DISCLAIMER: Todo lo reconocible pertenece a J.K. Rowling, el resto es mío.

AVISO: Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible 2016" del foro " Hogwarts a través de los años".

Este fic vino un poco por sorpresa, pero es un regalo para... ¡Seremoon! Lili, espero que te guste y que no quedes decepcionada por mi escasa imaginación. De momento, empecemos por algo cortito:) Nos vemos dentro de poco, lots of love.

He introducido un pequeño cambio en mi dinámica de escritura: he decidido probar con el Drarry, aunque solo sea de forma implícita :)


MEDIDAS DESESPERADAS


Capítulo 1: Blaisie

Normalmente, los Zabini no se rebajaban a ir a hacer la compra ellos mismos, pero aquel año era diferente. Blaise Zabini recorría el Callejón Diagón sin detenerse a admirar los escaparates coloridos de las tiendas. Tenía un objetivo en mente y cuanto menos lo vieran allí, mejor para él. Miró una vez más a su espalda para asegurarse de que no había cerca nadie que pudiera reconocerlo y entró en Sortilegios Weasley.

La tienda era un hervidero de niños que corrían entusiasmados de acá para allá, padres que observaban los productos con evidente duda de su fiabilidad y unos cuantos empleados que despachaban a los clientes con una eficiencia casi sorprendente. Parecía que los Weasley por fin sabían hacer algo bien, aparte de ser unos tocapelotas.

Blaise se paseó por la tienda, como si fuera un cliente casual más que no sabía qué comprar, hasta que encontró su objetivo. Los frascos de color rosa estaban perfectamente colocados en forma de pirámide encima de una mesa, en un lateral de la tienda. Blaise cogió el que hacía de cúspide con extremo cuidado —seguro que los habían puesto con esa forma para que algún despistado los tirara al suelo y tuviera que pagarlos—, pero una voz lo sobresaltó. Casi se le cae el frasco de las manos, pero pudo pillarlo en el aire a tiempo de no causar un desastre.

—Vaya, vaya, George, mira a quién tenemos aquí.

Blaise se giró para enfrentarse al gilipollas que lo había asustado, pero se encontró de frente con uno de los gemelos Weasley. ‹‹Mierda››.

—Un Zabini en nuestra tienda. —El otro hermano (Blaise era incapaz de distinguirlos) apoyó un brazo en el hombro de su gemelo y lo miró con una sonrisilla—. Tendremos que poner un cartel anunciando la ilustre visita.

—‹‹Zabini Zoquete estuvo aquí››. —El otro gemelo (¿Fred?) levantó las manos como si estuviera visualizando el cartel.

—Sí, sí, lo que vosotros digáis. Diez puntos para Gryffindor. —Blaise tuvo que contenerse para no pegar a alguien.

—¿Diez? ¿Está el viejo Dumby perdiendo facultades? ¡Yo creo que esto se merece por lo menos cincuenta puntos!

—¿Me cobráis o vamos a estar así todo el día?

Los pelirrojos miraron entonces con interés el frasco. Se lanzaron una mirada pícara y se acercaron a Blaise. Cada uno pasó un brazo por los hombros de Blaise y lo arrastraron a la caja.

—Así que el pequeño Blaisie necesita un filtro de amor, ¿eh?

—Claro, los encantos de serpiente no funcionan con las chicas…

Blaise miró con incredulidad a los dueños de la tienda. Las comadrejas medianas tenían la asombrosa habilidad de hablar de alguien como si no estuviera delante.

—¿Cuánto deberíamos cobrarle? ¿Veinte galeones? —preguntó uno.

Blaise miró la etiqueta, allí ponía que el Filtro costaba quince galeones. Malditos estafadores… El slytherin sacó la cartera y depositó encima de la mesa el importe justo.

—Nah, mejor veinticinco —dijo el otro.

—Ni hablar —sentenció Blaise—, no pienso pagar ni un knut más de lo que vale en realidad.

Los hermanos se encogieron de hombros al unísono.

—Pues suerte con tu amorcito. Aunque si necesitas un filtro, no sé si podemos llamarlo ‹‹tu amorcito››…

Finalmente Blaise cedió y salió de la tienda con un Filtro de Amor en una bolsa y treinta galeones menos en el bolsillo. Había accedido a pagar el desorbitante precio (casi) sin rechistar porque regatear estaba muy por debajo de los estándares de un Zabini y porque él no era un asqueroso Weasley: a él sí le sobraba el dinero.

El viaje a Hogwarts trascurrió como siempre: un par de peleas con los Gryffindor antes de subir al tren (y cuando estuvieron dentro también, para qué mentir) y una charla ‹‹amable›› con un par de alumnos Hufflepuff de primero despistados que tuvieron la osadía de sentarse en el compartimento de las serpientes.

El ambiente en el compartimento fue el de siempre. Draco pasó más de una hora quejándose de Potter, mientras todos los demás lo ignoraban. Que Draco Malfoy estaba obsesionado (por no decir la palabra que empieza por ‹‹e››) con Harry Potter era algo que sabía todo el colegio, pero nadie se atrevía a decírselo a la cara.

Entre maldición y maldición del rubio, Blaise lanzaba miradas de soslayo a Pansy, pero esta estaba absorta mirando por la ventana. Blaise soltó un suspiro frustrado. Lo había intentado todo, pero nada había funcionado. Él creía que, después de haberse liado aquella noche de borrachera, las cosas cambiarían entre ellos, pero la morena lo despachó con un ‹‹No te líes, Blaise, no ha sido para tanto››. Pero Blaise no podía dejarlo estar; se había obsesionado. Casi podría decir la palabra con ‹‹e››, pero se negaba a admitir nada hasta que ella no le correspondiera.

Deslizó la mano en el bolsillo y rozó el frasco con los dedos. Había cambiado el líquido de recipiente, porque quien lo viera con un llamativo bote de cristal rosa con un lazo en el tapón, deduciría inmediatamente sus intenciones. Ahora, nadie tendría por qué sospechar si lo veían con un frasco transparente. Algo normal y corriente, algo por lo que nadie se pararía a pensar dos veces. Sí, su plan era perfecto, ahora solo tenía que encontrar la oportunidad perfecta para hacer que Pansy se lo bebiera.

· · ·

La incursión en las cocinas fue tan fácil como las otras decenas de veces. Blaise, Draco y los demás solían colarse para robar comida y (¿por qué no?) desordenar la batería, cubiertos, etc. Cuando entró, solamente iluminado por un Lumos, comprendió por qué Helga Hufflepuff había elegido la ubicación de su sala común donde estaba. La mujer no era tonta, seguro ella que también se colaba por las noches para zamparse unos cuantos bollos.

Recorrió con la mirada las mesas repletas de comida. ¿Qué podía gustarle a Pansy? Optó por coger un trozo de tarta de chocolate, un par de galletas con pasas y una tartaleta de frutas. No tenía con qué cogerlo, por lo que se guardó la varita en el bolsillo y cogió los dulces como pudo. Se dirigió a la salida, pero tropezó con la esquina de una mesa y estuvo a punto de caer.

—¿Por qué demonios está tan oscuro aquí? —maldijo mientras recogía una de las galletas que había ido a parar al suelo. Blaise sopló un poco por encima para quitar la suciedad.

Finalmente, salió de las cocinas y volvió a su dormitorio. Dejó los dulces encima de su baúl, se puso el pijama y se acostó, pensando que, si todo iba bien, la noche siguiente Blaise Zabini dejaría de estar soltero.


Ya podéis intuir que las cosas no saldrán como "Blaisie" espera... ;) ¿Reviews?

MrsDarfoy