Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling y la Warner Bros. Esta historia es sin fines de lucro.

Advertencias y aclaraciones:

Fanfic terminado. 93 páginas de word, más de 40mil palabras, 9 capítulos + epílogo. Mucho romance y sexo. Universo Alternativo. Es mi modo de decir: lamento mi última ausencia. Actualizaciones cada martes y sábados. Si quieren saber más visiten mi perfil.

Agradecimiento a: AnahiPG quien hizo de lectora entusiasta y luego excelente correctora de fechas y otros detalles. Cuidado con ella, puede hacer spoiler!

Me robaste el corazón

Lessa Dragonlady

"El trato"

Cuando hace cuatro años inició este trato ni siquiera me cruzó por la mente que terminaría enamorado de Hermione Granger. Menos que mi único consuelo fuera adorar su cuerpo cuando ella tuviera tiempo y ganas. Cada mañana se volvió más difícil permitir que su preciosa cintura se escapara de mis brazos. El reloj de su mesita de noche se volvió mi peor enemigo. Agarré la costumbre de despertar minutos antes de que sonara la alarma, sólo para observar en silencio el rostro relajado de mi castaña.

Me encantaba su nariz, pequeña y respingona. Sus pestañas que asemejaban abanicos de color café y miel. Y sus labios... Voluptuosos, humectados, con la medida exacta para ser devorados por mi boca. Cuando Hermione dormía conmigo me daban ganas de comer su rostro antes de volver a tomarla con pasión. Era un vicio acariciar su cuerpo hasta que ella abría los ojos avellanados y ponía su atención en mí. Durante un par de horas yo me convertía en su mundo. Una cruel ironía ya que ella era mi universo todo el tiempo.

Supongo que debo ser más claro sobre la situación que ahora sufro. Soy Harry Potter, estudiante de décimo semestre de Medicina en Oxford, la mejor casa de estudios que existe. Ser alumno aquí significa despedirte de la familia, vida social, dormir, comer y usar tu cerebro para otra cosa que no sea estudiar. Así siempre ha sido. Por eso elegí Oxford.

Crecí en un hogar donde el abuso físico y emocional me dejaron con graves secuelas. Mis tíos se encargaron de hacerme sentir el ser más despreciable en la tierra. Cuando cumplí dieciocho me largué de su casa. Pasé otros tres años trabajando y estudiando, hasta que conseguí la beca para la universidad. Para entonces mi vida era perfecta. En la carrera de Medicina conocí a mi mejor amigo Neville Longbottom, quien me presentó a Ron Weasley y a la pelirroja más sexy que hubiera visto antes, Ginny Weasley.

De alguna manera el inicio de mi vida en Oxford fue más gratificante de lo que creí. En el cuarto que comparto con Neville en el edificio de Medicina encontré un verdadero hogar. En los Weasley la familia que siempre necesité. Ginny me ayudó a conseguir el autoestima y la seguridad que después se volvieron naturales en mí. Casi de inmediato empecé una relación con ella. Éramos la parejita más popular del campus... Hasta que a ella se le ocurrió darnos "un tiempo". Sé que en realidad lo que quería era salir con otro alumno de su carrera, y la verdad no me dolió nuestra separación, pero sí retó mi ego. Decidí demostrarle que no iba a encontrar tan fácilmente un hombre como yo. Así fue como acepté la propuesta de Hermione.

Antes de explicar el trato con el que esa inteligente mujer robó mi corazón, quiero aclarar quién es ella, porque se merece eso y más. Desde que puse un pie en Oxford escuché su nombre para todo. La genio que estaba rompiendo un récord por estudiar dos carreras al mismo tiempo en la Universidad más exigente del mundo. Una de las ventajas de Oxford es que puedes meter las materias que quieras siempre y cuando estén en el nivel que te corresponden, incluso si son de otra facultad, para ampliar tu currículum. Así fue como Hermione mezcló sus horarios hasta que efectivamente logró superar el primer semestre de Filosofía, Política y Economía (FPE) y Derecho en tiempo y forma perfectos. Esas dos carreras son consideradas las más complejas de Oxford, además de Medicina. Cuando los profesores y alumnos vieron que la joven castaña estaba consiguiendo lo imposible, se volvió una celebridad. En la biblioteca le asignaron un lugar especial, mientras el resto de los mortales tenemos que buscar horas una mesa. Hermione se ganó la admiración de algunos y la envidia de muchos más. Ella hace ver el estudio tan fácil que nos deja en ridículo. Yo no tengo idea de cómo rayos se hizo tiempo para cubrir tantas cosas, parecía magia. Durante las fechas de entregas finales y exámenes no podía dormir dos horas seguidas, me daba terror bajar mi promedio y perder la beca. En cambio Hermione seguía fresca como una flor en primavera, sonriendo por los pasillos mientras cargaba una nueva pila de libros. Era maravillosa.

Entre las personas que le agarraron envidia está Ginny. Mi exnovia estudia Historia del Arte, perdió su beca al final del primer semestre y ahora su familia está haciendo milagros para mantener la cuota mensual. A Ginny le gusta su carrera, pero no está apasionada por terminarla en forma. Se deja perder mucho tiempo en fiestas y tonterías. Creo que eso también influyó en su idea de separarnos, ya que en repetidas ocasiones la dejé por irme a estudiar. Ahora le debo el agradecimiento más grande y efusivo del que puedo ser capaz. De no ser por ella jamás habría iniciado algo con Hermione.

Ocurrió en el almuerzo que hace Oxford al final de cada semestre. En uno de los edificios se juntan alumnos para servir comida a los donadores, la junta directiva, personalidades relevantes del Reino Unido como políticos o artistas, y familiares. Esa vez fue en Medicina, así que me tocó ser parte del staff. Como siempre Neville se las arregló para tirar una charola con aperitivos en un Secretario de Congreso, creí que iba a ser expulsado, pero Hermione, o Granger como todavía me refería a ella en ese momento, se cruzó entre ambos y arregló la situación.

Incluso los políticos estaban encantados con la joven brillante que ponía en alto el nombre de Oxford y el Reino Unido, así que cuando ella defendió a su "amigo" el Secretario de Congreso decidió dejar pasar el incidente.

—Me salvaste la vida. Gracias —suspira Neville sonrojado.

Granger le regala una dulce sonrisa —No te preocupes. La verdad es que esos ricachones son insufribles. No permitas que te hagan menos.

—Lo tendré en cuenta. Eres Hermione Granger, ¿verdad? Soy Neville Longbottom. Mucho gusto.

Me acerco cargando otra charola llena de aperitivos. Siento algo en el estómago cuando los ojos avellanas de Granger se colocan sobre mí. Neville espera que yo me introduzca, acostumbrado a mi personalidad hiper sociable, pero al ver que no puedo mover la boca habla.

—Él es Harry Potter, mi mejor amigo.

La veo levantar una mano. Reacciono con torpeza, maniobrando la charola para estrechar su mano. Ella pasa de largo y agarra un canapé. Me sonríe coqueta.

—Es un gusto conocerlos —replica antes de alejarse con la galleta entre los labios gruesos y brillantes.

Recordar ese momento siempre me hace sonreír. Hermione me confesó meses después que también había querido tomar mi mano, pero su timidez la obligó a disimular el gesto y mejor agarró un aperitivo. Yo le gusté desde el instante que me vio. Igual que ella me fascinó cuando la miré por primera vez.

Era una atracción nueva para mí. Comparada con Ginny que exuda sensualidad con cada paso de sus increíbles piernas, Hermione es sencilla y común. Su cuerpo, que después me conquistó por lo dulce y suave de su piel, es estrecho, con el busto y la cadera suficiente. Su ropa deja todo a la imaginación. Siempre usa camisas formales y pantalones cómodos. Su cabello varía entre una trenza bien apretada en la nuca o los rizos sueltos en una cascada hasta la mitad de la espalda. El atractivo más poderoso de su físico está en la mirada. Es imposible negar la mente lúcida y generosa que posee. Sus sonrisas van a juego con los ojos, ingeniosas y atrevidas por la seguridad de saber mucho más que tú. Esa belleza intelectual mezclada con el obvio desinterés en querer sobresalir me atrapó. Alguna vez alguien me dijo que mi padre se enamoró de la destreza mental de mi madre, y que lo demás vino después. Creo que es un asunto Potter caer por las mujeres inteligentes.

Tuve la suerte de que Ginny vio el intercambio que Neville y yo tuvimos con Hermione durante el almuerzo semestral. Un par de días después me reclamó en tono de broma si ahora planeaba reemplazarla por esa "rata de biblioteca sin chiste ni buen gusto por la moda". Mi respuesta instantánea fue "¡Sí!".

En parte sólo quería molestar a Ginny. Se lo merecía después de dejarme para salir con ese tal Dean Thomas. Pero la mayor razón por la que respondí eso era que Hermione representaba un reto mucho más sugerente.

En la primera oportunidad que tuve fui a buscarla al edifico de Derecho. Me costó horrores conseguir su horario, y cuando lo obtuve me pareció extraño que varias materias eran al mismo tiempo. ¿Cómo cubría ambas? Una vez dentro de Derecho fue sencillo localizarla. Como si la atmósfera del lugar me dijera dónde mirar para encontrarla.

Al verme se sonrojó. Estoy seguro que pensó que estaba ahí por cualquier razón menos ella. Tuve que casi ponerme frente a su linda pila de libros para que comprendiera que quería hablarle.

¿Perdido, Potter? Medicina queda casi del otro lado del campus.

Me mira por debajo de sus pestañas. Al sonreírle se muerde el labio inferior.

¿Tienes algo qué hacer el sábado?

Me siento orgulloso al notar que la seguridad en mi voz regresó. Ya no voy a parecer el mismo bruto que la primera vez que nos vimos.

Ella alza las cejas —¿Por qué?

Quiero llevarte a ver una película y de ahí a cenar.

Suelta una carcajada —¿Como una cita?

Es una cita.

Vuelve a morderse el labio inferior. Pienso en lo jodidamente atractiva que es haciendo eso.

No tengo tiempo para citas, pero...

Entonces lo dijo. Así. Tan fácil. Como si lleváramos años de conocernos y tuviéramos la confianza de confesar algo tan íntimo.

Pero tengo tiempo para sexo. ¿Estás interesado en una relación exclusivamente carnal? Sin lazos emocionales. Y que además sea en el horario que me convenga. La verdad es que no tengo tiempo de sobra.

¿Sexo? —repito casi tosiendo.

Es una excelente manera de perder el estrés. Además una persona satisfecha sexualmente es capaz de concentrarse el doble en sus tareas intelectuales. Comprenderás que yo necesito mucha concentración.

Sonrío entre avergonzado y divertido —¿Me estás bromeando?

No.

Dejo de sonreír. La miro bien serio, esperando una carcajada a mis expensas. Al ver que no iba a pasar comprendo que es cierto.

Supongo que lo podemos intentar... —digo sin creerlo.

La sonrisa que me regala hace estragos mi estómago —Perfecto. Me gustaría mantener este convenio entre nosotros, así que sé discreto. Yo te llamo. Adiós, Harry.

Estaba tan impactado que la dejé irse sin darle mi número celular o correo. Durante dos semanas me convencí de que esa conversación ocurrió en mi cabeza, y que Hermione Granger no había propuesto una relación de sexo libre de compromiso conmigo. No le dije a alguien de mi pequeña alucinación, era bochornoso. Me costó trabajo retomar la atención en mis clases, y cuando ya estaba casi curado de Hermione, recibí un mensaje de texto.

Hoy 10PM en mi cuarto. Báñate. HJG.

Era real.

Ese día salí de mi última clase con la libreta en blanco. No apunté ni la fecha. En mi cabeza se repitió el mensaje de texto como si fuera la llave a un mundo desconocido. Me pareció un poco rudo. Ella esperaba que yo corriera para "cumplir" a la hora que dijo. Al mismo tiempo me recordé que yo acepté ese trato. Hermione fue muy clara: sexo sin compromiso en el horario que quisiera.

Joder.

Después de analizar bien la situación decidí intentarlo una vez. Si algo no me gustaba simplemente dejaría a Hermione y listo. Así que cumplí con lo requerido. Al salir de bañarme escogí mi mejor ropa interior, me eché la colonia que Ginny decía era perfecta en mí y me lavé los dientes. Dos veces.

Neville me preguntó si tenía una cita. Dije que solo quería ir a caminar. No me creyó, por supuesto, pero mi mejor amigo sabe respetar espacios, así que me deseó suerte y siguió leyendo el texto de Mononucleosis.

Crucé el campus hasta los edificios de habitaciones para estudiantes. Hermione tenía un pequeño departamento exclusivo para ella por su contribución al colegio. Pregunté a un par de alumnos el camino y pronto estuve frente a su puerta. Revisé mi reloj: diez con seis minutos. Nada mal.

Toqué un par de veces y enseguida Hermione me abrió. Fue la mejor noche de mi vida...

Soy azotado contra la puerta, cerrándola en el proceso, con los voluminosos labios de la castaña en mi boca. Nuestro primer beso. Mi cerebro sufre una especie de corto circuito. La lengua hirviente de Hermione recorre a conciencia mis dientes, la parte interna de mis mejillas y finalmente se enreda con mi lengua. Gimo por lo perfecta que es la sensación de sus labios en los míos. Al sentir sus manos colarse entre los botones de mi camisa sé que no conversaremos sobre el clima antes de tener sexo. Esto es claro y directo.

Me agacho lo suficiente para tomar los muslos de Hermione y montarla en mi pelvis. Hasta ese momento me percato que ella trae un camisón bastante sugerente. El botón de mi pantalón queda en contacto directo con su pequeña pantaleta. Los dos gemimos.

No llegues tarde. Me molesta —susurra mientras bajaba el rostro por mi cuello.

¿Tarde? Fueron seis minutos —mascullo con lo poco que queda de mi cerebro funcionando. Es brutal el pequeño cuerpo de Hermione pegado en mi pecho.

Tampoco uses colonia. Me molesta.

¿Por qué? ¡Oh!

Su boca succiona la piel de mi cuello. Cierro los ojos. Mis manos aprietan el trasero de la castaña, arrimando su cadera más cerca de la mía.

Eres muy guapo, Harry Potter.

La miro con el corazón latiendo en mi cabeza —Tú no te quedas atrás. Guapa.

Me sonríe sonrojada —Vamos al cuarto.

Entro a la habitación con ella todavía montada en mis manos. Dejo caer mi cuerpo sobre el de ella, directo en la cama. Uso mis rodillas para frenar el impacto y no lastimarla. Mientras Hermione sigue desvistiéndome y usando sus labios de formas ilegales. De pronto me causa cosquillas con la punta de sus dedos en mi abdomen. Le respondo metiendo mis pulgares en su cadera, arrancando una dulce risa y aprovechando para deslizar su ropa interior hacia las rodillas. Ella huele a fruta fresca en un día caluroso. Pongo mi rostro entre sus senos, echando aire sobre su piel y acariciando los pezones con mi lengua. La escucho gemir más fuerte. Sonrío vanidoso hasta que la siento agarrar mi miembro endurecido. ¿En qué momento me quitó los pantalones?

La miro jadeante —¿Cómo hiciste eso?

Se lame los labios —No es momento de pensar, Harry. Siente.

Con su última palabra roza la cabeza de mi miembro. Tiene una habilidad de convencimiento formidable. Olvido mis pantalones y sigo besando su pecho por encima del camisón negro. Una de mis manos se entretiene en explorar su delicado vientre. La otra mano sube hacia su mentón, usando los dedos para meterlos entre los labios voluptuosos. La imagen de Hermione succionando mi pulgar mientras me masturbaba casi me hace venir.

Eres demasiado tentadora —susurro irguiéndome para agarrar su camisón y sacarlo del camino.

Hermione alza los brazos, permitiendo que la desnude sin problemas. Al verla sin ropa me excito mucho más. Solo falta la prenda que dejé a mitad de sus rodillas, pero de alguna manera eso me gusta, impide que ella abra con libertad las piernas.

No sonrías tan petulante —me dice divertida.

¿Cómo no hacerlo? Si supieras lo encantadora que te ves, comprenderías mi soberbia.

Se recarga en los codos para levantarse ligeramente.

No pensé que fueras del tipo halagador.

No lo soy. Estoy señalando lo obvio —me inclino de nuevo sobre ella. Con una mano atrapo un seno erguido—. Me gustas.

Sus uñas recorren mi abdomen —Tú también me gustas.

Un pensamiento me hace frenar —¿Tienes este trato con alguien más?

Por ahora no.

Asiento —Quiero que permanezca así.

No dejo que responda, la beso mientras meto una mano entre sus piernas. Mis dedos encuentran una calidez húmeda que me vuelve loco. Ella está igual de excitada que yo.

Sus manos exploraran mi espalda, dibujando patrones. Siento sus piernas pelear con su ropa interior, quieren abrirse para mí.

Su desesperación me causa mayor satisfacción. Con mi lengua dibujo un camino hacia su ombligo. Luego bajo al pubis. Meto mis labios en los suyos, besando su intimidad.

Hermione reacciona arqueando la espalda. Al gemir meto de nuevo mi pulgar entre sus labios. Con mi otra mano continuo incrementando el placer en su centro, usando mi peso para obligarla a resistir mi asalto. La combinación de mi boca y mano fue demasiado. Grita mi nombre al venirse.

Quiero escuchar ese sonido toda mi vida.

Aprovecho su momentánea distracción para retirar nuestra ropa interior. Casi con desesperación me coloco el condón que traigo en el pantalón, y me acuesto junto a ella. La giro sobre mí. Miro excitado mi miembro desaparecer entre sus piernas. Echo la cabeza atrás, abrumado por el placer. Ella vuelve a gemir. De inmediato ambos iniciamos un golpe de cadera que nos condujo a otro alivio más profundo y largo.

Me siento para pegar su pecho al mío. Sus muslos quedan en mi cadera. La agarro del trasero y la pongo en la cabecera para iniciar otra arremetida. Sigo increíblemente excitado. Su pequeño cuerpo queda enterrado en los cojines bajo mi cuerpo. La agito contra mí hasta que mis piernas y brazos se acalambran. Adoro que ella continúa lamiendo mi cuello y mordiendo mis hombros. Es fabulosa.

Es innegable que Hermione consiguió algo más que sexo de mí esa noche. Ni con Ginny o Cho, mis dos experiencias sexuales, tuve tanta química. El acto con Hermione fue apasionado, divertido, satisfactorio y dulce. No sé cómo rayos esos adjetivos pueden funcionar juntos, pero así fue. Me obsesioné con hacerla sentir la mujer más hermosa y deseable. Sus gemidos fueron más poderosos que el placer físico que recibí, el cual además fue incomparable con lo que estaba acostumbrado.

Al terminar estuvimos besándonos durante lo que sentí horas. Me volví a excitar entre sus brazos. Quería tenerla de nuevo para mí.

Mañana tengo examen —susurra con los ojos cerrados.

Alejo mi boca de uno de sus pezones para responder —¿A qué hora?

Seis de la mañana.

Miro el reloj que hay en su mesita. Es la una. A un lado hay una extraña vara de madera.

Creo que tienes que dormir.

Mete sus dedos en mi cabello. Sus ojos avellanas parecen brillar en la oscuridad —Puedes quedarte si lo deseas. Te lo digo por sentidos prácticos. Recuerda: sin compromisos emocionales. Ya que lo hicimos, ¿sigues dispuesto a continuar con el trato?

Por mí la hubiera llevado al registro civil en ese momento. Alejarme de ella después de esa noche era imposible.

La beso en los labios —Sólo si prometes que el trato es exclusivo entre tú y yo. No quiero que llames a otra persona cuando tengas tiempo. Si deseas tener sexo, piensa en mí.

Siento sus piernas cerrarse en mi cadera. Estoy atrapado en su precioso cuerpo desnudo.

Trato hecho, Harry Potter.

Así me condené.

Cuatro años después nuestro acuerdo transformó mi vida de cada forma posible. Lo que soporté para que Hermione no rompiera el trato fue desesperante, a veces divertido, otras molesto, y muchas más frustrante. Creo que tardé poco más de medio año en reconocer que no había vuelta atrás: la amaba demasiado para dejarla ir.

Less.