Mujer, no objeto.

Bella POV

Di un pequeño saltito para bajarme del autobús. Caminé la calle que faltaba y entré a la cafetería acompañada por el tintineo de la campanita.

Emmett alzó la cara y me sonrió, me senté en un banquito frente a la barra justo enfrente de él.

-Hola Bells-. Me dijo y le do un trapazo a la barra. -¿Qué tal tú día?

-Uf, mal, Grace entró en crisis por que hoy no hubo tantos clientes y nos sacó antes-. Dije y me sacudí un poco el pelo.

-Yo me alegraría si fuera tú-. Me dijo y soltó una risita. Le eché una mirada envenenada, dejó de reírse. –Lo siento-. Dijo haciendo voz chillona. Puse los ojos en blanco.

-¿Y tú día?

-Igual de divertido que siempre-. Sarcasmo. –Voy a dejar esto y nos vamos-. Dijo señalando su delantal.

Asentí y se metió a la cocina.

Emmett era mi mejor amigo desde hace mucho. Era una de las pocas personas que me aceptaban a pesar de lo que era.

Salió por otra puerta.

-Vámonos-. Me dijo. Me levanté del banco y caminé a la puerta. La abrí y la detuve para que Emmett saliera.

Caminamos por las calles aún con vida de Nueva York hasta llegar a donde yo vivía.

Emmett se aventó en el sofá y encendió el televisor.

-¿Tienes palomitas?-. Me preguntó.

-No, alguien llamado Emmett las desapareció-. Dijo y me serví agua.

-Ese cabrón debe de ser genial-. Dijo con una sonrisa. Puse los ojos en blanco y me boté a su lado.

No vimos el televisor ni diez minutos.

-Es muy tarde… vengo mañana-. Dijo Emmett, me sacudió el pelo y se levantó del sofá. Le di un manotazo. Él rió y salió.

-Adiós-. Le dije antes de que cerrara. Me enseñó su mano a manera de despedida y cerró la puerta.

Suspiré y me metí la mano a los pantalones para sacar el dinero que gané de mi ropa interior.

Planché los arrugados billetes con las manos y los puse en montón para contarlos.

Solo había ganado cien dólares, pero eso me bastaba, con eso a completaba para pagarle a mi maldito "novio" mi maldita renta, luego juntaría más para pagar cable, teléfono y todo eso…

Me rasqué la cabeza y me levanté para irme a mi habitación.

Gracias a mí trabajo vivía a todo lujo… pero eso no me hacía feliz…

Me quité los pantalones y me dejé la sudadera.

Abrí mi MAC y revisé mis correos, había uno de Charlie… si supiera lo que soy estaría muerta.

Según Charlie, yo estaba en una universidad en NY y tenía un trabajo de camarera.

Me sentía un asco de persona…

Cerré la MAC y apagué las luces… no tardé en dormirme.

-¡Bella! ¡Bella! Maldita sea ¡Abre la maldita puerta!-. Gritó alguien mientras golpeaba la puerta repetidas veces y con violencia.

Me levanté de un brinco y corrí temblando a abrir la puerta.

-Mike… yo… yo…-. Dije cuando abría la puerta. Mike respiraba fuerte, estaba enojado ¿Cuánto tiempo habrá estado tocando? Fue el suficiente para hacerlo enojar.

-¿Tú qué?-. Me dijo de mal modo y me empujó para entrar al departamento. Azotó la puerta. -¿Tienes mi dinero?

-S… si-. Tartamudeé y fui corriendo a mi habitación para sacer los billetes y entregárselos.

Los contó y los guardó en su bolsillo, luego me dedicó una fría mirada.

Me crucé de brazos y vi al piso, nerviosa.

-Eres una estúpida… ¿Sabes cuánto tiempo estuve golpeando la maldita puerta?-. No lo sabía, pero sabía que me saldría caro.

-Lo… lo siento, estaba dormida.

-¡¿Dormida?-. Dijo y dio un paso hacia mí. Me dio un bofetón que casi me tumba al suelo pero él me jaló el brazo con fuerza antes de que cayera y no movió su mano de ahí.

-Me estás lastimando-. Susurré tomando suavemente su mano.

-¿Si? ¿Te estoy lastimando?-. Dijo y me dio otro bofetón. -¿Te estoy lastimando?-. Me dio otro. -¡Es lo menos que te mereces!-. Me soltó el brazo con un pequeño empujón que me hizo dar un paso.

Me llevé la mano a mi mejilla, me ardía.

Pasaron unos minutos… no me había vuelto síquica, pero esto ya era rutina, sabía lo que venía después.

Mike se acercó y me dio un abrazo cariñoso.

-Lo siento, amor, por favor perdóname, no se que me pasó-. Dijo y me besó la coronilla.

Tragué el nudo en mi garganta y contuve las lágrimas. Afirmé lentamente con la cabeza.

-Tienes que entender… a veces me sacas un poco de quicio-. Dijo.

¿Yo? ¿Sacarlo de quicio? Que yo lo saque de quicio y que se un maldito depravado son dos cosas muy diferentes. Me quedé callada para ahorrarme más golpes. Mike volvió a besarme la coronilla y bajó sus manos a mi espalda baja. Me separó un poco y me vio a la cara, bajé la mirada.

-¿Por qué no vamos a la cama?-. Dijo. Me puse a temblar… daba igual si le decía que no, uno más, uno menos… y quien le tomaría importancia a lo que dice una prostituta de segunda.

Me besó repetidas veces las mejillas hasta llegar a mis labios… Mike era el peor besador que conocía, sus besos eran violentos, rápidos, me daban asco.

Me pegó más a su cuerpo y bajó sus manos a mi trasero y lo empezó a manosear con rudas caricias que puedo decir que me provocaban dolor.

Sentí su lengua literalmente en mi garganta mientras me empujaba hasta quedar en mi habitación.

Me aventó violentamente a la cama y se quitó el cinturón, lo tiró al piso y luego se me echó en cima. Me empezó a besar el cuello y sus manos se fueron a mis pechos manoseándolos igual de feo que mi trasero pero me dolió más… Bajó su mano a mi abdomen y luego la metió en mi ropa interior, metió dos de sus dedos violentamente por mi vagina, no pude evitar estremecerme un poco. Bombeó agresivamente…

-¿Te gusta eh? ¿Te gusta, perra?-. No podían faltar los insultos. Solté un pequeño gemido, claro que no de placer, sino de dolor. Sacó su dedos y me quitó la ropa interior, luego la sudadera, mi braguita y empezó a besar y mordisquear mis senos, grité de dolor, cosa que excitaba más a Mike. Bajó una de sus manos pasándola por mi intimidad para luego pasarla a sus pantalones, desabrocharlos y bajarlos para dejar su miembro al aire y penetrarme. Se movía rápido y duro…. Odiaba tener sexo con él.

Estuvo horas en mí intentando hacer buenos movimientos con su verguita tamaño lápiz que ni siquiera podía estar en mí dos segundos en un movimiento… siguió así hasta que llegó al orgasmo, yo ni siquiera estaba excitada… pasó su lengua por mi barbilla y me volvió a besar. Me quedé quieta, conteniendo las lágrimas, sintiéndome como una mierda… acababa de tener sexo contra mi voluntad pero uno más o uno menos ¿Qué más da?

-Te veo luego-. Dijo se quitó de encima de mí, se subió los pantalones y salió a paso rápido.

Me quedé en mi cama, con la respiración agitada y desnuda por no se cuánto tiempo.

Me levanté y me fui al baño, estuve un buen rato en la regadera, me sentía más relajada.

Me pasé la toalla y salí. Me puse ropa interior limpia y un ligero top. Me aventé al sofá y encendí la pantalla. En los comerciales me levanté y me puse a un lado de la ventana, tenía un buen departamento con una vista increíble de Nueva York… la que parecía mi opción perfecta, una opción que se redujo a un club nocturno para hombres y un novio asqueroso… lo único bueno: Emmett.