Estimados lectores:

Estimados lectores:

Lo prometido es deuda. Espero lo disfruten. Aunque es la segunda parte (inicia con "Fe de erratas"), no es muy necesario haber leído la primera parte. Los detalles los irán guiando.

MIL GRACIAS a mis betas: Eliana y Jazu.

La boda y algo menos.

A eso de las nueve de la mañana del día diez de junio, un poderoso estruendo se escuchó desde la chimenea de la cocina de la Madriguera. Tomando en cuenta que los gemelos ya no vivían ahí, las explosiones eran tomadas un poco más en serio por la familia. Ginny y la señora Weasley (varita en mano) se acercaron sigilosamente. Una nube de polvos verdes se hizo a un lado para dar paso a una cabellera rosa chicle. A pesar del hollín, el rostro de Tonks lucía radiante.

-Y bien chicas Weasley… -dijo en un tono jovial- ¿Qué tienen que hacer hoy en la tarde??-

La simplicidad con que lo dijo (y eso que uno de sus pies estaba atravesando un balde) hizo que Ginny y su madre rieran.

-Nada en especial mi querida Nymphadora- Tonks ignoró el comentario de su odioso nombre, sabía que Molly no lo hacía por fastidiarla, así que se acercó a ellas, las abrazó y besó en las mejillas.

-Me alegro mucho… porque necesitaré una testigo y una doncella para mi boda-

La noticia hizo que los ojos de las Weasley casi salieran de sus órbitas.

-¿HOY?... ¿pero… no necesitan…?-

Los ojos de Tonks se endurecieron un poco.

-Ni siquiera el tiempo presente lo tenemos seguro, Molly… no sabemos qué podría pasar… y qué mejor manera que pasarlo juntos?-

Con una mirada de complicidad enmarcando su enorme sonrisa, Ginny se acercó a Tonks:

-¡Debes contármelo todo… ¿Con quién te casas….?-

-Muy graciosa pelirroja… deberías unirte a Fred y George…-

-¡Debemos ofrecerte un almuerzo de despedida de soltera al menos…!-

-¡Nada de eso, son mis invitadas!, mamá prepara todo, la boda será en la casa de mis padres, en… seis horas y todavía no tengo el vestido. Así que necesito a Ginny mientras tu Molly vas con mamá… ¡Vamos chicas…!-

Madre e hija se vieron divertidas la locura de la situación. Molly entendía a Tonks, le preocupaba, claro que sí, pero más que todo la entendía. Después de todo ella misma había huido con Arthur para casarse.

-¿Por qué no fuimos al Callejón Diagón?- Vestida con unos jeans y una simple blusa blanca, Ginny Weasley observaba embelesada las vitrinas de una calle del Londres muggle.

-¡Porque quiero algo diferente…!- las brujas siempre usan túnicas, tiaras y mucho blanco para mi gusto.-aquí Tonks le guiñó un ojo- ¡tiene que ser sexi y algo para recordar…!

-¿Qué te parece este? Lo usó una chica Osbourn. Se ve muy tú, Tonks… solo que es negro…-

-¡es perfecto…!- El Londres muggle era particularmente caro, pero Tonks tenía excelente salario como auror. Y los duendes de Gringotts hacían maravillas para cambiar los galeones por libras, incluso euros.

Aunque Ginny pensó que no importara cuanto costara. Tonks se veía como de un millón de galeones.

-Y bien pelirroja?- preguntó Tonks desde el pedestal de la tienda.

-Perfecto- Ginny le dio una sonrisa –vas a dejar al profesor Lupín loco-

-¡No le digas profesor…!, lo hace parecer un viejo-

-Bueno, bueno,… vas a dejar a Remus babeando por tí-

Al improvisado matrimonio solo asistieron Los señores Weasley, los padres de Tonks y Ginny. Como es la costumbre, Ginny decoró magníficamente el lugar con cadenetas de papel y su madre le ayudó a encantarlas para que cuando Tonks apareciera en la sala, se convirtieran en pequeñas palomas de papel.

Remus Lupín parecía más pálido de lo normal pero su color volvió cuando en la pequeña sala de la casa apareció caminando Tonks, con una hermosa sonrisa. De pies a cabeza lucía perfecta, delicadas sandalias rosa que hacían juego perfecto con las mariposas rosas de su vestido straples negro. Iba de la mano de su padre y su madre la esperaba con una dulce sonrisa llorosa.

Finalmente Alastor Moody, como jefe de aurores del Ministerio realizó la ceremonia. El señor Tonks amenizó la cena, proyectando películas muggles de un vagabundo llamado Charlie Chaplin, él era el favorito de Tonks cuando era niña, y al parecer el profesor Lupín, también le había cogido el gusto por aquellas escenas tan divertidas. Al señor Weasley lo dejaron impactado.

-¿Me dicen que ese hombre era muggle?, ¡¿Cómo hacía esa escena del reloj?!- el señor Weasley reía mientras todos comían lo que la señora Tonks había preparado.

Las risas crecieron cuando Tonks, al no tener a quien lanzar el ramo de lirios se lo dio directamente a la única chica soltera. Ginny se sonrojó y sonrió cuando una imagen vívida cruzó por su cabeza: de ella casándose, en un hermoso vestido blanco, con un tipo alto, de cabello negro alborotado y ojos verde esmeralda…

Sencilla y llena de felicidad por venir, así Ginny recordaría por siempre la boda de Tonks y el profesor Lupín.

.-.-.-.-.

Mundungus Fletcher siempre le había caído muy mal a la señora Weasley. Ella trataba de mitigarlo cuando su esposo estaba cerca, pero no lo lograba. Prueba de ello fue que cuando regresaron del matrimonio, Mundungus los esperaba en el patio de la Madriguera y la señora Weasley no lo dejó entrar hasta revisarle las ropas y verificar que no traía nada peligroso. Ginny no supo a que se debía la visita, él siempre le había parecido extraño y un poco torpe, pero su padre de alguna manera lo apreciaba.

Sin embargo, esa noche, lo que le intrigaba a la pelirroja, era que Ron no había bajado a comer. Eso era alarmante. Pero no preguntaba, solo subió y le dejó su comida en la mesa de noche. Ron no salía de su cuarto y solo pasaba escribiendo y monopolizando al pobre de Errol. No tenía que usar legeremancia para saber de qué se trataba. Su hermano estaba escribiendo a Hermione. ¿Qué le escribía? ¡No lo quería saber!. Suficiente había tenido con Percy escribiéndole a Penélope por todo un verano, como para reconocer los síntomas. Lo único que le molestaba era que el pobre Errol estaba muy viejo como para realizar tantos viajes.

Por el momento no ocupaba comunicarse con Harry matando a la pobre lechuza de cansancio, ya que ambos sabían que Hedwig estaría tan presa como él. Así que, en silencio, dejó a su hermano sobras de la cena del matrimonio, fue a darse un baño y antes de dormir, colocó su ramo de lirios en un jarrón. Le dio buenas noches a sus padres y con mucho cuidado sacó el espejo para comunicarse con Harry.

Todavía sentía escalofríos al recordar como él le había dado la mitad del espejo de Sirius. Esa sería su única manera de comunicarse, porque aunque su novio no le había dicho nada, sabía que de alguna manera se estaba preparando para una especie de cruzada donde ella no estaba invitada, por más que quisiera, Harry no le diría por alguna absurda razón y, más que todo, la dejaría fuera.

Lentamente había metido su mano en su mesita de noche, donde estaba el pedazo de espejo, rogándole a Merlín que unos hermosos ojos verde esmeralda aparecieran por él. Como lo hacían todas las noches desde su regreso de Hogwarts.

-Ésta noche tardaste- era la voz de Harry al otro lado, se oía en un susurro.

-Es que tomé un baño- dijo con una sonrisa. Harry seguro la veía como ella a él, con ansia de estar más cerca y no a través de un pequeño pedazo de espejo, de unos ocho centímetros de lado. Pero era lo mejor que existía, ni siquiera el letéfono muggle le permitía tenerlo tan cerca. Le sonrió, solo porque le pareció adorable en esas camisas grandes de franela y unos pantalones de pijama azules.

-¿Qué hiciste hoy?- era una pregunta trillada y un poco estúpida. En Little Whinging, Surrey no había nada que hacer.

-Encontré la cura contra la gripe de dragón mientras jugaba solitario-

-Al menos podrás patentar lo de la cura, mi hermano Charlie lo apreciaría mucho- le siguió el juego a su novio. –Pero eso del solitario suena aburrido-

-No tienes idea- al parecer Harry se acostó, porque el espejo se movió –¿Y qué has hecho tu?-

-Nada fuera de lo usual, solo asistí a una boda…-

Harry la miraba incrédulo. Amaba esa expresión en él.

-¿Quién…?- y de pronto el chico entendió. -¡Tonks y Remus!- la pelirroja asintió con una sonrisa… -¡WOW!- solo podía decir Harry -¡Bien por ellos!, ¿Quiénes fueron?- Ginny sabía que Harry extrañaba el mundo mágico, así que le contó casi con detalle de lo ocurrido.

-Es una maravillosa noticia- Harry notó que a Ginny se le cerraban los parpados. Después de todo era la una de la mañana y ya habían pasado largo rato hablando.

-¿Te vas a dormir…?- como un gatito ella asintió y frunció su naricita –que duermas bien, entonces- por inercia, Ginny acercó sus labios al espejo y lo besó. Solo sentía una superficie lisa, pero Harry pensó que por el momento, era un beso de buenas noches.

-Buenas noches, Harry, te amo-

-Te amo-

La locura del matrimonio de Tonks la había hecho dejar de lado por un momento lo tormentoso que era no tener a Harry con ella, sin embargo los días pasaban y no había noticias sueltas de la Orden del Fénix. No había un plan para traerlo a casa… Todo el día pasaba pendiente del espejo, esperando el mínimo movimiento, o alguna señal por parte de Harry. Pero él solo aparecía por las noches, para que pudieran comentar acerca de cómo habían pasado el día y para decirse lo mucho que se extrañaban.

Era una tortura.

Ese verano se dedicaría a ayudarle a su madre con el matrimonio de Bill, el cual a opinión de la pelirroja, debía ser como el de Tonks, sencillo. Pero su madre opinaba muy diferente. Por lo tanto, en sus objetivos del verano, el numero uno era a tratar de no volverse loca con Fleur en la casa y a tratar de no extrañar a su novio. Sería aburrido.

.-.-.-.-.

La mañana que Hermione llegó, Ginny ya no tenía que huirle a Fleur porque gracias a Merlín, Bill había llegado. Ahora solo tenía que esquivar cualquier esquina solitaria, porque ellos la estaban ocupando. De cierta manera le dio un poco de envidia. Al menos ellos tenían la oportunidad de estar juntos.

Hermione llegó cubierta de lágrimas a la Madriguera. Lo cual alarmó a Ginny. Ron no había llegado con ella.

-¿Qué sucede?- la pelirroja estaba asustadísima.

-Es que… lo hice…-

-¿Qué hiciste?-

-Embrujé a mis padres… era la única manera-. Como la señora Weasley no estaba, Ginny llevó a su amiga a la cocina y le preparó un té. Sin dejarse de preguntar por qué Hermione hechizaría a los señores Granger.

-Cuando te sientas mejor, me explicas, de acuerdo?, no tiene por qué ser hoy…- Ginny sabía lo que se sentía querer un poco de silencio. Hermione asintió. Y no habló con ella hasta el viernes por la noche, antes de bajar a cenar con la Orden.

-Dumbledore le encargó un trabajo a Harry antes de morir- dijo la chica, como si necesitara gritarlo –y nosotros lo acompañaremos, por eso le di nuevas identidades a mis padres y los dejé en Australia-

Ginny tuvo que sentarse de la impresión. En los años que conocía a Hermione sabía que a veces, y solo a veces era muy ruda a la hora de dar una noticia. Lamentablemente, ésta era una de esas ocasiones.

-Sus… memorias…- La castaña asintió. -¿Es tan peligroso?- no quería que su voz se quebrara de esa manera, pero Hermione no le ayudaba a esclarecer el terror. La castaña volvió a asentir y Ginny se dejo caer en un su cama.

¡¿Por qué siempre Harry?! ¿Es que acaso no existían más hechiceros es el mundo…? Estaba furiosa con Dumbledore. Una misión. ¿Qué clase de misión puede ser tan importante como para…?

-Es algo acerca de la profecía, cuando fuimos al Ministerio… hace dos años…- Ginny iba enhebrando el hilo de la historia.

Hermione asintió.

–Todo tiene que ver con la profecía y con Harry derrotando a Voldemort. De alguna manera, Dumbledore lo descifró y le dio la clave a Harry, por eso puse a mis padres a salvo-

Ginny no quería escuchar lo que parecía una misión suicida. Tenía miedo y odio. Odio a Dumbledore por hacerle algo así a Harry. Odio a Voldemort, por el simple hecho de ser el causante de todo. Y odio a Harry, por dejarse arrastrar a algo –fuese lo que fuese- tan peligroso. Sabía que algo así pasaba, pero ni en sus más locos sueños, era algo mortal. No quería pensar algo así.

.-.-.-.-.-.-

Fred y George Weasley habían preparado algo especial para la cena de esa noche, una vez, cuando Ginny estaba en su primer año, había una plaga de gripe y la señora Pomfrey había creado una pócima que hacía echar humo por las orejas. Así que idearon un caramelo con esas mismas propiedades. Y Ron fue su conejillo de indias. Tenían que levantar el ánimo de la familia, después de todo. Ron fue el sujeto perfecto de pruebas, incluso los había insultado por ello.

A pesar de la broma la cena de esa noche no fue mejor para la pelirroja. Existía un plan para traer a Harry, había reunión de La Orden en la casa, pero solo pudo escuchar fragmentos: Ojoloco necesitaba algo. Personas. No tenía idea de cómo ayudarles, haría cualquier cosa por ayudarles, con tal de tener a Harry de nuevo con ella. Su madre no quería que estuviera en la reunión, pero Fred intercedió por ella.

-Mamá, es por el bien de Harry, todo debemos saber, ¡ese fue el error de Dumbledore!-

-¡No decir la información completa!, ¡no confiar!-

-En esta familia no habrá más secretos- terminó Bill. –nosotros no-

-Me conmueven- dijo Mundungus Fletcher desde la esquina –pero creo que ya sé cómo traeremos a Potter- Hermione lo miró con total incredulidad. Aunque Ginny percibió, cuando Mundungus terminó de explicar su plan, que era con cierta envidia, era un plan perfecto y no se le había ocurrido a ella.

-Siete Potters- inició Moody- catorce voluntarios que sean carnada mortal para los mortífagos y que no teman ser convertidos en ínferi-

Todos, al mismo tiempo se declararon voluntarios, sin siquiera dudarlo, todos excepto Mundungus, al cual Ginny empezó a aborrecer tanto o más que su madre al darse cuenta que permanecía en la misma esquina, buscando una salida.

-TU NO IRÁS- gritaron a coro sus hermanos -¡Solo tienes quince! ¡Te quedarás con mamá! ¡Harry volverá!- todos le regañaron como una niña, ni siquiera tuvo apoyo de Bill no de Fred, que la miraba como si hubiera amenazado contra Sortilegios Weasley. Ellos siempre la apoyaban.

Totalmente dejada de lado, Ginny observó como se hacían las parejas y se dedicaban a buscar los días de entrenamiento. Hagrid la miró de lado y le dedicó una sonrisa confortante. Un mes haría falta para que la posión multijugos estuviera lista. Lo que implicaba solo un mes para ver a Harry, abrazarlo. Para el veintisiete de julio harían el rescate. ¡No podía esperar a decírselo a Harry! Esa sería su manera de probarle a Moody que ella podía ser tan útil como cualquiera. No les había revelado la existencia del espejo porque Harry le había dicho claramente, aquella mañana.

-Toma- le dijo Harry mientras sacaba del bolsillo de su pantalón el objeto que había rescatado de su baúl.

-¿Un espejo? – dijo la pelirroja

Él negó.

-La mitad de un espejo- Ella frunció su entrecejo -el otro pertenecía a Sirius, ésta era el de mi padre…- Ginny tenía sus ojos muy abiertos –y mi parte la dividí… para poder verte siempre-

Ginny se lanzó a sus labios y lo empezó a besar con desesperación. Era lo más hermoso que él había hecho por ella. Harry no dudó en responder el beso y abrazarla no dejándola escapar. Era una promesa de seguir juntos… después de todo les faltaba mucho camino por recorrer.

La reunión había terminado. Y ahora le contaría a Harry que todo estaba bien. Que pronto llegaría a casa. La pelirroja subió corriendo las escaleras hacia su cuarto. ¡Ya pronto estarían juntos!. Sin embargo lo único que más temía en el mundo se hizo realidad en ese momento: el espejo había desaparecido.

Bajó corriendo las escaleras, para tratar de ver a la orden reunida y preguntar si alguno había visto su preciado espejo. Pero no había nadie. Solo Ron y Hermione acurrucados juntos cerca de la chimenea…

Solo tres días después la Orden del Fénix se reunió y Ginny Weasley había recorrido todos y cada uno de los rincones de su casa, del granero y del cobertizo. No había rastros del espejo. Su humor era de perros. No había podido hablar con Harry ni desearle buenas noches. Ni verle sus ojos. Estaba furiosa. Y la única manera de comprobar sus sospechas, sin levantar un revuelo en su casa, era tener de frente a Mundungus Fletcher. Ginny sabía que el muy gusarajo lo tenía.

Cuando llegó Fletcher, Ginny salió a su encuentro con su varita en alto apuntándole. Solo le hizo la pregunta una vez:

-¿Dónde está mi espejo?- los ojos fieros de Ginny le hicieron retroceder.

-No sé de qué hablas- Ginny solo levantó más la varita. –No sabía que era tuyo- ella solo levantó una ceja en escepticismo. -Lo siento, pelirroja, pero ya lo vendí-

El puñetazo fue fuerte, Mundungus Fletcher no se lo esperaba.

.-.-.-.-.-.-.-.