After Dark

El intacto resplandor de la cordura intenta sobrepasar a la locura

'… tan solo me oculto de la maldad, dejándome la mascara; haciéndola parte de mi… Dejando que la bestia me devore…'

I

Untouched

La lluvia caía como si miles de pequeño trozos de cielo se desmoronaran al instante de tocarlos, el cielo londinense acostumbraba ser mas gris de lo normal, aun así ese día estaba especialmente gris y para agregar a la deprimente vista que se veía; llovía. Quien miraba por una empañada ventana era… bueno en realidad no importa mucho, ya que ella dejo de ser lo que era, para convertirse en lo que ella denotaba como la definición de 'mounstro'.

Su larga melena negra contrastaba con la lánguida mirada que llevaba siempre, azules como dos lagos del sur, así eran sus ojos. Aquel brillo que una vez existió se desvaneció por completo en todos los diez años que estuvo en la pintoresca ciudad de Londres. Los habitantes se habían acostumbrado que familias de realeza vivieran a su alrededor, por lo tanto acostumbraban saludarla con una reverencia que ella había aceptado con el paso del tiempo. Si iba a vivir con los Mackenzie mas le valía ser educada y no mostrar ni una pizca de indecencia.

Seguía mirando como el cielo oscurecía; se denotaba que la noche caería en cualquier momento. Cerro sus ojos como si con eso fuera a recordar algo de su pasado, pero es inútil querida, todo ha sido borrado hasta la ultima partícula ¿No? Pero entonces ¿Qué era eso que recordaba? Había solo un recuerdo que le venia a la mente cuando cerraba sus ojos: Una hermosa puesta de sol en la playa, ella estaba sentada abrazada de un chico con peculiar mata naranja, y le susurraba cosas como 'te amo' o 'nunca me alejare de ti' y lo único que podía recordar era el nombre del chico, Ichigo. Era lo único que había quedado intacto de todo su pasado.

— Recordando viejas querellas ¿eh? Deberías de acostumbrarte a esta vida, no volverás jamás a la anterior.

Abrió con tranquilidad sus ojos y volvió a ver el opaco cielo nocturno.

— ¿Para que aferrarse de una falsa esperanza que nunca aparecerá? Estaré aquí toda mi vida, más no me quejo de nada.

La mirada de su interlocutora era de lastima, miraba a la pelinegra con un dejo de decepción de ver como había terminado su vida, claro, ella sabia todo acerca de su pasado, mas nunca se lo revelaría iba en contra del pacto que había hecho.

— Rukia no tienes por que ser infeliz todo el tiempo, vamos, baja a cenar. Hay pollo asado.

— No Naho, no puedo ser feliz sin saber de donde vengo y solo recordando el rostro y el nombre del chico que alguna vez me amo. Mis recuerdos de lo que alguna vez fui se han ido y nada podrá reemplazarlos, ni siquiera los que he tenido en estos diez años.

Era testadura, de eso no cabía duda, si había una persona que fuera más testadura que ella, competirían por saber quien era mas que la otra. Las cosas no iban bien en la residencia Mackenzie, aunque fueran hermanos todos los que vivieran ahí, las cosas no eran de lo mas agradable. Y la lluvia se impaciento, haciéndose notar en el cielo londinense atavíos de tormenta que no profesaban nada bueno.

— En un momento bajo para la cena.

— De acuerdo.

Cerro despacio la puerta de la habitación de Rukia, definitivamente no era nada bueno estar de esa manera todo el tiempo pero no había nada que hacer. Escucho al cerrar la puerta como Rukia tosía desesperadamente, ese síntoma no era nada bueno por más cuidados que le dieran, eso no era nada bueno.

Se sintió una completa idiota al pensar que podía cambiar su vida si se largaba del maldito hoyo donde había vivido, pero ¿En que mundo se había metido? Despego su mano de sus labios para poder ver como la sangre que emanaba de su boca se deslizaba entre sus dedos. Se estaba muriendo y eso nadie podía cambiarlo. El hecho de tener una familia en ese entonces no cambiaba nada el hecho de seguir estando sola, sabia desde hace mucho que la enfermedad que la agobiaba era maligna y se había acostumbrado a pensar que iba a morir; tarde o temprano una mañana no tendría fuerzas para levantarse de su camastro y simplemente se quedaría echada boca arriba viendo como la lluvia se llevaba sus recuerdos, su vida, se la llevaba.

Técnicamente estaba sola. No deseaba levantarse de ese lugar tan cómodo que era su silla, pero debía hacer caso a Naho, sino se enojaría tanto que comenzaría a maldecir a todos los sirvientes y le mandarían a ejecutar, si así ella lo deseara. Con pesar, agilizo las piernas y camino lentamente hasta llegar a la puerta, los truenos eran cada vez mas notorios, ¿es que acaso el clima no podía empeorar?

— Si no me estuviera muriendo, quizá… el clima mejoraría.

Se guío hasta las escaleras de la mansión, era toda una odisea para ella imaginar como se habían formado cada una de esas estructuras tan proporcionadas y tan magnificas a la vista; pero tan mercenarias por dentro que le destruían el alma, hasta dejarla sin nada. Nuevamente la tos le agobiaba la bajada y esta vez la sangre derramada se esparcía por las alfombras de las escaleras. Se estaba muriendo. Bajo rápidamente y entro al voluptuoso comedor que dejaba nada a la imaginación de los artistas, esculturas de vidrio, pinturas que mostraban una gran sensibilidad artística y que parecían que cobraran vida con tal solo observarla durante un minuto.

Tomo asiento en la silla que se encontraba frente a Naho. Los siete hermanos estaban hay. Sí, eran siete los habitantes de la mansión Mackenzie con ella; ocho. Cada vez que Rukia preguntaba acerca del pasado de la familia siempre le salían con otro tema de conversación, ella comprendía que no deseaban hablar sobre su pasado. "El pretérito queda atrás después de un día lluvioso" Era una de sus citas favoritas que había leído en los libros que tenia en los estantes de su alcoba.

— ¿Y que tal el día de hoy? —Pregunto Naho a la más pequeña de todos los hermanos.

La pequeña gringa soltó los cubiertos, coloco los codos sobre la mesa, señalando sus buenos modales, y dijo:

— No me quejo, la clase de Filosofía ha estado interesante. Sobre todo el tema de las teorías de Platón y los inventos de Copérnico —Corto un pedazo de carne— Es muy interesante —Llevándoselo a la boca como ultimo argumento.

— Me alegro ¿Heiji, Heizo, algo que decir? —Parecía muy estresada en intentar dispersar la mutua indiferencia que todos los presentes parecían llevarse.

Ambos. Gemelos. Ambos se encontraban estudiando una carrera de derecho muy provechosa, más no tenían mucha vida social por la dispersión de su familia. Todos sabían el porque no se escuchaba ningún sonido en el comedor.

— No me quejo —Espeto con rudeza Heiji— Aristóteles decía que la sociedad corrompe al hombre; si eso es cierto, debo decirte querida hermanita, que tu estas mas corrompida que nosotros.

Ese fue el fin de una posible ardorosa discusión. La pelinegra bebió un sorbo de su te de naranja, agradable al gusto, seco al olfato y con una curiosa tonalidad e entre marrón y naranja que poseía a la vista. Todo un manjar para ella.

El resto de la cena paso sin mas contratiempos, solo se escuchaban los tenedores golpear contra las porcelanas, los sorbos del te de cada habitante y por ultimo los suspiros de los que iban acabando e iban dejando el comedor. Rukia cogio su plato y lo llevo a las cocinas, desde que había llegado a la mansión tenia la costumbre de llevar siempre todas las cosas a las cocinas y no dejar que los sirvientes trabajaran demasiado; gacha la cabeza tenia y de sus labios suspiros perdidos hacían que el transcurso del comedor a la cocina no fueran mas que efímeros recuerdos borrosos en su mente.

Eran las siete de la noche.

— Rukia, es hora de hacerte el examen gradual de tus glóbulos rojos —Menciono Ume, la tercera de los siete quien era medico— Vamos.

— Si.

Dando paso nuevamente subió hacia su habitación, se tendió en la cama esperando a que Ume comenzara con el examen. Eran los minutos más aburridos de su vida, siempre le había desagradado en completo los exámenes de sangre que tenían que hacerle cada día; cuando empezaba no sentía nada pero luego parecía como si su cuerpo no diera mas que para las necesidades básicas hasta el día siguiente. Y ella no entendía ¿Por qué demonios era importante hacer ese estupido examen de sangre? ¿Qué consecuencias traería si no lo hacían? ¿Acaso su hemoglobina iba a descender tanto que moriría?

Realmente Ume debería de responder a todas sus dudas, en vez de callarse en el momento menos inoportuno.

— ¿Es necesario todo esto? —Pregunto la pelinegra mirándola penetrantemente— Digo, ¿Qué pasa si no lo hago?

— Mueres.

— No me asustas, no le temo a la muerte. Ahora, ¿dime por que?

Ume suspiro cansada.

— Solo es para cerciorar que todo este en orden, que nada te falte. Ni un alimento, ni una vitamina ni siquiera una manta; recuerda que el mínimo resfriado y podrías parar a una tumba con tu nombre.

Rukia rió bajito.

— De verdad que deseas que tiemble por la muerte ¿verdad?

La miro expectante, mientras intentaba descifrar que había sido de la chica que hace unos años le mencionabas el tema de la muerte y los pelos de le paraban de punta. Ahora el solo la mención de la muerte le hacia reír ¿Es que acaso ya no deseaba vivir? ¿Qué rayos había pasado para que todo se volviera tan gris en su mundo?

— No espero que le temas, solo espero que estés lista para cuando la afrontes cara a cara. No es un esqueleto que vendrá a llevarte, es algo un poco más doloroso que eso, entiéndelo.

— De todas maneras, sea doloroso o no, lo voy a vivir…

— No tienes por que pensar de esa manera. Debes pensar que aun tienes que vivir; trázate metas…

Ella dio un sonoro 'JA' sarcástico, haciendo que hasta a Ume se le paren los pelos de punta. Esa chica cada día se estaba volviendo mas aislada a su mundo.

— ¿Trazarme metas? En primer lugar Ume: Yo no tengo deseos de seguir viviendo una vida que no es la mía y segundo: ¿Para dejarse llevar por las sensaciones si al final siempre terminaran traicionándote?

— ¿Dónde aprendiste eso?

— Al parecer Parmenides y yo compartimos las mismas ideas sobre el por que la razón es mucho mas fiable que las emociones. —Miro hacia la ventana empañada con gotas gruesas de lluvia— Al final las emociones no sirven de nada.

--

Naho Mackenzie miraba por la ventana de su alcoba como los truenos se asimilaban cada vez más, el aguacero era más fuerte de lo que había pensado y el frío entraba por las húmedas paredes de la habitación en la que ella residía. No era la misma chiquilla que había llegado diez años atrás, sin ningún recuerdo de su pasado, a la mansión; definitivamente había cambiado mucho tras no saber nada de sus antepasados, estaba consternada por ese simple hecho.

Aun recordaba las primeras palabras que mostró al ver la mansión.

¡Whoa! ¡Es enorme! —Espeto con bastante asombro al ver las dimensiones de la casona— ¡¿En serio voy a vivir aquí?!

Si, vas a ver que nada te hará falta. Tu alcoba esta en el segundo piso, la ultima puerta —Le indico la castaña con mucho animo— Anda.

Rukia era la nueva adquisición de su hermano mayor. Si, Ryuchi Mackenzie siempre tomaba nuevas adquisiciones del mercado de esclavos personales o como a todos sus hermanos les gustaba llamarle el mercado negro. En el mercado negro se conseguía de todo, incluyendo esclavos y judíos, aunque estuvieran en el siglo XXI las personas de linaje aun seguían tratando a sus criados como animales, mas la familia Mackenzie… bueno si ellos también.

Odiaba pertenecer a una familia, odiaba tener que levantarse cada día para ver como su hermano le gritaba a su sirvienta personal, como la vida de sus hermanos se iba apagando y ahogando en la monotonía diaria. Ella no tenía otra cosa más divertida que hacer que parlotear con sus vecinas sobre temas banales; odiaba a las personas superficiales, detestaba como se vendían las prostitutas ya que era de la misma manera que la sociedad los trataba: como simples desechos.

Odiaba ver a una chica inocente ser tragada por la bestia de aquella mansión.

¿Qué te preocupa, Naho? —Le pregunto su hermana mirándola perspicazmente.

Ella solo suspiro, mientras sus ojos ensombrecidos denotaban repugnancia.

Me preocupa que la bestia devore a bella…

Dejo con la palabra en la boca a su hermana menor que solo atinar a contestar:

Si, yo también le temo a la bestia.

¿Qué podía hacer? ¿Cómo podía sacar a Rukia del papel de Bella y fuera ella quien sea la bestia? Ella debía de hacer algo para componer lo que su hermano retorcido había creado. Él había creado un mounstro sin alma con el pasar de los años. Recordó que alguna vez hace mucho tiempo le llegaron unas cartas de suplica ¿Pero que suplica?

— ¡El paradero de Rukia!

Se abalanzó contra la gaveta de su mesa de noche y comenzó a buscar desesperadamente entre todos los papeles aquella carta que le enviaron y de pronto cayo al suelo algo pesado. Al parecer la carta contenía toda la historia de la esclava a la que mantenían. Naho la cogio, la abrió y la leyó. Era esa, pero necesitaba más que una carta; recordaba que en algún lugar de la carta le daban un teléfono, rogaba por encontrarlo y también por que el dueño no haya cambiado su número de móvil.

Por fin lo hallo.

— Un teléfono maldita sea, ¡Necesito un teléfono!

Salio de su habitación aun con los truenos como efecto dramático a la situación, corrió buscando en cada alcoba un maldito teléfono. No la iba a perder, no iba a quedarse como las otras veces, viendo como Ryuchi destruía la vida de cada una de sus 'adquisiciones'; esta vez ella iba a salvarla.

Por fin en la habitación de Emi encontró un teléfono; lo cogio marco el móvil registrado en la carta. Tomo una silla la puso frente a una de las empañadas ventanas y se coloco el teléfono al oído, rezando en cada timbrazo por que contestaran.

— ¿Diga?

'Gracias a dios. Gracias a Dios' Pensó con tranquilidad en su interior. La culpa la carcomía.

— ¿Hablo con el señor Kisuke Urahara? —Pregunto, temerosa que no fuera la persona indicada.

— Si, con el habla ¿Quién llama? —Pregunto con extrañeza.

Trago saliva y dijo:

— Mi nombre es Naho Mackenzie y aviso sobre el paradero de Rukia Kuchiki —Escucho como el hombre promulgaba un ido 'Oh', luego siguió hablando— Escuche, no tengo mucho tiempo, Rukia reside en la mansión Mackenzie al norte de Londres, por las montañas, encontrara la mansión, es la única que se divisa al norte.

— De acuerdo, puedo hacer una pregunta ¿verdad?

— La que sea.

— ¿Por qué hace esto?

— ¿Por qué hago que cosa? —Pregunto un tanto confundida por la pregunta del hombre al otro lado del teléfono.

Callo por unos instantes que permanecieron efímeros mientras transcurría la espesa lluvia londinense. Era un mutismo desesperante.

— ¿Por qué me ayuda a encontrar a Rukia? —Pregunto serio.

Por que no quiero que la bestia devore a la bella… (1) —No supo en que iba ayudar la metáfora acerca de su hermano y Rukia pero simplemente le nació decirlo para hacerlo mas dramático y, que así, llegaran lo mas pronto posible— Por favor, vengan rápido. El tiempo se acaba, la bella ya no desea vivir.

Y colgó abruptamente el teléfono.

--

— Urahara ¿Quién era?

El sombrerero dejo el teléfono en su lugar. No esperaba que nadie le respondiera las cartas pero esa llamada si que fue inesperada, sobre todo por que despertó a los habitantes de la tienda en la que residían sobre todo a su dormilona amiga Yoruichi.

— ¿Puedes imaginarte que era una llamada descubriendo el paradero de Kuchiki?

La mujer tenso todo su cuerpo y abrió abruptamente los ojos ¿Kuchiki? ¿Su paradero? 'Ichigo va a saltar de felicidad cuando se lo diga' Pensó, pero luego de ver el rostro del sombrerero la cosa se volvió mas fea.

— ¿Dónde esta? —Le pregunto mientras cogia la botella de leche y dejaba que los rayos del sol matutino le cayeran en su morena piel.

— En Londres, donde ya suponíamos que se encontraba pero…

— Pero ¿Qué? —Pregunto limpiándose el bigote de leche provocado por beber con mucha rapidez.

El rubio soltó un suspiro de tristeza. Si era de tristeza y Yoruichi temió lo peor.

— Pero se encuentra con la familia Mackenzie, no será fácil sacarla de ahí. No conociendo a Ryuchi como lo conozco.

— Ryuchi ¿Hablas de ese vampiro Ingles que tiene ya 500 años? —Ella le miro asombrada— ¡¿Acaso hablas de él?!

Dicen que el silencio otorga la palabra de quien lo haya pedido, en este caso el rubio cedió eso como un 'Si'. Conocía a Ryuchi, no de tiempo, pero lo conocía y no era para nada alentador el saber que él la tenia; además por la voz que tenia su interlocutor cuando hablo por el teléfono supuso que algo verdaderamente malo le estaba ocurriendo a Kuchiki como para que temiera tanto de hacer una simple llamada. Deseaba pensar que se encontraba bien pero la realidad era otra, las perspectivas no eran las de siempre; estaban tratando con algo más peligroso que la antigua guerra: Esto era una batalla en la que los shinigamis no tenían nada que ver. Pero si involucraba a Kuchiki, tanto Ichigo como Byakuya, moverían cielo y tierra para ponerla a salvo.

Urahara miro melancólicamente la mañana soleada. El resplandor hacia creer a todos que la esperanza vivía en sus corazones pero la realidad era otra, era mas triste y mas gris.

Marco rápidamente el número móvil en el teléfono, dio unas cuantas timbradas hasta que al final una voz grave y varonil le contesto:

— ¿Diga? —Pregunto el hombre al otro lado del teléfono.

— Ichigo, la encontramos.

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Y es por eso que los sentidos son solo más que distracciones que nos vendan los ojos y nos hacen creer en un mundo rosa pastel. Parmenides decía que nada puede surgir de la nada y que la nada es lo único que permanecerá cuando todo se destruya. Rukia seguía cada una de esas enseñanzas al pie de la letra pero no solo las de ese equivocado filósofo, sino también de muchos otros, de los cuales, solo uno le interesaba: Platón.

Miraba un punto fijo en su pared mientras el aburrimiento la consumía poco a poco y la adormilaba. Había un problema para ella con dormir.

— ¿Por qué debemos dormir? —Se pregunto mientras dibujaba con la mirada sobre la pared dibujos amorfos de alguna criatura fantástica.

La pregunta quedándose al viento sin ser respondida ocasiono en la mujer una intriga total, he de decir que todo parecía tan monótono y aburrido cuando nadie respondía a sus dudas. Cerró sus ojos e imagino, por enésima vez en ese día, la escena tan bella oculta en lo más recóndito de su memoria; y que nunca se iría por más que le manipularan una y otra vez.

El ocaso llenaba de alegres y vivaces colores la playa de Japón, las olas se contorneaban hasta llegar a sus pies, mojarlos y refrescarlos; las gaviotas hacían un mero viaje del sur y se veían bandadas de ellas. El la miraba, ella también. El ama a ella. Ella lo ama también pero su amor no era aceptado por algunas personas, mas todos sabían que ambos sentían lo mismo.

Entrelazo sus dedos con los de él sobre la suave arena y dirigió su mirada al ocaso; se distrajo por unos minutos para luego sentir un aliento sobre su oreja, se sonrojo pero sonrío con nobleza.

Es hermoso —Dijo mientras miraba el ocaso fulgurante.

Si pero tu eres aun mas hermosa que el ocaso. —Le beso la mejilla por detrás mientras seguía respirando en su oreja.

Rió bajito mientras volteaba y se encontraba con las mieles ojos de su amante. Tanto él como ella quedaron hipnotizados por la belleza y alegría que emanaban sus ojos. Él pensaba que eran dos lagos transparentes en los que se podía ahogar con facilidad. Ella pensaba que eran tan mieles sus ojos que al parecer sabrían tan dulces como se veían.

Te amo, Rukia —La abrazo fuerte sin hacerle un daño— Te amo.

Ella se acuno en sus fuertes brazos. Oh, como le encantaba perderse en sus caricias, era n trato especial que solo ella recibía de parte de él.

Yo también te amo, Ichigo…

Abrió los ojos abruptamente.

Eso era lo único que había quedado intacto con el paso de los años: Un sueño, y lo que había perdurado eran las horas de dudas constantes; y es por que era una duda constante: ¿Quién era Ichigo?

— Díganme… —Pregunto al aire en tono melancólico— Díganme, por favor —tragó saliva— ¿Quién es Ichigo y por que me ama?

Otra pregunta inconclusa. Otra parte del alma de aquella pobre joven es devorada por la bestia.

To be Continued…

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N/A:

*Hi ^^. Bueno esta nueva versión de After Dark será distinta a la original. En varias ocasiones me repetía que no quedo muy bien mi idea original y que simplemente escribí por escribir. Ahora comencé a leer mas libros, me culturice en muchos aspectos y estoy lista para rehacer este fic y empezar con el pie derecho.

*Por que no quiero que la bestia devore a la bella (1): La bella y la bestia es un cuento popular ingles para muchos, solo que en este fic yo incluiré pedazos del poemario de cuentos cortos que estoy escribiendo. Este es un pedazo del cuento 'La bella y la bestia' de mi poemario, digamos que es muy apegado a la realidad, mas adelante colocare el cuento completo.

*Habrán en total solo 5 escenarios en este fic. El primero será Londres, le seguirá Karakura junto con el Sereitei, luego será Paris, Francia, le seguira Lillessand, Noruega y el ultimo escenario sera una cabaña en el bosque.

*Habrán citas filosóficas por todo el fic, algunas dichas por grandes filósofos como Hegel, Marx, Descartes o hasta por mi personaje favorito Erasmo de Rottedam y bueno algunas citas inventadas por mi; pero es que uno se vuelve filosófico cuando empieza a leer bastante filosofía, mas aun soy novata.

*Untouched significa 'intocable' y es el titulo de la canción del grupo de hermanas The Verónicas. Me parecio un buen titulo para el primer capitulo.

*Espero que les guste mis queridas licantropas (?) =).

Team Jacob Black...