Hola! Muy buenas a todos! fans del SashaxMikasa! He regresado a este fandom como lo habia prometido, con la continuacion de Preocupada y Negocios, siguiendo las aventuras y desventuras de nuestra querdia chica patata en su afan por estar con Mikasa. Como ven, este no es un one-shot como los anteriores, no se cuantos caps haré, contemplo solo dos pero el tiempo dira. Sin más, les dejo con el primer capitulo. ¡Al Dolmayan out!
Su ángel guardián
–Puede que no sea la mejor del escuadrón, puede que me distraiga con facilidad, puede que aun sienta pánico al momento de ver a un titán de frente; pero puedes estar segura de que yo siempre voy estar a tu lado; seré tu guardiana, velare por tu bienestar hasta que no pueda más. ¡Voy a protegerte con mi vida! ¡Porque te amo Mi…!
–¡Braus! –interrumpió la voz potente de Rivai, causando que Sasha gritara de miedo al oírlo. Abrió de golpe la puerta y entró en la habitación de la chica patata–. Ya deja tu discurso de motivación; si te acepté en el escuadrón es para que trabajes.
–Sí señor –respondió monótona Sasha, realizando el saludo militar–. Iré en seguida.
Rivai la miró fijamente. No podía negar que la habilidad, entrega y valor habitaban en la cadete Braus; sin embargo, se preguntaba si hizo bien al aceptarla en su escuadrón. A pesar de existir otros candidatos antes que ella, como Ymir o Reiner, la ventaja que obtuvo la chica patata fue ofrecerse voluntariamente a las órdenes del exigente líder. Poco eran los que se ofrecían por su propia voluntad, pues no querían correr grandes riesgos ni mucho menos soportar las altas exigencias higiénicas de Rivai. A pesar del peligro y del mal humor de su líder, Sasha había acatado todas y cada una de sus órdenes, para sorpresa de todos sus colegas que bien la conocían; su buena disposición y disciplina asustaban a los que fueron cadetes junto a ella, en especial a Connie, su mejor amigo.
–¿Esas segura de esto, Braus? –le preguntó. Era la vigesimoquinta vez en la semana, y recién era martes–. Hoy tenemos un expedición, nada extraordinario, pero tengo mis dudas sobre ti.
–¿Pero qué dice? –aquellas palabras le cayeron como un balde de agua helada–. Estoy segura de esto, yo sé que puedo ser de gran utilidad en el escuadrón. Solo necesito que confíe en mí.
–No puedo.
–¡¿Por qué?!
–Temo que hagas algo tonto –dijo de pronto. Sus palabras herían el orgullo de Sasha, que se sentía pisoteada por el titán colosal–. Te he visto en los entrenamientos, eres hábil y veloz, pero pierdes la concentración al estar cerca de Mantis.
Mantis era Mikasa. Para evitar que otros sospecharan de la atracción de Sasha, ella y Rivai tenían nombres clave para sus colegas de la tropa, muy a pesar del serio líder; así, Eren era llamado Puño, Jean era Caballo, Armin era Libro y Hanji era Equipo, entre otros nombres curiosos. Esto, solo en caso de que alguien les escuchara y fuera necesario modificar la frase.
–Le prometo que estaré concentrada –saltó Sasha de golpe; no podía perder su oportunidad–. No importa si debo ir en la punta de la formación, no cometeré errores.
–Más te vale –respondió Rivai, aquello parecía más una amenaza–. Si cometes un solo error o te quedas atrás, estarás por tu cuenta.
–Eso no pasara –contestó segura de sí misma la chica patata. Esta era su gran oportunidad y no iba a desperdiciarla.
Eran cerca de las diez de la mañana cuando todos los miembros de las tropas de exploración se concentraban frente a las puertas de la muralla Rose. Los principales líderes, Erwin, Hanji y Rivai, se mostraban molestos con la hora en que saldrían a su expedición, pues por problemas con un par de equipos de maniobras mal calibrados, tuvieron que retrasar su misión por más de dos horas, perdiendo tiempo valioso.
Normalmente, el desfilar a caballo por las calles de la ciudadela antes de salir al territorio dominado por los titanes frente a un mar de personas entre las cuales había conocidos y desconocidos, pasaba como una rutina más en su vida monótona y a la vez riesgosa. Cada expedición era igual a la anterior; cabalgaban con calma hacia las puertas mientras escuchaban las palabras de valor del comandante Erwin que se mezclaba con los rumores de las personas que protegían dentro de las murallas. Estos hablaban de todo lo que se les ocurría, algunos comentaban que era una misión suicida –y estaban en lo cierto– que solo servía para alimentar a los insaciables titanes, otros profesaban palabras de ánimo y confiaban en que esa personas que arriesgaban su vida lograrían algo en esta ocasión, una victoria más para la humanidad; unos pocos se despedían de sus padres, hermanos, hijos, familiares de cualquier grado, unos asegurando volver después de cumplir con el deber, otros pidiendo protección divina, y algunos llorando por el miedo; por último y en menor medida, lo niños que pensaban como alguna vez lo hizo Eren, jóvenes que veían a la Legión de Reconocimiento como los grandes héroes de la humanidad.
No era la primera vez que Sasha pasaba por esto, pero era diferente a las anteriores. Se había acostumbrado a estar en medio de todo el grupo, o hasta el fondo, en un lugar donde nadie podía notar su presencia al ser opacada por soldados más experimentados y altos. Pero ahora estaba hasta el tope, delante suyo estaban Erwin, Hanji y Rivai; seguidos de cerca por Mikasa, Armin, Jean, Eren y, al final, a la vista de todos, ella. Era una posición incómoda para su humilde origen; no era que despreciara llamar la atención, estaba acostumbrada por su hiperactivo comportamiento a que todos voltearan a mirarla, pero un reducido grupo de cadetes no se comparaba con la mitad de una ciudad. Estaba nerviosa. Bastante nerviosa; y lo peor de ello, era que no sabía la causa real: si el hecho de enfrentar titanes, recibir órdenes del estricto Rivai o cabalgar junto a la chica que amaba en secreto.
–¡Braus! –le habló Rivai, provocándole un susto. Sasha pensaba que el daba más miedo que mil titanes juntos–. No quiero errores, no rompas la formación hasta que te lo indique.
–¡Sí! –tartamudeó, aun insegura.
–¿Por qué ella va a acompañarnos? –preguntó Jean al joven rubio, tratando de que Sasha no le escuchara.
–Es quien se ofreció al escuadrón –le respondió–. Es por eso que nosotros somos su equipo ahora, ¿no?
–¿Pero la chica patata? –cuestionó el soldado de cabello castaño–. No creo que sea la mejor opción…
–¡Hey! Ustedes dos ya dejen de hablar –les reprimió Rivai.
–¡Sí capitán! –respondieron los intimidados jóvenes. Ahora Sasha estaba segura, lo que le daba más miedo era ese hombre de baja estatura llamado Rivai.
–Como siempre, manteniendo el orden ¿eh? –bromeó Erwin.
–Solo me falta controlar a alguien –respondió el serio capitán mirando con dureza a Hanji, que ya estaba babeando de solo imaginar que titanes vería en esta ocasión.
¿Qué estaba haciendo ella ahí? Sasha fue invadida por el pánico, ya no se sentía segura de formar parte de ese grupo tan selecto; la idea que le pareció brillante hacia unas semanas, ahora era la cosa más ridícula que pudo concebir su mente. Ella iba a morir ese mismo día sin poder defenderse; serian emboscados por otro titán extraño que busque matar a Eren y ella, al ser la primera defensa del grupo, sería también la primera en ser aplastada o devorada. Quería salir de ahí huyendo, pero no podía. Toda la humanidad contaba con ella, Rivai esperaba que cumpliera su función, pero ante todo, también quería proteger a Mikasa.
–¡La expedición comienza ahora! –resonó la voz del comandante.
Ya era muy tarde para acobardarse, estaba a la vista de todos, civiles y militares esperaban que se sacrificara por la humanidad. Y es que en verdad, esa era su labor: sacrificarse para que un recluta más hábil que ella pudiese seguir en batalla. No era más que carne de cañón. Pero claro, ella se negaba a pensar así y se autodefinía como la guardiana de Mikasa, aquella persona que lucharía porque la asiática siguiera viva hasta que su cuerpo le permita. Ella se decía ser el ángel guardia de Mikasa, aunque esto solo quedaba en sus pensamientos.
Las puertas de la muralla Rose se abrieron de par en par; para suerte de todos, no había ni un solo titán en los alrededores, permitiendo a la caballería salir sin problema alguno al territorio dominado por los titanes.
