invasor se encontraba a pocos días de la ciudadela.

Los exploradores habían regresado advirtiendo, los Toreador al fin habían hecho su jugada y era un ataque directo.

El general movilizó el ejército en la ciudad, por su número su única opción será amurallarse dentro de la ciudadela y resistir. Una petición de ayuda urgente hacia Filia, ciudad capital de los Lycans salió hacia ya un par de horas, si aceptaban ayudarlos, tardarian minimo una semana en llegar a la ciudad. Resistir era todo lo que podían.

La reina, su Matrem estaba al tanto de las circunstancias, pero aun así no desistió de lo que sea que estuviese buscando en la biblioteca. Sus órdenes solo fueron proteger la ciudad.

-Maldito traidor- Un largo y amargo trago a su copa, hace ya varios días que había cambiado su habitual té por los mejores vinos de su reserva, ni loca permitiría gozar al maldito traidor de su reserva de vinos. Estos le ayudaba más a conseguir un poco de calma en toda la calamidad presente para poder leer correctamente los libros en su escritorio.

El silencio fue violado por el rechinido de su silla recorriendo hacia atrás, debía tomar un descanso, su mente estaba flaqueando.

Dirigió su ser a la ventana principal de la vasta biblioteca, sentó su trasero real en el marco de la ventana.

Caelum, su ciudad; tan llena de historias, magias, leyes, libertades, traición, codicia… Asesinatos…

Hacía tiempo que las brujas se habían logrado liberar de la opresión de los Malkavians, 5 generaciones para ser precisos.

Desde la muerte de Aztro las Matrem habían sido tratadas como putas.

El líder en turno Malkavian venía para violarlas y estas engendraran sus hijos. Para así la línea de sucesión fuese "fiel" y el resto siguiera bajo el dominio de ellos.

Mi padre fue un humano hechicero, el último de un ancestral clan, que según viene desde el mismísimo Aztro, razón por la cual mi madre lo eligió.

Todos nuestros libros de historia están plagados con las hazañas de ese enigmático emperador, el último del clan Kruger, el último Ventrue puro que se sentó en lo que ahora es mi trono.

Jamás quise unir alianzas con otras ciuadelas, mi mano sería lo que pidiesen y con ella la libertad de mi pueblo.

Si hemos de caer, caeremos libres como los últimos herederos de Caelum.

3 lunas después

Reposo mi frente contra el gélido cristal, la ciudad está viva, en agetreo constante por los preparativos para el ascendió del cual seremos víctimas.

Mis ojos se posan sobre la cúpula central, nostalgias de ayeres infantiles en las instrucciones catedraticas. La educación básica es gratuita y obligatoria, todos los infantes de todas las clases sociales asisten hasta los 15 años juntos sin distinción alguna.

Solía comenzar pelear y revueltas, nunca me castigaron por ser la heredera, pero aun asi las pocas reprendas las añoro ahora con melancolía, ¿Qué será ahora de mi pueblo? ¿Volveremos a la gloria que solo se menciona en libros y leyendas?

Yo deseaba tanto ser esa salvadora de mi ciudad, volver a su antigua gloria e incluso superarla, que mi nombre fuera recordado como el fénix de las brujas, el fénix que les trajo brillo y gloria… Pero el destino es una perra y por más que adquirí favores diplomáticos con medio maldito mundo, al parecer ninguno tan grande como para que interceran por mi ciudad o nos ayuden con siquiera un escuadrón de infantería.

-Mi sangre prevalecerá en el corazón de la ciudad- Última frase de Aztro antes de arder en la hoguera, a medio día.

Deberé ir pensando en alguna lo suficientemente épica para también ser recordada, ese maldito traidor no le daré el placer de… -Ara…- Me levanté de inmediato, casi corriendo hacia el estante principal de mi abuela, había un libro en específico… Si acaso, mi última jugada.

Una Elder, la Elder Sanada, segunda en jerarquía entre las elder, salió finalmente con la multitud, poco era lo que podía para apaciguar el miedo de sus ciudadanos, poco a poco logró tranquilizar un poco la situación con cánticos a Gaia.

-Hermanas, hermanos… Hijos de Gaia, de Caelum… Sean fuertes, tiempos difíciles están en nuestras puertas, debemos apoyar a nuestro ejército, todas las personas saludables que no se han unido al ejercicio deberán reportarse en las canteras, debemos reforzar la ciudad-

No podían hacer mucho más, huir no era una opción muy fiable, las brujas eran perseguidas fuera de las murallas, usadas como esclavas y putas por los vampiros.

Antes de la caída del imperio, solo la familia real y poca aristocracia con mucho poder, podían desposar a las brujas. Al caer, fueron las primeras en ser ultrajadas.

Actualmente se les sigue considerando un objeto de lujo, sus hijos híbridos son sumamente cotizados, por sus propiedades heredadas por sus progenitores.

9 días de asedio diarios, comenzados al anochecer, las murallas apenas resistían, las bajas del ejército no habían sido muchas pero el cansancio era notable, una toma de la ciudad era prácticamente inminente, la pregunta era cuando. La ruptura en las murallas marcaría el fin del reinado de las brujas.

Cómo podían los ciudadanos trataban de reforzar las murallas, tirando edificios abandonados para usar las rocas, ensanchando las defensas.

En las torres, las brujas con magia de mayor alcance tenían la preferencia de ser suministradas, era lo único que detenía la caballería pesada del ejército enemigo.

-Todo soldado que no tenga un largo alcance ayude a la solidificación del muro!- ordenaba la angustiada general. Comandaba lo mejor posible para que su pueblo resistiera lo más posible, una evacuación de la ciudadela era lo más pertinente, pero su Matrem hacía días que no se le había visto y era la única que tenía el acceso a las rutas de escape de la ciudadela.

Habían sido varias veces que trato de hablar con ella, dejando el frente por ir a aquélla biblioteca, tratando de convencerle que diera aunque fuese unas palabras de aliento para levantar la moral de su ejército que con tanto trabajo defendía a capa y espada el legado de las brujas.

No lograrían durar mucho, caerían pero lo harían de pie.

Una gran bocanada antes del gran discurso -Solados! compañeros! Jamás había estado tan orgullosa de combatir al lado de alguien, hoy no es un día de lamentaciones, es un día de orgullo para nosotros, tal vez la gran mayoría no viva después de este día, pero nuestro legado les aseguro que será recordado por siempre! El cómo un puñado de no más de…- fue interrumpida, una explosión, la caída del muro -Disparen! Que no caiga el muro!-

Pero los esfuerzos fueron en vano, la ruptura del muro fue inevitable, el enemigo entró sin mucha resistencia, las puertas principales fueron tomadas, su apertura solo volvió a recalcar la caída de la ciudad.

El desfile invasor por el camino principal desde la entrada al castillo no se hizo esperar mucho en aparecer.

Gallardos presuntuosos entrando en una armoniosa sincronía, desde la infantería hasta la caballería, con el carruaje "real" del conquistador al fondo, no quedaba más que observar y rogar por su existencia.

El carruaje se detuvo a las puertas del castillo. El galante conquistador descendió entrando al castillo, altanero como él mismo.

La Matrem fue encadenada y obligada a caminar desde el castillo a la cúpula religiosa en el centro de la ciudadela. Una decapitación, predominaba en la mente de las brujas.

Su era llegaba a su fin y serian testigos de ello.

Obediente y sumisa la reina acataba todo, esperanza era lo último que tendría, risas y burlas por parte del toreador no se hicieron esperar.

-Hoy moriras, tus brujas y ciudad me pertenecen- Sentado en un trono improvisado, a primera fila del espectáculo

Un enojo arrogante como aquel niño que su rabieta no obtuvo la atención deseada apoderó del conquistador. -Bruja… ¿Acaso has aceptado ya tu muerte?-

La respuesta deseada nunca llegó.

Su asiento dejó, eliminando distancia con la joven bruja y próxima víctima. Su espada dejó el cobijo de su funda, el reflejo de su víctima en ella brillaba como la lujuria hacia la muerte por su portador.

El filo del metal había hecho un hilo rojo en la blanca piel de quien sería asesinada ahí.

-Últimas palabras bruja-

-Nati sunt tenebrosa voluntas tua, Aztro magna resurrectionis!- El conquistador muy tarde se dio cuenta que aquellas palabras eran un hechizo, al querer decapitarle la bruja esquivo, parándose sobre el altar, mirando hacia él de manera altiva, esos amenazadores ojos sangre lo miraban como alguien a punto de aplastar una cucaracha, algo desconcertante para la situación en la que su pueblo estaba, "loca" es lo que pensó.

12 campanadas de la torre principal del castillo sonaron, 12 campanadas que ninguna generación presente había escuchado antes esa cantidad, cada número de campanadas tenía un significado especial, el 12 solo en ciudadelas de Malkavian y Toreador sonaban, no en ciudadela de brujas.

-¿Me has aceptado como esposo? Yo jamás desposaría a una bruja!- Su intento de burla

Una sonrisa sátira fue la única respuesta.

Algo iba mal… ¿Está tan loca que inició la auto destrucción de su ciudad?...

-¡Morirás de cualquier manera vieja reina!- Alzó en ataque contra ella

Un resonante y vehemente aullido invadió el lugar deteniendo nuevamente el asesinato de aquella bruja.

De los techos, vigorosas sombras descendieron, aquellas taciturnas sombras que solo se limitaban a observar entrando en juego, un inesperado acontecimiento de aquellos juraron no entrometerse.

-Malditas ratas, su palabra no vale nada!- Iracundo vociferó el conquistador.

Desmesurada criatura cuadrúpeda, enderezo su dorso caminando en 2 pies en dirección del conquistador a su vez su transformación terminaba dejando ver aquel anciano pero aún gallardo hombre que en su mejor tiempo fue un dios de la guerra.

-Nuestra palabra sigue teniendo valor, pero esa Matrem ya no es la reina- Recias palabras para el escucha de todos los presentes. -Debes viajar hasta Malkavius, llevando la noticia- Señaló al techo de la cúpula

Parte del techo se había desprendido, un ataúd de metal sostenido por telarañas de cadenas se meneaba sobre ellos.

-Tiene el símbolo del bastón sobre el nudo Perenne y eso es más que motivo suficiente para que nuestro pueblo se entrometa- Vociferó ericundo.

El antes agalludo conquistador no tardó mucho en darse cuenta en la emboscada que se encontraba, su ejército rodeado, en el centro sin muchas barreras relativas.

Tal vez con un fuerte y podría ser la situación diferente, pero ahora solo quedaba regresar, la retirada con la cola entre las patas. Pero aquella humillación la haría pagar, por el momento debía ir por refuerzos, nadie ni un maldito viejo vampiro le quitaria lo que por años planeo hacerlo suyo. Aquel maldito vampiro, aquel que pagaba por su protección lo escucharía. Nadie hería tanto el orgullo de un Toreador y vivía para contarlo.

Después de la retirada del ejército, la Matrem quiso acercarse a su "invocación", pero le fue denegado el acceso al ataúd, solo pudo observar como aquellas bestias con pelos bajaban aquella caja metálica que le había salvado el cuello.

Aquel destructor de su ciudad se marchó sin mucha oposición.

Era más que obvio que aquel ataúd pertenecía a uno de los ancestros y el que despertara y viera su ciudadela destruida, no le sería muy grato.

-Bruja!- Gritó el viejo lobo alfa, exigiendo su presencia a su lado.

Sin mucha alegría y sin más opciones obedeció sin rechistar.

La observó detenidamente, tratando de leerla -¿Quién es?-

-No lo se, solo se que es del linaje de Aztro, lo único que encontré fue "el hijo aztroniano duerme en el corazón de la ciudad"-

Acarició con sus firmes manos la tapa, aquellos gruesos dedos dignos de un guerrero. La volvió a mirar vehemente a los ojos, buscando la mas minima mentira en sus ojos.

-Compruebalo por ti mismo y ábrelo de una vez- Comprendió que la mentira era lo que buscaba el viejo lobo

Aquel momento sería histórico, si el ataúd estaba vacío, las brujas perecerán por el error de su Matrem, pero si estaba en lo cierto, cambiaría el balance de poder, aquellos una vez traidores no se harían mucho de esperar para hacer sus telarañas nuevamente.

Con ayuda de 3 de su manada removieron finalmente la parte superior del ataúd, el bastón característico de los ventrue con el nudo Perenne estaba por toda la superficie.

Trato nuevamente de acercarse al ser removido la tapa, su paso fue obstruido por parte de la jauría -Bestia, déjame pasar-

-De que año es?-

Le fue permitido acercarse a observar al dueño del ataúd -No había información, por la simbología parecía ser uno de los primeros hijos- En verdad no se lo esperaba, un viejo era lo que esperaba

El alfa lobuno tomó el cuerpo dentro del ataúd con sumo cuidado, a la vez que lo envolvía con una gabardina. El castillo era su próxima parada. Seguido detrás de la Matrem y el resto, la gran mayoría confundidos sin saber qué significaba todo eso.

Hacía ya 3 días desde la apertura del ataúd, donde el alfa lobuno entró por la puerta principal del palacio, recorrió el pasillo hasta el trono con el Ventrue inconsciente en sus brazos, lo colocó en el trono por el cual Matrems por generaciones se habían sentado, cuando originalmente era de aquellos amos que liberaron al pueblo Lycan.

La gabardina cubrió el cuerpo desnudo solo por un par de horas, las brujas se encargaron de confeccionar una costura a medida, una larga túnica obscura, sencilla, más que con el símbolo del bastón sobre el nudo Perenne, cada miembro de la nobleza escogía su escudo propio o era heredado, agregarle algo extra sería una falta de respeto.

Todos tomaron lugar en los pasillos, pendientes de cualquier acontecimiento, expectantes a aquello que solo habían escuchado en cuentos, pasados por generaciones y leído en aquellos antiguos libros de historia que se les fue inculcado desde la niñez.

La mitad de la población de Caelum no era originaria de la ciudad, distintas tribus buscaron cobijo en sus murallas hace ya décadas y eran las más confundidas ante aquellos acontecimientos, algunos nativos y lycans dieron una muy breve y pobre explicación, realmente nadie sabía exactamente qué pasaba.

Esto era un desequilibrio político enorme, los Lycans ahora protegerían nuevamente Caelum con su vida, un enorme ejército lobuno se dirigía en estos instantes a la ciudadela.

No sabían con exactitud como reaccionarian los Malkavians cuando el cobarde Toreador fuera con la noticia, pero lo que sí estaban seguros era en la reacción de los seguidores de Seth, aquellos vástagos de la traición que eliminaron a los puros hace ya más de un milenio fragmentando y destruyendo así al imperio Caeltico y ahora aquello que tanto les costó eliminar habia renacido y de la rama principal de aquel emperador liberador. Se movilizarán, eso era seguro.

Donnovan, el viejo alfa lobuno, estaba extasiado, aquellos cuentos para dormir que su padre y abuelo una vez le contaron, aquellas historias de batallas, de honor, de lealtad… y fracaso… Estaban pasando frente a sus ojos, él podría redimir la falla de su ancestro al no haber podido proteger a su amo, él podría borrar esa mancha de vergüenza qué ajetreo a su pueblo por más de un milenio.

Lo primero que hizo fue mandar varios mensajeros a las manadas principales.

Los lycans habían proliferado, de ser un puñado de no más de 40 individuos, ya se contaban por miles, su territorio era enorme y estaba dividido en 12 clanes que vivían que pequeños pueblos esparcidos y obedeciendo al alfa de su clan perteneciente, de cuales los 12 alfas procedían de la misma familia, primos muy lejanos, pero familia.

Eran 2 veces al año que los 12 clanes se juntaban para celebrar los equinoccios, honrando a Gaia, la madre tierra, Eweca la luna roja y Palala la luna blanca.

Los acompañantes que había traído como espectadores de la caída de las brujas se habían vuelto patrulleros de la ciudadela, cuidando a sus alrededores, cuidando que ningún ser no deseado pasará a la ciudad. Pero él, justamente él no se movería de allí, permanecería al lado de su nueva señora para protegerla hasta el final, no permitiría que ese regalo de Gaia le fuera arrebatado.

Poco a poco iban llegando más lycans a la ciudadela, algunos solos, otros con solo sus familias directas, otros más en pequeñas y grandes caravanas, todos dirigiéndose al palacio el cual la multitud abarcaba la explanada del palacio junto con sus jardines, aquella ciudadela de brujas ahora era una ciudadela de lycans.

Las puertas principales del palacio permanecieron abiertas de par en par, pero las puertas al trono cerradas, solo los alfas, sus familias, los elders lycans y brujas y demás aristocracia de estas dos razas estaban en la sala del trono expectantes al despertar, no había ni un solo filtro de luz, pero todos ahí veían a la perfección en aquel manto obscuro.

La joven durmiente seguía en su profundo sueño sentada en el trono, su espalda recargada en el respaldo, su cabeza ladeada, pareciera que en cualquier momento abriria sus ojos.

A sus pies acostado en su forma antropomórfica estaba Donnovan, el alfa principal en su forma más poderosa, haciendo guardia del sueño de su señora, no permitía que nadie se le acercara, aun a los Elder de su propia raza les marcó distancia, no confiaría en nadie y menos estando su señora en tal estado tan indefenso.

Fue al sexto día que un Elder Malkavian con un pequeño séquito arribaron a la ciudadela, alterados y confusos llegaron hasta la sala del trono, por más loca que era su naturaleza, su instinto les mantenia en un estado de total alerta, rodeados del más grande grupo de Lycans que hayan visto, fue todo un martirio llegar hasta la sala del trono incrédulos por la noticia.

Fue tal su sorpresa al ver a la durmiente en el trono, ellos tenían las antiguas memorias, pasadas de generación en generación de aquella época dorada, el solo verla pudieron ver a Aztro cuando no era más que uno de los herederos de su padre. El vivo rostro de aquel legendario y último puro Ventrue posaba en aquel femino cuerpo de parecer no más de 16 años humanos.

Como los otros Elders ahí presentes trataron de acercarse lo más posible a ella, pero fueron frenados por el viejo Donnovan que les ordeno si ya habían confirmado aquello se retiraran de ahí inmediatamente.

Los Malkavian no habían traicionado a Aztro, pero su no participación en aquella revuelta siempre fue cuestionada por los lycans, por lo tanto Donnovan no estaba para nada tranquilo con su presencia ahí.

El ejército Lycan no debería tardar más que un par de días en estar completo en la ciudadela, tiempo suficiente para el arribo de la aristocracia Malkavian y su loco líder, ya con la confirmación de aquellos Elder era más que obvio que los Malkavian se dejarían venir.

Malkavius era un caos e incertidumbre. El rumor de un posible heredero se había propagado como pólvora y se había incendiado con el regreso del pequeño grupo de Elders que habían salido a confirmarlo.

La ciudadela estaba dividida, los más viejos y mayoría de los Elder hablaban de una enorme caravana con regalos para la joven aztroniana, esperando poder educarla, obviamente a su conveniencia y así la hegemonía volviera.

Otros no estaban felices por la noticia, sobre todo aquel autoproclamado rey Malkavian, aunque le fue instruido y educado como "seguidor de Aztro", su hambre de poder y vida de ser la punta del iceberg estaba siendo tambaleada por algo que jamas previo, se suponia que debia estar ahorita regocijándose en el trono de Aztro después de que los perros toreador aniquilaran a las brujas, y ahora escucha de sus Elder sobre el verdadero heredero, un usurpador, eso era para él.

Aunque quedaba una opcion, que seria la mas conveniente, aquel heredero, era un "ella", bien podría tomarla como esposa y así consolidar su poder. Pero los malditos lycans se habían adelantado, los exploradores hablaron sobre la concentración de posiblemente de todo el ejército Lycan en la ciudadela, eso era un problema y más si esos malditos lobos ya la pusieron en contra de él. Tomarla a la fuerza no era una opción, los Elder jamás lo permitirían. Casarse o morir, ella por supuesto. Eso había decidido aquel Malkavian sobre aquella heredera, el problema seria como matarla, tal vez aquella propuesta de alianza con Lasombra que hace poco había recibido ya no era una idea tan descabellada, al fin y al cabo ellos una vez los eliminaron, podrían hacerlo de nuevo.

De momento se limitaría a actual dócil ante aquel "heredero", un maldito perro faldero.

Ordenó el preparativo de cientos de regalos y un enorme desfile militar, debía impresionar a su posible esposa, no escatimaria en gastos, ademas aquello eliminaria las dudas hacia él sobre el recibimiento de esta "aristócrata".

Por ello ordenó el doble turno y marcha forzadas de los mineros y demás esclavos, aquel desfile debería ser inolvidable.

La inquietud era cada vez más presente en la enorme multitud, aunque la comida no escaseaba, la incertidumbre de cuándo despertaría o si acaso despertaria aquella nueva señora se apoderaba cada vez más de todos.

Los alfas se había dividido en grupos para dar rondines a todo su pueblo apaciguandoles y dirigir la reconstrucción de la ciudad. Aunque ellos tenían las mismas dudas no debían dejar que por ello perder el control de su gente.

Sabían que cuando los vampiros invernaban tardaban en volver en sí, pero esto era algo antes sin precedentes, una invernacion por más de mil años, era algo increíble aun para ellos y tenían dudas de cómo aquello afectaría en su despertar.

Las brujas estaban dudosamente quietas, comían poco, hablaban poco, se movían poco, parecían zombies a la espera de alguna señal para moverse.

Hubo unos pequeños disturbios entre los más jóvenes contra varios grupos de brujas, pero ahora volvían a ser las dos razas sirvientes de un solo amo, un solo pueblo, por lo tanto una escarmiento ejemplar se tuvo que dar a quellos que molestaran o agredieran al pueblo de las brujas sin justificación.

Por siglos no habían tenido mucho contacto con las brujas, pero tampoco mala relación, simplemente indiferentes, y era algo natural la confrontación de dos grupos que no habían convivido antes.

Cuando la ciudad fue tomada y el general capturado, esta solo podía rogar porque su esposo y hermano tuvieran las agallas suficientes para asesinar a sus dos hijas, la muerte era un mejor destino que ser el botín de guerra de los vampiros.

Fue encadenada y apresada, obligada a observar como su reina también era apresada, humillada, obligada a marchar a la cúpula central a su posible decapitación.

Intentó por todos los medios liberarse para salvar a su reina, si su reina lograba escapar había esperanza para su raza.

Fue sometida por un fuerte golpe en el estómago, arrodillada por el dolor, el aire escaseaba en sus pulmones. Solo podía limitarse a ver como su reina era asesinada.

Todo había pasado tan rápido que no podía procesar todos los acontecimientos, de estar arrodillada del dolor mientras observaba a su reina morir, ahora era liberada por los lycans que estos marchaban siguiendo a su líder rumbo a Tenebris, el castillo.

Quiso correr a su casa, con su familia, pero su honor con el deber era mayor, su familia por generaciones habían sido militares de las Matrem, había jurado por su vida que su reina siempre sería su prioridad. Debía quedarse a su lado hasta que todo se esclareciera.

Camino detrás de su reina, seguidas por el resto de su pueblo y los lycans restantes.

Habían pasado un par de horas desde que habían sentado al vampiro en el trono de su Matrem, estaba más que indignada, como era posible que sentarán a un "sucio" vampiro en el trono de su reina, se hubiera suicidado antes de ver al maldito Toreador en el, y ahora tenían a un vampiro inconsciente en el y su reina tan tranquila permitía ello, era inaudito aquello.

Mí reina volteo a verme, su simple mirar me ordenó acercarme a ella, acate la orden arrodillandome frente a ella a la espera de sus órdenes -Mi reina-

Esa frase fue más que suficiente para desatar la ira del viejo lycan

Un imponente rugido invadió la sala del trono, de un salto se posicionó delante de la Matrem bruja, cualquiera pensaría que estuviera a punto de atacarles -Ella no es tú reina!- Gritó lleno de ira

La joven pelinaranja quiso contestarle a sabiendas que eso le costaría su vida, pero su reina colocó una mano sobre su hombro deteniendole

-Su familia proviene del Oeste, más allá del mar negro, es normal que ella desconozca algo tan antiguo como la ciudad misma- Una pequeña pausa dramatical -Tu gente está en las mismas condiciones, lo mejor sería esperar a que despierte para poder aclarar todo de manera correcta- Siempre tan diplomática cuando debía serlo.

Solo observó a la Matrem, un pequeño suspiro y regreso a los pies del vampiro.

-Mai- Me llamó -Desde ahora solo soy Matrem- No espero a que respondiera -Daré explicaciones ya que ella despierte, por ahora ve con tu familia- Quería quedarme a su lado -Es una orden- Pero no podía desobedecer.

Por suerte no se habían atrevido a asesinarlas, estaban bien sus hijas, esposo y hermano menor. Como pudo explicó los acontecimientos aunque ella misma no entendiera y ahora ella era educada.

-Ese vampiro debe pertenecer a la familia de Aztro, el clan Kruger- Explicó su esposo, él pertenecía a uno de los más antiguos clanes de la ciudad, tenía el puesto más alto que un brujo podía conseguir, administrador de los fondos de la cúpula para la impartición de clases a los jóvenes.

Tenía ahora más dudas de las cuales inicialmente tenía -Te refieres a los…- Fui interrumpida

-Sí, a los fundadores de la ciudadela y conquistadores del imperio Caeltico, por ello el comportamiento de los lycans, eran unos de sus sirvientes principales, obtuvieron su libertad durante el mandato de Aztro, pero decidieron quedarse a servirle a él y su familia. Ahora si ella es hija de él, los lycans le servirán. También vendrán los demás clanes de otras ciudadelas a renovar su lealtad. Si la reina es tan lista como siempre a demostrado, la desposara- Dirigió una cara de desagrado a su esposo -Sí realmente es hija de Aztro, significa que Yggdrasill revivirá- Un gran sorbo a su tarra de cerveza, el rubio brujo prácticamente estaba celebrando por las nuevas noticias que le trajo su esposa.

Era el sexto día, una comitiva de Malkavians arribarian a la ciudadela en cualquier momento, por ello nos encontrábamos en la sala del trono mí esposo y yo, él estaba extasiado ante la presencia del vampiro. Sus ojos reflejaban un gran brillo de orgullo al verla, no lo había visto así antes.

El arribo de la comitiva pasó en peculiar calma, lo único tenso fue Donnovan al ordenarles marcharse, si hay quienes debemos tener cuidado es de los Malkavians, tratarlos así debía ser perjudicial, pero Tate, mi esposo me calmo y explicó que no había que temer, los Malkavians no le reclamarian a Donnovan algo bajo estas circunstancias.

En el séptimo día volví a la sala del trono a medio día, Tate había decidido hacer guardia como todos en la sala en espera del despertar. Realmente era asfixiante todo ello. Mi preocupación principal era mi reina, día y noche parada al pie del trono, era la más cercana a excepción de Donnovan.

Todo parecía transcurrir con relativa normalidad en los eventos actuales.

Había salvado a mi pueblo de una inminente conquista, mi vida propia había sido salvada por la bella durmiente que ocupa mi trono.

Aún no podía estar tranquila, aun que Aztro se le glorifica en los libros como un liberal y filósofo, no por ello sus vástagos debían ser así. Su propio padre fue un tirano que casi lleva a la ruina al imperio.

Mi propia abuela parecía tener conocimientos del ataúd, pero no la despertó, eso era lo que más me inquietaba ¿Por que mi abuela no la despertó si pudo así salvar su vida como yo?

El viejo Donnovan no se separaba de su lugar, aunque parecía dormir, sus orejas siempre delataban su estado alerta.

Por mi parte dormite varias ocasiones de pie. Mis piernas me mataban de dolor, pero no podía flaquear, mi pueblo aunque muchos no entendieran que pasaban, necesitaban que yo me quedara ahí.

¡Zas! La puerta fue abierta de par en par, encandiló a la mayoría por unos momentos, no fue mucho ya que parecían ser las 6 de la tarde, hora del crepúsculo.

Joven, aguerrido y altanero. Palabras perfectas para él.

Parecía ser un joven alfa, entró con prepotencia a la sala del trono, seguido de su gente, evitando cerrar las puertas. Cada paso que daba era tan pretencioso como el mismo, detuvo su caminar a un par de metros de Donnovan.

-Explica ahora mismo tu impertinencia - Se irguió en sus patas traseras, aquel numerito no le había sentado nada bien al viejo alfa supremo

Sin rechistar pero con un dejo de burla empezó a hablar aquel joven

-Quiero reclamar mi botín de guerra y tus hombres no me lo permiten, hasta han aprisionado a varios en las mazmorras-

Descendió los escalones del trono a la misma superficie del joven -Explicate a que te refieres con botín de guerra-

-A las malditas brujas, hemos conquistado la ciudad, los vampiros se fueron con la cola entre las patas mientras tú todo este tiempo te has dedicado a lamerle los pies a ese vampiro- Señaló a mí ser -Ellas nos pertenecen, son ahora nuestras putas!-

La sorpresa y el enojo por tales declaraciones me distrajo, ahora tenía a un Lycan a mis espaldas, aprisionando mi cuerpo contra el de él. Había cometido el error de bajar mi guardia por la protección del viejo alfa.

-Ellas no son ningún botín, ellas como nosotros y todo lo que ves aquí le pertenece a ella!- Gritó señalando a la joven durmiente -Suelta a la Matrem ahora!-

-No soy ningún perro de nadie!- Una fuerte bofetada obtuvo del viejo alfa.

El maldito bastardo que me sujetaba encajó sus garras en mi, lanzándome unos metros. Un ataque directo a Donnovan. Grave error.

Podrá ser algo viejo, pero es de buena madera, de un solo zarpazo hirió de muerte a la bestia.

Donnovan estaba iracundo, sus rugidos a su máximo volumen. Avanzó lentamente contra el impertinente joven Lycan -Tú - saliva brotaba de su boca como animal rabioso

-Tío… yo - No era más que un cachorro impertinente

Tomo del cuello al alguna vez gallardo joven alzandole a su altura -Nada de tío, has ido demasiado lejos-

El joven trato de transformarse pero las aprisionantes garras del alfa en su cuello solo hacían que su transformación lo asfixiara

-Has de recordar esta lección toda tu vida- Lentamente paso su mano libre por el joven rostro provocado una araño profundo, cicatrices de por vida eran más que seguras.

Azotó al joven herido contra el duro piso de mármol de Tenebris.

Su sola mirada hacia el clan perteneciente del joven bastó para que estos comenzarán a limpiar el lugar para después marcharse.

Yo había vuelto a mi antiguo lugar, mi mano derecha sobre mi hombro izquierdo tratando de curar la herida con un pequeño hechizo; había gastado toda mi magia en reforzar los muros. Desde hace un par de siglos las brujas teníamos problemas para regenerar nuestra magia, después de la muerte del Yggdrasill, nos era un tema complicado.

No permití que alguna otra bruja me tocará, eso sería demostrar debilidad.

Observe con mi misma calma el desenlace de aquella escena, Donnovan aún seguía siendo un guerrero temible, era una de las personas con las que jamás desearías enfrentar, no sólo tenía una gran fuerza, tenía una enorme reputación de ser un estratega excepcional, no por nada era el alfa supremo con más años en el cargo.

Iracundo dio media vuelta, esperando regresar a su lugar, pero quedó paralizado, de inmediato se arrodilló, mi vista giró con brusquedad al trono.

Esos ojos esmeralda… Tan profundos, como un obscuro bosque con un brillo excepcional, mirada seria y… ¿Deseosa?

Me observaba a mí, sentí mi alma ser violada por su mirar.

No tengo idea cuanto tiempo pase en trance, el leve gruñido del viejo Donnovan me sacó del trance, todos los presentes estaban arrodillados, seguí su ejemplo y solo así ella apartó su vista de mí.

El lobo fue el primero en presentar

-Mi señora, mi nombre es Donnovan, el quinto con el nombre, soy descendiente directo de Dhuran- se irguió avanzando hacia la joven, mientras regresaba a su forma humana, jamás levantando su cabeza. Al llegar a ella, sus rodillas flajearon, el viejo estaba nervioso.

Esta le dio su mano derecha, quien esté gustoso beso. Signo de lealtad hacia ella.

Como pudo, con todos y sus nervios se retiró al lado izquierdo del trono, observando todo y a todos.

De inmediato los cabecillas de las familias presentes hicieron fila al pie del trono, esperando el permiso de Donnovan por acercarse a ella y jurar lealtad, pero a ninguno dio el visto bueno.

-Bruja!- Era a mí a quien exigía el viejo.

Quería mirar de nuevo a sus ojos, pero eso sería señal de reto, mis pasos lentos y tranquilos hacia ella.

Me incline para arrodillar mi ser, debía hacer lo mismo que el viejo, pero mi cuerpo fue aprisionado por segunda vez, pero en esta ocasión no hubo resistencia alguna, mi cuerpo simplemente se dejó ser.

Ardientes como el mismísimo infierno penetraban sus colmillos mi cuello, un ardor me invadió tan rápido y así como llego, fue reemplazado por placer que recorrían mi cuerpo como descargas eléctricas. Creo que dejé escapar un par de gemidos, pero nada de eso importaba en ese momento, bien podría morir ahí pero nada de eso importaba ya.

El placer terminó, trate de regresar en si, pero mi cuerpo estaba demasiado adormecido y mi mente luchaba por estar consciente, solo pude ver a Mai luchando en el suelo a unos cuantos metros de mí, era sometida por uno de los hombres lobo y su esposo.

Lo último que vi fue un delgado cuello tan blanco como la luna misma, mi ser se rindió ante Morfeo.

Mi reina había sido aprisionada por esos malditos perros en mis narices, trate de salir en su ayuda, pero mi esposo tomo de mi mano, su mirada seria me pidió observar. Todo pasó tan rápido, el cuerpo del bruto que oso en aprisionar a la reina,en dos de un solo golpe por aquel alfa, el cómo hirió el rostro de su supuesto sobrino a modo de castigo. Nuevamente trate de ir con a ayudar a mi reina, pero su fría mirada me rechazo, ella no permitiría mostrár más debilidad y eso lo respetaba.

Mi mano fue apretada con mucha fuerza, trate de protestar pero fui callada

-Mira!- Tate dirigió mi vista al trono… ella estaba despierta…

Mi reina y ella se perdieron por más de 20 minutos, hasta que el viejo Donnovan gruñó, paso adelante hacia aquella vampireza, beso su mano en modo de lealtad, de ahí varios lycans hicieron fila en el pasillo, pude notar el enojo en Tate, estaba molesto porque nos habían relegado a segundones, pero el viejo alfa grito "bruja", refiriéndose así a la Matrem.

Se dirigió al trono con su conocido andar, estuvo a punto de inclinarse hacia ella, pero la tomo por la fuerza y mordió su cuello, eso si no lo permitiría.

Solté el agarre de mi esposo, estaba furiosa, le iban a matar en mi cara! Eso no lo permitiría aunque me costase la vida!

Salte en contra del trono, usaría toda mi magia restante, los ventrue eran excepcionalmente débiles contra el fuego, invoque a mi child Kagutsuchi en mi brazo derecho, una gran llamarada iba a acertar contra ella.

Mi cuerpo azotó con dureza contra el frío mármol, trate de levantarme de inmediato, solo vi el puño de mi esposo contra mi estómago, era excepcional en las magias de refuerzo. Caí de rodillas al suelo para después ser sometida por él y un Lycan contra el piso.

-Es mi esposa, yo quisiera ser quien tome medidas por su vergonzoso comportamiento… Si así me lo permite-

Serio y sumiso, arrodillado frente a ese vampiro estaba Tate, prácticamente suplicando el perdón.

Solo lamía la herida de sus colmillos en el cuello de Shizuru, la tenía en sus brazos por completó; parecía un crío con un caramelo, mientras mi reina parecía ida, sus ojos no se enfocan en nada, pude percibir su mirar a mi unos segundos antes de quedar inconsciente.

Detuvo la degustación de su caramelo unos segundos -Todos fuera de aquí, menos tu viejo lobo-

Sin tener que repetirlo y antes que los demás reaccionarán a sus palabras Tate me tomó en sus brazos y me sacó de ahí como alma en pena.