No debo escribir nada que no sea la tesis XD Pero esto pedía a gritos ser escrito.
A la luz del día
Ginny coloca su cabello tras su hombro, se inclina sobre la mesilla de centro frente al sofá. Está muy concentrada en manejar bien la navaja que tiene entre sus dedos, primero debe hacer un fino polvo y luego formar varias líneas con la cantidad suficiente. Se muerde un labio mientras sus manos se mueven rápidamente, como si estuviera ansiosa por acabar. Tal vez lo está.
Draco la observa desde la cama, recargado en la cabecera de la cama. Está en calzoncillos, tiene una pierna doblada y su brazo izquierdo está recargado en ella, la otra pierna cuelga en la orilla de la cama, es una posición incómoda pero no parece importarle. Se lame los labios y se lleva otra vez el cigarrillo a la boca, no ha dejado de mirar a Ginny quien deja entrar por su nariz el producto de su trabajo y recarga la cabeza en el sofá. Draco convoca un hechizo para saber la hora, todavía tienen cuarenta minutos.
Como si le leyera la mente, ella abre los ojos y le sonríe, hace ademán de acomodar su cabello en una coleta y lo suelta rápidamente. Los rayos del sol de la tarde hacen que su cabello tome un tono cobrizo. Empieza a bailar seductoramente, se quita la camisa que antes traía él y queda en ropa interior, que se compone de un sostén y unas pantaletas negras con encaje, el conjunto favorito de Draco.
Draco apaga su cigarrillo en el cenicero colocado en la mesita de noche a su lado, se levanta de la cama y camina hacia donde está la mujer pelirroja. Se sienta a su lado, abre sus brazos pero no trata de alcanzarla, ella se sienta en su regazo, con ambas piernas a los lados de sus muslos.
Draco la besa. Desabrocha su sostén mientras explora su boca y le impregna de olor a tabaco. Acaricia sus pechos y empieza a recorrer con su lengua la piel bronceada, ella ya se deshizo de sus calzoncillos y comenzó a masturbarle y a gemir sin recato.
Después de unos segundos Draco se cansa del juego, la acuesta contra el sillón y la penetra con furia, Ginny gime y jadea, se retuerce bajo él, grita y pide más. Aumentan la velocidad, sudan, se besan y no pueden parar. En ese momento no importa si la misma Astoria se aparece en la habitación o si es Harry. No pueden parar hasta explotar.
Draco le dice cosas sucias al oído, Ginny no sabe a cuál de los dos lo excita más aquello. Las respiraciones se aceleran y ambos saben que no durará mucho más, entonces lo besa, quiere más de ese sabor a cigarro, ella no fuma, prometió dejarlo. Muerde sus labios y Draco se corre, ella le sigue, tan fuerte como si no lo hubieran hecho media hora antes.
Ninguno de los dos se ve a los ojos cuando ella sale de la ducha, con el cabello ya seco gracias a un hechizo que Harry le enseñó alguna vez. Se viste lentamente, sabe que Draco la ve, él está fumando otra vez, quiere ir, quitarle ese maldito cigarrillo y fumárselo todo, también quiere besarlo. No hace ninguna de las dos, se pone los zapatos de tacón y toma su bolso.
Draco no dice nada hasta que ella está en la puerta, sonríe presuntuoso.
–Nos vemos la semana que viene, mándale saludos a tu esposo –dice y parece que va a carcajearse.
– Sí tanto quieres acostarte con él, pídeselo tú –le contesta ella con otra sonrisa. Él no puede aguantarse más y se ríe.
Ella se va.
