PRÒLOGO

Buscando una bola gigante:

Una voz me despertaba por primera vez. Abrí mis ojos y busqué con la mirada a su dueño, ya no estaba cerca de mí. Yo estaba entre un montón de… cabecitas con cola, el que me había despertado se encontraba el primero de todos y gritaba "¡Vamos, chicos! ¡No hay mucho tiempo!". Los que estaban a mí alrededor lo siguieron y yo, que no quería ser menos, les copié e incluso les intenté adelantar. Nos movíamos muy rápido. No sabía exactamente a donde había que ir. El cabecilla de nuestro grupo nos gritó "¡Venga! ¡Hay que encontrarlo!" y todos avanzaron con más velocidad. Yo ya me estaba quedando atrás.

Nos metimos por muchos sitios diferentes, aunque algunos de ellos eran tan oscuros que no se distinguían de otros. Había miles de pasadizos y todos mis compañeros parecían desesperados. Algunos caían en el camino y otros se paraban. No sabía lo que les iría a pasar después, pero tampoco me interesaba.

Cuando ya teníamos bastantes lugares recorridos, me giré un poco y le pregunté al compañero más cercano "¿Qué es lo que estamos buscando?". Él me contestó que se trataba de una bola gigante llamada ovulo. "¿Para qué?" le seguí preguntando después, "No lo sé" respondió "Nadie ha vuelto nunca para contárnoslo". Me asusté un poco cuando oí eso, esa frase no me sonaba nada bien y por eso decidí no hacer ninguna pregunta más.

Siempre nos metíamos por los mismos túneles y pasillos. Me pareció que lo que estábamos haciendo no iba a servir para nada y me dispuse a parar, pero en ese momento alguno de mis compañeros que iban delante gritó "¡Aquí está! ¡Lo encontré!". A pesar de las explicaciones que antes había recibido todavía no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Todos se me adelantaron y empezaron a escarbar, con el pequeño morrito que teníamos, en el ovulo ese. Era una bola gigantesca, o quizás era que nosotros éramos muy pequeños y por eso nos parecía tan grande. No estaba seguro de que hacer, me acerqué poco a poco a la enorme bola e, inconscientemente comencé a escarbar como los demás estaban haciendo. Comprendí que, lo que intentábamos era entrar dentro y eso fue lo que pretendía con todas mis fuerzas mientras escarbaba. Me pareció como una competición y me dije que no iba a ser yo el que perdiera. Empujé hacía dentro y conseguí adentrar mi cabeza hasta el fondo, solo quedaba mi cola. No fue difícil meterla conmigo.

Tras tanto retraso en la búsqueda de la bola gigante, yo había conseguido entrar ¡YO! Me sentí orgulloso por ello. Lo que después sucedió fue muy rápido. Parecía como si esa bola y yo fuésemos tan solo una cosa. No dos, una dentro de la otra, no. Era una sensación muy extraña. Y, de pronto, sentí un sueño terrible y que me dividía en partes a la vez. No le di importancia y me quedé dormido…