1: CHICA BUENA.


La inocencia es algo que la experiencia no puede proporcionar.

—Edward De Bono


Hinata Hyuga observa toda la estancia del aeropuerto de Japón un viernes por la mañana.

Muchos rostros se ven pasar de un lado para otro en el pasillo de recibimiento, pero ninguno era de su familia o mejor amiga.

Suelta un suspiro.

Con sus manos en sus maletas sisea entre la gran multitud del lugar e inmediatamente las charlas en japonés la recibieron como si de un puñetazo se tratase y sintiéndose un poco fuera de lugar sin embargo eso solo es un recordatorio de que ya no está en Rusia sino en el lugar donde nació.

Llega hasta los asientos donde puedes esperar ya sea tu vuelo o a ese alguien que viene a recogerte. A su lado hay una pareja de adorables ancianos que duermen plácidamente cobijados con una manta.

La pequeña Hinata deja su mochila en sus piernas, se cruza de brazos y de un momento a otro una sonrisa tonta hace aparición ya que desea estar con su amado así en un larguísimo tiempo, no obstante deja de soñar cuando un niño pequeño de siete años aproximadamente la observa como si estuviera loca y buscando todos sus pecados.

Un poco incomoda se remolinea en su asiento, empieza a mirar hacia todos lados para que el niño deje de verla pero fue todo lo contrario, ya hasta cruzó sus pequeños bracitos y enarcó una ceja para esperar cualquier movimiento de la chica.

Hinata empieza a sudar. Cuenta, en ruso, hasta diez porque piensa que se está volviendo paranoica; cuando termina de hacerlo ve de reojo y el niño sigue ahí, sentado enfrente de ella sin hacer nada, solo observándola como si fuese una rareza de un circo ruso.

Para no prestarle atención al niño, aún más, pensó en el "por qué" de la tardanza de su familia.

«¿Acaso me equivoque en el mensaje de verificación?», se cuestiona tomando su IPhone de la mochila, pero tan rápido lo tomó el aparato vibra en su mano.

Es un mensaje de "Sakura Haruno". Desbloquea su teléfono y abre el mensaje.

«Mire hacia el frente, señorita».

Hinata obedeció de inmediato.

Se levanta como si su vida dependiera de ello. No le importó que todos a su alrededor, mucho menos el niño acosador, la miraran raro y con fastidio por la poca paciencia que tienen al esperar sus atrasados vuelos.

Sakura Haruno, su mejor amiga desde que tiene uso de memoria, está sosteniendo un enorme cartel con su nombre, lo divertido es que está donde los choferes esperan, y hasta trae unos lentes negros para hacerla de emoción.

Hinata oculta una risilla con su suéter color lila. A paso lento observa a los demás choferes y personas con esos carteles como si estuviese buscando su nombre; se detiene a unos cuantos pasos de la peli rosa.

Bufó cuando lee "Jinata" en vez de "Hinata".

Sakura deja caer el cartel al piso, hace todo lo posible para poder pasar hacia el otro lado y corre a abrazar a su mejor amiga. Hinata la imitó. Las dos se estampan, se abrazan con muchísima fuerza, y empiezan a dar vueltas hasta que la Haruno da un tras pie y ambas caen al piso.

Sus risas se escuchan por todo el aeropuerto, no obstante es cuestión de minutos para que empiecen los lloriqueos por el sentimiento de tenerse frente a frente.

Sakura se aleja un poco, llora cuando quita los mechones de cabello de su mejor amiga como no creyendo que este ahí, con ella, esperando todo y nada de ambas.

—Te extrañe mucho, mucho—susurra la peli rosa en el cuello de la Hyuga—, no te imaginas cuanto...

Hinata, inconscientemente, ya le acaricia su espalda en círculos.

—¿No que Rusia era mejor para mí?—Reprende Hinata con un acento marcado—. Eres una llorona.

Sakura rueda los ojos.

—Cállate.

Eso hace que Hinata ría y llore a la vez.

Llevaban más de cinco años sin verse. Hacían video llamada por Skype pero no es lo mismo que tener a la persona a tu lado que en una laptop con fallas en el internet por tormentas de nieve.

—Algo es algo, ¿verdad?—Le había dicho Hinata a Sakura una vez hace años—. Algún día me iré de nuevo a Japón, no te preocupes por eso.

La Haruno solo pudo atinar a decir un "ya que", y prosiguió su historia sobre cómo le encanta su maestro de idioma.

Hinata mira hacia el frente, todas las personas que pasan a su lado las miran encantados.

Ambas se levantan, se abrazan de nuevo y se empujan como niñas pequeñas cuando van en busca de las maletas en esa cosa giratoria.

Antes de salir por completo del aeropuerto Sakura le recuerda a Hinata sobre la primera vez que se pusieron borrachas. Pasó en el último verano que pasaron juntas. Fue épico. Lo divertido que fue en la noche, ya que pudieron bailar con chicos más grandes que ellas y dar su primer beso, pero lo doloroso que fue en la mañana por el horrible dolor de cabeza y el vómito.

—En el escusado perdí mi dignidad—dice Sakura—, ¡mi propio vomito me salpicaba toda mi cara!

Hinata suelta carcajadas por esos detalles que olvidaba, sin embargo se detiene por completo cuando ve al pequeño acosador pasar enfrente de ella.

Se comporta como una adulta y así, con esa faceta, llega hasta el estacionamiento.

—¿Qué demonios llevas en las maletas?—Chilla la peli rosa, soltando un gemido y abriendo el maletero de su jeep donde hay cientos de fotografías por todos lados—. Pesan un montón...

Hinata se encoje de hombros.

—No lo sé—dice irónicamente, ayudando a su amiga a acomodar el desastre que tiene—, creo que mis cosas, ¿qué esperabas? ¡Llevo años en Rusia!

Sakura lucha con las maletas, la acomoda como sea y farfulla:

—Algo no tan pesado.

Cierra el maletero con un fuerte golpe y le hace señas a su amiga para que se suba. La obedece. Se sube y se coloca su cinturón de seguridad. La Haruno enciende el jeep, arranca hacia la salida, gira en una esquina y en un semáforo en rojo coloca una estación de radio.

La canción Believer de Imagine Dragons empieza a sonar. Ambas amigas la cantan en un tono bajito, juegan con sus manos, la cosa se prende, le suben a la radio y cantan eufóricamente.

—¿Cuándo iremos a ver los departamentos?—Preguntó Sakura cuando la canción termina—. En mi opinión creo que deberíamos comprarlo en el centro, ya que tendremos trabajos y nos quedaría más cerca, ¿qué opinas tú?

Hinata se muerde el labio un poco incomoda con ese tema. Olvidó por completo ese "asunto". Por su graduación, la mudanza de Rusia a Japón y muchas cosas más no tuvo tiempo de pensar en eso.

—No le he dicho a mis padres—respondió sinceramente—. Déjame pasar un tiempo con ellos y yo te aviso, ¿yesli*?

La realidad es esa, no está lista para estar sin sus padres. No aún. Lleva menos de una hora en Japón y ya quiere marcharse a un departamento con su mejor amiga para vivir la vida de una pre adulta. Definitivamente aun no es tiempo de marcharse. Un año. Ese es el lapso para salirse de su nuevo hogar.

Sakura hace una cara de confusión al escuchar a su mejor amiga hablar ruso, jamás se acostumbrara a eso.

—Cambiando radicalmente el tema—prosigue la Haruno—, ¿cuándo tienes que ir por el puesto de trabajo?

Hinata le resta importancia con la mano, indicando que no se preocupe por eso.

—Tengo tres semanas para presentarme.

Sakura suelta un gritillo, haciendo que sus ojos verde jade brillen más de lo normal, y dice:

—¿Te imaginas que toque un Christian Grey como jefe? Eso sería excitante y raro a la vez.

La Hyuga la ve como si estuviese enfrente de alguien extremadamente loco.

—¡Tú y tu única trilogía que has leído!— Protesta, negando con la cabeza—. ¡Ay no! ¡Un Christian no! No quiero a alguien posesivo y celoso como el amor de mi vida.

Sakura se ríe.

—No me arrepiento de haberte contado todos los tres libros.

Un escalofrío recorre el cuerpo de Hinata al recordar, con lujo de detalle, las técnicas de ese hombre sadomasoquista.

—Aun te sigo esperando a que leas los libros—le espeta Sakura mirándola de reojo y cambiando, una vez más, de tema:— ¿Iras conmigo a una fiesta esta noche? Es con mis compañeros del taller de fotografía.

La Hyuga se golpea su frente con la palma de su mano. ¿Cómo se le puede ocurrir a esa chica algo así si apenas lleva un hora ahí? Tiene que desempacar, esperar el camión de la mudanza, un correo de la Universidad para mandar su historial al trabajo que desea, sin embargo esos ojos de cachorrito mojado mandó todo al desagüe.

—¡Por favor!—Implora la Haruno—. ¡Te divertirás mucho! ¡Lo prometo!

Hinata mira las calles, ya puede reconocer en qué lugar está, reprime una sonrisa y ve a su mejor amiga. Sabe que sus padres se molestaran, pero no tanto.

—Acepto—dijo, rendida y levantando sus manos al aire—, pero tú invitas todo.

Sakura le guiña un ojo.

—Trato.


Diez minutos después las dos amigas suben con dificultad las maletas hacia la habitación de Hinata.

Está tal y como la había dejado ella hace años.

Poster de sus bandas favoritas adornando una esquina, su computador viejo en otra y su pequeña cama en medio de todo. Se muerde su labio para no gritar de emoción cuando observó su colección de discos en un pequeño mueble hecho de madera que ella hizo en noveno grado; tiene una marca en su dedo índice por pegarse con el martillo en el taller de carpintería.

—¿Chicas, están ahí?

Hinata siente un escalofrío, juega con sus dedos índices en un gesto nervioso y va hacia las escaleras con una Sakura atrás que toma refresco como si fuese lo más normal del mundo; se detiene a la mitad de las escaleras cuando ve a su madre, esta última tiene las manos en su boca y sus ojos negros brillan aún más gracias a las lágrimas que poco a poco se acumulan.

Hinata baja dos escalones y abraza a su mamá como si su vida dependiera de ello.

—Dobro pozhalovat" damoy, doch"*—susurra Hana en un mal ruso y apretándola con mucha fuerza.

Minutos transcurrieron, sin embargo para Hinata y Hana no fueron suficientes.

La Hyuga mayor se aleja del abrazo, acaricia la mejilla de su hija y eso provoca que la Hyuga menor cierre sus ojos.

—¿Cómo estás?—Preguntó Hana—. ¿Cómo te trató tu abuelo? ¿Comiste bien? ¿Te abrigaste? ¡Te ves muy pálida!

—Mamá, tranquila —tocando los hombros de su madre para tranquilizarla, contesta:— él me trató muy bien, me hizo prometerle que lo invitaría a mi boda. Comí estupendo. Me ponía como cinco suéteres, y lo sé, todo el mundo me lo dice.

Hana sonríe de medio lado, toma entre sus manos el largo cabello de su hija y es ahí donde se percata de que ya es toda una adulta y que pronto se cazaría, mudaría a otra parte, tendrá hijos; eso hizo que derramara un par de lágrimas, no obstante las limpió con su palma antes de que se notaran.

Los Hyugas son fuertes y no lloran.

—Tu padre viene en camino, tiene una junta con un nuevo socio.

Hana la abrazó de nuevo y, al oído, le susurra:

—Te extrañamos mucho, hija mía, no pienses que no quisimos ir a recogerte al aeropuerto, pero Sakura quería ir por ti primero.

Hinata negó con la cabeza divertida.

—Lo estaba sospechando.

Ambas Hyugas se separan. Hana, después de saludar a una Sakura casi llorando, fue hacia la cocina para ver si la comida que preparó toda la mañana ya está lista, mientras que las dos amigas van hacia la sala de estar y se dejan caer en los sillones.

—Recuerda que iremos a la fiesta, cualquier cosa te quedaras en mi casa, ¿de acuerdo?

Hinata asintió encendiendo la televisión.

Hana regresa minutos más tarde con una enorme jarra con agua, la coloca en la mesita del medio y les sirve a las chicas, para después sentarse enfrente de ellas.

—Ahora si—la Hyuga mayor sonríe—, cuéntame todo.

Hinata empieza a relatar cómo fue su estadía en Rusia, sobre su tío, primo y Abuelo que la trataron tan bien que daban miedo, sobre sus amigos y sus viajes con ellos, trabajos realizados en grandes empresas por hobby y su decisión de que estudiar; sobre todos los trabajos que le han ofrecido allí en Japón, son varios pero hay uno bastante particular que le llama bastante la atención porque es todo lo que desea. En menos de tres semanas ya tendrá un empleo asegurado por años.

—Estoy muy orgullosa de ti, lo sabes, ¿cierto?—Murmuró Hana, quitándose sus lágrimas de sus mejillas. No pudo ocultarlas ahora—. Y de tu hermana también.

Hinata hace una media sonrisa, asiente a la vez que se lleva el vaso de agua a su boca y mira hacia la puerta por que una figura hace aparición en su campo de visión.

Se sorprende al ver a su padre, Hiashi Hyuga, recargado en el marco de la puerta. La Hyuga menor se levanta del sillón y su padre llega hasta ella para después abrazarla.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí, padre?—Preguntó Hinata, levantando su ceja en forma acusatoria.

Hiashi niega con la cabeza divertido.

—Lo suficiente como para estar muy orgulloso de ti.

A Hinata se le hinchó el pecho de felicidad y orgullo. Listo. Ya puede morir en paz. Que su padre dijera aquellas palabras era, sin duda alguna, un buen logro.

La puerta de la entrada se abre, dejando ver a una adolecente con un uniforme escolar que no separa su mirada del teléfono celular, hasta que siente todas las miradas puestas en ella levanta su mirada.

—Hola—dice, simplemente, Hanabi Hyuga, subiendo lentamente los escalones.

Hiashi está a punto de ir por ella, pero Hinata lo toma del codo y negó con la cabeza, diciéndole todo.


Hinata pinta sus labios de un color rojo matte. Es de noche ya y está a nada de llegar Sakura por ella.

Su cabello negro azulado está un poco ondulado de las puntas, lleva puesto un vestido negro con mangas de encaje que hace resaltar su cuerpo de grandes caderas, lleva tacones de plataforma y sus lentes han sido remplazados por pupi lentes.

Va hacia su mesilla de noche, desconecta su celular y ve la hora. Suelta un suspiro. Guarda su IPhone en una pequeña cartera de mano.

10:35 p.m.

En ese momento estuviera dormida y en su tercer sueño. Camina hasta su puerta, sale y puede escuchar como su hermana menor está hablando con alguien por teléfono. Baja los escalones con mucho cuidado para dirigirse a la cocina por un vaso de agua.

«No te caigas, Hinata, no te caigas en tu primera noche en Japón», piensa ella, observando los escalones para no caer y dejarse un ojo morado.

Cuando llega sana y salva al último escalón se dirige a la cocina, va hacia el refrigerador, y saca una botella de agua y le toma un par de tragos.

Va hacia la sala, cuando está a punto de sentarse en el sillón, y ver caricaturas de su niñez, su móvil vibra y niega con la cabeza sin dejar de sonreír al ver a Sakura y ella haciendo gestos raros. Esa fotografía tiene cinco años desde que fue tomada, debe actualizarse ya.

—¿Si?

—¡Ya estoy afuera!—Exclamó la Haruno con mucho entusiasmo—, ¡vámonos ya! ¡La fiesta está a punto de comenzar!

Hinata suelta una risilla, cuelga y camina hacia la salida, pero, antes, anuncia:

—¡Papá, mamá, ya me voy!

Espera una respuesta y llega de inmediato por parte de su madre. Sale de su casa, corre, todo lo que sus tacones de quince centímetros le permiten, hacia el Jeep negro; llega, se sube sin dificultad.

La Haruno le contó en la tarde que al lugar que van es nuevo al cual van personas de todas las edades, desde mayores de edad hasta adultos mayores rondando los cuarenta. Solo se puede pasar con reservación.

Hinata deja de cantar unos segundos para observar cómo va vestida su amiga. Un vestido rojo liso amoldándose perfectamente a su cuerpo, grandes zapatillas de plataforma color negras con cadenas doradas en los tobillos, su cabello está lacio pero adornado con trenzas pegadas al lado; no lleva ni una gota de maquillaje solo un delineado y sus pestañas rizadas para resaltar sus ojos verdes.

Recorren casi la mitad de Japón un viernes en la noche para llegar a ese dichoso lugar, cuando llegan no les sorprende que haya una gran fila de personas para poder entrar.

KAOS se lee en las grandes letras color rojo con anaranjado haciendo un relieve.

Las dos chicas dejan estacionado el Jeep al frente del lugar, llegan a la acera y todas las miradas se posan en ellas.

Hinata se sonrojó y Sakura, bueno, ella camina como toda una diva hasta llegar con el guardia de seguridad que custodia la entrada, se coloca de puntillas para decirle algo y él, inmediatamente, les abre la puerta con una sonrisa no muy linda.

Sakura le guiñó un ojo a Hinata.

Entran a un túnel.

Al principio no se ve absolutamente nada, solo se puede escuchar la música a todo volumen y los gritos de las personas que se la están pasando genial, pero es cuestión de segundos para que aparezcan mujeres bailando y ofreciendo bebidas preparadas a todos los que pasan por allí.

Al final del túnel hay una luz cegadora, llegado a ese punto ya pueden mirar todo su alrededor.

A la izquierda y derecha hay escalones para poder ir al segundo piso que está repleto de chicos y chicas, enfrente están unas escaleras que van directamente a la pista de baile y a la barra con una gran variedad de alcohol.

Las dos chicas se miran, entrelazan sus brazos y empiezan a bajar los escalones con luces de arcoíris.

La noche ha empezado.


—¿Ya lo viste?—Susurra Sakura en el oído de Hinata de una manera disimulada, mientras bailan muy pegadas una con la otra.

La Hyuga asintió, se lleva su copa a los labios y baila seductoramente. Había visto a ese hombre desde que llegó, no puede quitarle la vista de encima y él lo sabe.

—Todo este tiempo que hemos estado aquí te ha observado y tú a él. Listo. Hay atracción en ambos —explica Sakura, dando brinquitos de la emoción o de la bebida que está tomando—. ¿Quieres que le pregunte su número? ¿O si quiere bailar contigo? ¿Por qué me miras con cara de espanto?

Hinata entre cierra sus ojos y va a sentarse en la barra un poco molesta.

Sakura la sigue sin dudar.

—Se nota que es muy mayor para mí—farfulla cuando su amiga se detiene enfrente de ella—. ¿Quieres que me vaya con un desconocido? Que bien me cuidas, eh.

Sakura hace una sonrisa pícara.

—Prefiero los hombres mayores que mocosos sin una vida planeada—comenta la Haruno, cambiando el tema—. ¿O acaso tú no?

La pilló.

—No.

Sakura la observa con una cara de "no me jodas que es cierto".

—Tú ganas—dice Hinata, sentándose derecha en su silla—. Pregúntale su nombre, solo eso. No quiero que venga porque me da vergüenza. Solo pregúntale su nombre y ya, lo digo muy enserio, Sakura.

La Haruno asiente de inmediato y va hacia el hombre disimuladamente.

La Hyuga juega con una servilleta para distraerse, pero no lo logra. Ve de reojo, puede observar que el hombre hace una sonrisa perfecta y asiente cuando Sakura la apunta. Abre sus ojos con sorpresa cuando el rubio, con un traje negro y corbata, se levanta y sigue a su amiga peli rosa que tiene una enorme sonrisa en su rostro.

—No, no lo traigas, no lo traigas—susurra Hinata, empezando a temblar.

Y lo trajo.

Sakura le guiña un ojo a Hinata y se va a la pista de baile antes de que su mejor amiga la asesine ahí mismo.

El hombre se sienta a su lado, coloca su palma en su mentón y solo la observa.

Hinata sonríe lo más inocentemente que puede, intentando zafarse de la situación.

—Hola—dijo ella después de varios segundos, ya que nadie dice nada.

Su cuerpo no tarda en convulsionar por la vergüenza que siente en ese momento.

El rubio sonríe haciendo que sus ojos azules brillen más de lo que ya hacen con la ayuda de las luces del lugar.

—Hola, mucho gusto —él levantó su mano para saludar, ella la toma, y ambos la mueven de abajo hacia arriba—. Soy Naruto.

—Hinata.

Se dejan de saludar sin despegar la vista del otro.

Hinata se lleva un mechón atrás de su oreja a la vez que agacha su mirada.

"Naruto" suelta una risilla apenas perceptible para el oído de la Hyuga, ella levanta su cabeza y ve como ese hombre tiene su mano levantada e inmediatamente el barman se acerca.

—Un par de Cosmopolitan—demanda él, sacando una tarjeta de crédito negra con dorado—. Por favor.

El barman asiente y se retira a su lugar correspondiente para preparar las bebidas.

Naruto observa detenidamente, de abajo hacia arriba, a Hinata con una ceja enarcada.

—Tienes más de veinte, ¿cierto?

Ella pasó saliva con dificultad.

—¿Cierto?—Repitió él, pero con una voz que demanda una respuesta.

Hinata asintió lentamente. Esos ojos azules se la están comiendo viva. Se remueve en su asiento y aprieta sus piernas al sentirse un poco intimidada.

—Me alegro—aprobó el rubio—, no tenía muchas ganas de convertirme en un pedófilo que secuestra señoritas.

La pequeña chica abre sus ojos por la sorpresa, está a punto de levantarse y huir, sin embargo Naruto prosiguió:

—¡Es broma! —La toma de la mano y hace círculos imaginarios para calmarla—. Lo lamento mucho, no quería asustarte. Fue una pésima broma de mal gusto, perdón.

Hinata asintió sin dejar de ver la mano que la acaricia, y mucho menos el anillo de oro en el dedo anular. Naruto la suelta de golpe y se aclara la garganta un poco incómodo.

—Tu amiga me pidió que viniera contigo—dijo, directo y observando su reloj que está en su muñeca.

La Hyuga se sonroja.

—Si quieres, no sé —titubeó ella—, puedes irte, por mí no hay problema...

—¿Quieres que me vaya?—Rectificó Naruto, sorprendido ante esas palabras que jamás pensó escuchar de una mujer.

Hinata se muerde el labio, en un gesto nervioso empieza a jugar con sus dedos índices.

Lo ve hipnotizada.

Su respuesta era un "si, márchate", no obstante su tonto cerebro dijo un "no".

—Excelente, cariño, porque no va hacer tan fácil librarte de mí.

Naruto sonríe de una manera divina.

La Hyuga siente todo su cuerpo caliente y sabe que en cualquier momento puede desmayarse. Nadie había sido tan directo con ella, este hombre es el primero. Sus ganas de mirarlo le ganaron. Primero observa su rostro, casi babea. Realmente es guapo, sabe que es alto ya que le lleva más de dos cabezas a Sakura, tiene un cuerpo atlético escondido bajo ese costoso traje, una sonrisa perfecta llena de malicia y dulzura que hacen una buena combinación, pero lo que más le llama la atención son esos ojos azules y esas marcas en sus mejillas.

«¿Cómo se las habrá hecho?», se preguntó ella. Sin darse cuenta, ya que esos ojos la hipnotizan por completo, lleva su pequeña mano hacia la mejilla de Naruto, este último se sorprendido sin embargo no dijo nada para no romper la concentración de la chica. Hinata toca cada una de esas líneas y solo es cuestión de segundos para darse cuenta de que son cicatrices.

Retira su mano como si se estuviese quemando.

—Perdona—murmuró ella, sonrojándose.

—No hay problema —se encoje de hombros y le regala una sonrisa conciliadora—, estoy acostumbrado a que hagan eso.

La Hyuga iba a decir algo incoherente pero gracias al barman que deposita las bebidas en su correspondiente lugar no lo hizo.

Naruto toma su vaso y se lo lleva con una sonrisa a sus labios. La chica duda, tiene miedo de que esa bebida tenga alguna droga, no obstante, intuición o el sexto sentido que tienen las mujeres, le informó que eso era imposible así que se lo lleva a la boca.

Toma un sorbito con la mirada azulada puesta en ella. Hace una mueca. Puede sentir como ese líquido quema su garganta.

—¡Yebat"!—Vociferó en ruso—. ¡Yebat"! ¿Cómo puedes tomar esa cosa?

Lo ve y lo acribilla con la mirada ya que, él, se está muriendo de risa a su lado.

—Experiencia. La primera vez es algo horrible —suelta un silbido—, pero a la tercera te sabe a gloria. Compruébalo por ti misma.

—No gracias—dice ella, tomando su otra bebida dulce para quitar ese mal sabor de su boca—. Paso. Jamás me vuelvas a dar esa cosa, por favor.

El rubio ríe y asiente.

—Lo prometo—murmura—, pero para eso tendríamos que vernos de nuevo, ¿verdad?

Hinata se sonroja.

—Exacto—musita, evadiendo por completo la mirada azulada del rubio.

—¿Prefieres ir a otro lado?—Cuestiona él—, este lugar es muy ruidoso, ¿no lo crees?

Naruto se muerde el labio y juega con el vaso translucido con sus manos.

Hinata lo procesa unos segundo y al final pregunta:

—¿Qué vamos hacer en otro lugar?

Naruto la ve con una ceja alzada.

—Cosas —dice él, como si fuese totalmente obvio.

«¿Quiere sexo? ¡¿Conmigo?!», piensa Hinata cambiando de su color natural al rojo por la vergüenza que siente en ese momento.

Necesita aire.

Mucho aire.

Se controla a sí misma cuando recuerda que ya no es virgen desde hace un par de años. Sabe que es normal que una pareja de desconocidos se atraigan, vayan por una noche de diversión y placentera para ambos.

«¿Cuánta probabilidad hay de volverlo a ver?», consideró Hinata, «¡cero por ciento! Además tener sexo con un hombre mayor debe ser muy bueno ya que tienen más experiencia en eso».

Cierra sus ojos con fuerza al percatarse de que ya está empezando a pensar como su mejor amiga. Abre sus ojos, buscando entre la multitud a Sakura, es fácil encontrarla porque ella la observaba en una esquina con mucha "discreción" de su parte.

Hinata le hace señas a Sakura para que se acerque, esta última se niega rotundamente a ir ahí, la Hyuga no se rinde y en segundos la Haruno ya está a mitad de camino refunfuñando.

—¿Me puedes esperar un momento?—Preguntó Hinata, sonrojada y sin hacer contacto visual.

Naruto le guiña un ojo a la vez que da un último sorbo a su bebida.

—Más tiempo que eso.

La Hyuga no tuvo tiempo de sonrojarse aún más ante esas palabras tan lindas porque se baja de la silla y camina hacia su amiga con calma para no hacer el ridículo enfrente de ese hombre porque quiere correr y gritar de la emoción que siente.

Llega hasta su amiga y no deja de ver a Naruto sin ningún remordimiento de su parte. Él niega con la cabeza divertido, como si estuviera mirando un juego de niñas pequeñas que se pelean por un muñeco y se da la vuelta para pedir otra de sus bebidas exóticas.

Las dos amigas se van a una esquina.

—¡¿Qué ha pasado?!—Chilló Sakura, ansiando las respuestas—. ¡¿Te dio su número telefónico para que pueda mandarte su pack y luego pasármelo a mí?!

Hinata negó a darle el pack de ese hombre y le cuenta que se va a ir para pasar una noche con él.

La Haruno suelta una risotada y farfulla:

—Buena esa, pero ya enserio, ¿qué pasó?

Hinata la ve mal, ¿no la creía capaz de irse con ese hombre? Ya vera que está equivocada.

—Estoy hablando enserio—espetó con su mandíbula apretada—. Si mi mamá te llama dile que estoy dormida por que el cansancio me venció. Te veo mañana en mi casa para contarte lo que pasó, ¿yesli?

Se da la vuelta para marcharse con ese dios griego que la está esperando donde mismo.

—¡¿Estás loca?!—Reprochó Sakura, reteniendo a su amiga de la muñeca—. ¿Cómo mierda te vas a ir con ese —su mirada se desvía hacia Naruto y sus orbes verdes empiezan a brillar de una manera no muy sana— señor que está bueno?

La peli rosa niega con la cabeza despejando todas su dudas y olvidando la regla número uno del manual de "cómo cuidar a tu mejor amiga": nunca de los nunca dejar que se vaya con un completo desconocido.

—¿Sabes?—Continua la Haruno, colocando la palma de su mano en el hombro de Hinata—. No es mala idea. Disfruta tu noche de bienvenida aquí en Japón.

Hinata chilla, brinca como una niña pequeña a los brazos de Sakura, esta última está completamente confundida con la situación, ¿cómo fue posible que ese cuerpo perfecto la hayan engatusado?

—¡He, he!—Continua rápidamente la Haruno, volviendo a pensar con claridad—. Márcame si ves algo raro en él, llevare a la marina de inmediato, ¿de acuerdo?

—De acuerdo—prometió la Hyuga—. ¿Cómo me veo?

Hinata se pone de perfil y da vueltas como si estuviera en una boutique de ropa, Sakura levanta su dedo pulgar a modo de "me gusta".

—¡Te ves estupenda!—Gritó Sakura para hacerse oír entre la música que a cada momento se va descontrolando—. ¡Vete ya que a lo mejor el hombre de buenos muslos se va! ¡No te preocupes por tu amiga solterona!

Hinata sonríe y asiente varias veces, abraza por última vez a su mejor amiga y va hacia Naruto.

Pasa entre la gente, las luces neón la marean un poco por que han empezado a parpadear, sus piernas se sienten como gelatina y un cosquilleo en su estómago hace aparición. Así se siente la adrenalina, no hay duda. Llega hasta el rubio, se coloca enfrente de él un poco sonrojada y asiente con una media sonrisa.

Naruto enarca una ceja, esperando para que ella diga las palabras de su propia boca.

—¿Todavía —se aclara la garganta— sigue en pie la propuesta?

Naruto sonríe como un zorro.

Se abaja de la silla, asiente sin decir nada y empieza a caminar hacia la salida. Hinata lo sigue, pero de un momento a otro su pensamiento racional estaba a nada de obligarla a no irse con ese hombre, también le decía que eso no estaba bien para una señorita como ella, sin embargo toda esa negatividad se fue cuando Naruto la tomó de sus mejillas en medio de la pista y le sonríe mirándola directamente a los ojos.

—Moría por hacer esto, cariño.

Y la besa con tanta delicadeza que ni él mismo puede creer. Hinata se derritió en sus brazos, saborea el alcohol que hay en ambos y la pequeña mordida en su labio inferior como toque final.

Se separan con la respiración agitada. El rubio le sonríe y entrelaza su mano con la de ella. La Hyuga se sonrojó y empezó a estabilizar su respiración.

Salen por el túnel de la entrada, Naruto la guía hasta el estacionamiento del local, saca sus llaves de su bolsillo, aprieta un botón verde y un lambo amarillo se enciende, le abre la puerta como todo un caballero y la ayuda a sentarse.

Hinata no puede creer en donde está sentada. El rubio sale a toda velocidad. Ella lo ve de reojo, si ya era demasiado apuesto en la oscuridad ahora lo es más gracias a las luces de los autos que impactan con esos ojos azules.

—¿Te está gustando lo que ves?—Pregunta Naruto, sonriendo de medio lado.

Ella se sonroja.

«Me encanta», pensó, mordiéndose su labio para no sonreír.

Con la poca valentía que le queda enciende la radio para ayudarse a sí misma a tranquilizarse y no divagar más en el asunto en que está metida.


Pasa una hora cuando Naruto se detiene enfrente de una residencia en los lujosos barrios de Japón. Saca un control remoto que está debajo de su asiento y aprieta un botón. Las rejas de la casa se abren como por arte de magia. El rubio entra y deja el auto enfrente de una puerta de vidrio.

Hinata, temblando por los nervios que han regresado, se quita el cinturón de seguridad y la puerta de su lado se abre sin darle tiempo de nada.

Naruto le da la mano y la ayuda a salir, con sus manos entrelazadas caminan a la par hacia la puerta de entrada, él abre la puerta y la dirige hacia unos escalones en forma de caracol para ir a una de las habitaciones.

Hinata ya no puede mentirse a sí misma, se detiene y ve a aquel hombre con un poco de miedo. Ya no quiere hacer nada, solo quiere irse a su casa y dormir. Naruto la ve con una ceja alzada, baja el escalón que segundos antes había subido y se posiciona enfrente de la Hyuga, tomándola con timidez de su cintura.

Ambos no dicen nada, solo se observan.

—¿Estas bien?—Cuestionó Naruto en un susurro apenas audible.

Ella asiente con una media sonrisa, después, dudando en si hacerlo o no, coloca sus pequeñas manos en el cuello del rubio y respira profundo para calmarse, no pasara nada malo. Naruto coloca un mechón travieso atrás de la oreja de Hinata, poco a poco su mano baja hacia la mejilla, la atrae hacia él con un empujoncito y la besa lentamente pero con un gran erotismo de por medio.

Hinata gime cuando una punzada de dolor hace aparición en su labio inferior, se levanta de puntillas lo más que puede y se apega más hacia él, pidiendo más y más a cada segundo que pasa.

Cualquier rastro de duda, y preocupación se esfumaron para siempre cuando Naruto la carga y empieza a acariciar su trasero. Ella cruza sus piernas por la cintura del rubio, se sonroja al sentir una erección apretar su estómago.

Se dejan de besar cuando Naruto intenta subir las escaleras, él suelta un pequeño gemido cuando Hinata, en una fuerza de arrebato, le muerde el cuello con fuerza.

El rubio llega hasta un pasillo, abre la primera puerta con una mano y con su cadera la empuja para después depositar con cuidado a Hinata en una enorme cama.

Ella toma aire, se queda embobada admirando a Naruto, como si fuese lo más natural en él se quita la corbata, se desabrocha su camiseta de manga larga blanca y cuando se la quita por completo, la Hyuga, observa un gran tatuaje alrededor de su ombligo.

«Interesante».

Naruto se deja caer a la cama, colocando sus brazos al lado de la cabeza de la menor, acto seguido la besa de nuevo.

Hinata lleva sus pequeñas manos a la espalda del rubio sin resistirse a tocarlo, le clava sus uñas cuando él le muerde ahora el cuello como venganza, su respiración se acelera cuando Naruto empieza a restregarse en su sexo, una mano envuelve su pierna y la levanta para darle un mejor acceso a su trasero.

—Levántate—ordenó él.

Hinata, sin entender muy bien a qué demonios se debe ese cambio tan repentino, lo obedece y se levanta de la cama un poco mareada. Naruto se coloca atrás de ella y le acaricia la mordida de su cuello con la lengua.

—Eres una chica buena...

La Hyuga gimió cuando esas grandes manos se aferran a su cintura para así notar de nuevo el miembro de Naruto; ladea su cabeza a un lado para que él pueda besarla mejor y de vez en cuando puede sentir como chupa la mordida para que no se haga tan grande.

Hinata se queda quieta cuando siente el cierre bajarse, él se coloca enfrente y le ayuda a quitarse el vestido.

«Lo bueno de esto», piensa ella, «es que hice una buena elección de traer ropa interior bonita».

Naruto toma las manos de Hinata y las deja colocadas en su espalda.

La besa una vez más.

Saborea gustoso cada parte con su lengua y sonríe en medio del beso cuando Hinata aprieta su trasero, la deja escapar, ella, sin pedírselo, mete sus dedos en su pantalón para bajarlos por completo, él los manda a una esquina.

Naruto la guía hasta la cama, se sienta con el respalda atrás y coloca a una Hinata semi desnuda en su estómago, lleva sus manos hacia el brasier de encaje negro con azul y lo desabrocha con un movimiento bien elaborada.

Observa esos pechos como si estuviese enfrente de una dulcería.

—Perfectos—susurra—, me encantan, cariño.

Se acerca hacia ellos con demasiada lentitud para poder provocarla.

Hinata cae en la provocación porque lo toma de su nuca y lo estampa a ella con un poco de desesperación. Gime cuando siente la lengua húmeda en su erecto pezón. Naruto, con la mano derecha, acaricia el otro pecho y así sucesivamente haciendo lo mismo: morderlos con delicadeza y haciendo círculos con su lengua.

La Hyuga se estremece cuando el rubio baja su mano izquierda hacia su entre pierna, hace a un lado su bóxer femenino e introduce un dedo a su cavidad para empezar a meterlo y sacarlo lentamente.

Ella ve esos ojos azules nublados por la excitación del momento y lo besa lentamente, pero después, cuando esas minis embestidas se hacen más rápidas, lo besa con fuerza a la vez que suelta pequeños gemidos.

—Está demasiado estrecho—comenta él en medio de los besos húmedos y continuando con las minis embestidas e introduciendo otro dedo—. ¿Eres virgen, cariño?

Hinata negó con la cabeza ya que no puede decir algo coherente porque dos dedos salen y entran en ella.

Está a casi nada de llegar al orgasmo e iba hacer genial no obstante Naruto sacó sus dedos antes de hacerlo.

Hinata lo mira con un puchero y cruzando sus brazos como una niña pequeña que no obtiene lo que quiere después de hacer berrinches. Naruto ríe encantado por la escena de aquella pequeña chica, no se disculpa, solo coloca sus brazos atrás de su cabeza.

—Tu turno, cariño.

La Hyuga enarca una ceja, desconfiada, pero después asiente. Con pequeños besos húmedos baja por el cuello del rubio, besa su pecho y llega hacia la "v", lleva su mano hacia el bóxer y los quita de un tirón.

Abre sus ojos con sorpresa, mira a Naruto y este tiene una cara de superioridad.

Pasa saliva con dificultad.

«Mierda», meditó la Hyuga, «me va a doler».

Hinata, cuando toda la estupefacción se va, acerca su boca a los labios de rubio y se restriega contra él, sintiendo el miembro entre su entrepierna.

Naruto gime su nombre en su cuello.

—Quiero hacerte mía ya—murmura él en el oído de ella—, me encantas.

Hinata se queda muda ante esas palabras, pero algo se prendió su corazón.

Naruto le quita el pequeño bóxer a la Hyuga, los arroja sin darle importancia a donde se vayan, coloca a la chica debajo de él y estira su mano para alcanzar un cajón, saca un pequeño paquetito plateada, lo abre con sus dientes y se lo coloca como todo un experto.

—¿Lista?—Cuestiona el rubio, llevándose su cabello rubio hacia atrás.

Ella asiente tomando las sabanas con fuerza. Naruto coloca su enorme miembro en la entrada de Hinata y lentamente entra en ella.

—Dios—gime el rubio, apretando los dientes, la entrada está demasiado estrecha.

Hinata toma del cuello a Naruto para que así estuvieran más cerca del otro.

—Yebat"—exclama ella al sentir algo desgarrarse adentro de ella, pero de a poco puede sentir que ese dolor va desapareciendo para dejar paso a algo agradable—. ¡Más, por favor, más!

Naruto la obedece y la penetra más duro.

Las embestidas del rubio fueron más y más rápidas con los segundos que transcurrían, él maldecía cada vez que aquella chica pequeña gemía su maldito nombre en su oreja y le pedía a dios que no se viniera antes que ella.

Hinata solo podía gemir a la vez que observaba esa tentadora boca, le encantó oír gemir a ese hombre cuando la embestía por completo.

Los dos, al mismo tiempo, llegan hasta el éxtasis, diciendo los nombres de cada uno al mismo tiempo.


Hinata abre sus ojos de golpe.

De un salto se incorpora sin embargo hace una mueca cuando el dolor de todo su cuerpo se hace presente; intentando que el dolor disminuya se deja caer a las almohadas, una sonrisa adorna su rostro segundos después al recordar todo lo que ocurrió ayer en la noche.

El mejor sexo de su vida, no hay duda.

Busca a Naruto con sus manos pero no está a su lado, se tapa con esas finas sabanas y se levanta para buscar sus cosas sin embargo siente una incomodidad en su entrepierna. Se toca y un rastro de sangre hace aparición. Con incredulidad ve las sabanas pero no hay rastro de sangre en ellas.

Respira y exhala, debe ser Andrés que ha llegado en un momento bueno.

Va hacia la cómoda donde está una pantalla plasma, se encuentra con sus cosas dobladas, una botella de agua y una hoja de papel.

La desdobla y lee:

«Hinata, tuve que irme a trabajar. Cuando lo desees puedes llamar al taxi que te aparte, este es el número: 65645684. Lamento no despedirme como se debe, y lo de anoche... fue increíble, pero lástima que ya no se volverá a repetir. Que te vaya muy bien en la vida. Naruto»

Hinata sonrió, tomó el plumón y escribió en respuesta un:

«Muchas gracias por lo de anoche, fue increíble».

Y dejando apuntado su celular para que la ocasión, si es que tiene suerte, se vuelva a repetir las veces que él quiera.


TRADUCCIONES.

Yesli'= Si.

Dobro pozhalovat' damoy, doch'= Bienvenida a casa, hija.

Yebat= joder