SINOPSIS
Bajo el manto de la mentira, el dolor, la venganza, pero sobre todo, una nueva oportunidad de experimentar el significado de "la vida", la doncella de oro se sumerge a una desagradable misión de afrontar el error de su pasado, donde el pecado de su existencia será el impulso que la llevara a ir más lejos, bajo la vigilancia y la seguridad de unos poderosos ojos infernales.
Lucy no cree ser merecedora de la felicidad, ni del amor, ni de la vida soñada que desea día a día. Su pasado la sumerge en un problema aun mayor, cuando las fauces de un monstruo reclaman una luz de esperanza en ella y se ve en la necesidad de salvar a toda costa. Incluso de su fantasiosa libertad.
Las cavernas no fueron hechas para él, así como el destino que se le impuso tampoco lo eran. Natsu está en la difícil misión de complacer a sus sabios, aunque la furia reflejada en quien es su mayor admiración, se fueran apagando con el miedo de verle cometer tan terrible maldición. Los mismos pasos de la perdición.
Dos vidas, un solo camino. Un destino marcado por la avaricia y el rencor ajeno, los llevara al escenario perfecto para cumplir las promesas juradas con sangre…
Aunque en el transcurso de camino, se sumerjan en un problema aún más difícil de manejar.
Y es que el corazón a veces es idiota, pero inteligente.
Prologo
El resonar de las campanas indicaba que el enemigo ya estaba cerca, invadiendo de terror a todos los habitantes de aquella pequeña aldea. La gente se apresuró y corrió a los refugios, tomando todo lo que pudiesen y tuvieran valor para ellos.
Pero no había más valor que los niños sujetando sus manos fuertemente.
Sus destinos estaban marcados, y con ello, la desgracia abarcó y arrasó, como el fuego que inicio en los prados, sucumbiendo la vida de todos aquellos que atrevieron a alzar sus espadas y enfrentar a los barbáricos asesinos invasores.
Grito y lamentos se alzaron hacia el firmamento, oscureciéndose por el humo del incendio en todas las propiedades, derrumbando casas y pequeños establos, con o sin habitantes. Las mujeres peleaban con sus criaturas en brazos, impidiendo que se los arrebatasen. Pero la lucha era inútil. El filoso metal segaba las almas de las infortunadas y liberaba de su confort a las criaturas, quienes berreaban histéricos por aquel macabro acontecimiento ante sus tiernos ojos.
Muchos fueron llevados al centro de la masacre, otros fueron sacrificados antes de ser juzgados por la espada del líder de aquel ultraje a su paz.
La sangre de derramaba, el fuego lo quemaba. Todo se alzaba como el mismísimo infierno.
Mientras un par de hermosos ojos oscuros y profundos lo observaba todo.
La carnicería humana fue lo último que vio, antes que sus ojos fueran puestos rudamente en la tez de aquel ente que comenzó con todo esto.
Su cara tenuemente manchada por la sangre, sus labios en una delineada pero fina sonrisa de blancos dientes, su nariz resoplando por el gusto al aroma metálico, y por la extenuante fuerza con la que ejerció su brutalidad en sus asesinatos.
Y esos ojos endemoniadamente fríos como el acero, llameaban como el fuego del infierno.
"al fin te tengo"
Toda historia llena de aventuras sin límite, romances sin reserva, y finales mágicamente felices comienzan de la siguiente forma:
"érase una vez"…
Un artilugio dispensable, una llave mágica que abre las puertas y da paso a una historia cargada de muchas emociones, sentimientos, revelaciones y vidas plasmadas en referencias a poderosos titanes, valientes héroes, hermosas doncellas y un sinfín de escenarios inimaginables.
Pero esta historia está más allá de ser un cuento de hadas protagonizado por princesas y héroes, que derrotan al monstruo y viven malditamente felices para siempre en un mundo de paz.
Bueno, claro que hay monstruos, y claro que también princesas, por supuesto que hay héroes y… ¿heroínas?, pero lo que dista más allá de la felicidad en un cuento para niñas, quien sin saberlo amará abrazar este libro con la simple idea de ver magia rosada volando a su alrededor vomitando amor y finales de ensueños…solamente para mirar boquiabierta las páginas y dar un salto por el balcón, es el hecho de las cosas inimaginables que ocurrían en el trascurso de esta historia; donde lo bueno no siempre es bueno, y lo malo, resulta tener otro sentido a la palabra "verdaderamente malo".
Así que para dar paso a esta…no sé cómo llamarlo, ¿graciosa, ridícula, emocionante, irónica, pervertida, triste, humillante, aventurera o peligrosa historia?, daremos paso a la frase que mejor le acomoda a la situación…
"hace una mierda de tiempo atrás…"
Capítulo 1: Anhelo Quebrantado, Mentiras Elevadas.
Hace una mierda de tiempo atrás – ¿ya dije eso? – en el pacifico Ishgar, tierras occidentales de la magia eterna e historias sin fin, donde los hombres forjan el hierro y esculpen maravillas sin comparación, las mujeres cantan sueños y poesías románticas y tejen finísimos telares, cuando los cielos eran decorados por la infinidad de estrellas y el blanco puro de las nubes, y las ricas tierras verduscas, con plantaciones y cultivos que aminoraban el hambre de las personas, el ganado pastando en todo su gigantesco tamaño, y las personas iban y venían en sus deberes, misiones encomendadas por padres y maestros, manos trabajando en la tierra, en el agua o en el aire, y el cantico del día empalagaba en las estaciones del amor, y cuando el sol emergía furioso, o cuando moría, o cuando se congelaban las almas en un frio intenso, o cuando también, y eso también, y…
En resumen, cuando la vida era vida y de la buena.
Un catastrófico despertar emergió desde las entrañas de la madre tierra, un omnipotente reinado se elevaba desde las oscuras tinieblas, irrumpiendo como un cometa en medio de la noche, deslumbrando en todo su poderío la magnitud de su fuerza, doblegando ante su fiereza a toda criatura terrestre, marina, pero sobre todo, aérea.
Criaturas sacadas de las más perturbadoras e inimaginables leyendas dichas por los sabios; bestias tan grandes como montañas, cubiertos por una brillante armadura a base de escamas, garras mortales y llenas de sangre, colmillos desgarradores que triturarían hasta las rocas, músculos tensándose como cuerdas bajo el multicolor de sus pieles, ojos endemoniadamente afilados y fieros, y alas excelsos en majestuosidad, con las que gobernarían de ese entonces hacia adelante a todo en su paso.
Fueron ellos quienes se aclamaron los reyes del mundo, los indestructibles, los temerarios…
Los poderosos Dragones
"Y con ello, el reino de los cielos se alzó en su trono y las bestias aladas tomaron el poder absoluto..." Se dijo una vez por ahí.
Las tierras de Fiore no fueron las únicas afectadas por este drástico evento; los otros reinos alrededor y cercanas que rodean las tierras calcinadas del inframundo, "el Reino del Diablo", fueron desprovistas de salvación alguna ya que los fieros dragones se hicieron invasores de todas las hectáreas ricas en ganado, vegetación, habitantes.
De su excelsa vida.
La situación era nueva para nosotros, no teníamos idea del porqué de todo ello, el miedo tomaba nuestros corazones y nos perseguía hasta la desesperación. Pero el deseo de vivir y las ganas de querer luchar por una nueva oportunidad, llevo a solidificar la unión de los clanes de cada reino, haciendo así los artilugios y guerreros de todos los lugares del continente, una masa de poder y lucha contra el apocalipsis alado.
El tiempo corría y las batallas no se dieron a esperar; la lucha por la liberación y la gloria dio paso a grandes hazañas contadas durante ese periodo, hasta la actualidad.
Y así, las tierras que una vez fueron pacíficas, llenas de alegría y vida a su alrededor, hoy en día se han convertido en campos de batallas, suelo de muerte y perdición, donde la lucha por la supervivencia de la humanidad se libra con cada puesta de sol, bañando el alba con el roció de la sangre derramada por los valientes guerreros, enfrentados a una lucha a muerte con los titánicos dragones.
Pero se preguntan, ¿quién soy, de donde vengo, a donde voy? ¿Dónde tengo que ver yo en esto?, ¿en qué parte de la historia debería encontrarme?
Déjenme contarles desde un inicio donde todo tenga sentido. Porque aunque las cosas tengan un pie y cabeza, en mi caso, es todo un revoltijo de situaciones.
Todo empezó en la ciudad de Junelle, en el reino de Fiore. Un mundo cargado de riquezas, poder, historia.
Mucho deleite para todos sus habitantes.
De hecho, los residentes eran extremadamente ricos, pero guardaban modestia y presumían más la educación que el oro con el que se bañaban.
De igual forma no se les iba lo petulante a estos malditos.
La capital rebosaba de vida, actividad en sus mercaderes, niños corriendo, mujeres e hijas comprando para la despensa y los hombres llevando los animales al mercado. Todo estaba cargado por las especies soplando en el aire, los gritos de anuncio de las carnes y quesos a vender, el bullicio de la gente y los carruajes que transitaban llevando las compras del día.
Todo estaba, simplemente, bien.
Todo menos yo.
La forma en como lo miraba, en como mis dedos toqueteaban en la mesa de madera, mientras mi ceja se arqueaba esperando una respuesta, todo por una simple pregunta que realice al mercader de carnes
-¿y esperas que acepte 10 monedas menos por lo que piensas llevarte? – dijo él mordaz, tratando de acuchillarme con sus ojos negros y pequeños. Yo solo fruncí las cejas, esperando que no saliese con alguna estúpida y ridícula excusa – mira la cantidad de huevos que has comprado, además de las vísceras y las cabezas de pato – señalo, indicando respectivamente con el valor puesto en un trozo de madera – el precio no cambia, son 80 monedas –
-tengo entendido el valor de cada huevo – aclare, cruzada de brazos, mirando a las pobres aves encerradas en una caja listas para darles una miserable muerte – pero también sé que las vísceras incluyen el precio pedido – señale el montón de desperdicios acumulados en un barril, listo para vendérselo a los criaderos de cerdos – no me vengas con excusas tontas, cuando ambos sabemos que en una cantidad mínima, el precio es irrazonable –
-es razonable. Mercadería – agregó él
-son meriendas para animales, no para personas -
-¡hay gente que las ama! – agregó ofendido, llevándose una mano al pecho al digno estilo de una damisela– esas cosas se venden, tienen su precio – se acercó, tratando de intimidarme, yo lo vi más furiosa – si quieres comerlas tú o dárselos a tu amigos rastreros entonces es asunto tuyo. Pero tendrás que pagar–
-no puedo creerlo, en serio eres increíble – golpee fuertemente la mesa, haciendo temblar un peligrosos cuchillo que casi cae en su mano derecha – tu valor por esas cosas van más allá de lo ridículo, Ashler. Ten en cuenta de a donde irán a parar –
-sé a donde irán, maldita criada, y no será en el cerdo que quiero en mi mesa para cenar esta noche – pero se asomó un poco más sobre su mesa, deslizando sus malditos ojos en mi escote y sobre mí con cierta lasciva y enfermiza mirada suya – aunque a carne de cerdo no es lo único que me encanta – canturreo – cuanto más suave y blanda, es mejor para morder – y ahí fue mi calma. De nuevo.
No fue nada lindo al comienzo, pero agarrar las vísceras y restregarlas en su cara, él tratando de no engullir ninguna de esas porquerías, fue mejor que no comprarle nada al idiota engreído
-¡dime otra vez esas palabras y juro que-! –
-¡¿qué infiernos ocurre aquí?! – no lo presentí debido a lo concentrada que estaba en mi regordete amigo, pero las personas alrededor nos observaban, con los ojos enormemente abiertos, atrayendo la atención de los oficiales que resguardaban la plaza – oh Dios… – solto una voz ahogado de asombro.
Conocía ese tono suave pero malditamente varonil. Muy bien conocido por desgracia. Me gire y observe el rostro bronceado, con ligera presencia de barba, sus largos mechones castaños con hilos dorados bañados al sol, y el porte de un semental en toda su altura.
Porque así se caracterizaba él, como un maldito imán de coños húmedos en kilómetros a la redonda.
Pero ni su armadura dorada con finos acabados sujetados fuertemente en esos músculos de acero, ni la enorme espada de hierro cuya correa apretaba en su estrecha cadera, o la ondeante capa que se mecía y resaltaba sus bien formadas piernas; o todo lo que un adonis pueda caracterizarse en él, no era merito asegurado de que yo perdiera los estribos y le implorara piedad y me follara tan desesperadamente.
Porque al contrario, con cada oportunidad que tenía la utilizaba para asegurarme que mi existencia seria el martillo que sentenciaría el destino de su salud mental, que con cada paso que doy el temblaría de nervios y observaría con ira, impaciencia, o algunas veces con diversión, como derrumbo los estándares de lo que sería una criada común y le sirvo la situación frente a uno de los guerreros más solicitados del reino.
Tanto en la guerra como en la cama.
-¡¿Qué diablos…?! – le escuche venir detrás mío, y supe que mi momento de locura paso a luz roja
-¡me ataco, esta mugrosa criada me hirió en la cara! – y lo que es peor, oír los lamentos en aguda voz del mutilador de aves
-¿pero qué haces, Lucky? – y cuando me llaman roncamente con ese nombre, con esa burla, es cuando pienso en su trasero marcado en rojo por una semana por mis azotes.
¡Oh, cierto!, para los que no entiendan. No es porque sea una persona afortunada (ridículos) sino por el mal juego de letras.
Lucky = Lucy
Me llamo Lucy. Solo así.
Y ahora, volviendo al asunto…
-tienes suerte de que yo esté aquí – susurró él, alcanzándole un pañuelo al maldito de Ashler
-fue a por mí, Loke. Quiso aprovecharse de la situación – gemí en agonía, mientras realizaba el dramas merecedor de un premio – deseó probar mis pechos – acentúe más el escote de mi vestido, presionando mi busto con mis brazos – ¡por los santos griales del paraíso, es difícil ser hermosa y que los barbaros como él quieran aprovecharse! –
-como digas – dijo sin importarle mi teatro barato, pero no evitó contemplar a mis bellas amigas por unos segundos. Se acercó a Ashler y le ofreció un trozo de tela para limpiarse – lamento lo sucedido señor, las crianzas de hoy en día no abarcan todos los modales necesarios para educar a las damas serviciales del castillo. Pero estoy seguro que esta señorita tiene algo que decirle – Ashler me miro inquisitivo, yo mire a Loke con los ojos bien abiertos, y él me sonrió.
Con esa elegante, petulante, descarada sonrisa "moja-bragas". Lo mejor de su repertorio de seducción.
Aun no lo creía. ¡Me había traicionado! El muy cabrón…
-muy bien, lo siento en serio – resoplé – por restregarte las tripas en la cara – dije mientras sentía la mía arder en magnitudes volcánicas. Mire a los intensos ojos del maldito traidor, observándome como diciendo que sea sincera. Oh cariño, claro que seré sincera – pero te da mejor aspecto que esas ridículas hombreras hechas de paja y el colgante de lata mal soldado que llevas puesto – acerté con la expresión de asombro en ambos – hace juego a tu orgullo de verdugo de patos – no me importo si él o Loke decían algo, o si Ashler se atrevía a gritar y vociferas su alfabeto de insultos hacia mí. Me gire y camine en dirección a otro puesto.
Había mejores cosas que soportar a un maldito cerdo con cabeza humana.
No espere mucho para ver a Loke a mi lado, quitándome las bolsas del mercado y algunos paquetes que me encomendaron recoger. Espere a que me mandase detenerme, o cuestionar nuevamente mi forma de ser, o que sus hirientes palabras que emplean en el ejército para "educar" a sus pupilos, me trabasen y me hicieran perder el poco control que tenía.
Pero no llego, y lo sabía. Lo sabía bien porque él jamás haría algo tan perverso como eso a mí.
No a mí, y lo agradecía.
Escuche un ligero gemido, que luego se volvió un movimiento de hombros y luego, unas carcajadas me hicieron detenerme, viendo como trataba de controlarse.
-¿en serio, verdugo de patos? – siguió riéndose, y yo, bueno, no tuve más remedio que reírme con él, fuertemente. La gente nos miraba pero me importaba una mierda – excelente calificativo, no me esperaba menos de ti - no sentí que aquello fuera gracioso hasta que él lo dijo. Era mi primera vez diciéndolo en voz alta. Se limpió una lágrima, apagándose lentamente, hasta que tomo las cosas un poco seria
-por el amor a los grandes ancestros Lucy, deberías moderar tu forma de hablar – y a pesar de decirlo así, tan suelto, pero firme, sabía que no era una reprimenda con seguridad. Solo un simple comentario de amigos.
-no cambiare por nada ni por nadie, olvídate de eso. No seré una doncella de gran alcurnia, pero si soy mucho mejor que esas damas de dudosa sexualidad que visitan la posada del idiota ese– gesticule con la mano
-vaya, algo nuevo que agregar al cotilleo del bar- dijo con interés fingida
Omití responderle, dándole menor importancia al asunto. No es que me interese en saber si eran en verdad mujeres.
No limito en selecciones.
Descarte lo sucedido pocos minutos antes, concentrándome en el hecho de verlo frente a mí.
-regresaste muy rápido para el poco tiempo que estuviste allá – solté una sonrisa, tratando de aminorar la alegría de verlo nuevamente
-fue una suerte, debo decir. Lograron erradicar a los invasores de los límites del reino sin nuestra ayuda, por lo que vi innecesaria mi presencia con tanto hombres en la barricada – cada palabra era dicha con un dejo de orgullo – aunque las batallas no cesaran simplemente por esto – su mirada se nublo con cierto enojo - hay fuertes contrincantes en las tierras limítrofes de Bosco y Fiore, pero la siguiente campaña elegirá a sus miembros para la lucha – y de un cambio rápido, su sonrisa volvió a brillar como la luna llena rodeada de estrellas – por cierto, no recibí un abrazo o un beso acorde a mi bienvenida –
-mi estofado de cabeza y tripas son mejores que lo que pides. Ten por seguro que te chuparas los dedos – no evite reírme ante su gesto de asco mal enmascarado
-al menos, amerito un beso digno de la dama con la sazón de cabezas más exquisito de toda Junelle – le di un ligero codazo en su brazo - ¿qué?, tenía que intentarlo -
Volví a mí andar, buscando lo siguiente en la larga y tediosa lista de compras, pero él no dejó pasar el primer tema
-pronto el reino tendrá cambios importantes que asumir – no me miró, no hacía falta. Loke sabia la cara que pongo al recodar ese tema – las cosas serán diferentes cuando el Rey marque la alianza con el matrimonio de su hija con el reino vecino. Habrán muchos cambios en este lugar, lo que siempre has conocido no será igual y tendrás que moderar tu comportamiento hacia tu nuevo gobernante – soltó con desgana, yo también me sentí así.
El cambio siempre es bueno…según quién, me pregunto
– tal vez si pruebas ser más condescendiente, podrían incluso darte un puesto más alto de lo que eres ahora – susurró, como quien no quiere decirlo, pero lo hizo. Y me detuve, y pensé meditando un poco.
Y le di mi mayor y mejor gesto de repudio total
-muy bien, aquí vamos de nuevo – tome aire, él viéndome sorprendido por el cambio brusco y dije con firmeza -vísteme con pavorosos y finos vestidos, con guirnaldas hechas de diamantes en el cabello, maquíllame el rostro hasta ser vista como un lienzo cargado, ajusta mi cuerpo a las tiras que moldearían todo, pero escúchame bien – señale, punzando mi dedo en el pecho de su armadura. Tan dura, tan reluciente, tan impenetrable. Pero fácilmente desmoronada por mis gestos y palabras – escúchame muy bien – él asintió. Temiendo como si fuese a morderle el cuello, trago duro – ¡jamás en la vida voy a vestir y ser vista como una cucufata, llevando las alhajas y los mantos de la princesa, mientras se pavonea frete a sus súbditos alargando su ego ante los imperfectos que somos! – recalqué cada palabra con mi índice en su pecho - ¡jamás! – finalicé con la frente fruncida.
Después de dos segundos baje mi mano, sosteniendo ambas ahora en mis caderas, esperando una respuesta coherente por parte de este maldito seductor. Aunque cabe esperar algo bueno de él, como las anécdotas que celebran en los bares por sus triunfos y victorias en las batallas, lo siguiente que soltó fue una golpiza mental a mi pobre tranquilidad y paciencia
-pero al menos, serias una cucufata muy hermosa – sonrió, malditamente sonrió. Y yo me quede viéndolo, con los ojos caídos de la tolerancia – usa tus encantos y pavonéate con esa belleza en todo el castillo, así – sujeto las bolsas con sus manos en las caderas, y camino con total seducción y soltura, atrayendo la atención de las damas presentes.
Quien no, díganme quien no miraría ese ridículo espectáculo.
Pero ellas disfrutaban de una buena pasarela de carne con músculos.
-y coquetear a los hombres con tu melena, así – se llevó el cabello a su espalda, ondeando los largos mechones castaños, en juego con algunas fibras doradas que resplandecían en el sol – tienes las seducción en ti, pero podrías mejorar tus encantos si te comportas con… -
-como un maldito pervertido que atrae la atención con su duro y redondo culo – dije, sin dejar de observarlo con desespero. Él solo me ignoro
-con gracia y elegancia. Créeme, las mujeres del palacio y de aquí son las más aclamadas por mis hombres –
-de eso no tengo duda – sabía que la orquesta de grititos y gemidos de las servidumbres dentro de los establos no era por un ratón en el lugar. A altas horas de la noche. En oscuras.
Su sonrisa se ensancho más, y me hacia una idea del por qué – notaste mi trasero. Me siento plenamente gratificado – reverenció
-y yo feliz de tomarte por culo* –
Dejó su estúpido comportamiento y se giró, mostrándome esta vez una verdadera sonrisa. Una de las cuales es muy poco vista, cuando desea reflejar lo que en verdad siente. Una máscara que muy pocos saben descifrar– sabes que sería lo mejor, si consiguieses casarte con un alto mando o algún noble del reino vecino. O uno propio – tomó mi hombro, delicadamente que hizo estremecerme – podrían darte todo lo que quisieras, dejarías el puesto en el que estas y te convertirías en una dama de respetable familia. Créeme, tu acapararías a todas si te presentaras como una hermosa doncella de la compañía real –
No esperé aquello, solo una bola de metal cubriendo mi garganta, impidiéndome responder con el asco y la ironía que me caracterizaba.
Hermosa, ¿yo? Puede que me crea linda, únicamente por mi dorada cabellera y mis achocolatados ojos, pero no me compararía a las demás representantes de esa categoría.
Le indique con mi mano que lo olvidase, tenía que seguir con las compras y volver a ese lugar.
Al lugar que me obligaron llamar hogar.
Al hogar donde me obligaron ser parte.
Una parte que no existe, que ya no está aquí.
Mi familia, ellos, no están aquí. No más.
El castillo se alzaba ostentoso a nuestra llegada, cubierto de la más exquisita tonalidad de marfil, bañado en oro los cimientos y los relieves en forma curvilíneas alrededor de las columnas. Lo cristales de las ventanas bañadas por la luz del sol, reflejándose en ella la vista de un deslumbrante y celestial cielo. El tejado apilado, con piedras rojas casi anaranjadas en columnas, dándole un vuelo elegante a las paredes que sujetaban las estatuillas de pequeños ángeles o criaturas mágicas. No lo sabía bien. El tiempo se encargó de descascarar sus rostros, pero sus enormes alas las hacían distintivas de las demás formas antropomorfas.
La puerta de entrada al palacio, de un roble fuertemente crecido y luego, utilizado para convertirlo en un enorme portón, con herraduras de hierro pulido y adornado con cristales preciosos, sujetándolo en el arco bellamente decorado a mano, por uno de los mejores artistas del momento.
El jardín, ridículamente extenso, variado en todas las tonalidades existentes en flores, decoraba la entrada para los invitados más celebres de nuestra época. Ilustres sabios, ornamentados reyes, valientes y atrevidos guerreros de alto rango, entre otro.
Obviamente entre "otros" no estaba la servidumbre de esta mega fortaleza.
Cruzamos la entrada de arco de piedra, donde todos eran iguales a los ojos de los grandes sabios, luego tenía que ir a mi izquierda y cruzar el patio, donde había un almacén muy grande y a unos cuantos pasos a la derecha, estaba mi lugar de toda la vida. La cocina y el lavado de las exquisitas telas que cubrían el cuerpo de mis dueños.
Sabía que la diversión se acabó, pero antes me gire, viendo a Loke observarme. Entendía ese momento, ya que siempre era igual cada vez que regresábamos juntos del exterior. Él se iría a atender asuntos reales y yo, atender asuntos domésticos, esperando hasta que me mandasen otra vez al mercado. Solo en ese entonces, podía pisar fuera del castillo.
Hoy no fue un día muy emocionante, no tenía opción cabe decir. No disfrute mucho del tiempo que se me daba para abrazar el pequeño momento de libertad. Clorinda, a supervisora de la servidumbre, se daba cuenta que mis llegadas al castillo eran más tarde de lo habitual, y solo me mandaba a hacer pequeños recados. Grandes cuando se requerían urgentemente.
Una vez me pillo hablando con Loke fuera de la cocina. Pidió disculpas por mi comportamiento e inmediatamente me regresó a mi puesto de trabajo, sujetándome fuertemente del brazo y pidiendo una explicación razonable a mi falta de disciplina y mi coquetería con un señor de tercera estrella**
Obviamente, como la mejor dramatista y mentirosa que soy, le expliqué que la última vez que había hecho el recado, había sido rodeada por ladrones dispuestos a todo, y que no me permitirían volver pese a decirles que era sirvienta del castillo. Loke se encontró en ese momento y me salvo la vida. Prometió acompañarme o velar si yo me veía en apuros nuevamente.
Clorinda lo dejo pasar, notando en sus fríos ojos que no sería mala idea que me den un escarmiento o dos.
Como si no supiera que esta perra me quiere muerta.
De ese modo dejo de molestar pero advirtiendo fieramente que, a la próxima vez que notara algo extraño, o simplemente perder el tiempo afuera, yo tendría graves problemas con ella y luego me echaría a la calle.
No respondí en ese entonces, pero me hubiera dado gusto decirle que todo fue mentira. Que los brabucones querían pasárselas conmigo pero yo les deje bien claro que conmigo nadie se mete.
Porque era una mujer fuerte, una mujer guerrera, una mujer con la que no debes jugar.
Y el pescado dentro de la boca de uno, y mi zapato atorado en el culo del otro, fue claro ejemplo, incluso para Loke quien vio la situación sin ayudar mucho (porque yo termine antes que siquiera desenvaine la espada) que conmigo nadie se mete sin salir herido.
Puedo morder, y no de la mejor manera.
Regresando al momento.
Me acerqué más a mi guerrero favorito (no es que conociera a muchos para decir eso), mientras me entregaba las bolsas y paquetes. Había veces en que la compañía se extendía hasta la puerta de la cocina, ya que algunos paquetes eran muy pesados. Su gentileza y su humildad, pese a ser alguien que no debía brindad ayuda y ni hablar con míseras criadas como yo, fue lo que le permitió ser parte de mi cerrado y para nada divertido círculo de amigos.
Bueno, no es que tuviese muchos.
De hecho, él y dos más eran los únicos amigos que tengo.
Cuando tome el último bolso, estaba a punto de despedirme, cuando en eso dijo
-piénsalo Lucy, sería lo mejor si consiguieses un puesto donde las miradas puedan enfocarse en ti. Por lo menos una de las mozas alrededor de la princesa – y ahí estaba de nuevo, su sonrisa sincera que transmitía sus verdaderos anhelos – sería la única forma de conseguir que uno de alto mando te viera como una futura esposa y te sacara de… - señalo con las manos abiertas –…todo esto – no quería oírlo decir más, porque sé a dónde va eso. Pero si me seguía negando, sabía que al final solo nos lastimaríamos ambos. Sabia, con seguridad, que a pesar de las manchas de hollín, los harapos, la falta de feminidad y delicadeza a la hora de hablar, no era merito suficiente para alejar a este grandulón bañado en radiante luz dorada, como si fuese uno de los guardianes de la divina bóveda celestial y dejara de pretender que su inocencia no ocultaba sus intentos de cortejar.
Una inocencia que empleaba en cada conquista nocturna.
Yo lo entendía, lo sabía muy bien. Como también sabía que era imposible para una mugrosa y…aunque duela…bastarda como yo, poder aclamar algo tan grande como la libertad, el sueño de un amor correspondido y una vida digna en un lugar al cual poder llamar hogar.
No podía, y tampoco él lo merecía.
No sería justo después de todo.
Aunque la justicia mereciera llenarse de sangre vil y ruin por el dolor del pasado.
Lance mi mejor sonrisa, esas con las que cubro perfectamente mi drama barato de "pobre bastarda infeliz" y le dije, pese a que no lo deseaba así
-tal vez en algún tiempo, cuando Ashler adelgace o le devuelva el cuerpo al cerdo que se lo robó. Dios que ese hombre esta exageradamente gordo. No me sorprendería que diera a luz pronto – sin verlo, sentí su mirada urgente por que cambiara mi fachada y dijera lo que en verdad sentía. Pero no, como bien dije, soy fuerte, soy guerrera, no pienso y nunca cederé ante la derrota de mi marcado destino – además, no estoy tan desesperada por aclamar a un viejo moribundo con aires de supremo adonis y que me presente como una estatuilla dorada frente a su grupo de prostáticos sin solución. Estoy segura que frente a un espejo se diría "¡diablos hombre, pero mira todo este amor que tengo para darte preciosa!"– realice los movimientos, arrugando mi cara como la de un anciano y hablando con voz rasposa. Solo así no notaria el cómo me sentía de verdad.
Loke me miro, luego agacho la cabeza y sin apuro alguno, negó levemente. Si no fuera porque me detuve en mi teatro, no lo habría visto. Alzo la mirada y sonrió, más para él que para mí. Luego se acercó, yo mientras temerosa de que alguien nos viese. Elevó su mano a mi mejilla, y yo lista para gritar como histérica en plan de víctima-siendo-atacada-sexualmente-por-un-seductor-moja-bragas.
Una vez intento darme un toqueteo atrevido. No volvió a ver el sartén de la misma forma.
El movimiento fue rápido, pero gentil. Sentí como se movía de vuelta a su lugar, llevándose consigo una hoja que bailo en los aires, enredándose en mi cabello.
-iba a decírtelo antes de llegar, pero te veías graciosa con esto – en mención a la planta – espero y no tengas un nido de gusanos ahí. Estos son especiales alimentos para ese tipo de bichos –
No esperé a que terminara su biológica explicación. Todas las bolsas cayeron al piso mientras buscaba con desespero algún maldito bicho en mi cabeza, recorriendo con los dedos hasta el final de las hebras.
Iba a pagarlo con su vida.
Maldito Loke, sabía que me haría una jugarreta, pero tenía que darle el mérito. Sabía cómo salir de una situación incómoda como estas.
-¡m-muy bien, estoy molesta! – anuncie sonrojada mientras recogía las bolsas – maldito egocéntrico de mierda, tú, desgraciado seductor empalagoso y culo redondo – cogí todo muy rápido y me volteé a decirle – ¡cuídate de mí Loke, o ese gusano aparecerá en un lugar malditamente prieto en ti, donde no entra la luz de día y sufrirás mucho mientras te lo saco con la espada! - no necesite decir más par que el lunático sexual estallara en risa, mientras mi rostro se teñía del color más intenso de una saludable manzana.
Camine lo más rápido que podía a mi destino, imaginando a Loke revolcándose en el piso, sujetando su estómago por las fuertes carcajadas que atravesaban las paredes del castillo.
Y aquí vamos, mi rutina de siempre (valga decir con felicidad), es acomodar los víveres de mercado en el almacén, lavar las ollas y cubierto en el lavadero exterior y dejar los insumos y especias listas para usar. Luego, barrer el enorme patio fuera de la cocina y fregar la entrada principal de piedra. Llevar la comida a granero, alimentar a los cerdos y las vacas, limpiar y acomodar las herramientas del establo, lavar las ventanas por fuera, barrer las escaleras externas que conectan el castillo, y por último pero más importante, llevar la comida a los trabajadores del lugar.
Lo sé, es muy estresante moverme de un lado a otro, y sobre todo cuando hay un sol infernal o un frio mortal. Pero es lo que quiero, lo que necesito.
Estar afuera del castillo, servir de cualquier forma pero lejos de ahí. No soporto tener que estar dentro de esas paredes por mucho tiempo. Me asfixia, me aprieta tan fuerte, me duele respirar dentro.
Les entiendo, aún están confundidos al pensar que porque trabajo en un lugar así cuando me enferma de verdad. Tengan paciencia, puedo resumirlo pero pronto. Por ahora solo diré que las cosas nunca fueron así antes. Créanme, pero lo sabrán más adelante.
La noche llego, y con ello el movimiento en la cocina, en la enorme sala del comedor, en el pasillo que une ambos espacios. Había suerte algunas veces (no como esta vez) en que me dejaban fuera del mandado de la comida por ser simplemente los señores y su hija quienes disfrutaban de una velada tranquila, o con un máximo de 3 visitantes.
Pero esta ocasión era diferente.
El poderoso Clan de las Estrellas, miembros selectos de los cuerpos del ejército de todo Fiore, habían retornado luego de colaborar en una batalla vecina, salvando las fronteras del otro reino y eliminar a los dragones que destruyeron esas zonas. Luego de cada misión que se realizaba, el reino se encargaba de entregarles recompensas en oro, alimentos, bebidas y mujeres.
Que generosos que son los del reino.
Pero para llegar a Crocus, ciudad principal del reino, y ser otorgados sus premios, tenían que pasar primero por Junelle, aprovechando así la visita de uno de los importantes Señores* que albergaba la mayor propiedad de tierras agrícolas y ganaderas en todo Fiore. El motivo, ninguno. Simplemente, hombres con ganas de librar el estrés de las batallas mediante el alcohol y los manjares del castillo.
Y ahí es donde estaba yo, llevando las botellas de cerveza una y otra vez, sin parar.
En la mesa solo se presentó el Señor Alhemo. Su esposa, la Señora Pleba no es de concurrir a estos eventos si no se le solicita. Su hija, la Lady del castillo podía participar si gustaba.
Y por alguna extraña razón, no ha bajado de su habitación.
Estos personajes eran reconocidos por sus historias de lucha. De índole salvaje y guerrero, pero con la capacidad suficiente para idear estrategias basadas en segundos, cuando la espada está a punto de tocar sus gargantas y lograr deslizarse de las manos de la muerte. Se ha dicho muchas cosas de ellos; grandes hazañas, batallas épicas, y mucho derramamiento de sangre.
Pero la historia que más es mencionada, la más contada, es aquella que tiene mención a un ser profundo y siniestro. A una criatura que con solo decir su nombre, la tierra tiembla de miedo, los animales gritan de pánico, y las almas del inframundo huyen a esconderse.
Porque así de grandes, así de poderosos eran esas criaturas mortales.
Las anécdotas de batallas contra dragones.
-y bien, mis queridos amigos– habló el Señor Alhemo, luego de su quinta jarra de cerveza – hemos odio que otra vez sus encuentros con la muerte fueron sangrientos pero productivos – tomó su sexta cerveza, vaciándola al instante. Todos los presentes rieron orgullosos – me gustaría saber a qué se enfrentaron esta vez, antes de llegar a Fiore –
-fue un plan de último momento, pero tomamos la iniciativa antes que ellos – hablo un hombre de cabellera plateado, tanto por la edad como por el gusto de la belleza masculina. Irradiaba porte, respeto, pero sobre todo, sabiduría. – los derrotamos sin que ellos supieran que fue lo que los mato. Unos cuantos golpes ahí y allá y logramos acabar con todos ellos –
-¡oh vamos Caprico, no seas tan aburrido maldito vejestorio! – dijo un hombre moreno, de cabellera excéntrica en dos tonalidades (no sabría si el rojo o el blanco era el original). Solo un cinturón ancho y unos pantalones exageradamente holgados le daban un aspecto rudo, grotesco, pero en el buen sentido de la palabra. La espada que cargaba siempre en su fuerte y desnuda espalda tenia relieves en ambas partes, como circunferencias unidas y pintadas del brillo natural del acero, pero con un rojo en la mitad del arma con pequeñas incrustaciones de piedras preciosas. Era extraña, pero mortal - ¡diles como vencí a esos idiotas y gane unas garras más a mi colección, yeah! -
-¡Scorpio, que varonil suena eso hummm~! – la mujer que imitó un orgasmo (y que me dio un brinco del susto) era la amante, esposa o novia del segundo caballero. Nadie lo sabe y ni me importa saberlo. Pero ella era distinta a todas las mujeres que he visto. Tan radiante, tan expresiva, tan hermosa y sensual en su andar, meneándose en su provocativo traje aguamarina que ajusta perfectamente sus curvas. Pero todo eso queda en segundo plano ante su mortífera furia. Si su belleza era arrebatadora de suspiros masculinos (y a veces femeninos), sus técnicas de pelea eran merecedoras de la ovación del mismísimo señor del inframundo– cuéntame, vamos, dime con ese tono tan excitante y sucio que me vuelve loca de deseo, cómo venciste a ese monstruo –
Y estoy segura que muchos ahí tuvieron pensamientos sucios con ella.
-Aqua, el amor fluye vivamente ente ustedes, moshimoshi – aquel peculiar sujeto, vestido con pieles de pobres caballos, agregando a la ridiculez unos malditos pequeños pantalones a rayas, pero con el arte de disparar una flecha a tal precisión que podría atravesar una mosca antes de llegar a punto, era nada más que uno de los mejores especialistas en ataque a distancia. Su puntería nunca fallaba, según testigos. Aunque su comportamiento distaba de esa imagen bien formada – ¿qué dice usted mi señor, moshimoshi?-
-ja ja ja Sagito dijo moshimoshi dos veces –
-sí, dos veces – me sorprendió la primera vez que los vi en el castillo, pero ese par inseparable, constituido por dos mocoso de no mayor a 18 años, eran el mayor hallazgo del capitán del Clan. Se dice que su forma de capturar a los dragones no se distancia a los que usan los niños para robar un pan o algunas monedas en el mercado. Con mentiras. Pero su forma de encargarse de sus presas, va más allá de la imaginación de un asesino profesional. Tal vez sea su sombría mirada, o las voces tiernas que acompañan sus risas, pero ese par son de un cuidado megamente exagerado. Incluso, hay algunos que afirman con total devoción, que ellos son capaces de torturar y asesinar a sus propios soldados por mera diversión
-tu no debes decirlo más de una vez en cada oración, Sagito. Romperías tu record, te estresarías y matarías otro caballo, verdad ¿Gemi? –
-sí Mini, otro caballo – y ahí estaba esa sonrisa perturbadora.
Que miedo~
-¡no, debo controlarme! ¡Moshimoshi! -
-otra matanza, otro corte. Fascinante – y este caballero, de trenzas en toda su cabeza, de complexión delgada y alta, tez exageradamente bronceada y ropas amarradas únicamente con tres pretinas, era el merecedor de las armas más filosas de todo el reino. Su característica eran los cortes que realizaba a sus enemigos. Tan limpios, tan perfectos, hechos con la gracia de un ángel, pero sanguinarios como un demonio. Aunque sus gustos no le ayuden tanto en popularidad – ebi – observo el trozo de carne en su plato.
Eso no es calamar imbecil, es cangrejo.
-¡wooh! ¡Fascinantemente fascínate, Cancer! ¡Pero un cuerpo fascinante y sexy es mejor! ¡sexy body! – si se me permitiera entregar la medalla de reconocimiento al mayor mujeriego pervertido del año, sin duda se lo llevaría esa inmensa torre de músculos andante vestido únicamente con un taparrabo y con poca materia gris en su cerebro - ¡mis ojos aclaman un sexy cuerpo! ¡woo! –
Y ahí íbamos de nuevo.
-¡que vengan los sexys cuerpos y bailen para mí, el grandioso Taurus! ¡Si! – ante su mandato excesivo, el capitán del clan y el Señor negaron sin remedio alguno sobre el perfecto idiota.
-y dime, Seirei, ¿cómo fue esa última captura? – dijo Alhemo al capitán del clan. Este no era tan diferente a Caprico, salvo por un detalle muy llamativo en su rostro. Su extenso y gracioso bigote nasal.
Juraría que terminaban en puntas.
-simple, rápido y sencillo – prosiguió bigotes – antes que nada, nos fueron a solicitar un desalojo en las minas situadas en los bosques de Bosco. Lanzamos inciensos somníferos dentro de la cueva. Los lagartones lucharon por escapar o dar sus últimos ataques antes de caer. Tomamos a los cachorros y los despellejamos. Scorpio hizo de las suyas con su espada, ya que algunos hijos de puta trataron de atacarnos por la retaguardia –
-¡yeah! - celebró él
-varios intentaron soltarse de las trampas, pero con la precisión de Sagito y los cortes limpios de Cancer, logramos hacérnosla rápido, en el momento preciso– sonrió con orgullo, aunque se podía ver un aura tétrica en él – antes que un clase "S" apareciera – y sentí que se me congelaba el aire en los pulmones al oír lo último, mientras la jarra de cerveza bailaba en mis manos temblorosas.
Según lo que Loke logro enseñarme sobre los dragones, existe una variedad de poderes entre estas increíbles criaturas que son clasificados en cargos para ver el límite de peligro al que se enfrentan. Según entendí también en una explicación dada en este tipo de (frecuentes) eventos, los llamados "normales o A" son los jóvenes dragones o cachorros, cuya fuerza puede ser manejada tanto por un hombre, como por un pequeño grupo de soldados.
La categoría "B" son aquellos que tienen poderes para atacar o defenderse, pero que aún están en aprendizaje. Normalmente requieren de un grupo para destruir a uno.
Ahora, el cargo de "S o Special", viene a ser un dragón culminado que ya forma parte del cuerpo de guerreros alados. Son mucho más poderosos y peligrosos. Nunca se supo de alguien que lograra derrotarlo sin obtener cero bajas en sus tropas. Menos el Clan.
Luego, están los llamados "SS, súper especiales", quienes patrullan mayormente en las montañas, a veces solos o en grupos, impidiendo que algún idiota se atreva a cruzar los límites de sus nidos o guaridas. Son asesinos de sangre fría, no toleran a los intrusos, y menos si van con intenciones suicidas.
Algunos son mencionados como "SS10", que indica un tiempo de diez años de existencia como dragones. Se les identifica únicamente por las enormes, pero fascinantes cicatrices que cubren todo su cuerpo. Son de mayor categoría dado a la experiencia con la que cuentan. No se sabe mucho de ellos, pero los relacionan a las invasiones y ataques sorpresas a las pequeñas ciudades y aldeas de todo el continente.
Y por último, la clasificación más peligrosa dicha, por haberse presenciado la existencia de estos únicamente en la batalla de hace muchos años atrás.
Los dragones supremos, los líderes absolutos.
Los "SS100"
Fue a boca de los mismos dragones (se dice que algunos pueden hablar) que se sabe de la existencia de estos. Hasta la fecha, nadie ha vuelto a ver uno de su categoría, pero se dice que al verlos frente a frente, tu alma se congela, te vuelves piedra.
Y pierdes la vida porque tu cuerpo desaparece entre sus fauces, sin darte un segundo más a respirar.
Fueron vistos únicamente en la batalla de hace muchos años atrás.
Cuando la tierra decidió liberarlos de su lúgubre prisión.
-¿y luego qué? – pregunto Alhemo, emocionado por las siguientes palabras salidas de Seirei. Hasta que unos pasos resonaron en la habitación
-el mayor gran hijo de puta que podrías encontrar – la voz me tomó de sorpresa, solamente para sentirme tonta al pensar que él no sería participe de esta reunión – pero hicimos a ese bastardo suplicar por su vida, y la de sus malditos engendros – sujeto la empuñadura de su espada – sabíamos que iba a darnos con todo, pero nuestras habilidades conjuntas lograron derrotarlo rápidamente. Nuestras espadas chocaron en medio de su garganta, mientras los cortes en sus ligamentos y las flechas atravesadas en su corazón le brindaban un último suspiro, antes de caer y bañar todo el prado en un hermoso baño de sangre -
Los ojos de Loke observaron orgulloso a cada uno de su equipo, para luego posarse en los del rey, en Seirei, y finalmente, en mí. No pude evitar recoger mi cabello con el dedo medio de forma superflua mientras me sonreía como el idiota que es.
-loke, hijo, llegas tarde – agregó Seirei
-lo lamento, tenía un asunto que atender antes de reunirme con ustedes – tomó asiento junto al líder, mientras acomodaba elegantemente su espada a lado de su silla.
-ahora le dice así, asuntos – Cancer soltó burlón, mientras Aqua pegada como lapa* a él y ese par de gemelos esbozaban una sonrisa con intenciones maliciosas – antes se les llamaba fornicar, coger, follar duro, ahora es asuntos entre manos – el cuarteto soltó a reírse, Loke solo miraba con una máscara fría oculta en una sonrisa, mientras en su cabeza planeaba como hacerlos sufrir más tarde.
Si, así era este tipo. Calculadoramente terrorífico.
-¡oh sí! ¡wooo! ¡Es tiempo de follar algunas mierdas! – no pude evitar dar un leve salto, cuando Taurus se levantó rápidamente de su silla, haciendo caerla y gritar a todo pulmón - ¡que vengan esas delicias de cuerpos sexy! ¡Miles y miles de cuerpos sexys! – formó al aire con sus manos, como si amasara algo entre ellos - ¡voy a moldearlos, a saborearlos, estrujarlos en mi boca hasta hacer que griten mi nombre, mi maravilloso nombre! – el maldito enfermo gimió mientras deliraba a lo grande - ¡wooo si, hacen que me corra duro y rápido! -
Y sentí que las náuseas venían con fuerza.
Y mi puño dolía por estamparse en su cara
-muy bien es suficiente – aclaró el Señor – puedes tener lo que quieras en la ciudad, no aquí en mis tierras. Las mujeres tienen familias o están comprometidas, Taurus. Tu recompensa por luchar victoriosamente está esperando por ti–
-¡perfecto, si señor! ¡wooo! ¡Voy a seguir matando esas escorias y lameré todos los cuerpos sexys que vea en mi camino! – y después de ver una ráfaga de polvo elevarse ante de sus invisibles pasos, todos en la habitación pudieron respirar en paz.
Yo incluida.
-¿de qué mierda habla ese lunático?, los dragones no visitan estas tierras ni siquiera de noche. Saben que todo el límite está protegido – Scorpio se encogió de hombro - ¿duro y rápido? ¡jah! Yo puedo hacerlo en más tiempo y verdaderamente duro, ¿verdad mi preciosa perra? –
-sabes que esto tiene que demostrarse personalmente – Aqua agarro la delantera de su…ya ni sé que es, descaradamente frotándolo en toda su virilidad – demuéstrame lo rudo que eres y en como rompes mi cuerpo mientras me llenas toda –
-sin apuros, no hay nada mejor que un espectáculo en vivo – agregó Gemi
-ja ja, en vivo – siguió su hermano
-oh señor, dame fuerzas – suspiro Seirei
-si van a fornicar, háganlo en el almacén o el establo, no irrumpan con sus obscenas muestras de amor en la mesa. Es desagradable – Loke ya estaba a punto de agarrarlos del cuello y lanzarlos por la ventana. Yo quería ayudarle.
-¿está hablando Loke, el inocente mojigato? – me sorprendió que Caprico se metiera a la charla – ¿aquel mismo que se jactaba de las aventuras y sus conquistas en cada tierra blanca**? – no me era sorpresa saberlo, mi queridísimo semental tenía esa fama, pero si me asombro ver su rostro lleno de sangre, rebelando un maldito sonrojo que rompió mi corazón de ternura – el gran ejecutor de dragones que hacía a las mujeres volverse agua entre las piernas, y le suplicaban ser atravesadas por su enorme y peligrosa espada. El omnipotente destroza coños, el asesino de bragas, el moja túneles en delanteras y retaguardias. El muy valiente… –
-¡ya déjalo ir, Caprico! – su elevada voz sonó ronca, pero sería por la vergüenza – estas colmándome – sus ojos llegaron a mí, luego en su compañero – hay personas que no necesitan saber tus sueños húmedos conmigo, viejo cachondo –
-¡lo sabía, ustedes malditos maricas se dan y no consejos! – Scorpio rompió a llorar de risa – dejen sus historias de batallas camales para otro momento, me quitarán la motivación entre mis pantalones -
-creo que esto se volvió una lucha de voluntades de espadas – agrego el viejo bigotón – continuemos con la pequeña reunión. Es un gesto grosero no terminar acomida y el trago bendecido por nuestro anfitrión –
La siguiente conversación fue amena (claro que aun habían intenciones morbosas entre ellos) y el licor hizo su magia de la noche, como soltar las sugerencias de Cáncer con respecto a cómo afilar un arma, las técnicas de desmembramiento por parte de Scorpio, la educación apropiada para las mujeres del clan hechas por Aqua, y el sugerente estilo de la nueva moda del occidente por parte de Caprico.
Y la explicación de las manos ocupadas de Loke.
Una vez que los cuerpos agonizantes por el alcohol de los guerreros fueron llevados a sus aposentos por sus respectivos ayudantes, nos tocaba a hora a nosotros remediar el desastre de estos barbaros sin medida.
-quiero que mañana preparen un abundante desayuno. Tengo planes de cabalgar con Seirei por las praderas, mientras su gente visita a plaza de entrenamiento – indico Alhemo a Clorinda
-si mi señor, tendrá todo listo a primera hora –
-perfecto. Como siempre, cuento contigo para todo – cuando el Señor se marchó, Clorinda elevo su cabeza, solo para mostrar un ligerísimo pero notable sonrojo en sus mejillas. Luego se giró hacia nosotras y me atrapó observándola
-termina aquí y limpia los trastes sucios. Te toca esta noche – dijo mientras se retiraba, con la cabeza alta y los hombros hacia atrás.
Sentí pena por ella, en la forma en cómo se comporta ante nuestro señor, tratando de desear algo que jamás lograra conseguir en toda su vida. Puede que sea alta y hermosa, inteligente y responsable a su manera, con el cuerpo de ensueño de muchos hombres en el reino. Pero Alhemo nunca aceptaría tentaciones banales antes de romper los votos sagrados para su esposa. Una promesa declarada a los cuatro vientos, demostrando así el amor con el que se unieron ante los ojos de nuestros sabios y de nuestro dios.
O eso creen todos.
Ya sea por los gestos y movimientos de Clorinda.
Por las miradas llenas de promesas en el rey.
O por las manchas en las ropas de cama.
Sea como sea, ese asunto no me compete y muchos menos me deberían de importar en lo absoluto. Pero cabe decir que podría ser una buena forma de chantaje e impedir el maltrato de Clorinda hacia mí o al resto de las criadas, pero también sé que el Señor podría tomar su venganza y hacerme callar de las formas más horribles hechas hacia los prisioneros de guerra.
Además, la Señora Pleba me agrada mucho más que ellos. Siempre fue atenta con todos los trabajadores del castillo.
Bueno, despejemos ese mal momento. Regresando a la misión encargada por la santa Clorinda…
-al menos no rompieron los vasos esta vez. Y tampoco midieron cuan largo llegan a escupir en las jarras – agregué, dirigiéndome hacia el lavadero exterior. No eran muchas cosas pero deseaba aire fresco.
Iba a dar la vuelta por el almacén para acortar unos cuantos metros de camino, cuando al fondo veo una figura negra, recostada en la pared.
No tuve miedo de acercarme, sabia por la forma y a altura quien era. Seguí caminando como si no sintiese su presencia, pero su grande mano tomo de mi brazo, jalándome hacia una muralla caliente y dura, sorprendiéndome saber que era su escultural pecho (malditamente apretado bajo la tela de su camisa) el que oprimía mi mejilla y mi cuerpo. Estuve a poco de soltar la tina con los utensilios y demás trastos, pero Loke lo sujetó por mí y lo acomodo en unas cajas de madera cerca de nosotros.
Sus manos ahora libres llevaron mi rostro ante él, delicadamente, y aunque la luna no brillase mucho como en otras oportunidades, sus ojos destellaban de alguna forma, haciéndome consiente del ligero brillo de estupor por el alcohol, y del sonrojo aun presente por los efectos del bochornoso momento.
Porque hasta yo sentí que mi cuerpo se calentaba donde el tenia puesta sus manos.
-loke – mire atentamente su rostro, el no respondió en seguida, pero sabía que quería decir mi nombre dado al ligero movimientos de sus labios - ¿Qué diablos estás haciendo, pervertido? – pese a que deseaba sonar molesta e irritada por el inesperado movimiento de tenerme entre la muralla de madera y la muralla de carne, mi voz salió en un ligero susurro acompañado por un vestigio de nerviosismo – en serio, voy a gritar si no te apartas de mí. El taco de mi zapato es más grande, no creo que pueda entrar fácilmente en tu redondo trasero pero hare mi mayor esfuerzo –
Ladeo una sonrisa, pero sus manos aun sujetaban mi rostro. Su aliento mentolado mesclado con el dulzor del alcohol me hizo sentir un poco extrañada, pero no iba a permitir que sus encantos tomen terreno y sobrepasase los límites permitidos.
De hecho no habían límites, porque no había nada que él lograra obtener de mí, pero se siente bien decir que tengo domado a esta bestia de espada colosal.
-apuesto a que sí. Todo lo que haces es con una fuerza de voluntad formidable – acercó más su rostro, mientras yo estaba lista a golpearle en su mejor arma secreta no tan secreta – tu voluntad a aferrarte en lo crees y en lo que es correcto es admirable, digno de ello – y su rostro se acercaba cada vez más – pero la terquedad es un rasgo que admiro más en ti, aunque me provoque dolor de cabeza –
-vas a tener otro tipo de dolor de cabeza si no me dejas ir – me enorgullecí de soltar las palabras fuerte y claro, pero eso pareció no importarle
-sabes que las cosas toman su lugar, tarde o temprano, pero llegan – mi cuerpo se escarpelo ante el roce de su pulgar en mi labio inferior. Él podría tomarlo como nervios de una puritana ante la presencia de un cuerpo hecho de pura lujuria, pero yo solo trataba de controlar mi ira – pero no soy tan paciente, y menos ante algo que se aferra duramente de mí y destruye el límite de mi paz, haciéndome soñar tenerlo en mis manos, en mis brazos. A mi lado – la melodía erótica con la que soplaba esas palabras en mi rostro, fueron un toque de la caricia más suave en mi conciencia hermética. Yo sabía el grado sexual que maneja este hombre, aunque me parecieron ridículos cuando lo conocí por primera vez.
Recuerdo ese día, cuando unos bastardos llegaron en caballos hacia el castillo. El Señor y su esposa no estaban, Clorinda se había marchado por una encomienda personal de Alhemo y los trabajadores estaban en las tierras de cultivos y del ganado. A simple vista pensé que podría atender a esos infelices merodeadores, pero al notar las espadas que tenían, supe al instante en que no solo el castillo seria ultrajado de todas sus ornamentas de oro. Yo también lo seria, si solo planeaban únicamente eso.
Resistí un poco, pero me rodearon en seguida y me obligaron a seguirlos al establo. Con suerte logre mantener la calma antes de lo innegable, pero sería por un corto tiempo y la ayuda no vendría.
Así que solo me puse a contar las ovejas que pastaban en los campos, como si fuera mi bálsamo ante la pérdida de razonamiento. El trauma seria manejado pero a largos plazos.
De repente escuche el grito de hombres embravecidos, el golpe de espadas y el relinchar de caballos furiosos resonando en la plaza exterior. El tipo que ya estaba sobre mí, desenredando las tiras de mi corsé, me tomo de mi cabello y me obligo a pararme, a seguirlo nuevamente y llevarme ante el responsable de la pelea. Grande fue nuestra sorpresa, tanto para él como para mí, el ver a un solo hombre acabando con todos ellos únicamente con su espada en mano, sin blindajes, sin armaduras, desnudo de protección.
Recuerdo la fiera mirada que le dio al maldito que me tenía presa en su brazo, apretando mi garganta mientras la punta de su filuda cuchilla cortaba débilmente la piel de mi cuello
También recuerdo el momento en cómo se abalanzo sobre él y le corto la mano que me tenía hiriéndome con el arma. La lluvia de sangre manchando mi rostro y el gimoteo ahogado de la garganta cortada de este. Su precisión había sido tal, que solo un simple tajo derribo al ladrón con la cabeza cercenada y el brazo salido de su lugar.
Estuve conmocionada por unos segundos, luego me levante rápidamente y lo mire. Él a mí. Una batalla de miradas se extendió en ese momento. En ese tiempo. En un eterno segundo.
Pero el hielo formado en su aura se esfumo, dando paso a una cálida briza de primavera. Tan fresca, tan radiante, así como la sonrisa que me ofreció luego de tan devastador momento.
Uno en que por poco pierdo mi voluntad de vivir.
Se acercó hacia mí, lento y temeroso de provocar un derrumbe en mi fuerza, pero yo sabía que todo había pasado a bien. Lo entendí, a sabiendas que era ridículo pensar así, pero me sentí a bien conmigo, y con él.
Envaino su espada, no sin antes sacudir la sangre que bañaba su resplandeciente acero. Dio unos pasos más hacia mí y dijo, con esa voz suave, aterciopelada, la cual usa en momentos de estrés para calmar la situación. Una que nunca olvidaría, ni con el pasar del tiempo, ni con el pasar de las vidas futuras…
-hola guapa, pero mira que desastre tenemos aquí. Me resulta bien tener a una mujer tan bella ahora mientras me idealizo en cómo explicarle esto al Señor. De seguro estas traumatizada. No te preocupes por mí, te tengo en mis brazos y te protegeré de ahora en adelante, cariño –
Y pude respirar al presenciar al mayor estúpido, idiota, pervertido y arrogante sujeto. Pero uno de cual sabía que estaba a salvo de sus fechorías sexuales.
Hasta ahora.
Porque la pierna que se abría paso entre las mías, o la mano que sujetaba mi cadera cerca al broche de mi falda, no daba explicación alguna de cómo este chupamedias digno de trofeos al mejor imbécil de la historia, estaba tratando de romper las barreras que forme frente a él, seduciéndome como a una más de sus tantas putas baratas a las que él frecuentaba en cada misión.
No había reino alguno sin una promesa de aventura en las faldas de las habitantes.
Lentamente sentí el peso de su cuerpo tomar terreno, peo yo sabía que con un solo movimiento de mi rodilla lograría no solo dejarlo estéril, sino que su título de la polla del amor (como escuche decir una vez de Scorpio) se volvería al eunuco con pase libre. Si tanto deseaba joder, entonces que lo jodan a él.
Pero el ligero movimiento de sus hombros me detuvo de mi brillante plan macabro, solo para sentir la humedad en mi hombro resbalar desde su rostro.
¿Será posible?, él, ¿acaso él…?
-las cosas de las que me arrepiento – soltó lastimero, haciéndome pálida de la impresión. En efecto, estaba llorando – lamento esto, Lucy. Pero lo necesitaba, quería saberlo. Solo no quiero lastimarte –
Puse a trabajar mi cerebro por unos momentos, solo para darme cuenta a lo que se refería. No sé en qué momento de mi narrativa anterior fue que él puso su rostro en el hueco de mi hombro, o cuando sus manos me rodearon en un abrazo de oso, pero tenía que consolarlo a sabiendo que podría tomárselo a mal. Pero estamos hablando de Loke, a él todo le parece posiblemente sexual.
-vamos, ya, tranquilo – logre pasar como pudiese mi mano en su espalda, aun me tenía abrasada – no creo que el omnipotente destroza coños, el asesino de bragas o moja túneles se ponga a llorar frente a una de sus más terribles conquistas – solté una sonrisilla traviesa – yo sé lo que eres, maldito idiota, y no te arrepientas de ser el semental con el record más grande de la estupidez en el mundo. Así con más o menos, seguirás siendo mi punto de burla privado -
Pensé que las palabras hirientes que normalmente utilizo en él, lograrían calmar su angustiada mente perspectiva de lo que pensaba de él, pero al parecer la jodi más. Sus brazos se apretaron más fuerte en mí. Temí que haya presionado algo en el para quebrarse y soltarse más conmigo, aunque no lo menospreciaba en lo absoluto.
Palpé su espalda nuevamente, resistiéndome un poco a decir las siguientes palabras, pero las lágrimas seguían bajando y eso me lastimaba como no tienen idea. Pese a ser como es, él es quien siempre estuvo ahí en los mas difíciles momentos. Y aunque sean tan pocos los momentos, eran valiosos para mí en su totalidad.
-la reputación es una perra, créeme – comencé lento, segura en las palabras – la verdad es mucho mejor a cualquier cosa dicha por petulantes, creyéndose las historias mórbidamente dichas solo para fantasear en lo que suponen ellos, seria real si lo anhelaran. Pero sé muy bien que, pese a todas las ocurrencias dichas por ti y por mí, ambos sabemos de lo que eres capaz y de lo que no – sentí su fuerza caer de sus brazos, oportunidad que tome para alzar mis manos hacia su rostro enrojecido y brilloso por las lágrimas, y utilice mi mayor fuerza para declarar las siguientes palabras – no hay nada sabido en ti que yo no sepa, las habladurías no se comparan a lo real que vivimos en cada momento que nos damos. Entiende que mi cabeza no abarca cosas sin sentido, sin bases o coherencia, solo tú y tu alocado mundo de perversión en buena gana, o tus palabras cargadas de sorpresas dignas de una risa o enojo, pero más que eso… - acerque mi mano a su pecho, tanteando su corazón, luego me aventure entre sus brazos y lo rodeé fuertemente – es la valentía con la que afrontas sus miedos, tus batallas, tus guerras lo que te hace digno de ser mi mejor y único punto de burlas – no iba a decirle que era la persona más especial del mundo. No quería agrandar su ego y verlo molestarme en cada oportunidad que tenga.
Además, las palabras dichas así sobran. Él lo entendía.
-y sé que después de esto, la borrachera y las emociones dramáticas, caerás en un poso de sueño y romperás mi espalda si te llevo cargando a tu recamara, así que haznos un favor a los dos y comienza a caminar antes de desmayarte – mis manos aun tomaban su rostro, pero él las quito y se las llevó a su boca, dándome un beso en los nudillos de ambas manos.
Sentí mi corazón hundirse un poco más, pero sabría sobrellevarlo en un corto tiempo.
-¿Qué tengo que hacer para hacerte entender lo mucho que te necesito? – esas palabras me tomaron por sorpresa. Aunque lo sabía, escucharlas fue una puñalada a mi torturada alma – tengo que idear un plan para que me aceptes y llevarte de aquí. Mereces todo –
Pero no de ti. Me rompería si lo hiciera.
Aclare mi garganta, alejándome de su calor y lo tome de la mano – tengo que lavar muchas cosas antes de acostarme. Vamos, te llevare a tu recamara o caerás en medio de la sala
-eso sería bueno si fuera encima de ti -
-créeme que te estaré esperando con algo filudo atado a mi trasero si lo intentas – lo lleve lentamente al final de las escaleras que daban a los aposentos para invitados, teniendo en mente todo lo dicho entre nosotros. Si negara que tuviese sentimientos por él, sería una total mentira.
Pero el amor es algo efímero en mi posición. Aunque duela admitirlo, no hay esperanzas para la vida que tengo en la que pueda entrar un atisbo de esa cálida luz en mi corazón.
Lo bueno es que no moriré sin saber lo que es sentir el cariño y aprecio. De las tres personas que más amo en este mundo.
Uno lo tengo de la mano.
Una mano que resbalo de la mía y cayó fuertemente al suelo.
Bien, por nada los ejercicios de cargar sacos serán en vano
Ya era de mañana, cuando Alhemo y Seirei fueron a trotar con sus majestuosos caballos hacia las laderas de un descampado para contemplar los vastos terrenos agrícolas de su propiedad. Los otros invitados pasearon por la plaza de entrenamiento, en las caballerizas y a los alrededores del mercado.
Tenía la ligera impresión de que Loke deseaba que le acompañase en su paseo, o solo quería un momento a solas para saber que tenía pensado con respecto de anoche, pero la situación cambio para mal cuando Clorinda me sorprendió en mi habitación, cambiándome mis ropas por unas más ligeras para lo que tenía pensado hacer hoy.
Limpiar el excremento de los animales no requería un vestido largo ni escotado.
Ni bien me vio, dio pasos presurosos a mi dirección, mostrándome esa fría y maldita mirada de hielo, con la que lograba que todos actuaran a su maldito antojo. Le temían mucho.
Yo no, pero me obligaba a obedecerle.
-¿Por qué te demora tanto? – no acababa de hablar y ya me tenía sujeta del brazo. Suspiró – hubo un mensaje de suma urgencia en pedido al Señor y sus honorables visitantes. Mi señor y su esposa van a dirigirse a la capital dentro de un par de horas. Obviamente su hija no ira con ellos – ya estábamos en la cocina, cruzándola al otro extremo.
Mire dudosa, no me llevaban al otro ala que conectaba al castillo si no fuera por una emergencia o limpiar junto a las demás criadas la gran sala de recibimiento ceremonial, o para atender la comida en eventos como el de anoche – ella mando por ti – dijo – necesita arreglar unos vestidos y dejo explicito que tú eras buena en eso. Esa será tu labor de hoy y… –
Antes de siquiera terminar de escucharla, me detuve abruptamente casi llegando a la escalera que llevaba al segundo nivel.
Clorinda me observaba boquiabierta, sorprendida de mi actitud de mala agradecida servidumbre. Yo esperaba que dijese eso, porque siempre se lo recriminaba a todas las mujeres bajo su mano. Nunca era suficiente, nunca era perfecto para ella. Todo era a su forma y debía de serlo así. Pero mi cabeza también estaba en otro asunto.
¿Arreglarle unos vestidos? ¿Enserio?
Las únicas veces en que fui mandada a Lady fueron bajo el compromiso de la confidencialidad. Entre puertas cerradas. Las veces que fui a su dormitorio eran únicamente por el saber de datos e información increíblemente valiosas. Detalles a pulir, obstáculos por medir, objetivos por alcanzar.
Conocimientos para la realización de un plan.
Me cruce de brazos, lista para recibir los insultos y demandas por parte de Clorinda ante mi incorrecta postura frente a ella, pero los pasos presurosos se escuchaban llegando desde arriba, luego bajando por los peldaños uno en uno.
-¡Lucy, que alegría verte! – la voz dulce, melodiosa, pacifica de la Lady del castillo derrumbo todas las cortinas de hielo a mi alrededor, dando paso a una preocupación mortal. Use de nuevo esa mascara, aquella para cubrir mis sentimientos, dejando atrás la amargura y la ira candente hacia Clorinda, para sentir un malestar en mi pecho a causa de la pequeña damisela que baja las escaleras.
De semblante angelical, con ojos verduscos azulados, una piel de porcelana, cabellos dorados bañados en el sol y una distinguida pero perfecta tonalidad rosa en sus labios.
La silueta perfecta, la belleza perfecta. La princesa perfecta. Michelle
Bajando las ultimas gradas, omitió cuidado alguno al pisar el ruedo de su hermosos vestido rosa, pero como si fuese parte de alguna broma, con total gracia y delicadeza, como una pequeña pluma, como una muñeca de trapo sin el más mínimo peso, cayó al piso de mármol pulido, reflejando no solo el instante en que cerro sus ojos, sino el momento que su rostro golpeo rudamente.
Esperamos un segundo, luego dos, hasta que en el tercero Clorinda corrió a su lado, tocándola como si fuese de cristal y temiera quebrarla.
Tuve que actuar para no dejar sospechas, así que me acerqué y con un ligero malestar de preocupación pregunté
-¿está usted bien, su alteza? – solté aire al notar ninguna herida en su rostro, solo un rojez en la frente, pero se le pasaría rápido
-sí, creo que mi equilibrio no es tan bueno – sonrió, con elegancia, belleza, pero un brillo de inocencia la cubría, como un abrazo de ángeles que coreaban su nombre al son de la más deliciosa melodía celestial.
Ella era así, intensa, inspiradora, agraciada. Toda ella era pura luz divina.
Trague duro, preparada para lo que vendría. Clorinda sujeto a Michelle y ella, con total cuidado, se alejó de su "queridísima" nona, ocultando el poco agrado que conocía bien de Michelle por esta mujer.
La conozco tan bien, como la palma de mi mano. Como si ella fuera parte de mí en algún sentido.
Y una ligera sonrisa quería asomarse entre mis labios al ver el rostro de Clorinda. Ella también sentía aberración hacia Michelle, pero el de ella no era justificado, no era válido por decir que le tocaba cuidar de la hija de su amado rey.
Una excusa patética diría yo.
Michelle se recompuso, se aliso el vestido pese a que Clorinda lo había hecho ya, y luego, con total sutileza me dio una mirada que lo decía todo.
Era hora de ir a ese lugar.
-Lucy, ¿podrías acompañarme a mis aposentos? – Se dirigió a Clorinda – mi bella nona, hazme el favor de preparar el almuerzo. Mis padres saldrán, pero espero unas cuantas visitas y deseo recibirlos con toda la hospitalidad posible – Michelle sonrió, mientras Clorinda trataba de tomar su pequeño cuello y estrangularlo mentalmente. Y yo, solo aguante carcajearme.
-en seguida, Lady Michelle– se giró no sin antes reverenciarse, pasando luego por mi lado y finalizando con su mordaz mirada.
No le di el gusto de responderle, no valía mi tiempo. Michelle camino de vuelta arriba, mirando detrás suyo si iba a seguirle. Claro que iba a ir con ella. No iba a dejarla sola.
Caminamos en silencio hacia sus aposentos, entramos y Michelle guardo la puerta con seguro.
Al fin volvíamos a estar sola. Como las pocas veces en que se lo permití.
Juntas otra vez, en el mismo lugar donde todo comenzó, donde todo dio origen a este evento lleno de, como decirlo, problemáticos sucesos que nos volvían más unidas y a la vez, más distantes entre nosotras.
Michelle me miro por unos segundos, luego se fue a la mesa donde guardaba todos los insumos para maquillar su perfilado rostro. Encima tenía un platón con agua tibia, recién subida de la cocina. Acercó un pañuelo y lo humedeció, luego se giró hacia mí y con suma delicadeza, como si fuese a detenerla, abofetearla, o peor aún, arrancarle los zafiros de sus cuencas, me toco el rostro y lento pero delicado como el roce de un pétalo, limpio mi rostro del hollín y la suciedad del esfuerzo físico
-Michelle, ¿por qué no bajaste anoche? – solté en un suspiro. Sus delicadas manos pasaban sobre mi rostro – de hecho, no te vi en todo el día. ¿Estabas mal?, ¿sucedió algo? –
No respondió, ni siquiera me miro cuando me aseaba. Una vez acabado, me tomo de las manos y me llevo frente a un enorme espejo, decorado con piedras rosas y guindas, y aunque el diseño fuera algo floral, el estilo realzaba en la elegancia. Como debía ser quien observaba ahí, su reflejo.
Mire en el cristal, la silueta presentada ante mí y solté una brisa silenciosa entre mis labios. Hacía tiempo que no lo veía. No presencie los cambios que hacían la limpieza de la suciedad en mi rostro, en como mis definidos rasgos se realzaban fuera de la máscara de tierra y lodo, y mejoraban al paso de la lengüeta de agua purificando mi piel.
Me veía diferente, me veía totalmente fuera de mi papel. Me veía otra.
Era otra.
Di un respingón cuando Michelle me abrazo por la espalda, escondiendo su rostro en el hueco de mi cuello. Podía sentir sus manos tensarse y temblar, mientras el pañuelo caía de su mano a mis pies, mojándolos como hacia sus lágrimas en mi espalda.
Fruncí el ceño. Dios, algo no estaba bien.
Bueno, que una persona llore era síntoma definitivo y único que algo sucedía. Pero podía definirse con que llorara de alegría o algo así. No siempre tiene que ser por dolor o sufrimiento.
Pero siendo sinceros, ¿qué princesa, con toda esa belleza y joyas y vestidos y demás artículos que complementan su personificación, sentiría dolor o sufrimiento alguno?
Yo lo sé. Ella.
Me gire en sus brazos, temiendo romperla en miles de fragmentos y nunca saber cómo armarla, como recomponerla, como hacerle explicar que era lo que le ocurría. Porque sabía, sabía perfectamente que cuando ella lloraba, y daba un mal paso, ella no dejaría ir todo hasta pasado cuatro lunas, sufriendo y llorando hasta que al día siguiente, después de vaciar todo, y ya fuese demasiado tarde, me lo diría. Siempre era así.
Tome su rostro entre mis manos, le mire fijamente y atine a decir lo que mejor podía decir en un momento así
-¿ahora qué diablos ocurre contigo? – y si la personificación de la amabilidad apareciese aquí, me daría una patada en el culo y me mandaría a volar lejos. Pero tenía que ser así, lamentablemente tenía que - ¿Qué ocurre Michelle, que te paso? –
Michelle sintió que la ayuda había llegado. De mala gana claro es. Ella se soltó pero me llevo a la cama, sentándose frente a la norme ventana que le cubrían costosas y finas cortinas de pieles. Me senté a su lado, divagando en los posibles problemas que podrían presentar.
Lentamente se llevó una mano a la boca, como si aquello que fuese a salir de su garganta fuera en físico.
Saben de lo que digo.
Unas lágrimas más cayeron de pronto, luego otras más, y otras, hasta que el hipo de sus sollozos me preocupo a grandes proporciones. Ella no hacia eso sino fuera por algo sumamente serio, sumamente difícil de soportar.
Fuera y totalmente lejos de su alcance y del mio.
Me miro, y me quebré ante su dolor. Era como el espejo del lugar, reflejaba perfectamente las emociones, y por el amor de los mil sabios, veía un dolor inimaginable en ese par de cristales jade azulados sin brillo alguno.
-Michelle ¿qué pasó?- le tomé el rostro, quitando el cabello pegado a sus mejillas, esperando alguna reacciones pero solo lagrimeo con más fuerza. Alterándome. Alterándonos. Fue un largo tiempo hasta lograr que se abriera, que soltara lo que tenía que decirme.
Por el bien de ambas, que no fuera algo que no podríamos afrontar juntas.
Pero no podía hacerme tantas esperanzas, no después de lo que dijo, en ese lugar, de esa manera.
No después de escuchar la palabra más temida de todos y todas.
-¡u-un dragón! – y mi sangre dreno mi rostro, mis manos se congelaron en su cara mientras mi alma abandonaba mi cuerpo, solo para volver de golpe cuando el aire suplicaba por recorrer mis apretados pulmones. La solté negando rápidamente, imposible de haber escuchado aquello que hacía temblar a más de un soldado en todo el hemisferio de Ishgar.
Scorpio lo había dicho, ellos no traspasarían estas tierras protegidas. Había calma aquí y la gente estaba más que feliz de mudarse a estas tierras. Era imposible que los lagartos mutantes comenzaran invadiendo Junelle.
Pero ella lo confirmo, asintiendo ante mi negativa de creer que estábamos tratando con algo inmensamente imposible. Lucho por hablar, yo quería que hablase. Iba a matarme rápido.
-dime que es una broma – dije, sin dejar de mirarla.
Pero ella negó. Y de nuevo me sentí vacía.
-no quería es…solo sucedió…y-yo no quería q-q ellos… – temblando como una hoja frente a un ciclón, Michelle se abrazó fuertemente, suplicando en silencio que le escuchase, sin importar el vivo magma recorriendo mi venas en lugar de sangre – estaban solos – agrego, sorbiendo la nariz – eran unos niños –
Y con esas pocas palabras, mi cerebro trabajo en unir cabos y me llevo a una sola cosa que escuche hace poco tiempo.
Últimamente se dice que los dragones han comenzado la cacería de niños humanos. Nadie se hacía una idea diferente a que se volvían comida de esos monstruos, pero la rareza de asunto era que solo tomaban niños huérfanos, pobres, o degradados por la sociedad y que residían lejos de los reinos. Nadie creía tal barbarie, pero después el avistamiento, más la desaparición de niños en las diferentes zona, alarmaron a la población a resguardar a los inocentes y encerrarlos en sus monumentales celdas de oro.
Eso, lamentablemente, no cubría la población de los más pobres de la zona, pese a que algunos reyes optaron por entregarlos al ejército y ser cuidados por estos, o educados y volverse soldados.
Así que de eso se trataba.
-los niños alrededor del pantano – dijo en un susurro, y pensé "Dios, déjame arrancarle a piel a esta idiota y sin remordimientos, déjame clavarle un puñal en el pecho o quemarla viva" – eran los niños que te dije el mes pasado – lo recordaba, perfectamente que sí. Los huérfanos de la cabaña al otro lado del pantano. Niños que sobreviven haciendo pequeños recados, o trabajos forzosos para los más grandes. Entonces una oleada de culpa me vino al pensar en lo que hubiera pasado si Michelle no se interponía.
-ese…ese dragón – se me hizo difícil decir esa palabra – iba a llevárselos… - no era una pregunta, era una confirmación. Si las cosas se pusieron así para los niños desprotegidos, sabía entonces el problema que había obtenido Michelle.
Maldita sea Michelle, en qué diablos…
-no podía – se levantó rápidamente de la cama, abrazándose fuertemente aun. Miro por la ventana, luego bajo el rostro, pero en seguida me miro atenta, ante cualquier signo que expresara abiertamente. Me había agarrado en una forma difícil de ocultar mis emociones. Podría leerme libremente como lo hacía antes – no podía dejarlos irse con ellos – se detuvo frente a mí – por mi nombre, le suplique me los dejara en paz, que se alejara de los niños y que se fuera – y ahí caí en picada.
Si Michelle era la semejanza pura de la ardiente pasión, la devoción, la fragilidad y la humildad en cantidades sorprendentes, también lo era en ignorante, estúpida, tonta, idiota. Pero más que nada, ella era valiente a su forma.
Si alguien tenía las agallas de decirle a una criatura de más de media tonelada, con poderosas garras y mortíferos dientes, que se largara derecho a su maldita y apestosa cueva, esa era mi deslumbrante pero idiota amiga Michelle.
No quería saber que le dijo esa criatura a mi amiga como para tenerla temblando, como si fuese hecha de hielo. Obviamente no se había atrevido a lastimarla. Aún conservaba todos sus finos cabellos en su pequeña cabeza. Pero ese era el problema. No que Michelle estuviese viva, sino la forma en cómo consiguió seguir con vida.
Como si leyese mi mente, se acercó más a mí, de repente se arrodillo, poniendo frente a mí su acongojado y resignado rostro. Yo tome lo que me dijo, lo acepte, pese a que no debí haber sido yo, pero…iba a ser difícil de todas formas si no se afrontaba el problema.
-le supliqué le los dejase en paz, que se marchara – prosiguió, tocando mi cabello entre sus dedos de porcelana – él, el dragón, me miró fijamente. Sabía que mi vida iba a terminar en un abrir y cerrar de ojos. Que todos íbamos a morir…pero no fue así. –
"tome el valor para hacerle frente, pero no tenía la pisca necesaria siquiera para dejar de temblar. Los niños me miraban como si todo fuera un sueño, realizado con malicia por el destino. Pero no era nada parecido a una broma.
Entonces, cuando sentí que la criatura avanzaba firmemente hacia nosotros, una nube gris de humo caliente nos cubrió por completo, luego un rugido tosco y grave y al final, el aire cortado por algo a su paso. Me estremecí con ellos en mis brazos, empezamos a lagrimear, pero trate de divisar que había ocurrido sin conseguir éxito al instante.
Entonces pasos lentos y pesados avanzaban hacia mi dirección, acompasando el ritmo de mi corazón. Pero al ver la imagen que se posó frente a mí, perdí los pocos gramos de valentía para afrontar mi suerte. Sus ropas, elegantemente rojas. En tonalidades que podría opacar los finísimos rubíes más brillantes del mundo. Su presencia, su porte, toda su altura. Sus manos ásperas ante la visión, pero suaves y fluidas en movimiento.
Pero sus ojos, afilados y penetrantes, con el mismo color e intensidad, fue lo único que penetro en mis y sentí un miedo arraigarse en mi ser. Uno que jamás pensé sentir en mi vida. Tan poderoso, tan salvaje, inalcanzable.
Su apariencia humana fue hecha como el mismo señor de la muerte vistiendo la piel de la sensualidad, del brillo maligno favoreciendo su andar y el movimiento de su cuerpo. Pero todo eso lo cubría un aura peligrosa, ardiente de malos presagios, un desgarro a alma y el dolor desmesurado quebrando todo mi ser.
Sentí, en verdad, mucho miedo…"
No sabía cómo sentirme ante aquella extraña explicación. Por más que le diera vuelta al asunto, sentía que Michelle, aquella dulce e inocente Michelle, desvestía con los ojos hirviendo de lujuria a un dragón en su piel humana.
Y pensé en eso último.
Un dragón vestido de piel humana. Un dragón en forma humana. Un dragón volviéndose humano.
Por la gran mierda religiosa…
Eso significaba que usaban la forma física de una persona para pasar desapercibidos en el mundo humano.
¡Usaban una maldita táctica de apariencia!
Los dragones han evolucionado de tal forma que siquiera pensar en que en este mismo momento, una persona podría estar hablando con quien sería su comensal, y el maldito bastardo no tendría idea de lo que se esperaba a la vuelta de la esquina, donde esa persona que te agrado de inmediato, es nada más y nada menos que un maldito reptil come-hombres
Han evolucionado. Maldición que lo han hecho.
Michelle espero a que terminase de procesar lo dicho, aunque admito que no había mucho que decir al respecto. Ella, aun abrazándose, continúo
-cuando sentí que no podía más con la presión, él me hablo – y veme ahí, cayendo en picada otra vez. Aun me era increíble escuchar de un dragón que hable – me dijo, con su voz demandante, tan cargada de odio hacia nosotros – a los humanos, pensé – que dejaría libre a los niños, perdonaría sus vidas y prometería no volver a ese punto del pantano, bajo una simple condición – y sentí romperme en algún lugar de mi mente, todas las cosas se estropearon. Todos los pensamientos que pasaron por mi mente, echados en una mesa y deduciendo qué diablos podría querer esa cosa grande y peligrosa, fueron solo un montón de basura eliminada en el fuego de mis pensamientos.
¿Una condición, en serio? Los dragones han evolucionado a este punto, únicamente para qué, ¿decirle a sus presas "¡hola, te voy a comer si no me cumples una condición!"? En su maldito lugar destrozaría el cuerpo de Michelle, me comería sus restos pieza por pieza y acabaría de la misma forma con los niños.
¿Qué clase de dragón, uno terrible y poderoso según Michelle, dejaría ir a su cena a cambio de una condición?
Entonces lo supe, lo entendí al momento en que levante la mirada hacia ella, suplicándome con la mirada que lo dijera por ella, porque era algo tan difícil de pronunciar que hasta a mí se me hacía un nudo en la garganta.
Me levante, la observe, ella se abrazó más si podía, y con lentitud en las palabras, dije seca y débilmente
-a ti – y la vi derrumbarse. Al igual que yo me sentí paralizada, como las estatuas de marfil que adornan el castillo y los jardines. Todo tenía sentido ahora, el por qué la dejó vivir, explícitamente a ella. Le hizo una promesa, y cuando un dragón lo solicita, se le otorga sin protestar, como bien dicen los grandes grupos adoradores de estas bestias.
Las cosas se ponían cada vez más turbias. Y sabía por qué.
Los dragones, aparte de ser lo niños las únicas criaturas cazadas con vida, también lo estaban las doncellas de alto calibre social, que fueran tan hermosas como poderosas. Hijas de nobles, de reyes, de altos mandos.
Un deporte, una tradición, cacería de carne fina, hacerse de un festín de vírgenes reales.
¡Que mierda se yo!
Las hijas de sangre azul ya no estaban seguras. Ha habido pocos casos en los que un dragón logró llevarse las descendientes de varios reinos. Solo fue sabido de caso de una princesa, las demás eran tituladas de la nobleza o parientes con puestos semejantes a los de una verdadera princesa.
Pero de lo que estaba segura, era el hecho de que si Michelle estaba aquí, vivita y jodiendo, eso significa que a mi queridísima Lady le quedaba ¿qué?, ¿minutos, segundos, horas?, no lo sé, pero iba a dirigirse hacia la cueva del diablo y ser un juguete para esas abominaciones. Uno donde por su bien y salud mental, la maten rápido por piedad.
Sentí su abrazo alrededor de mi cintura, yo la tome igual, pero con la cabeza en una situación muy alarmante. Sentí sus manos apretar más fuerte, sollozando en mi pecho. No había salvación, la había jodido.
La habíamos jodido.
-¿qué voy a hacer Lucy, que hare? – ni yo lo sabía.
Podré enfrentarme a vándalos descarriados, acosadores sexuales de la servidumbre, forasteros peligrosos, ladrones desquiciantes, hasta el más valiente guerrero que eh conocido, peroro mis fuerzas se vuelven arena al viento contra lo olímpicamente invencible.
Medite las opciones que teníamos en gran velocidad, ubicando escenarios donde Michelle podría salir con vida de esta, pero nada en este mundo podría detener a un dragón de obtener lo que desea.
Para entonces Michelle estaba en mi regazo, abrazándome mientras sus lágrimas caían en mi vestido, mientras yo aún pasmada solo podía acariciar su cabello al compás de su llanto. La abracé fuertemente, tan fuerte que temí romperle los huesos del cuerpo. Aunque prefería hacerlo a que solucionar este jodido evento. Pero nada podía hacerse. Ella no sería capaz de enfrentar el doloroso destino de convertirse en la merienda de esos malnacidos dragones.
Pero al menos debía de intentarse algo, hacerle frente a pesar de que las cartas estaban echadas.
Y solo había una única manera de hacerlo.
Y a pesar de los problemas que se han presentado antes y en las cuales salí ilesa, mi destino estaba sellado por una fuerza titánica que me dirigía a la batalla y me obligaba a pelear ante las adversidades, los monstruos que me asechan, las cimas empinadas que debo recorrer y librar el camino del dolor. Solo para que Michelle pueda seguir sin tropezar, sin caer, sin lastimarse y ver cumplida un sueño que nos une a las dos, pero que a la vez, nos separa en grandes distancias.
Elevé su rostro a la altura del mío, reteniendo ligero gimoteo que amenazaba con salir de mí. Pocas eran las veces en que soñé con un final merecedor para mí, pero como bien dije, mi destino era otro, uno con dolor y sufrimiento, pero lo tomaría todo con tal de ver la felicidad en la nueva vida y la oportunidad de cumplir el deseo de muchos aquellos que perecieron ante este secreto.
-descuida – obligue a mis ojos a revelar mi serenidad, mi respiración nublando mis verdaderos sentimientos. El Miedo borrándose en una sonrisa, dije– todo se arreglará –
El tiempo pasó muy rápido, la tarde había llegado y con ello, el conjunto de todas las fuerzas acumuladas por cierto tiempo en mis hombros al fin se volvían pesadas. No lo lamentaba, no debería de todas formas.
Las cosas que nos ocurrieron a mí y a Michelle son historias que deben ser contadas en distintos tiempo, de distintas maneras. Por mi parte no me quejo de la vida que tuve mucho antes de ese momento. Era buena, era gentil y acogedora, pero las brasas del fuego frente a la chimenea en la enorme sala, hacían recordar los agrios minutos de mi pasado.
Es doloroso recordar
El pasado es doloroso.
Pero es el motivo de mis pasos hacia el futuro, aunque estén marcadas por una malvada ficha del destino. Solo espero que La justicia en la que creí fielmente, me brinde la sabiduría correcta para guiarme y seguir con el legado entregado en puño y sangre por la voz de mi misión.
Pero por el momento tenía que dejar ir mis pensamientos y enfocarme de otro asunto. Como si mi decisión no fuera algo de mayor importancia.
No espere con agrado o alguna emoción positiva a los visitantes de Michelle. De hecho, siempre me sumerjo en la cocina o en algún lugar lejano cuando esta gente llega a verla.
Pero hoy tenía que dejar de lado mis disgustos y mantenerla a ella el calma, no queríamos que nadie supiera el cómo nos moríamos por dentro.
Aunque la muy agraciada (perra) de Laki Olietta , de esbelta figura, gustos divinos en vestimenta, pálida piel, ojos oscuros y grandes y una extraña pero hipnótica cabellera de un tono lavanda brillante, era sin lugar a duda, la pequeña espina que reventaba mi burbuja de tranquilidad fingida y hacia emerger los chirrido de mis dientes chocando entre ellos.
-con lo mucho que detesto hacerlo, teníamos que detenernos y verificar si había algún equipo perdido entre los caballos de carga. Me obligaron a esperar fuera de carruaje – tomó un poco del brebaje de rosas y canela que tanto amaba – me pase un gran disgusto con los incompetentes sirvientes. Debería decirle a mi padre que los despida por inútiles –
Y yo aquí, suavizando la situación en mi mente por un dragón. Ellos lo tienen más fácil que yo. Creo.
-lograron arreglar el problema –soltó sin importancia el otro visitante. Uno al que me gustaría darle de comer los frutos más picantes de las tierras de Desierto* y brindarle un vaso de aceite caliente. Aunque aparente ser un hombre digno de respeto y devoción, la diferencia de Laki con el Señor Lyon era que el enmascaraba muy en el fondo su odio hacia lo inferior, saliendo a flote únicamente para todos esos imbéciles a los que mandaría a pozo de hielo infernal si pudiera. Pero era agraciado, tenía su parte biológica en esto. El tono de sus ojos, negros en diminutas cuencas. Su banco cabello rebelde siempre elevado al cielo, su musculatura en el físico, pero mayormente era el comportamiento reacio, fuera de lugar que un príncipe tendría a estas alturas
-aunque hubiera sido mejor que no vinieras – se llevó a la boca uno de los biscochos preparados por la bruja de Clorinda.
Me hubiese gustado cambiar la receta del postre.
-desistan de pelear entre ustedes por favor, no saben la amargura que lleva eso – a Michelle poco importaba como se manejaban entre ellos dos, pero sería un problema si los jarrones invaluables de Pleba o las magníficas estatuillas de madera del Alhemo fueron usadas como balas dirigidas a las cabezas del enemigo. Michelle tuvo una fuerte reprimenda por parte de ambos una vez.
-como si gustara de pelear por este tipo. Lo detesto –
-entonces ¿por qué vienes aquí en primer lugar?
-¡vengo a visitar a Michelle, no a ti, idiota! –
-¡crees decir eso pero sabes que quieres verme como sea! –
-¡sigue creyéndote esas alucinaciones de virgen necesitado! – señalo profundo. Yo mire con los ojos abiertos - ¡jamás lograras obtener como esposa a una mujer de mi calibre, ni siquiera en tus mejores momentos de fantasía erótica! –
-¡pequeña y estúpida rabiosa!, el ser parte de la nobleza no te da beneficios acrecentados hacia mí, el futuro Señor de Tully*– apunto con su índice hacia una esquina, luego en dirección a Laki– mírate bien y mira a tu servidumbre. Créeme que digo que tus mujeres son mejor que la misma dueña de sus vidas –
Entonces me trague una carcajada a lo grande
Laki giro su cuello para alcanzar a ver a la mujer que viajó con ella, como responsabilidad de la servidumbre real.
Yo mire también, pero sus ojos permanecían cerrados, sonriendo sin importar las palabras ofensivas que salían de Lyon.
Supo ella el momento exacto en que la malcriada de su dueña se volvió, porque abrió sus penetrantes ojos verdes, cubriéndolos con unas cuantas hebras moradas de su cabellera larga. Sus manos cruzaban su plano vientre, mientras el vestido significativo de ciada resbalaba por sus curvas, llegando hasta sus tobillos. Sus ropas realzaban más la tonalidad de su piel pálida.
Lyon y Loke tenían razón, las mujeres de la ciudad son muy hermosas.
Poco después la pelea entre ambos ridículos de sus majestades comenzó, llevando desde los insultos a promesas juradas con derramamiento de maquillaje y desmembramiento de finos trajes. Eran tan patéticos que ni una gota de sangre corría en sus discusiones.
Luego de un intento fallido por Michelle de calmarlos, más la súbita intromisión de Clorinda indicando que pronto comenzarías sus clases de lectura, la reunión dio fin con unos sutiles empujones por parte de Laki a su sirvienta para traerle algo que le indico en voz baja. Ambas eminencias se fueron a reposar en los cuartos de huéspedes. La cena seria servida por otra sirvienta en sus respectivas habitaciones.
El tiempo corrió rápido, las enseñanzas acabaron al anochecer, mientras yo lavaba los residuos de la ceremonia de té. Supuse que el tiempo apremiaría si me diese prisa con los acabados del plan de la mañana. Pero antes que nada, debía asegurarme de que todo estuviese en su lugar. Que las cartas y documentos que tenía pensado entregarle a Michelle estuviesen a salvo de cualquiera que lograra destruir años de sufrimiento y planificación para nuestra promesa.
Me acerqué sigilosa a su recamara, llevando conmigo sabanas nuevas para usarlas de pretexto si me viesen. No escuche a nadie alrededor, me apresure y abrí la puerta de s habitación. La cerré suavemente, ya que mi querida Michelle estaba recostada en su cama, durmiendo después de haber librado otras lágrimas. Su rostro estaba empapado.
Yendo con cuidado hacia ella, le acaricie el rostro con mi mano libre, luego envolví las pertenencias en un pañuelo y lo guarde debajo de su cama. Si le despertaba y le decía o que estaba a punto de cometer, ella no me dejaría ir y me mantendría en su llanto, hasta hacerme cambiar de parecer. La quería, su amor era infinito como su humildad, su deseo de ayudar a otros, pero eso no iba a impedir la desgracia marcada en ella.
Tenía que dejarme ir.
Acaricie nuevamente su cabello, dejándole una nota indicando las cosas que debería hacer en caso de que no volviese al castillo hasta el mediodía.
Temblé, por unos instantes, sujetando fuertemente a sabana que traje. La esparcí en su cuerpo, abrigándola más.
Me acerqué a su frente y le di un último beso. Sabía que podría o sería el último.
Baje las escaleras en dirección al patio trasero, donde la franja divisora del castillo con los terrenos comenzaba. Tenía que apurarme antes que alguien me siguiese. Pero mi suerte fue truncada por los rápidos trotes de caballo en dirección al establo, donde me encontraba poco antes de llegar a mi destino.
Escuche al jinete detener a su bestia, luego desembarcar del asiento y caminar hacia mí de forma rápida, pero sin correr. Supuse que la persona que venía a mí me conocía como para no correr y sacar su arma, pero que le extrañase el verme a tan profundas horas de la noche, vestida con una manta envolviendo mi cuerpo.
-¿escapando a ver a un amante desesperado, cariño? – me extraño su forma de hablar, agitado y casi sin respiración – porque si buscas alguien que caliente tu cama, estoy disponible solo unos veinte minutos –
-estoy segura que ese tiempo es más que suficiente para ti, pero yo necesito más para llegar siquiera a sudar – realce mis caderas con mis manos puestas en ella, mi rostro elevándose a la altura del egocéntrico ceño fruncido de su portador
-Dios Lucy, no me provoques – gruñó, aclarándose la voz para continuar – mi rendimiento ha bajado últimamente con las batallas que se presentan – se había detenido a solo unos 5 pies de distancia, pero sutilmente comenzó a acercárseme. Maldito seductor – aunque por ti, podría mejorar y terminar en un día entero –
-la imaginación masculina es sorprendente – reí por su expresión vencida ante su intento de conquista – pero temo estar pensando demasiado en ti como para verte en frente, cuando se supone que estas en Crocurs ahora mismo –
Sus facciones se endurecieron rápidamente, una mala señal por una mala noticia – tal parece que los invasores no se conformaron con Bosco y están entrando por las colinas de los límites de Junelle. El ejército vecino nos apoyara, pero necesitan un dirigente. Obviamente me ofrecí antes que me mandaran en obligación. Debo quedar bien puesto ¿no, cariño? – si él sonrió o no, no me fije en ese detalle, solo en lo que dijo sobre los invasores - ¿qué ocurre? – pregunto confundido ante mi palidez
-cuando dices invasores… ¿te refieres a humanos, o….? –
-hay cosas mejor no saber Lucy, pero si, son ellos. Los dragones – entonces le dio sentido al hecho de que Michelle se encontrase con uno – pero no te preocupes, son simples clas los que manejamos, con suerte si encontramos cachorros y los aniquilamos de raíz – sus movimientos fueron rápidos, tomándome de sorpresa. Sus brazos me encerraron y me apretaron en su agarre, yo solo me quede viendo la nada detrás de él – prometo que volveré Lucy. Es como siempre ha sido, volviendo a casa –
Casa.
No sé por qué me sentí tan sorprendida de la noticia, cosa que Loke aprovecho en darme un beso en la mejilla, aunque lo sentí muy cerca de mi boca. Se alejó tan rápido como me abrazo y se subió a su caballo, dirigiéndome una mirada que prometía más que un simple regreso.
Pero yo ya estaba de ida antes que él.
Escuche el retumbar de los cascos del animal en el piso, justo a tiempo para darme cuenta de lo estúpida que fui al no informarle sobre el dragón que vio Michelle, o de las características que empleaban ahora para infiltrarse entre nosotros.
Era tarde para avisarle, pero tuve que detenerme en gritarle, porque si lo hacía, no solo saldría esa valiosa información. También el hecho de que cómo lo sabía, que planearía, y por qué lo hacía.
Deje que su silueta se desvaneciera en la oscuridad, mientras yo me giraba y daba el primer paso hacia la idea más loca que se me pudo originar por el miedo y el estrés de perderlo todo.
Ya lo había perdido antes, pero no, no iba a suceder de nuevo.
Y así, en el manto oscuro de la noche, mi camino me guio no solo a la peor decisión de mi vida, sino al descubrimiento de una vida que jamás encontraría sentido, pero eso lo descifrare más adelante.
Ahora, solamente, me quedaba rezar ante las inminentes imágenes desgarradoras de mi futura muerte
Y es aquí, actualmente, donde todo empieza, donde las cosas giran en torno a la criatura que me tiene presa en sus ensangrentadas garras, soplando un pútrido aliento en mi rostro, mientras saborea el miedo que exuda mi cuerpo.
Y tanto yo como este monstruo, nunca sabremos el por qué se dieron así las cosas, tanto él por saber la verdad, y yo por tratar de comprender lo siguiente que ocurrió.
Pero la oscuridad engullo mi alma, y yo simplemente…le sonreí al infierno negro.
-corre, corre pequeño cervatillo. Nadie lograra salvarte -
-si tan solo hubiera heredado tu fuerza, nada sería tan difícil de resolver –
-temo volverte en lo que más odio. ¡No insistas! –
-¿quieres apostar?, pues bien. Apostemos –
-¡¿a qué juego estás jugando conmigo?! –
-solo inclina tu cabeza. Tu vida ahora me pertenece –
Pequeño diccionario:
*Tomarte por culo: tomarte por idiota
**Señor de tercera estrella: categoría dada en el clan de Fiore
*Señor: categoría dada como señor feudal, solo para minimizarlo en contexto
*lapa: pequeño caracol marino adherido a las rocas.
**Tierra blanca: referencia a término sábanas blancas.
*Desierto: mención a otro reino
*Tully: ya que Magarett es la ciudad el gremio Lamia Scale, decidí volver una zona cercana a esta en tierra feudal.
Esta historia la planteé muy a fondo. Nunca tuve el honor de escribir algo en base de Fairy Tail, encima con el contexto de la historia y que no se sobrepase de las características de los personajes. Me costó mucho tratar de idear algo pasable, porque como siempre digo, siento que mis comienzos son a veces difíciles, aburridos, sin sentimientos o fuera de ideas que atraparían a un lector. Pocas veces me sucedió en que lograba enamorar a alguien con capítulos hechos en otras historias, pero voy a dar mi fe y mi fuerza en calibrar esta historia en una verdadera pieza, digna de ustedes.
Hace poco decidí revivir el manga y el anime, pero con temas laborales y una vida difícil en la que emplear mi tiempo, rescate la poca información que mantenía en mis recuerdos y lo usare para describir este proyecto. Cuento con su ayuda si ven que algo sale mal o si sienten que nada de lo que escriba tienen sentido para ustedes.
Recalco que no quiero igualar FT con esta historia, salvo la esencia de los personajes en su forma y la mía, pero siempre fieles a los ideales que ellos representan.
Sin más que decir, me despido hasta el siguiente cap. Aguárdenlo, entenderán el misterio poco a poco.
See you late, bye bye
Psdta: sobre la cancelación de mis antiguas historias, debo mencionar que no estoy segura de sí dejarlas así o continuar, pero el apoyo a sido tan poco que prefiero concentrarme en esta primero, Lugo decidir si continuo o lo dejo estar. Agradecería que me den su opinión al respecto, por que como dije en otros fics, no escribo por cumplir un trabajo, sino por agrado mío y de los lectores. Gracias de ante mano por sus sugerencias, las recibiré gustosa.
