Disclaimer: Los personajes aquí colocados no me pertenecen. Son de la kawaiosa mente de Himaruya-san n.n
La historia proviene de mi maniática cabeza de loca bipolar. Que la disfruten
Dedicado a: SeleneTonksTapia y Leonore4love
He aquí mi nuevo fic, si dirán "No se pasen. Desaparesiste por completo y regresas como si nada." Lo lamento, entre la escuela, foros de rol y diferentes cosas, me distraje. Prometo poner la actualización de mis otros fics Amuto pronto, más aparte estoy trabajando en un proyecto nuevo, aparte de este, un fic HitsuKarin de Bleach :3 Heee… sin más los dejo con el fic ¿Reviews?
¿Just Friends?
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By Sey Asteron Kurosaki
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Capítulo I
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Revelado
Justo ahora sabía a la perfección que Ludwig estaba a solo dos habitaciones de la suya, pero extrañamente no quería levantarse de la cama… mejor dicho, no podía, le sucedía algo curioso, tan curioso que su estomago comenzaba a revolotear como nunca ¿Qué es esto? Pregunta del millón y por primera vez sabía que quería una respuesta clara.
-Tal vez si le pregunto a mi hermano me sepa responder -susurró a mitad de la noche, sin si quiera poder pensar en salir de bajo de su sabana azul que lo cubría muy superficialmente.
Después de darle más vueltas a su embrollo sin poder responderlo, se rindió de tanto pensar y su mente comenzó a agitar una banderita blanca "Me rindo, no sé que es" pensó y se levantó de la cama con dirección al baño, abriendo tan silenciosamente la puerta que ni el ratón podría escucharla, entrando a la habitación contigua, encontrando el retrete, un lavabo y sobre este, el espejo. Lavó su cara y abrió sus ojos para ver su reflejo completamente, tal vez tenía flojera, como siempre, queriendo tomar su siesta pero simplemente no podía.
Aún por su mente pasaba ese junto momento, siempre junto a él, siempre era su apoyo, su salvador, su mejor amigo y compañero… ¿Tenía que pasar algo como eso para que se diera cuenta o mejor dicho… para que aceptara que sentía algo por el germano? Oh si, estaba clarísimo que el querido Feliciano sentía una atracción inexplicable para con su guardián… inexplicable para él, pero realmente estaba más que claro.
-Bien pues, mañana preguntaré -se dijo a sí mismo en el baño y sonrió bobamente mientras sus orbes ambarinos volvían a cerrarse, para así secar los restos de agua que quedaban en su rostro, girando de nuevo la perilla en la profunda oscuridad de la taciturna noche, que solo dejaba escuchar a algunos grillos afuera.
Salió con suaves pasos y se encaminó a la puerta a un lado, no la que le pertenecía, si no, donde descansaba el rubio oji azul, causante de todos estos conflictos mentales, pero en ese momento pensaba "Dormiré con él como todas las noches" aunque al estar frente a su puerta, con la mano colocada en la manija de esta, su corazón comenzó a palpitar tan fuerte que comenzó a doler; retiró lentamente la mano y con veloces y torpes pasitos, llegó a su habitación, donde entró a su cama por debajo de todas sus cobijas, cubriendo su cuerpo y su rostro que en ese momento se encontraba totalmente sonrojado.
-Porque, porque ¿¡Porque! –susurraba en un ahogado grito, apretando los ojos con fuerza, dejando escapar una cristalina gota de la rabadilla de sus ojos, lagrimas pequeñas, su corazón se oprimía y se extendía tanto y tan rápido que le causaba trabajo respirar, incluso solo con saber que estaba al otro lado de la puerta sus sentidos se habían encandilado, sus mejillas se colocaron de un color carmesí y sus nervios se habían disparado hasta los cielos -. Odio esto…
Fueron las últimas palabras esa noche y después de un par de minutos el sueño logró conseguir que los parpados del italiano cedieran, pero como siempre, ese justo momento llegaba a su cabeza ¿Por qué de nuevo? Pensaba mientras contemplaba el sueño, un vago recuerdo de ese día justo.
Como cada día, después de la junta durante el desayuno –en la que nadie le ponía atención verdadera a Alemania-, el entrenamiento era casi una burla, con varios espías de por medio, tanto distrajeron a Alemania que el castaño había tenido oportunidad de escapar para tomar una siesta, entrando cómodamente al armario con una almohada y una cobija.
-Aquí, seguro Alemania no me encontrará ve~-susurró adormilado el castaño mientras se quedaba dormido sin pensar en el exterior, pues le prestaba poca importancia.
Mientras el italiano tomaba su siesta, aquel oji azul serio interrogaba a él peli negro de Kiku, quien verdaderamente no había notado el momento en el que Feliciano había desaparecido del lugar de entrenamiento, la atención del japonés se encontraba centrada en esos momentos en el Galo que estaba amarrado y forcejeando junto a Inglaterra, quien había sido el idiota que los había dado a conocer.
-¡Arruinaste todo! Primera vez que no me logran localizar y por ver una estúpida serpiente te emocionaste porque creíste hablo parsel –regañaba a la nación de grandes cejas, quien aún seguía sin creer que su autora favorita ya había terminado su saga favorita.
-Cállate maldito pervertido –fueron sus únicas palabras a regañadientes, pues sabía a la perfección que había metido la pata, más sin embargo estaba aun demasiado conmocionado.
-En fin, Japón, hazme el favor de llevar a estos dos al calabozo para que yo pueda buscar a Italia, quien seguro está tomando una siesta en algún lugar incomodo -sentenció, tan acertado que ni el mismo lo sabría, dejando a el asiático con su propia incógnita, la cual no pudo callar, pero temeroso formuló en voz alta.
- ¿Cómo es que lo conoce tan bien? -se encogió en hombros algo nerviosito y desvió la mirada, con la esperanza de que el germano no lo hubiera escuchado.
- Es… mi mejor amigo… -susurró en una respuesta, firme pero algo alterado ante sus propias palabras -, no lo entiendo muy bien, pero lo es y lo conozco.
Dejando al oji negro con una respuesta titubeante, el rubio comenzó a caminar por la casa en busca del chico perdido, con la esperanza de no tardar en encontrarlo, y de hecho fue así, no tardo demasiado, pues escuchó su tic casualmente mientras caminaba por el pasillo después de diez minutos. Un sencillo "ve~" lo había dado a conocer, le había dado su localización a su mejor amigo.
El Alemán abrió despacio la puerta del armario para no interrumpir su siesta -aunque sabía que no se iría a despertar tan sencillo, ya lo había confirmado en ocasiones anteriores-, terminó de abrir de par en par el madero que representaba la puerta y lo observó torpemente dormido y acomodado entre trapeadores, escobas, baldes y trapos para limpiar; un suspiro sencillo se liberó de los labios de Ludwig y extendió sus fuertes brazos hacia él, para así poder tomarlo en brazos y cargarlo lentamente para no interrumpir su sueño.
-Si sigues ahí estarás adolorido y te sentirás mal -le susurró y dibujó una imperceptible sonrisa en sus labios, como para que solo el dormido Italia del norte que mantenía sus brazos ahora en el fuerte cuello de este, pudiese observarla e inconscientemente lo hizo, pues sus ojos se abrieron al sentir el cálido cuerpo del alemán (el cual ya identificaba fácilmente después de tanto abrazo) y un tenue sonrojo apareció en sus mejillas mientras el que lo llevaba cargando lo apegaba solo un poco al para que no callera y se lastimara.
Lo depositó sobre la cama para que durmiera a gusto y lo cobijó para que descansara a gusto, más solo por simples intenciones semiconscientes, el alemán peinó el cabello castaño a los lados dejando enmarcado su rostro con el siempre rulito rebelde que lo caracterizaba resaltaba de entre su cabeza acomodándose entre sus ojos sobre su nariz delgada y fina; retiró su guante para que no se molestara con lo áspero y con un suave movimiento lo colocó sobre su almohada, para acariciar suavemente su mejilla y susurrarle un sencillo "Descansa Italia" y levantarse para salir de la habitación, con un leve carmesí en sus mejillas, avergonzado tal vez de lo que dijo o de lo que hizo, olvidando así su guante en el cuarto del querido Feliciano, quien ahora que el rubio había salido de su cuarto tenía el rostro más rojo que un tomate para su deliciosa pasta.
-Por las banderas blancas ¿Qué fue eso? -susurró colocando sus manos sobre sus mejillas agitando violentamente su cabeza en forma de negación para detenerse de golpe y sentir la calidez que estas emitían -. Alemania… ve~
Su cabeza comenzó a dar vueltas y notó por primera vez que su piel aun reconocía el suave toque de el germano, pues aún recordaba con exactitud donde habían rozado, volviendo más grande el sonrojo del Italiano -oh sí, claro que se puede-, soltando un suspiro entrecortado por los nervios que tenía. Ese detalle lo había confundido bastante y le había puesto a pensar un montonal de cosas con respecto al chico que era su mejor amigo.
-¡Su guante! –se levantó de la cama algo alterado, su sueño lo había dejado confundido por su totalidad, miró el reloj y la hora lo sorprendió -. Seis de la mañana, que temprano ve~-bostezó y revisó el cajón de su mueble, extrayendo de este el guante negro que le pertenecía al chico que lo tenía totalmente confundido.
Casi en modo semiautomático se levantó de la cama y comenzó a vestirse para después arreglarse -algo sumamente extraño, el normalmente si no era para cautivar por la calle, no se arreglaba-, tender su cama y tomar entre sus manos el pedazo de cuero negro y observarlo, tendiéndose sobre las cobijas sujetándolo ahora solo con la mano derecha, mientras que su brazo elevaba su cabello para dejar que el antebrazo izquierdo cubriera sus ojos nerviosos.
-Alemania, Alemania, Alemania ¡Alemania! -susurró en un gritito ahogado aun sobre su cama con el rostro rosado y algo agotado de que incluso durmiendo, su sonrojo se mantuviera presente.
Varios giros en la cama la habían dejado destendida de nuevo, pero unos pasos afuera lo desconcentraron totalmente pues el sonido de aquellas botas de piel lo conocía a la perfección, era él, corriendo por el campo de la casa donde se encontraba junto a los demás. Su vista no pudo evitar buscarlo, era algo automático que lo hacía desear correr y abrazarlo…
-Un momento ¿Qué estoy pensando? ve~ -se reprendió ¿Por qué tenía que correr y abrazarlo y estar junto a él todo el día? Era una locura, pero era lo que realmente deseaba y su subconsciente no lo haría olvidarlo, por lo menos no en todo el día.
Cada encuentro que tuvo con el rubio su corazón desbordaba alegría y aunque quería saltar a su alrededor como siempre, esta vez se reprimió de hacerlo, cosa que no pasó desapercibida por el asiático y el alemán, quienes extrañados, pensaban que algo malo le sucedía a el pequeño Feliciano, pero estaban totalmente erróneos.
¿Qué le diré? Aún tengo que devolverle su guante ve~ pensaba y repensaba en su caminata por los pasillos el peli castaño, quien sencillamente se había propuesto evitar a su mejor amigo todo el día y evitar que su alocado corazón bombeara más de la fuerza y coloreara sus mejillas de un intenso rojo.
-Aún tengo que devolvérselo ve~ -mencionó en voz alta con sus pasos resonando en la madera de aquella enorme casa, buscando la puerta de su habitación para tomar una merecedora siesta, tal vez conciliando el sueño pudiera ser que se relajara un poco –. Solo debo de estar imaginando cosas…
Susurró de nuevo y suspiró, sin darse cuenta de la ventanilla abierta y de la persona que, sin afán de escuchar conversación ajena, había captado cada palabra del italiano.
-Creo que tu dilema está empezando Italia-san –susurró pensativo el japonés, un espectador en esa historia, un compañero de esos dos, que aún seguían pensando en que hacían o que pensaban.
Por otra parte, en el campo de entrenamiento, un alemán fornido pero apuesto, se encontraba trabajando, cortando madera, corriendo, haciendo algunos ejercicios de práctica para mantenerse en forma. La fuerza era su fuerte más que el habla, pero al pensar en ello, tal vez solo con una persona podía liberar su vocabulario de una manera imperceptible.
-¿Porqué fue que hice eso ayer? –Se preguntaba para sí mismo sin dejar su carrera de lado, era extraño que sin pensarlo hubiera tenido esas acciones con su amigo y protegido, pero no se arrepentía sinceramente de haberlo hecho -. Me arrepiento de lo que no hice…
Murmuró deteniendo paso por paso su carrera, justo a la entrada principal de aquel enorme lugar donde todos descansaban, era extraño que esta mañana su amigo no hubiera amanecido en su cama, tal vez lo escuchó, oh tal vez sus pensamientos y deseos le habían llegado de manera errónea "Idiota" se regañó entre dientes, esos pensamientos le harían arruinar la amistad de su único amigo real y todo porque su corazón no dejaba de alborotarse al verlo, menos mal, sabía disimular a la perfección.
