Título: Lemurianos
Personaje / Pareja(s): Mu, Kiki, Shion y Aldebarán
Disclaimer: Kurumada es quien los creó y vive de ello (todavía ô_ô)
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La verdad sea dicha; Mu, a pesar de su aspecto apacible, poseía un carácter directo y enérgico. Traduciéndose éste en maratónicas sesiones telekinéticas, en la concepción de geniales ideas, junto a una infinidad de valiosas aptitudes.
Todo ello realizado siempre con buena disposición, gran tenacidad e incansable energía. Pero al parecer, últimamente todas esas habilidades fueron insuficientes. Quebrantada su mente por la inquietud, subrepticiamente sembrada por persistentes frustraciones, convirtióse su existencia en un nubarrón de preocupaciones, penosamente confabuladas a un humor de perros.
Por esta razón, al poner pie en su Templo no pudo visualizar (ni mucho menos apreciar) la promesa artística que se desplegaba alegremente a todo lo ancho del pasillo. Emulando las radiantes combinaciones de un maestro impresionista sobre el níveo lienzo del mármol, Kiki descubrió su inspiración. El material recolectado que incluía crayones, pinceles, cartulinas, masilla, acuarelas, tintas y tubos de óleo se asociaron con júbilo a la voluntad del pelirrojo; ahora mismo desaparecido.
Pero siguiendo el camino púrpura que dejaron pequeñas sandalias, Mu encontró al autor intelectual. Apartando la vista de su reflejo, la sonrisa del artista se esfumó viendo el mismo sombrío semblante que su maestro portaba esos días. Mu se limitó a apresar su mano, arrastrándolo escalinatas arriba, hacia el treceavo Templo.
Para Kiki no existía peor motivo de vergüenza que ser presentado ante el Patriarca por alguna falta.
Ni siquiera los intentos de Aldebarán para disuadir a Mu fueron capaces de disolver la resolución del Carnero. Apenas le dio oportunidad para que aceptara una invitación a comer, agenciando una larga conversación a su regreso.
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Sabiamente, el Patriarca resolvió en privado y en menos de un tris todo el enojoso asunto.
Aries terminó ganándose una amonestación. Lo que animó al pequeño a realizar el pasado pandemonium - exageración ariana - fue la tristeza y enojo que acusaba a toda hora su maestro; ya no sonreía y eso angustió al menor. Su humilde pretensión era verlo feliz de nuevo. Así, el corazón de Mu comprendió y sonrió.
Por eso, ahora en Tauro, protegía celosamente su pequeño tesoro contra las salpicaduras del caliente líquido que su anfitrión dispersaba sin cuidado con su mal reprimida risa. Aunque nadie culparía a Aldebarán sobre su imprudencia; la imagen de Shion en iguales condiciones al par de Lemurianos frente suyo, con largas y definidas cejas, era a la vez tan extraño y perfectamente apropiado que no le quedó de otra.
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