DÍA 1: NAGOYA TIEMBLA

La nieve caía lentamente y cubría las calles sin dejar ni un solo rastro de la estación anterior. El frío era tan intenso y penetrante que hasta parecía que enfriaría los corazones de los transeúntes. A pesar de ello, en unas semanas llegaría la Navidad y con ella un merecido descanso para los estudiantes y trabajadores, y ya se podía sentir esa ansiosa espera en el ambiente.

En un departamento de Nagoya, dos hombres estaban tumbados en la cama de uno de ellos. Cuando el mayor abrió los ojos y trató de tomar conciencia de la realidad, solo se topó con la ventana por la que se veía caer pequeños copos de nieve. A la altura de su nuca, sentía una respiración tranquila y pausada. De un salto huyó de la cama haciendo que el otro hombre despertara aterrorizado.

– ¡Senpai, me asustaste horriblemente!

– ¿Qué se supone que hago en tu cama?

Se quedaron mirando un rato hasta que Souichi recordó lo sucedido la noche anterior. Sin dudar un minuto, dio una feroz bofetada al menor lanzándolo de la cama. El otro lo quedó mirando adolorido, no solo por fuera sino también por dentro.

– Sen…

– Anoche te dije bien claro que no quería hacerlo porque hoy tenía que levantarme temprano para ir al laboratorio. Los experimentos están en su punto crítico y hay que vigilarlos muy de cerca. Pero, claro, tú jamás escuchas y haces lo que se te da la reverenda gana.

– Pero, Senpai, no me pediste que me detuviera…

– ¡Urusai! Deja de interpretar todo a tu antojo. Lo único que te importa es manosearme para satisfacer tu pervertido cuerpo.

– ¡Eso no es cierto! ¿Por qué me estás hablando así?

– ¡Porque estoy harto! – chilló recogiendo sus prendas tiradas por el suelo – Me voy a bañar. Después entras tú y quiero que estés listo para irnos, ¿me entendiste?

El chico de cabello corto asintió despacio mientras se levantaba aún adolorido y comenzó a recoger su ropa con el corazón lleno de tristeza.

Otra vez peleé con Senpai. Sé que fue mi culpa, pero es que lo veía tan estresado por el trabajo que solo quise que se relajara un poco. Ah... Me pregunto si algún día sucederá algo para que se dé cuenta de sus sentimientos. ¿O es que esos sentimientos sencillamente no existen y todo no es más que una ilusión mía como siempre?

El silencio absoluto de la habitación fue su única respuesta.


Como buen primer día del mes debían lidiar con los nuevos proyectos y experimentos, más los que habían quedado pendientes el mes anterior. Tetsuhiro no tenía capacitación esos días por lo que aprovecharía para ayudar a su superior. Naturalmente también lo hacía para estar con él, ya que pronto empezaría a trabajar definitivamente en S Pharmaceuticals y estarían separados por mucho tiempo. Para mala fortuna del más joven, su Senpai parecía seguir enojado por lo ocurrido la noche anterior. Y por si fuera poco, acababa de recibir un mensaje con una noticia que lo hizo replantearse su situación actual. El mayor lo hizo volver a la realidad con su enérgica voz.

– ¿Se puede saber por qué andas pegado al celular? Estamos trabajando.

– Go-Gomen nasai…

– ¿Me estás ocultando algo nuevamente?

– N-No, solo hablaba con un amigo.

– ¿Y qué tanto te anda escribiendo?

El chico de ojos verdes se ruborizó y su mano tembló al apretar el celular. Se armó de valor, tragó en seco, y lo que dijo a continuación fue en una voz casi imperceptible.

– Me está contando que… formalizó con su novio… Y yo… yo me di cuenta de que también quiero formalizar contigo, Senpai.

Souichi quedose petrificado en su sitio. Con el ceño fruncido y la mirada interrogante como si hubiera escuchado mal, formuló la única pregunta que se le ocurrió en ese instante.

– ¿Qué acabas de decir?

– E-Es que no podemos vivir eternamente de esta forma ambigua, ¿o sí? Realmente quiero formalizar contigo.

– Si mal no recuerdo hace unos meses prometiste que no me presionarías.

– Y mi intención no es presionarte. Es solo que tengo amigos que han recurrido a la adopción de adultos, ya que el matrimonio homosexual no está permitido en nuestra ciudad. ¿Eso también estaría mal para ti?

– ¿Y tú qué crees? – cuestionó irónicamente – O la pregunta más apropiada sería: ¿Con qué vas a chantajearme esta vez?

– Sigues hablando de chantajes, pero sabes perfectamente que nuestra relación hace tiempo que es mucho más que eso. Incluso creo que… que podrías tener sentimientos por mí…

– ¿Ah? ¿S-Sentimientos? ¡No me vengas con idioteces! – dijo no muy convencido.

– Pero…

– ¡Pero nada! – gritó dándole la espalda – Y no voy a hablar más sobre este ridículo asunto.

– Dices ridículo, pero bien que disfrutas cuando te acuestas conmigo…

Tetsuhiro no pensó que su superior lo había escuchado. Es más, su intención no había sido para nada ser irónico, sus palabras más bien tenían un evidente tono de dolor. Pero para el científico mayor, fue como si lo estuviera retando y faltándole el respeto. Sintió que la rabia trepaba por su cuerpo y se concentraba en sus puños. Sin pensarlo una segunda vez, dio media vuelta y propinó un certero golpe justo a la mandíbula del otro chico que quedó mareado tras el efecto del puñetazo.

– No quiero que vuelvas a hablarme así en lo que te resta de vida.

Tetsuhiro alzó la mirada e hizo temblar a Souichi. Nunca le había visto esa expresión tan llena de dolor, rencor y decepción. Sus ojos habían perdido el color y reflejaban angustia y frustración. Se apretó la mejilla tan fuerte que parecía que iba a arrancársela. Se levantó del suelo, herido física y espiritualmente, y echó a correr a toda prisa, desapareciendo del laboratorio. Souichi presenció todo, pero sus sentidos no reaccionaron a tiempo como para detenerlo sino hasta varios segundos después.

– ¡Morinaga, regresa en este instante!

Los estudiantes que lo escucharon gritar compadecieron a su pobre asistente. No era la primera vez que peleaban, pero jamás habían presenciado la huida del menor, ya que este siempre regresaba como fiel mascota a su amo sin importar lo mucho que le hubiera gritado o golpeado. Hoy sencillamente el asistente se había hecho humo sin hacer caso a los múltiples gritos del mayor.

– ¡Morinaga!

Souichi tiró la puerta del laboratorio y la golpeó con los puños varias veces. Se lanzó sobre uno de los banquillos y cubrió su rostro con las manos tratando de calmarse. Levantó la mirada en cuanto sintió a Shouta abrir la puerta al cabo de unos minutos.

– Ah, Tatsumi senpai, estabas aquí. ¿Y Morinaga-san ya se fue? – preguntó mirando a su alrededor.

– ¿Estás ciego o qué? El muy… el muy idiota ya se largó y ¿qué crees? Nos dejó todo el trabajo a nosotros.

– Tal vez tuvo algo que hacer…

Shouta sabía perfectamente que ambos hombres solían discutir por tonterías y a las horas ya se habían amistado, por ello no se inquietó esta vez. Sin embargo, para él seguía siendo un enigma cómo Tetsuhiro podía soportar a su Senpai con aquel tiránico carácter que poseía.

– Vamos a avanzar que aún queda mucho por hacer.

– Está bien.

Trabajaron por algunas horas más y en todo ese tiempo Souichi sentía que no podía concentrarse en los experimentos. ¿Habría sido muy duro con su kouhai? Hacía mucho tiempo que lo había aceptado en su vida, y que había accedido a tener una relación carnal con él, y de cierto modo, no se arrepentía. Sin embargo, recientemente había vuelto a cuestionarse a sí mismo sobre el asunto. Su cuerpo ya empezaba a estremecerse de solo recordar cada noche junto a él, cuando de pronto se dio cuenta de que su asistente lo estaba llamando.

– Tatsumi senpai, ¿te encuentras bien?

– Eh, sí, sí. Ya hemos avanzado bastante por hoy. Si deseas, puedes retirarte.

– Otsukaresama deshita, Tatsumi senpai. – dijo haciendo una reverencia – Recuerda que mañana vendré después de mis clases.

– Sí, lo recuerdo. Otsukare.

La puerta del laboratorio se cerró y todo quedó en silencio. La mente de Senpai se llenó de imágenes de su kouhai. En el fondo, se arrepentía de haberlo tratado mal, pero es que el chico se lo había buscado. ¿A quién se le ocurre tener sexo en días tan ocupados y llenos de trabajo?

Tal vez me excedí.

Dejó la muestra en la mesa unos minutos y tomó nota de las reacciones de las últimas diez horas. No podía concentrarse del todo, pero por lo menos debía terminar con esa muestra antes de regresar al departamento.

No importa, ya se le pasará. Cuando llegue a casa, seguro que me recibe moviendo la cola como perro arrepentido.

Al tomar la muestra para volver a dejarla en el congelador, una fuerza extraña hizo que tropezara y cayera de bruces. Ya empezaba a maldecir su mala suerte, mas de repente se dio cuenta de que todo el edifico había empezado a temblar de una forma aterradora. Un ruido ensordecedor llenó el ambiente y en instantes se mezcló con los gritos despavoridos de las personas que aún se encontraban dentro de la universidad. Como pudo se lanzó a la zona segura en caso de sismo y se cubrió la cabeza con las manos, mientras notaba cómo los ondulantes movimientos se hacían cada vez más intensos. Diez, quince, veinte segundos fue lo que duró el feroz terremoto.

Cuando abrió los ojos, todo estaba sumido en una gran oscuridad. Se puso de pie con mucho esfuerzo y con la ligera luz de la luna que se colaba por las cortinas, observó que las muestras estaban tiradas por todas partes y dos habían caído muy cerca de él. Afortunadamente ninguna era nociva y los reactivos tóxicos e inflamables habían caído de lado pero no se habían roto. Había sido muy afortunado. Cuando vio que no había sufrido mayores daños, entró en pánico y extrajo su celular de la bata. Las manos le temblaban y sentía que el corazón se le salía del pecho. Tenía que contactar a Kanako a como diera lugar.

– "El número que usted ha marcado…"

– ¿Las líneas se cayeron?

Trató de caminar entre los vidrios y salió disparado del lugar, solo para encontrarse con un escenario devastador. Algunas paredes habían colapsado y muchos estudiantes estaban heridos. Unos lloraban, varios sangraban, otros sencillamente estaban en estado de shock. Souichi no dejaba de temblar. Siguió intentando llamar a su hermana, pero era inútil. Atinó a volver por su mochila y su abrigo, pero cuando se disponía a bajar las escaleras a toda velocidad, alguien lo detuvo.

– Matte kudasai.

El científico no entendía nada, su mente estaba muy lejos de ahí como para prestar atención a alguien. Solo miró de pies a cabeza al hombre que se había puesto en su camino y vio que una insignia que le pareció familiar estaba bordaba en su bata de laboratorio.

– Soy estudiante de pregrado y miembro del equipo de Seguridad y Defensa Civil. Veo que no está herido, pero igual me gustaría que se quedara un momento para revisarlo.

– No puedo quedarme aquí, tengo que…

– Nadie puede salir hasta que nos avisen, porque podría haber una réplica. Además que con toda esa nieve...

– ¡Te digo que no puedo quedarme, así que lárgate de mi camino!

– Comprenda que todo debe estabilizarse para que pueda…

– ¡Me importan poco las órdenes, tengo que ir a ver a mi hermana!

– Todos queremos ver a nuestros familiares, pero entienda por favor que si sale ahora como está la situación y algo le sucede, será aun más grave.

– Ella es pequeña, si algo le ha pasado…

Souichi cerró los ojos y sintió que si no se aferraba a algo, se desplomaría. Apartó con furia al hombre que tenía enfrente y a pesar de sus repetidos llamados, se lanzó por las escaleras y no se detuvo hasta llegar a la puerta de salida. Aprovechó el pánico de la gente para salir antes de que alguien más tratara de detenerlo. ¿Cómo regresaría a su casa si todo lo que veía eran escombros? Caminó sin rumbo hacia donde imaginaba que se encontraría la residencia de Matsuda-san. Tenía que llegar como sea y desde ahí intentaría comunicarse con Kanako.

Tengo que encontrarla primero a ella, y luego…

Se detuvo en seco. Estaba olvidando algo trascendental, ¿cierto? Con el pánico invadiéndole las entrañas, tomó el celular entre sus manos y marcó otro número familiar. Sabía de antemano que solo escucharía la casilla de voz, pero eso no era lo más importante. Kanako estaba en la escuela y lo más probable es que Matsuda-san estuviera en su casa, pero ¿dónde se suponía que iba a buscarlo a él?

Esto no puede estar pasando…

Habían peleado, y no había sido una pelea simple, y luego él había huido. La realidad lo golpeó violentamente al recordar la mirada llena de dolor del chico, y si no hubiera estado en esa situación extrema, habría incluso reído de su mal timing. Levantó la vista y, como si se tratara de una maratón en la que tenía todas las de perder, echó a correr a través de las calles destruidas y cubiertas de nieve.


Konnichiwa, Jane is back! Sí, he vuelto con este segundo fic que como verán tiene un corte bastante trágico. Los hechos son posteriores a los ocurridos en HoneyGreen, así que podría decirse que es una especie de continuación. Volvemos al sistema Pista y Pregunta, y como siempre espero sus comments con sus opiniones e impresiones sobre esta nueva historia.

Desde ya gracias por leer!

Día 2:

Pista: Celular

Pregunta: ¿Cómo encontrará Souichi el camino de regreso?

Ja nee!

**Jane Ko**