·Sentimientos, Algo nuevo para mí·
- Jane, Aro desea verte. Date prisa, ya sabes dónde está.
Su voz me parecía lejana, pero aun así la sentí conocida y lo bastante preocupada como para saber que se trataba de Corin, al que desde hacia mucho que yo lo llamaba por su segundo nombre: Jace.
No me volví para darle la respuesta que cualquier otro daría por hecho, pero incluso sin hacerlo supe que no se había marchado. Seguía allí porque le importaba mi bienestar y al parecer se había dado cuenta de que algo había cambiado en mí.
-ve a decirle que ahora me presento ante él. - le dije con mi habitual voz melodiosa. La única diferencia era que ahora tenía que esforzarme para que sonara como siempre lo hacía y eso al parecer me había acabado por delatar; tanto así que Corin hizo lo contrario de lo que e pedí. En vez de marcharse a darle el comunicado a aro, el se me acerco por la espalda rodeándome los hombros con uno de sus fríos brazos de reciente adulto musculoso.
Intente cambiar mi rostro, mostrar el que solían ver todos, una niña de 14 o 15 años de expresión fría y aires de matona inocente. Pero al parecer no me resulto, Corin me miraba fijamente como si de una niña indefensa se tratase, y eso me hacía sentir peor aun.
- jane no puedes seguir ocultándolo. No soy el único que se ha enterado de tu cambio, pero yo, al contrario de otros de la guardia, te aprecio como una verdadera hermana y quiero que me lo digas.
sus palabras fueron más suaves de las que me esperaba de su parte, un vampiro del clan vulturi que siempre mantenía la mirada en el destino, que nunca miraba atrás, que no se arrepentía de nada y por nadie, al que muchos temían retar porque sabían que perderían, el vampiro que podía cambiar y manipular los aromas... fue mucho más suave de lo que cualquiera hubiese sido conmigo, pues yo era la vampira que torturaba a todo el que la contradecía y tal y como me hacían saber Corin y mi hermano Alec, me llamaban la niña demonio. Eso ultimo me parecía gracioso en momentos más aburridos o serios que el actual, pues no podía salir de la dicha depresión.
-Jane Vulturi...- prosiguió Jace intentando infundirme valor por medio de mi propio nombre vampiro.- Debes desahogar este problema o acabaran por mandarte fuera por falta de actitud, no ves que estas fallando en todo últimamente por esta ridícula depresión?¿
Antes de que pudiese decir algo más, incluso antes de que acabara de decir aquello, yo me encontraba de pie y había roto la lámpara y el jarrón al tirar la mesilla de noche situada junto a la cama en la que estábamos sentados los dos antes.
me volví al que creía por el único hermano, a parte de mi gemelo Alec, que tenía en la guardia al completo, a él lo quería como a ninguno, pero ahora había llegado demasiado lejos su confianza.
No me lo pensé dos veces antes de actuar. Me posicione justo delante suyo y antes de que supusiese lo que detendría hacerle le di una bofetada en el rostro de marfil común entre nosotros. De haber sido una vulgar humana me encontraría con lagrimas gruesas y pesadas recorriendo mi rostro, pero podría vivir sin sentirlas bajar por las mejillas. Nada más haber concluido con ello salí corriendo de la habitación y me dirigí al jardín.
Allí nadie me molestaría o de lo contrario sufriría todo lo que estaba sufriendo yo, pero a base de dolor que les quemaría el cuerpo por dentro, a base de mi dolor psíquico.
Di un suspiro para tranquilizarme y ordenar todo lo que me había pasado hasta ahora. Había pegado a Corín... no me lo perdonaría jamás... cerré los ojos con ganas de que todo pasara ya pero no pude porque a alguien se le había olvidado echar a los gatos que deambulaban por los jardines del castillo. Sabía perfectamente que desde hacía meses solo quedaba uno al que Corin perdonó porque le recordaba a su anterior vida, y ahí estaba dándome con la patita en los brazos y en las piernas para que le hiciese caso. Andaba listo el gatito de las narices, en estos momentos no pensaba hacer lo que en circunstancias normales me costaría su tiempo pensármelo. Lo mire y después lo aparte de una fuerte patada, demasiado fuerte para un pobre gato por lo que quedo rendido en la esquina donde se juntaban las dos paredes con el suelo.
No podía quedarme quieta, aun no me había sentado pero ya me empezaba a marchar del jardín para recorrer los largos pasillos laberinticos del castillo.
Me cruzaba con gente sin rostro que me saludaba educada y temerosamente mientras yo pasaba de ellos y seguía caminando con la cabeza alta, firme y sin rumbo fijo en ese día de perros. Fruncí el ceño al darme cuenta de que era la primera vez que me sentía tan asquerosamente humana respecto a un sentimiento. No podía ser que un simple vampiro hiciese tal cambio en mí.
Me paré de golpe al pensar aquello. Él no era un simple vampiro de lo contrario no me interesaría en absoluto, eso estaba claro, pero que era lo que el tenia como para mover tantas cosas en mi? Cierto era que nunca antes había encontrado a alguien capaz de mostrar su valor ante mi don y estar tan sereno esperando al dolor psíquico. Por eso fue, solo por eso, que no les hice nada a aquella familia tan repulsiva como lo había sido siempre para mí y me fui de mal humor del país para volver a casa y tener que encararme a mi amo y señor asumiendo las consecuencias de no haber obedecido sus ordenes directas "ve, averigua lo que pasa y diviértete un rato antes de volver para que no se olviden de nosotros" … fui y averigüé lo que pasaba, pero tras ello no me pude divertir por culpa del miembro que menos habíamos supervisado de aquella familia.
Todas estas imágenes llegaron a mi mente en menos de un segundo, que fue el tiempo que permanecí quieta como una estatua de mármol en medio del pasillo norte del castillo justo a 4 metros de la puerta que me llevaría a las escaleras para poder encontrarme con mi señor aro. La verdad es que no había pasado por los aposentos de mis señores desde mi marcha y aun no sabían nada de lo sucedido, y no quería que supiesen lo del miembro al que tanto subestimaban de la familia Cullen. No quería que supiesen lo que me había hecho sentir aquel vampiro de rasgos militares y de valentía inusual.
Agaché la cabeza clavando la mirada en mis pies como no lo había hecho nunca, y por primera vez desde que me había despertado siendo lo que ahora era, me sentía vacía, dependientemente presa. Aun así tuve que seguir caminando hasta llegar a la puerta de roble que me tragaría para adentrarme en los aposentos de Aro y que él me castigara por lo sucedido. Tal como pensaba, el traspasar la puerta me hizo sentir desprotegida y repentinamente más fría y eso me hacía sentir nuevamente como los humanos a los que tanto detestaba en esta insignificante vida.
- Jane querida… como es que has tardado tanto en acudir a mi llamada?
La voz de Aro fue un choque para mí. Me esperaba que estuviese enfadado por mi tardanza, furioso puede ser, pero no se me ocurrió pensar que el pudiera estar preocupado por no haberme visto durante tanto tiempo sabiendo que estaba en el castillo. Seguí caminando con la mirada más alta que antes para no darle de que sospechar, aunque él lo vería cuando me pidiera la mano.
-Jane? Como es que no me respondes pequeña?
Su insistencia solo me decía que en cierto modo sí que estaba preocupado y no era solo la apariencia de su voz.
En ese instante volví a pararme y a mirar hacia atrás para después devolver la mirada al pasillo oscuro y frio que me alejaba de Aro. Que podría hacer? Ya sabía que me encontraba allí, pero aun podría irme y esconderme en cualquier sitio, lejano al castillo, lejos de Italia o incluso de Europa…
La desesperación era algo que no llevaba muy bien debido a la inexperiencia de sobrellevar sentimientos duros e intensos en mi interior de piedra dura. Por ello la confusión inundaba mi mente y me hacía dudar de si seguir o huir de aquel pasillo, de si podría volver a mi cuarto y disculparme con Corin o si no tenía escapatoria y tendría que enfrentarme a lo que más temía de Aro.
