Ninguno de los siguientes personajes son de mi propiedad. Pertenecer a la grandiosa Rumiko Takahashi. Lo que sí es mío, es la historia. Hecha sin fines de lucro, sólo para entretener.

Este fic participa delMini-reto: ¡Semana INTENSA! del foro ¡Siéntate!


La herencia de la Luna.

Capítulo I. Índigo.

Los esfuerzos fueron en vano. A pesar de que los sirvientes trataron por todos los medios moverla de ese trono, ella insistió en que no necesitaba descansar.

Su vientre abultado, enorme. Su expresión cansada y molesta. Estaba siendo necia, pero sentía que si se movía, el cachorro dentro de ella no aguantaría más tiempo en su interior.

No quería. No cuando él no estaba. Cuando le había prometido estar con ella y llevaba una semana de la supuesta fecha de regreso.

Porque los rumores de que un general había caído en batalla corrieron como pólvora.

La noche azulada, con tanta influencia sobre ella, inundándola de temores que se negaba a sentir. Tan azul, tan…

Índigo.

El niño moviendo sus entrañas, sus sentimientos, su alma. Descolocándola, haciéndole difícil mantener el rostro serio. A ella no le gustaba parecer débil, mucho menos que alguien más la viera así.

El padre ausente. El castillo lleno de personas que no lograban entenderla y unos cuantos que la conocían desde siempre.

Una nube se movió dejando ver a la anciana luna blanca. Galardonada por el color inusual del fondo. Pudo sentirlo.

Esa noche sería, ya no podría esperar más. Su hijo había elegido esa noche, dando muestra de su fuerza, aún antes de llegar al mundo.

No gritaría, cerca alguien correría hacia ella en cuanto moviera una mano. Se levantó con dificultad, obligando a un cuerpo con poco descanso a hacer lo extraordinario.

Pero no importaba; lo extraordinario era, para ella, lo natural.

Pronto era sostenida por un par de guardias, conducida a su habitación. Ahí esperaban las parteras, con todo dispuesto tan rápido como la alerta fue emitida.

El padre seguía sin dar rastros. Ni siquiera un mensajero que diera testimonio en su lugar.

Acostada en el lecho, siguiendo las órdenes de su instinto y las instrucciones de las que en su momento, la trajeron a ella al mundo. El aroma de su sangre embriagando su nariz, temporalmente incapaz de oler algo más.

El padre poniendo pie en su hogar después del viaje más rápido de su vida. Alertado por el aroma y las voces, sabiéndose privado de entrar al mismo cuarto que su mujer.

—¡Estoy aquí!— su voz como único recurso para alcanzarla, demostrar que no había roto su promesa.

Voz que retumbó en ella, que la hizo formar una diminuta sonrisa secreta. Justo a tiempo, el niño exigía un último esfuerzo para terminar de llegar.

Excluido de su propia habitación, sólo podía afinar su oído. Nervioso por el aroma y los gritos. El sonido de pasos, las mujeres entrando y saliendo.

Únicamente quedaba contar los segundos. Silencio. Uno… Y un llanto de se dejó escuchar con fuerza en el castillo.

¡Oh! Pero él podía sentirlo. Eso más que un llanto era un grito de guerra, un reto lanzado al mundo. El orgullo y la felicidad no le cabían en el pecho. Su mujer había completado de manera magnífica la obra.

Ahora podía entrar. Entrar y abrazarlos.

Porque índigo es majestuosidad, no melancolía.


Palabras sin contar todo lo que ya sabemos: 500, en serio.

Letra del día: I de Índigo.

¡Cuánto tiempo sin leernos! ¿No debería estar actualizando en lugar de endeudarme más? Pues… sí, de hecho. Pero meh, un rato de diversión es lo que me hacía falta. Y el foro ¡Siéntate! Siempre tiene algo que logra subirme el ánimo, además claro de que tienen a YumiPon y eso es algo como hacer trampa porque me engatusa para venir y tirar la flojera (?)

Gracias al fic de esta maravillosa semana INTENSA les traigo una historia que al momento de ser escrita cambió de destino. Se tratará de una historia sobre la infancia del pequeño Sesshomaru, hoy abrimos con su nacimiento.

Nos leemos mañana con la letra N. Gracias por pasarse, agradeceré infinitamente que me dejen un review.

Besos a YumiPon por siempre apoyarme y escucharme (échenle la culpa a ella de que yo esté acá dando lata).