Disclaimer. Personajes y nombres pertenecientes a su creador, Takao Aoki.

Advertencias. Referencia a la muerte, quizá malas palabras.

...Adiós...

Lamentamos informarle que el señor Ryuunosuke ha muerto, se espera su presencia en el dojo de la familia Kinomiya para acompañarlo en su despedida.

1. El mejor día: hoy

Abrió los ojos como cada mañana, cinco minutos antes de que su hijo llamara, quince antes que la llamada de su nieto mayor y cerca de una hora que la del más chico, los tres llamaban al iniciar el día preguntándole cómo se sentía. La enfermera se asomaría en diez minutos a la puerta deseándole los buenos días y preguntándole lo que deseaba de desayunar. Entonces el día continuaría su rutina.

Pero ese día al incorporarse notó algo extraño, nada significativo ni peculiar, sólo algo. Entró al baño y se paró delante del espejo sobre el lavabo, se miró detenidamente, repasó su rostro con una mano y no quitó sus ojos de su reflejo, lo notó nuevamente y en ningún momento le alteró, de hecho sonrió.

—Hoy es un buen día, creo que moriré hoy.

Asintió con la misma entereza con que le decía a Takao que sus calificaciones estaban bien, aprobaba que su hijo le llevara un nuevo mueble o agradecía a Yoshimi, su enfermera, la comida. El señor Ryuunosuke Kinomiya asentía a la comprensión de su muerte con la misma naturalidad con la que aceptaba todo, él mejor que nadie sabía de ciclos, de su inicio y de su fin.

—Así que supongo que debo bañarme —sonrió al escucharse, había que estar limpio en su último día de este mundo—, pero primero hay que hacer ejercicio.

—Buenos días señor Ryuunosuke, ¿cómo se siente hoy? —Yoshimi le preguntó con su sonrisa amena de las mañanas una vez que se encontraron en el pasillo.

—Mejor que nunca Yoshi, ¿cómo está tu madre? —preguntó al tomar el vaso de jugo y las pastillas que la enfermera le ofrecía.

—No muy bien señor pero el doctor dice que mejorará con el nuevo tratamiento —la mujer sonrió mientras hablaba pero él se percató de la tristeza en su mirada.

—Ojalá sea así, no todos los médicos son unos matasanos —rió con una fuerte carcajada, después quedó en una sonrisa y puso una mano sobre el hombro de ella—, verás que todo sale bien. Y si no lo hace, no te angusties, a todos nos llega la hora.

Yoshimi sonrió con más sinceridad borrando las señales tristes, asintió y recibió el vaso. Se ofreció acompañarlo al patio pero ya sabía que habría una amable negativa, le dijo que estaría en la cocina y él agradeció.

Vio a la enfermera perderse por el pasillo, era bueno saber que no iba a aferrarse a la vida de su madre, no era común, pero había gente que aceptaba la muerte con calma. El pensamiento le llevó a preguntarse cómo reaccionarían sus familiares pero no se detuvo a pensar en eso, sólo tomó su espada de prácticas y salió al patio de enfrente a hacer la serie de ejercicios que venía haciendo por muchos años para iniciar su día.

Era una mañana particularmente bonita, la primavera ya había llegado, los cerezos florecieron cuatro días atrás y los vientos llevaban las flores por todos lados, era un bonito espectáculo ver las corrientes de pétalos surcar el profundo cielo azul.

La primera parte del día continuó su curso como todas, su hijo y sus nietos llamaron puntualmente, las preguntas del día a día, sobre su estado de salud, su día anterior y la plática de cómo les iba a ellos, Takao siempre era más breve, iba tarde para su primer clase y lo vería el fin de semana para contarle todo. Ese día, Ryuu insistió en que su nieto le contara todo, Takao no se negó, le habló de todas las cosas que le sucedieron y le dijo que le llevaría la medalla de primer lugar que ganó en el torneo regional de kendo. Pero él le explicó que no necesitaba verla, sabía que iba a ganar. Cuando Takao respondió con una risa, Ryuu sintió un poco de culpa de no decirles nada, pero no tenía caso.

Después de un baño, tomó su desayuno completo y se dedicó a revisar los arreglos que había hecho desde varios meses atrás cuando comprendió que no iba a vivir por mucho tiempo. La empresa funeraria tenía sus instrucciones pero a él correspondía dejar todo para que el personal hiciera las cosas de acuerdo a sus deseos.

Ya podía pensar las habladurías de los vecinos supersticiosos, morir el día cuatro del mes cuatro, doble mala suerte y peor aún, era día tomobiki para los que seguían el ryokuyo, ah sí, él no planeó el día en que moriría pero iba a servir para dar una última sorpresa a todos los que jamás entendieron su modo particular de ver la vida y que contagió a cuantos tuvo cerca.

Cuando doblaba la hoja donde dictaba a quién correspondía qué de sus pertenencias más valiosas, se permitió pensar en qué dirían cada uno de sus familiares y amigos. Ninguno de sus amigos estaría triste, el club de viejos locos como Daichi los llamaba estaba conformado por otros cuatro ancianos como él, ya habían perdido a tres y él sería el cuarto. Todos hablaban de morir como quien narra el viaje que planea al parque, tranquilos y sin prisa, era una fecha que llegaba y para la que estaban preparados.

No le preocupaba ninguno de ellos, lo que le preocupaba eran su hijo, sus nietos y los amigos de su nieto menor que eran parte de su familia desde que Takao tenía doce años. Sabía que ninguno de ellos compartía la perspectiva de su grupo de ancianos amigos, quizá Rei y Hitoshi, pero ninguno de los dos comprendía tanto a la vida.

Takao sería el que más lo sentiría, fue el que compartió más años de verdadera convivencia que ninguno, vivió en esa casa junto a él hasta que se fue a la universidad dos años atrás, y a pesar de eso seguía muy arraigado ahí. Iba cada fin de semana y cada día entre semana que se escapaba de clases, sólo para pasar una noche en casa con él. Takao seguramente no lo entendería, le gritaría furioso mientras lloraba, nadie sería capaz de consolarlo a pesar de las palabras y los consejos, después, cuando lo entendiera, se acordaría de todos los momentos felices y estallaría en carcajadas aún con lágrimas en sus ojos. Quizá le tomaría mucho en aceptarlo.

Tatsuya, su hijo, se lamentaría y arrepentiría de haber estado tan ausente desde la muerte de la madre de Takao, pero no había nada que lo consolara mas que su propia comprensión y sólo eso conseguiría traerle un poco de paz, pero Ryuu sabía que no sería dramático como Takao, él procuraría no llorar delante de todos, lo haría a solas para lidiar con su culpa.

Hitoshi no soltaría mas que unas cuantas lágrimas, él había heredado su forma de ver la vida, aceptaba el fin de la vida sin mucho problema. Quizá sentiría un poco de la culpa de su padre pero lidiaría bien con ella, sería uno de los principales apoyos para su hermano y su padre.

De los amigos de su nieto, Rei iba a ser el más consciente. Quizá por su estilo de vida o la forma de vida en su remota aldea en China, el muchacho se ofrecería a ayudar en cuanto fuera necesario, apoyaría en los ritos y prepararía la comida, le tomaría más de un día llegar pero daría cada minuto de su tiempo en cuanto pusiera un pie dentro de la casa.

Hiromi se comportaría de una forma muy parecida a Rei, aunque mucho más emotiva, convertiría su pena en labor voluntariosa. También se empeñaría en que nadie la viera llorar, aunque seguramente le fallaría. Ya podía imaginarla vestida con su mejor kimono, el peinado casi impecable y la cara rompería el cuadro, después de algunas horas cuando los invitados dejaran de llegar, ella se rodearía de sus amigos y expresaría su dolor con risas, llanto y gritos.

Con Kai era un asunto muy diferente, sabía que lo apreciaba pero no podía imaginar en cómo lo expresaría, de lo único que estaba seguro era que se aseguraría de llegar tarde, insistiría en pagar todas las cuentas y se negaría a acercarse al féretro. No le sorprendería que no liberara una sola lágrima, pero eso era por su modo de relacionarse con la gente y sus propias emociones, no por que no sintiera nada.

Por otro lado, Daichi llegaría con su madre y no lo creería, lo negaría con efusividad por que le recordaría a la muerte de su padre. También vivió mucho tiempo en la casa Kinomiya, prácticamente era ya parte de ellos y perderlo sería un golpe igual de fuerte para el chico, pero cuando se diera cuenta que los demás estaban ahí, volvería a sonreír y sería un nuevo apoyo para su nieto.

Kyouju vendría con los Mizuhara, se pararía en un rincón y lloraría en silencio, cuando Takao, Daichi o Tatsuya aparecieran, les daría un tímido abrazo y unas torpes palabras de condolencia, sería necesario que Hiromi o Rei lo sacaran de ahí para unirlo al grupo de personas, quizá sus padres estarían con él para serle de apoyo. El pobre chico seguía siendo un manojo de nervios.

Max, al final, pero no menos importante, consolaría a su amigo Takao y permanecería a su lado todo el día si era necesario. Max se pondría como meta que su nieto lo pasara bien, lo animaría y trataría de convencerlo que iba a estar bien. Aunque cuando Takao no lo viera, quizá estando con Hiromi, Rei o Hitoshi, lloraría un poco.

Su funeral no tendría nada extravagante de su persona, se apegaría a la tradición y no avergonzaría a sus familiares con locas ocurrencias. Al menos no en el primer día que era el más sentimental, para el segundo, les tenía una sorpresa que iba a sacar nuevas lágrimas de sus ojos, pero a base de risas.

Más tarde, Ysohimi le sirvió la comida en la mesa de la cocina. La sorprendió pidiéndole que se quedara a comer con él, ella accedió encantada, Ryuu se daba cuenta que le gustaba la compañía. Pasaron una velada agradable, ella reía con ganas de todas sus ocurrencias, se contaron anécdotas vergonzosas de sus familias y después unas emotivas, estuvieron ahí hasta que el ocaso comenzaba a anunciarse con el graznar de los cuervos que pasaban volando para ir a dormir.

El abuelo Kinomiya supo que era la hora. Se levantó de la mesa y ayudó a la enfermera a retirar los platos, ella le agradeció y fue él quien le agradeció con más efusividad. Le dijo que se acostaría temprano y que no se molestara en llamarlo a cenar, por que quería dormir.

Fue primero a la parte trasera de la casa, contempló el atardecer, su patio, la poza y las flores de cerezo cubriendo todo, era una bonita postal. Después se detuvo en el dojo y dio un recorrido lento por toda su casa, los espacios donde la gente que quería había pasado tantos momentos, finalmente fue a su habitación y se recostó, cerró los ojos y sonrió.

Nadie entendería porqué no quiso rodearse de sus familiares y amigos al momento de morir, bueno, sólo Kai, que fue de quien tomó la idea. Un día le dijo que no le gustaba acercarse a los féretros por que prefería quedarse con la mejor imagen que tenía de los muertos

En este caso sería la de de los vivos. Él prefería recordar a sus nietos, a su hijo y a sus amigos con las sonrisas que siempre tenían cuando estaban a su alrededor, riendo y bromeando, nunca pensando en el lado terrible de la vida, o quizá sí, pero sólo por instantes. Así era mejor. No los quería recordar llenos de lágrimas y pidiendo lo imposible, suplicantes de que se quedara un momento más con ellos.

Pensó nuevamente en cada uno, terminó con Takao y se disculpó en su cabeza, sonrió con tristeza un momento y luego con alegría. Se sintió cayendo en un sueño profundo, relajó su cuerpo y respiró lentamente, sus respiraciones fueron espaciándose al igual que sus latidos. Su cuerpo no le había mentido, su corazón le dijo la verdad y su cerebro le dio la oportunidad de prepararse, ahora sus pulmones comenzaban a rendirse, todo iba apagándose, sin dolor ni dramáticas reacciones, qué bella forma de morir.

Eran las ocho veinticuatro de la noche del jueves cuatro de abril cuando el señor Ryuunosuke Kinomiya murió. Un día tan bueno como cualquier otro.


Es difícil explicar los motivos de este nuevo fic que no pensaba subir sino hasta en unos meses y vino a ser una sombría coincidencia porque el año no comenzó bien, no ahondaré en nada mas que en las aclaraciones de referencia.

La pronunciación del número cuatro (shi) es considerado un mal augurio por que se asocia a la muerte, y existe un calendario tradicional llamado Rokuyo que tiene sólo seis días para la semana, cada uno tiene un significado especial y el día tomobiki es considerado malo para los funerales porque se traduce como 'llevarse a un amigo'.

Gracias