Advertencias: Yaoi, relación chico x chico.

Disclaimer: Los personajes de SNK no me pertenecen.

Capítulo único: Rubio problema.

Cuando Mikasa le preguntó por qué jamás la vería de la misma forma en que ella lo hacía, Eren Jaeger no supo que responder. Lo cierto es que la chica era innegablemente hermosa, de aquellas bellezas exóticas y difíciles de encontrar, poseedora de un cabello azabache y suave y un cuerpo envidiablemente firme, pero que mantenía sus curvas femeninas, es decir era la mujer más perfecta que había conocido. Aun así no podía corresponderle.

Tuvo que meditar largo tiempo, consultar con la almohada, para encontrar las respuestas a sus cuestionamientos, desenterrando del fondo de su corazón todos aquellos recuerdos amorosos – los cuales no eran muchos a decir verdad – para entender de una vez por todas qué era lo que le faltaba a Mikasa para poder verla como algo más que a su hermana.

Pensó en su primer amor; Armin Arlert, ese pequeño rubio de mirada angelical e inteligencia extrema, fue un amor infantil, pero fulminante, por lo que ocupaba un lugar importante dentro de su corazón. Claramente jamás le dijo a su mejor amigo que sus sentimientos, por un tiempo, no fueron de simple amistad, se limitó a guardar el secreto hasta que, cuando hubieron crecido, superó al chico y logró olvidarlo.

Annie Leonhardt fue la segunda persona que le robó el corazón, durante el entrenamiento para convertirse en soldado, la chica siempre le llamó la atención, su forma tan fría de ser, su fuerza, agilidad y esa misteriosa mirada le enloquecían de tal manera, que la rubia ocupó sus sueños adolescentes más de una vez. De todos modos, todo se fue al tacho de la basura cuando supo que era ella la titán femenina y la culpable de la muerte de muchos de sus compañeros, incluido el escuadrón de Levi.

Ese último recuerdo fue un trago amargo para él, por lo que se removió en su cama para acomodarse mejor y conciliar el sueño, sin embargo, un fuerte brazo le tomó por las caderas y le atrajo protectoramente. Eren levantó el rostro para encontrarse con la cara de su nuevo amante, el comandante Erwin Smith, profundamente dormido. El joven levantó una de sus manos para apartar unos mechones dorados que cubrían los ojos cerrados de su pareja y en ese momento, todo cobró sentido para él, por lo que sonrió ampliamente satisfecho y concluyó que Mikasa era una hermosa mujer, pero Eren tenía sus gustos muy definidos y, al parecer, al él le iban los rubios.

FIN.