A Puerta Cerrada
por Lucathia
Renuncia: La Leyenda del Caballero Sol no me pertenece y no obtengo ninguna ganancia por escribir esto.
Nota: La historia se desarrolla en algún momento después del cuarto volumen de las novelas. Es algo así como un Sun x Adair x Judgment.
Primera Parte
Grrrrrrrrrrrrrrr.
El estómago de Sol rugía tanto, que creyó que podían escucharlo protestar por su vacuidad hasta el reino vecino. Tras pasar un largo tiempo sin disfrutar sus adorados pays de mora azul, su antojo había llegado al punto en el que, si muriera en este momento, seguramente reviviría como un caballero de la muerte y seguiría buscando pays de mora azul, aunque no le supieran a nada a su lengua cadavérica, y ésa sería la máxima tragedia.
Para evitar un encuentro anticipado con el benevolente Dios de la Luz mediante el inelegante método de morir de inanición, Sol decidió buscar algún sustento para sí.
Algo como pays de mora azul.
Sol sabía que la mejor manera de conseguir sus pays sería hacer que su "enemigo" (el Capitán Caballero Juicio) o su vice-capitán (Adair), fueran a formarse a su tienda favorita para comprar los pays en su lugar. De otro modo, le sería imposible llegar a su turno frente a la caja, ya que los presentes preferirían jalonear su dorada cabellera.
Era por eso que Sol se decidió a buscar ya fuera a su "enemigo" o a su vice-capitán, pues para el caso cualquiera de los dos servía. O, también, podría conseguir la ayuda de Roland.
Tomó su cepillo, que por alguna razón no estaba donde lo había dejado la noche anterior (pensó que lo había dejado entre sus dos botellas de aceite para el cabello, pero lo encontró al lado derecho de las botellas), cepilló su pelo a conciencia, se aseguró de que su apariencia fuera impecable, y salió del cuarto.
Juicio no estaba en su cuarto. Adair tampoco. Sol los buscó por todos lados, sin encontrarlos.
Al pasar junto a uno de los cuartos de oración del Santuario de la Luz, Sol escuchó ruidos provenientes del interior.
Se detuvo.
Aunque su habilidad sensorial se había incrementado después de que perdiera la vista, al grado en que podía ver a través de paredes y puertas sin ningún problema, le resultó difícil ver al interior de este cuarto en particular. Había una gruesa capa del elemento sagrado envolviendo la puerta y paredes.
Alguien había ocultado el cuarto deliberadamente, de tal manera que Sol no pudiera ver al interior. Bueno, eso era lo mismo que pedirle a Sol que se entrometiera, ya que despertaba su curiosidad.
Se preguntó si tal vez debiera seguir el ejemplo de Flama, dejando que su pie se encargara de esta tarea, pero temía que su imagen cuidadosamente creada de El Garboso Caballero Sol se destruyera si abría la puerta de una patada sin averiguar primero quién estaba adentro. Así que, en vez de patear la puerta de una vez (para su desgracia, no era Flama y no tenía la excusa de ser brusco), se inclinó contra la puerta para escuchar.
Si alguien pasara por el pasillo en este momento, lo que verían sería al Caballero Sol espiando, lo que no era exactamente inelegante; además, explicaría rápidamente que sólo estaba descansando a causa de una súbita epifanía concedida a él por el Dios de la Luz. No había necesidad de sospechar que había algo raro en el Caballero Sol, o que fuera posible que estuviera tramando algo malo.
"¡A-Ah…!"
Además, esta vez, nadie podía echarle en cara su curiosidad.
Enarcó las cejas.
Si Sol tuviera que describir los primeros ruidos que oyó, diría que eran sonidos de metal entrechocando y golpes sordos. Pensó que se debían a que alguien, o más bien al menos dos personas, estaban dentro del cuarto de oración, practicando sus habilidades de batalla. Obviamente, las personas adentro no estaban usando el cuarto de oración para su verdadero propósito.
Sin embargo, lo que Sol oía ahora era muy diferente de los sonidos que lo habían hecho detenerse. Estos sonidos definitivamente no tenían que ver con esgrima. A menos que se estuviera esgrimiendo otra clase de arma.
Su imaginación se desbordó. Frunció el ceño al sentir calor en las orejas. Apostaría a que era Tierra. ¿Quién más sería tan cínico como Tierra, como para hacer algo así a plena luz del día? Había creído que Tierra llevaba a todas sus conquistas a su cuarto, pero aparentemente se equivocó.
Y, aparentemente, Sol también se equivocaba en su suposición de que Tierra estaba adentro del cuarto.
"... No...", dijo una voz profunda, una que Sol reconocía bastante bien aun a través de la gruesa puerta.
No podía ser.
Sol se encontró cubriéndose la boca en su asombro. Si hubiera sido Tierra, ni siquiera habría parpadeado, pero la identidad de la persona en el interior hacía que Sol sintiera como si se hubiera encontrado con algo que jamás debió presenciar. Era como toparse con su maestro, Neo, teniendo relaciones. No era algo que Sol necesitara ver u oír.
"Pero no puedo evitarlo, por favor..."
La voz del segundo interlocutor impactó todavía más a Sol. Su respiración se entrecortó. También reconocería esa voz en cualquier sitio. No había lugar para confusiones con esa voz a la que Sol se había acostumbrado desde que tenía 18 años, que fue cuando conoció a la otra persona.
Sol quería encontrarlos, cierto, ¡pero no así!
La voz profunda jadeó. "M-muy apretado..."
La segunda voz gruñó, la cara de Sol se sonrojó por completo, y Sol ya no pudo escuchar más. Con un rápido movimiento, su pierna se levantó e impactó contra la puerta, al diablo con su reputación. Aunque la puerta estaba fuertemente protegida con luz sagrada, no era una puerta precisamente fuerte y la luz sagrada no protegía contra la fuerza física. Sucumbiendo ante la poderosa bota de Sol, la puerta soltó un quejido y se rindió.
Inmediatamente, Sol se precipitó al interior del cuarto y gritó con todas sus fuerzas.
–¡No te atrevas a tocarlo!
Su grito resultó más bien un chillido estridente.
No sabía a cuál de los dos se refería. ¿Quería decir que no quería que tocaran a su mejor amigo que no debería ser su mejor amigo, o que no tocaran a su competente vice-capitán que le había servido lealmente desde que tenían dieciocho?
De verdad no sabía, para nada. Todo lo que sabía es que esto no le gustaba en absoluto. ¿Para qué estaban encerrados juntos, en primer lugar? Bueno, sólo suponía que la puerta había tenido llave. Su pie se había encargado de ella antes de que pudiera averiguarlo.
En cuanto Sol entró al cuarto, la gruesa capa de luz sagrada que lo había envuelto dejó de bloquear su habilidad sensorial. Adair debió agregar eso como un último recurso para evitar que Sol pudiera ver algo, excepto que sólo había llamado más la atención de Sol. ¿Cómo era posible que Adair no hubiera considerado esa posibilidad?
Sin la luz sagrada bloqueando su visión, Sol inmediatamente vio la verdadera situación al interior del cuarto.
Era mucho más aburrida que lo que había imaginado. Los dos hombres estaban completamente vestidos, aunque los brazos de cada uno estaban rodeando estrechamente al otro.
Sol frunció el ceño severamente, de una forma totalmente inadecuada para el rostro del Caballero Sol.
Una inspección más minuciosa reveló que era Adair el que abrazaba estrechamente a Lesus Juicio. Hasta estaba estrujando partes de la túnica de Juicio. ¿Acaso Adair estaba... acariciando a Juicio?
Sol había esperado que se apartaran de un salto y lo vieran con culpa al momento en que entró, pero Juicio sólo le lanzó una mirada antes de volver a dirigirla hacia la persona que se estaba enterrándose en su abrazo. Los dos no movieron un músculo para separarse. De hecho, aunque Sol no sabía si era su imaginación o no, Adair parecía haber apretado su abrazo y ocultado su cara más profundamente contra el hombro de Juicio, haciéndolo soltar una exclamación ahogada. Sol pensó que, si de verdad viera con sus ojos, podría ver que la cara de Juicio estaba sorprendentemente rosa en ese momento, y también estaría más desarreglado de lo que se presentaba normalmente hacia el mundo exterior.
–¿Qué está pasando aquí? –preguntó Sol llanamente. ¡¿Qué hacía Juicio con su vice-capitán?! ¡¿Qué hacía Adair con el mejor amigo de Sol?! Qué. .Aquí.
Nunca habría sospechado... ¿Era para hacer esto que Juicio y Adair se desaparecían, cada vez que no podía encontrarlos...?
–Yo... creo que tu vice-capitán ha sido m-maldito –dijo Juicio simplemente. Su frase se interrumpió brevemente cuando Adair lo abrazó con más fuerza.
¿Qué? Él creía que... Oh.
–¿Adair, estás maldito? –preguntó Sol.
Adair asintió, pero su cabeza todavía estaba hundida en el hombro de Juicio.
–Capitán –murmuró Adair a través de la ropa de Juicio–. De verdad lamento esto, pero... no puedo evitarlo...
–Sol, acércate –urgió Juicio, con una voz ligeramente más alta de lo normal.
Como no sabía lo que Juicio quería hacer, Sol se acercó con cautela. Tan pronto como estuvo de pie junto a ellos, Juicio estiró el brazo hacia él y rápidamente lo arrastró a un estrecho abrazo grupal. Tras maniobrar un poco, Sol quedó atrapado por completo en el abrazo de Adair.
Sol se congeló.
–Necesita aferrarse a alguien –explicó Juicio, con una voz mucho más estable ahora que Adair no lo abrazaba hasta asfixiarlo.
–Esto... de hecho no está tan mal –dijo Sol, tras recobrar la compostura. También entendía ahora a qué se había referido Juicio cuando dijo "muy apretado". Los brazos de Adair prácticamente le estaban exprimiendo el aliento, aferrándose a él como a un oso de peluche.
Como era el Caballero Sol, Sol recibía abrazos muy pocas veces, a menos que fueran de un niño que le hubieran arrojado a los brazos. No podía recordar la última vez que había sido abrazado así por alguien. ¿Había sido su maestro, ya que no sabía qué hacer, en un torpe intento de consolar a un niño que lloraba? Pero incluso eso había sido distinto de esta clase de abrazo...
Se sintió reanimado.
Titubeante, Sol apoyó una mano en la cabeza de Adair.
–... ¿Pero quién se atreve a maldecir a mi vice-capitán? ¡Me las pagará!
Adair lo apretó con más fuerza, sonriendo contra la camisa de su capitán.
–Gracias, Capitán.
Igual que la maldición que causaba que Sol siempre fuera interrumpido a la mitad del proceso de aplicar su máscara facial, esta maldición también era terrible, y Sol estaba decidido a descubrir su origen. Su vice-capitán no podría cumplir sus obligaciones si no podía dejar de abrazar personas.
–¿Qué pasó antes de que sintieras la necesidad de abrazar? –preguntó Sol.
–El Capitán Caballero Juicio y yo decidimos tener un combate de práctica en un cuarto de oración vacío –respondió Adair.
–¿Y luego?
–Y luego practicamos –respondió Juicio–. Sin embargo, a mitad del combate, Adair sufrió un cambio.
Adair asintió, y el movimiento le hizo cosquillas a Sol.
–Estaba agitando mi espada, cuando de repente ya no quise seguir haciendo eso. En vez de eso, quería rodear con mis brazos a quien fuera que tuviera enfrente, y esa persona resultó ser el Capitán Caballero Juicio...
–Mmh... –musitó Sol, meditabundo.
Todo lo cual fue dicho con los brazos de Adair rodeando a Sol. Ésto iba a ser difícil. ¿Cómo iba a investigar, si ni siquiera podía arrancarse de Adair?
–Voy a transferirte a Adair –dijo Sol. Inmediatamente después, abrió con fuerza el abrazo de Adair y lo arrojó hacia Juicio.
–Sol- –comenzó a decir Juicio, pero Sol ya se iba del cuarto, dejando a Juicio con las manos llenas. De Adair.
–Gracias, Capitán Caballero Juicio.
Las comisuras de los labios de Juicio se curvaron en una sonrisa minúscula. Una sonrisa secreta que pocos podían presenciar. Adair se preguntó si eso era lo que su capitán siempre veía.
–No está tan mal –dijo Juicio, haciendo eco de lo que había dicho Sol antes.
De hecho, pensó que se sentía bien, esto de tener los brazos de alguien rodeándolo. Jamás había pensado que se sintiera así.
Cuidadosamente levantó los brazos y devolvió el abrazo. Seguramente, podía permitírselo estando a puerta cerrada, ¿no?
continuará
N/A: Esta historia fue escrita para la sugerencia "Adair y Juicio: afrodisiacos/polen/los aliens los obligaron" de No True Pair en dreamwidth. En días recientes compré un programa de dictado llamado Dragon NaturallySpeaking y quise probarlo dictando un fic. ESTO es el resultado de eso, aunque no puedo creer que escogí algo así para dictarlo en voz alta, jaja. (Al final, tuve que terminar el fic a mano). Pensé que era interesante el que éste fuera el estilo que obtenía al hablar en voz alta (N/T: frases más largas, lenguaje un poco menos rebuscado y más fluido, y otras minucias).
Se suponía que esto fuera un oneshot, pero al final perdí un poco el hilo, ¡así que habrá una segunda mitad para este fic! Bueno, con suerte la habrá. Me está causando algo de problemas, así que no sé si pasará. Responderé a la pregunta de quién maldijo a Adair ;)
