Disclaimer: Bueno como bien saben los personajes de Dragon Ball no me pertenecen, son del gran maestro Akira Toriyama. Escribo esta historia por simple entretenimiento y con mucho cariño para todos los que como yo les gusta leer fanfics de Dragon Ball. Espero sea de su agrado.

Octubre 25,792

"… Dicen que en la vida todo pasa por una razón, y que nuestros caminos se cruzan con una finalidad.

Algunas veces el fin es tan claro como el motivo pero, otras es difícil entender que algunos caminos se juntan simplemente para volverse a separar…"

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Capitulo I

Habían pasado casi 10 años desde la aparición de los androides y después de su aniquilación por parte de un poderoso guerrero dorado que permanecía en el anonimato, venía la reconstrucción del singular planeta.

La restauración no había sido fácil y aún estaban alejados de que la Tierra fuera lo que había sido antes. Esos malditos androides en verdad que la habían jodido en grande; la humanidad se tuvo que reorganizar y aunque en su mayoría buscaban solidarizarse para salir adelante, no faltaba el sediento de poder que trataba de acaudillar y administrar los pocos recursos existentes.

La avaricia, la envidia y la sujeción eran los mayores frenos de la actual civilización, que de apoco luchaba por resurgir del oscuro pasado. Mas sin embargo el bien no se dejaba vencer tan fácilmente, aún quedaban personas en el planeta Tierra por las cuales valía la pena seguir luchando.

Era una hermosa mañana de otoño tupida de árboles de hojas doradas, rojas y marrones, que se desprendían pacífica y tranquilamente desde sus ramas y se balanceaban hacia el suelo alfombrando las calles en tonalidades cálidas, mientras así en ese pintoresco paisaje el único saiyajin sobreviviente dormía con sosiego después de tantos años…

Trunks escuchaba el suave sonido de una dulce y femenina voz entre sueños, lejana y distante casi como un eco, Trunks el joven balbuceó algo incomprensible y ella rió por lo bajo.

—Trunks— volvía a escuchar esta vez abriendo sus ojos, despertando a su realidad, encontrándose con el alegre rostro de su hermosa esposa, sonrió débilmente al ver sus celestes ojos iluminados.

—Mi amor. Hoy es el gran día— susurró haciendo que el peli azul se levantara de un salto.

—No puede ser me quedé dormido ¿Qué hora es?— decía nervioso poniéndose un pantalón, calcetines, botas y corriendo a toda prisa al lavabo a darse una afeitada, tenía que estar presentable para el evento.

—Son las 8:30, llevo rato tratando de despertarte dormilón— la chica le guiñaba un ojo y le extendía una toalla limpia.

La joven miró a su esposo sonreír a través del reflejo en el espejo mientras él se secaba el rostro, el simple hecho de ver esa sonrisa cada mañana le alegraba el día.

Trunks salió del baño, se tomó un momento para darle un tierno beso de buenos días a su esposa, y luego continuó.

—Discúlpame creo que ayer me quede despierto muy tarde— Trunks hablaba al tiempo que se ponía la camisa asistido por su bella mujer. La muchacha le hacía el nudo en su corbata, lo cual agradecía pues él no tenía mucha práctica, era un hecho que casi nunca usaba cogoteras, solamente en ocasiones especiales como ésta.

—No te disculpes entiendo, querías trabajar en tu discurso. Estoy segura que lo harás muy bien, Bulma estará muy orgullosa de ti y además te ves muy guapo— Le robó otro beso y caminó coquetamente hacia la puerta. El joven no pudo evitar el sonrojo en sus mejillas.

—Si bueno, lo hago solo por mi madre, sabes que es un día muy importante para ella— decía mientras se acercaba hacia la puerta, su esposa lo tomó de la mano y lo jaloneó hacia la cocina, una vez ahí le entregó su café en un thermo y le puso una manzana en su boca, mientras ella recogía sus abrigos, sus gafas oscuras, sus teléfonos y su bolso.

—Lo sé y será un día fenomenal— dijo con entusiasmo cerrando la puerta de la pequeña casita que estaba a las fueras de la ciudad.


Llevaban 4 años de un bello matrimonio. Se sentía muy afortunado de tenerla a su lado pues finalmente no estaba solo y aunque Ren quizá no era la mujer mas madura del mundo era divertido tenerla cerca; sin lugar a dudas era una buena esposa, compartían valores, ilusiones, anhelos y lo más importante sueños.

Quizá no podía brindarle todas las comodidades, con la simpleza de la vida era feliz. "Siempre y cuando estemos juntos, lo demás es añadidura" decía a menudo, especialmente cuando la frustración llegaba por que otra vez no tenia el dinero suficiente para comprarle algún lujo; no era que fueran pobres, por que no lo eran mas sin embargo, la realidad era que le daban más prioridad a ayudar a otros en vez de producir para enriquecerse y eso era algo en lo que los dos estaban de acuerdo sin la necesidad de tener que hablarlo, esa era un especial y único vínculo que ambos compartían.

Después de tantos años de operar en casa y salvaguardar algunos recursos para revivir el sueño del abuelo, finalmente el genio de la peli azul rendía frutos y se disponía a re-inagurar el edificio en la capital del Oeste en donde alrededor de 40 empleados podrían administrar, dirigir, innovar y experimentar con nueva tecnología que ayudaría al desarrollo de la ciudad.

Así, entonces festejaron después de tanto uno de sus mayores logros. El joven dio su discurso, a su madre le brillaron los ojos, su mujer le miraba con orgullo y por una vez el joven Trunks se permitió imitar a su contraparte pretendiendo ser aquel hombre que pudo ser.
Pero antes de terminar, justo en medio de su último diálogo, una pequeña explosión se hizo escuchar a un costado de las nuevas oficinas de la Corporación Cápsula; todos se tiraron al suelo mientras tosían a causa del polvo, cuando repentinamente escucharon salir unos 10 malhechores disparando sus armas a diestra y siniestra escapando en un vehículo estilo militar.

Trunks estaba dispuesto a detenerlos pero Bulma lo detuvo colocando una mano sobre su hombro y negando con la cabeza. El joven tan solo frunció el ceño, no era la primera vez que algo así pasaba, desde hace tiempo que se suscitaban robos en la ciudad pero, la científica no quería que Trunks se inmiscuyera de forma tan directa. Además ya había previsto dicho atraco y había puesto un localizador en los artefactos de su laboratorio. Con anterioridad la policía le había solicitado su apoyo y ella encantada aceptó; el plan era desenmascarar a esos malditos gusanos de la sociedad y el departamento de policía era el que se haría cargo.


Esa misma tarde…

Cada quién se encontraba realizando sus actividades. Trunks se preparaba estudiando en la Universidad de la capital para convertirse en un ingeniero en diseño de tecnología de aeronaves, le faltaban solamente unos meses para graduarse y su tiempo libre lo utilizaba trabajando en uno de los talleres de su madre mas sin embargo, la mayoría del tiempo lo pasaba ayudando en la reconstrucción de la ciudad.

Casas, albergues, hospitales, carreteras, escuelas, parques, aún mucho era necesario para que la Capital del Oeste regresara a tener el esplendor de lo que alguna vez fue y a él le encantaba ayudar en todo lo que se pudiera.

Por su parte su esposa, Ren, trabajaba en un albergue que había sido fundado por la misma Bulma, pero que ahora era administrado por la joven. Después de 5 años trabajando en este proyecto le tenía un especial cariño al lugar y a la gente que recurría en busca de ayuda.

Como todas las tardes al finalizar el día la joven pelirroja se sentaba en el comedor del albergue para escribir en su querido diario, mientras tomaba una deliciosa taza de chocolate caliente.

—Vamos anda pasa, te voy a servir una taza chocolatito caliente— decía una robusta mujer llamada Evangelina la cuál hablaba con un acento ruso, forzando a una joven que usaba una gabardina estilo militar a pasar al comedor.

—Pero…—

—Pero nada niña, esta haciendo un frío del polo norte, pasa unos minutos aunque sea para calentarte las orejas— le decía sentándola en la silla justo enfrente de la pelirroja, la mujer le guiñó un ojo a la cabecilla del lugar y luego se fue hacia la cocina.

Niña suspiró, bueno después de todo un chocolate caliente no le vendría nada mal.

—Si que hace frío allá afuera ¿Verdad?— decía con voz aniñada la chica que tenia enfrente, cerró su libro y le sonrió amablemente.

—Aja— contestó la mujer con desinterés.

— Me llamo Ren ¿Y tú?—

—Mai— encendió un cigarrillo, vicio ocasional que tenía pero que generalmente se intensificaba en el invierno.

Un muchacho que se dedicaba a servir sopa caliente a los refugiados se disponía a llamarle la atención puesto que no era permitido fumar dentro del albergue, pero Ren negó con la cabeza discretamente y el joven continuó con sus labores.

—¿Y qué te trae por aquí Mai? nunca te había visto en el albergue—

La mujer de hermoso lacio cabello negro y ojos azules alzó la mirada ante la tozudez de la muchacha y observó el lugar; se escuchaba un fuerte zumbido a causa de las charlas de los presentes, parecía que entre la mayoría se conocían y tenía sentido, probablemente toda esa gente acudía al lugar a menudo.

—No es algo que sea de tu incumbencia— contestó cansada de la insistencia de la menor. —Yo solo quiero hablar con el encargado de este lugar—

—Ja, no me digas— expreso Evangelina que al instante puso al frente suyo un sandwich de jamón y una taza de chocolate caliente. —Pues la tienes enfrente— le señalo con la mano, Mai abrió sus ojos de par en par y de su boca tambaleaba el cigarrillo no podía creer que una muchacha tan joven fuera la encargada del famoso albergue de la ciudad. La robusta mujer le quitó el cigarrillo de la boca y le dio un zape en la cabeza. —Este no es lugar para estos vicios— y se fue negando con la cabeza.

Mai se sobo la cabeza y Ren rió por lo bajo.

—Dime ¿En que podemos ayudarte?— preguntó con dulce voz.

—Municiones, necesito municiones— colocó ambas manos sobre la mesa con un golpe.

La pelirroja la miró con rostro dubitativo.

—Bueno aquí podemos proporcionarte comida, ropa, un techo, una cama, un baño y hasta entretenimiento— señaló el televisor —¿Para que quieres municiones?— su teléfono celular comenzó a vibrar a causa de un texto y entonces empezó a guardar sus pertenencias en su bolso y a colocarse un abrigo de lana color blanco para cubrirse del frío.

Mai la observó de arriba a abajo, observando sus cuidadas manos y su bonita y delicada joyería, entonces llena de prejuicios espetó—Nunca lo entenderías— se levantó de su asiento y se dio la media vuelta, al girar su largo y lacio cabello se balanceó de un lado a otro dejando perpleja a la muchachita que se petrificó con la sensación de dejavú que le dejo la escena.

Trató de darle alcance pero una vez en la calle no la encontró por ningún lado, con el frío golpeándole en las mejillas decidió seguir su camino para darle encuentro a su esposo. Pensando aún en la coincidencia que tuvo con Mai, caminaba con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo, estaba segura que ya la había visto antes por lo menos en un sueño. ¿Y si era ella? no pudo evitar sonreír, a pesar de sus creencias aún algunas veces le invadía la duda.

Repentinamente, unas grandes manos la agarraron por sorpresa cubriéndole la boca y aprisionándola por los brazos.

—Ahora si señora Brief, el jefe no soporta que le niegue su presencia así que como no ha ido por las buenas, tendré que llevársela por las malas— le susurraba al oído al tiempo que la levantaba del piso. La muchacha intentó gritar y patalear pero le era imposible.

Abrió la puerta del auto negro a un costado pero antes de meter a la jovencita el sonido de la recarga de un arma sobre su sien lo petrificó.

—Pon tus manos detrás de tu cabeza— advirtió.

La pelirroja reconoció la femenina voz de su heroína, era nada más y nada menos que Mai que por suerte no había ido demasiado lejos y al ver lo que sucedía no pudo evitar ir en su ayuda.

El hombre obedeció, se hizo a un lado para que la pelirroja se alejara del auto.

—Ahora híncate— ordenó la mujer de cabellos negros, el hombre siseó y pretendió obedecer pero en un movimiento rápido lanzó a Ren sobre Mai hacía la acera, se subió al auto y huyó.

—¡Maldito cobarde!— gritó Mai incorporándose. La muchachita aún estaba en estado de shock.

—¿Estas bien niña?—

—S..si… pensé que no tenías más municiones— dijo levantándose y sacudiendo su abrigo aún con manos temblorosas.

—Es la última— contestó girando el cilindro del revolver como si fuera una ruleta y guardo el arma dentro de su gabardina.

La muchacha la miró con admiración, sin lugar a dudas Mai era una mujer que sabía defenderse.

—Será mejor que te vayas a casa, una chiquilla como tú no debería andar sola por aquí— Ren sonrió por el comentario.

—Gracias—

Mai comenzó a caminar hacia el otro lado sin darle respuesta pero la muchachita le siguió.

—Mai espera, en verdad te estoy agradecida, por favor ven al albergue cuando gustes— la mujer siguió su camino sin prestarle mucha importancia a su invitación—Tendré municiones para ti la próxima vez que vayas, lo prometo— la promesa llamó su atención y asintió en agradecimiento, ambas se sonrieron y Mai siguió su camino.


Días después

Mai regresaba al albergue en busca de lo que se le había prometido, era temprano por la mañana sería una buena forma para iniciar el día, además que ahora sus municiones se le habían agotado. Sin embargo, nunca se espero encontrarse con semejante siniestro.

El albergue estaba de cabeza, las puertas de la entrada estaban rotas, las paredes llenas de graffiti, la pequeña oficina y los cubículos revueltos de papeles, la cocina tenía la mayoría de los artefactos en el suelo.

¿Quién haría semejante desastre?

—Malditos bastardos, se llevaron mi estofado— repelaba Evangelina en la cocina.

A pesar de todo mucha gente estaba ayudando y Mai caminaba entre ellos buscando a la encargada del lugar, recordó la dulzura y fragilidad que le caracterizaban y se preguntó si después de un ataque como este la muchachita se encontraría bien.

Entonces como si la invocase miro a la chiquilla que levantaba una pesada caja llena de papeles. La pelirroja a pesar de los hechos al reconocerla le sonrió.

—¿Qué fue lo que paso aquí?—

—Pues al parecer alguien se quedó corto de provisiones— levantó sus hombros al contestar con un deje de frescura.

—Vamos Ren no puedes ser tan ingenua— decía Risa una chica de largo cabello rosado, que era la asistente de la mencionada —Buscaban algo más que provisiones—

—Malditas aves de rapiña— espetó Evangelina con ojos llorosos recogiendo una cacerola en la que la noche anterior había cocinado el arroz para los siguientes dos días.

—Me alegra que hayas regresado— cambió drásticamente de tema la pelirroja sacando una cápsula de su bolsillo —y como lo prometido es deuda. Aquí tienes— le dedicó una cálida sonrisa.

Mai recibió la cápsula un poco impresionada por el hecho de que a pesar de todo Ren se miraba tranquila.

—Gracias— contestó y acto seguido su estómago rugió provocando un inevitable sonrojo en sus mejillas.

—Ven vamos a la cocina, algo debemos encontrar por ahí, no tengas pena yo aún estoy en deuda contigo— Mai la siguió y tras quitar uno de los azulejos de la cocina la muchacha sacó una bolsa de cacahuates y galletas. Ren tenía la costumbre de esconder algunas cosas en los más inesperados lugares.

—Se que no es mucho pero, mañana seguramente tendremos algo mejor—

—¡Ren!— gritó un muchacho de cabellos castaños. —Tu esposo— dijo nervioso al ver la motocicleta estacionarse en la entrada del lugar.

—Disculpa, no te vayas por favor— hizo una leve reverencia y salió a darle encuentro.

Mai abrió la bolsa de cacahuates y comenzó a comer tratando de saciar un poco su hambre, viendo a través de los cristales rotos de la puerta a lo lejos como un joven de cabellos azulados hablaba con la pelirroja sobre lo sucedido.

¿Estas bien? preguntó en tono preocupado y enfadado.

Si amor, tranquilo, ni siquiera estuve presente le abrazó pero el muchacho estaba inquieto y como no estarlo si era evidente que había algo más detrás de todo esto. A Mai tampoco le parecía coincidencia este suceso y el intento de secuestro hacía un par de días atrás.

Enseguida llego Risa y se sentó en uno de los bancos mirando a Mai de arriba a abajo.

—Ren me contó lo que hiciste por ella hace un par de noches— la aludida no hizo ningún comentario y abrió el paquete de galletas —Te pedirá que trabajes para ella, me lo dijo, después de esto un talento como el tuyo más vale tenerlo cerca— decía sin quitar los ojos encima de la pareja y justo en el momento en que se dieron un beso una mueca de disgusto apareció en su rostro, detalle que Mai no pasó por alto.

—¿Aceptarás?—

La mujer salió del lugar sin darle respuesta, por alguna razón la presencia de esa muchacha le incomodaba, así que prefirió alejarse de ella, después de todo tenía mucho por hacer y era mejor irse, así que salió por la puerta trasera para no ser vista por la encargada del albergue.


Al poco tiempo Mai regresó a la fundación, las actividades en el lugar parecían haberse normalizado. El motivo principal de su visita en esta ocasión era conseguir algunas herramientas de trabajo y después de hacer su petición sin darse cuenta se encontró bebiendo un chocolate caliente con la pelirroja que ya la había envuelto en un sin fin de conversaciones.

Mai visitaba el lugar con más frecuencia, la gente empezaba a reconocerla y le saludaban con mayor confianza en cada visita; se percató que había muchos que acudían al albergue con diferentes necesidades y cómo era que la encargada del lugar y sus asistentes brincabas aros con tal de ayudarles a satisfacerlas.

Poco a poco la fundación le fue absorbiendo, pasaba más tiempo en ésta que en su propio apartamento. Cada día era diferente, con diferentes retos, diferentes proyectos en los que sin darse cuenta ya se había comprometido a participar. Y Mai se sentía cómoda con esto, después de tanto tiempo, finalmente tenía un sentido de pertenencia.

Como todas las noches la pelirroja se sentaba en el comedor a tomar su taza de chocolate mientras escribía en su libro.

—Ya es muy tarde niña ya deberías irte— dijo Mai sabiendo lo que seguiría, un Aja y luego continuaría escribiendo hasta que recibiera la llamada de su esposo, entonces ella le daría encuentro a un par de calles como era costumbre.

—¿Qué tanto escribes?— preguntó la mayor dando un sorbo a su bebida.

—Es mi diario— se sonrió al decirlo.

Mai no pudo evitar soltar una risita, un diario se le hacía demasiado aniñado.

—No te rías, es muy importante para mí ¿Sabes? así me aseguro de no olvidar nada de lo que acontece en mi vida—

—Bah y ¿Por que lo olvidarías?—

—Uno nunca sabe— contestó terminando de escribir y cerrándolo—no se pienso que quizá es una forma de trascender, quizá en el futuro alguien lo lea y aprenda algunas cosas de nuestra época—

Mai volvió a reír —Que ridiculez, yo pensaba que un diario era algo íntimo—

—Claro no me mal entiendas, no me gustaría que nadie lo leyera ahora, tiene cosas muy personales, pero no sé en el futuro quizá mis experiencias sean de ayuda para alguien—

—No creo que a nadie le interese leerlo, seguramente es muy aburrido— dijo Mai volteando hacia un lado y Ren infló sus cachetes.

—Que cruel eres.

La conversación se vio interrumpida por una llamada que recibió en su móvil, a la muchacha se le iluminaron los ojos. Mai sonrió, ahí estaba la esperada llamada, seguramente era su esposo como siempre, eran tan predecibles.

—Hola mi amor.

—Si, ya voy para allá.

—Si mi amor. Besos. Te amo.

Ren suspiró —Bueno me voy. Mañana nos vemos— se despidió de todos y partió.

—Al parecer tiene prisa— dijo con recelo la de cabellos rosados parándose tras de Mai con sus brazos cruzados.

—Y quien no va a tener prisa con un hombre como su esposo esperándola en casa—decía Evangelina con su característico acento.

Mai rodó los ojos al tiempo que todos se retiraban hacia la cocina hablando aún del tema y la dejaban sola en la mesa. Entonces Mai se percató del diario que reposaba en esta.

—Pero que distraída— dijo tomándolo y salió tras ella.

Corrió hacia donde creía que estaría, un par de calles a la derecha y luego vuelta a la izquierda siempre era el mismo recorrido. Entonces la divisó a lo lejos en esa calle sin tráfico alguno, llena de peatones,en donde era poco usual que pasasen vehículos.

Faltaba poco para llegar hasta ella. Gritó su nombre antes de que cruzara a la otra acera para que la esperase pero su voz se perdió entre el barullo de la multitud y la muchacha cruzó.

Inesperadamente y sin saber de dónde provenía, el rugido de un auto se escucho cerca del pavimento, las personas se hacían a un lado para evitarlo y le gritaron a la muchacha que en ese momento estaba cruzando y entonces todo sucedió como si el tiempo tratara de detenerse.

El auto la arrollo y la muchacha pareció estar hecha de trapo, ondas producidas por el impacto se percibieron alrededor y Ren cayó un par de metros al costado, el chofer en ningún momento frenó por el contrario aceleró y cobardemente escapó, Mai abrió sus ojos de par en par ante la horrífica escena que acababa de presenciar.


Notas de la Autora:

Hola bueno aquí Cerecita con otra locura que se me ocurrió como un Universo Alterno del fic Mi ex-esposa, digo UA porqué en ese fic deje a todos felices y no quiero arruinar esa parte.

Les confieso que este fic es una adaptación de un escrito original que tengo guardado, y que quise adaptarlo a mi anime favorito y compartirlo con ustedes. Por esta razón es posible que a veces los personajes se me salgan del ruedo, o como le llaman en el fandom caigan en un OOC, si esto es algo que les disguta, me disculpo de antemano, estoy haciendo todo lo posible por mantenerlos, sin embargo creo que también es entretenido leer algo diferente ¿no creen? Bueno sobre advertencia no hay engaño.

¿Por qué escogi a Trunks y a Mai?

Muy simple me pareció que quedaría muy bien una historia si los adaptaba en la línea Mirai y quise reciclar al personaje de Ren por que sinceramente no me atrevo a matar a ningun personaje de Dragon Ball como Marron (que fue mi primera opción).

Mil gracias Kuraudea y a Grissell por darme el visto bueno, como siempre aprecio mucho tu ayuda :)

Bueno eso es todo por ahora espero que sea de su agrado y por favor no olviden a dejarme su valioso review. ¿Quieren que continúe publicando esta historia?

Gracias les mando un besote de Cerecita.