El invierno llego a la ciudad.
Recuerdo que cuando mi madre aún vivía, despertaba a la familia y salíamos a ver caer la nieve; como Sakura aún era muy pequeña, mis padres la vestían con muchas capas de ropa y me dejaban cargarla. Era algo increíble puesto que mi padre siempre tenía miedo a que yo la dejara caer y mi madre le decía que no temiera, ya que si yo me caía con ella no iba a ser una gran diferencia a si ella se caía con Sakura.
Mi papá solo sonreía y ponía una cobija alrededor de mi pequeña hermana, como extra protección.
Cuando por fin estábamos arreglados y protegidos, salíamos al patio. Como yo tenía a Sakura en brazos no podía jugar a lanzar bolas de nieve o hacer ángeles, pero me encantaba ver a mis padres jugando y riendo. Cuando Sakura empezaba a removerse inquieta yo trataba con todas mis fuerzas de mantenerla en su sitio y que no interrumpiera a mis papás, pero en algún punto ellos se daban cuenta y en ese momento los cuatro jugábamos –de hecho solo dos jugábamos, quien sostuviera a Sakura solo se reía con ella-.
Desde hace diez años yo no disfruto de la nieve. Cuando mi mamá murió, mi papá y yo seguimos jugando por Sakura, pero cuando ella creció deje de fingir. Sin mi madre la nieve solo era agua congelada que te entra por los lugares donde no tienes ropa y te quema la cara y los labios.
-Hijo… ¿recuerdas que le prometí a tu madre?- levanto mi rostro para mirar a mi padre. Sus ojos me miran y brillan en signo de tristeza, aunque desconozco si es por la pregunta y los recuerdos que implica o si es por mí.
Me inclino a creer que es por mi culpa.
-Sí.
Si mi monosílabo lo hirió o sorprendió no lo demuestra, mi padre es un mago ocultando sus sentimientos. Es imposible que alguien no llore por su esposa muerta.
-Sé qué piensas hijo. Pero créeme, no estoy ocultándote nada y mucho menos estoy cambiando mis sentimientos. Cuando tu madre se fue no cabía en mi propia tristeza… llore mucho tiempo, hasta que recordé que tenía que ser fuerte, y no por mí si no por…
-Nosotros. Lo sé papá.- Interrumpo a mi padre que me mira de manera plana.
-En parte hijo… si fue por ustedes. Necesitaba la fuerza de levantarme y hacer el desayuno, mostrarme sereno ante ustedes, en especial ante Sakura, puesto que tu hermana era muy pequeña y si entre tú y yo podíamos aliviar el dolor de ella, todo iba a estar bien para nosotros. Pero otra parte fue por tu madre- lo miro sorprendido ¿mi mamá?-, antes de morir ella me hizo prometerle que no lloraría su muerte.- Mi papá calla un segundo y recobra el aliento- Le falle a tu madre Touya, pero finalmente recupere el camino. Y por eso siempre estoy feliz. Porque tu mamá merece vernos felices a los tres… ¿me entiendes hijo?
Me mira a través de sus gafas y me siento fatal. ¿Felicidad?
- Deja atrás el miedo hijo mío. He escuchado algo sobre la persona que más aman ustedes, niños. Tú y yo sabemos quién es esa persona para la pequeña Sakura… y yo sé quién es la tuya. Mi pregunta es… ¿lo sabes tú? Y si lo sabes, ¿por qué niegas ese sentimiento tan bello? Vive lo bello de la vida, porque es demasiado corta y no sabemos cuándo nos iremos- mi papá tiene los ojos llorosos, hace 10 años que no los veía así de triste-. Vive todo lo que a tu madre y a mí nos faltó.
Siento como las lágrimas vienen a mis ojos y lucho con la repentina quemazón que siento. Mi padre no llora. Mi papá no puede llorar por mí… y antes de que lo piense siquiera estoy abrazándolo, escondiendo mi rostro en su cuello, aspirando el aroma del hombre que más amo, porque él fue y es el mejor padre del mundo.
-Lo prometo papá. Seré feliz y viviré.
Mi padre acaricia mi espalda como no lo hacía desde años. Me sentía como un niño pequeño de nuevo, y aunque ya no podía ver a mi mamá… sabía que ella estaba aquí.
-¡Buenos días!
El grito de Sakura bajando por las escaleras nos trajo a la realidad. Mi papá me soltó y yo salte al mismo tiempo. Le sonreí cuando mi hermana aún no había entrado a la cocina.
Él ya no tenía lágrimas en sus ojos.
-Hola pequeña Sakura, ¿cómo dormiste?
Mi hermana entra hecha un huracán. Es extraño verla tan grande… para mí siempre será mi pequeño monstruo envuelto en una tonelada de ropa. Sonreí en mi interior y no le dije nada.
-Bien papá.- Siento como me observa esperando una respuesta a su saludo- buenos días.
Mi hermana repite el saludo y tengo que reprimir la sonrisa que se empieza a formar en mis labios. ¿En serio no entiendes que aunque ya casi seas mayor de edad seguirás siendo mi pequeña hermana a la cual amo molestar?
-Hmp.
Tal como pensé eso la hace enloquecer. Toma la parte trasera de una silla y con la fuerza sus nudillos se ponen blancos.
-¡Hermano, que grosero eres!
No puedo evitar molestarla de nuevo.
-Ya cállate monstruo y siéntate. Mi padre no me ha servido y tengo hambre.
Aunque no sale nada tangible de la boca de Sakura sé que está dedicándome un recital de insultos en su idioma. Amo esto, lo extraño.
-Chicos, ya están muy grandes para comportarse como críos.
-¿Si escuchaste hermano?- Y Sakura hace su gesto típico… Sacarme la lengua.
-Hmp.
Mi padre sonríe y Sakura se atraganta con sus palabras medio dichas y los panqueques que mi papá hizo.
Extraño todo esto.
Pero algo falta.
Alguien.
