Disclaimer: Ranma 1/2 y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Esta obra fue creada sin fines de lucro.
-Travesura-
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— ¡Ranma Saotome! —El bramido enfurecido de su mujer, lastimó sus delicados tímpanos. Abrió los ojos espantado, mientras un frío espectral se apoderaba de su cuerpo. Ni la más profunda meditación podía impedirlo de desatender tan mortífero llamado.
— ¡Oh!, te han descubierto papá —evidenció una suave vocecilla—. Es mejor que te escondas.
— ¿Me han descubierto? —preguntó desubicado. El azabache miró a su primogénita con extrañeza, logrando entrever en sus ojos ambarinos la chispa de un reflejo travieso.
Aquella chiquilla era la viva imagen de su madre, al menos, en lo que a facciones se refería. Sus mismos labios, la forma ovalada de sus ojos, la estrecha frente, la presuntuosa nariz respingada, las diminutas orejas, las atractivas cejas, la pálida piel; todo su rostro figuraba la copia perfecta de Akane. Si acaso, lo que físicamente compartía con él, era el negro carbón de su cabello. Lástima que, si de carácter hablamos, era una volátil combinación entre ambos. Su orgullo era exponencial y la arrogancia, en ocasiones, viajaba hasta el espacio. Incluso heredó el tinte mezquino de Nabiki, o quizá la misma bruja la instruyo. A estas alturas ya no estaba seguro.
Sin embargo, dejando de lado la careta manipuladora y ridícula tozudez de su retoño, era un padre orgulloso. Con tan sólo catorce años de edad, la mocosa había alcanzado el nivel de combate que él ostentaba en sus iniciales dieciséis. Si hubiese sido por ellos, el entrenamiento de su heredera se limitaría a los parámetros ortodoxos del estilo libre. Pero la muy obstinada, después de escuchar las garrulerías de su abuelo, decidió entrenar también con él, para poder patearle el trasero y declararse merecedora de representar el dojo; al viejo aún le quedaban energías. Bien sabía él que, más que hacerse cargo de la escuela, la cría sólo quería presumir de haber derrotado el famoso guerrero Saotome. ¡Feh!, como si en esta vida le fuera posible. Primero que derrotara a su madre, y ya hablaríamos de probabilidades. Mas debía reconocer que, el furtivo entrenamiento con Genma, sumado a las clases con él y Akane, lograron potenciar exitosamente las habilidades innatas de la criatura. Era toda una bravía guerrea. Una muy astuta... y vengativa. Demasiado para la valiosa integridad del azabache.
— ¡Anko Saotome! —Fue el turno de Nodoka para lanzar un rugido bélico que traspasó las paredes del dojo desde algún lugar de la casa.
— ¡Oh, rayos!, ¡ya nos descubrieron papá! —exclamó la chiquilla tras la evocación de su nombre, a medias preocupada a medias divertida.
— ¿Nos descubrieron? —inquirió levantando una ceja, haciendo particular hincapié en la forma átona de aquel pronombre. Las encriptadas aseveraciones de su hija no le estaban dando muy buena espina.
— ¡Debemos correr! —ordenó la pelinegra, interrumpiendo su tiempo de meditación—. ¡Anda!, ¡levanta el trasero! —exigió, tirándolo del brazo.
— ¡Cuida esa boca! —advirtió escandalizado, al tiempo que se ponía de pie—. ¡Sabes lo que pasará si tu abuela te escucha vociferar esas palabras!
Seppuku.
Eso es lo que pasaría. Para ambos.
—Es tu deber protegerme —señaló desvergonzada, acicalando su largo cabello—. Fue culpa de tu lengua suelta la precaria situación en la que me encuentro —aclaró, enfrentándolo con altivez.
Oh, sí. Demasiado rencorosa y vengativa.
Y estaba en lo cierto.
Era culpa suya.
Fue una estupidez, una soberana estupidez. Una que le estaba costando caro.
Había discutido con Akane, ya no recordaba cómo es que empezó todo el embrollo, pero en el furor de su orgullo juró que, si no lograba educar a una correcta señorita -no marimacho como su esposa- cometerían seppuku, él y su hija, en manos de su madre. ¡Y, joder, que Nodoka se lo tomaba bastante en serio! Más que toda la cháchara de ser un hombre entre los hombres. Tal vez porque conocía, a fondo, lo que implicaba ser una adecuada dama. Ahora entendía por qué su padre se casó con ella. Era el puerto seguro, el hogar cálido que aguarda por ti a pesar de las adversidades, el toque tierno que siempre espera por acariciarte. Si fuese cualquier otra, fácilmente se hubiera desentendido de las promesas maritales tras la larga ausencia de su esposo y la inexistente manutención para con ella. Pero no su madre: una mujer recta, honorable y de palabra que enaltecía -con dignidad- la solemnidad de un juramento. El cómo logró Genma enamorarla, seguía siendo un misterio.
Todo estaba firmado. Su heredera, de no más de cinco años, había plasmado la pequeña manita en el documento; él, por su parte, quiso vanagloriarse pactando con sangre. ¡Vaya idiota! Bien le advirtió su mujer, que estaba cometiendo una locura, que era la misma insensatez que Genma cometió con él, que se arrepentiría. Mas en esos momentos no escuchaba de razones, sólo quería cerrarle la boca a Akane y engrandecer su pedantería. Y, aunado a la seguridad que le invadió no sufrir ni un hueso roto por tan osada necedad, pues metió la pata. Era fecha que se preguntaba por qué Akane no lo había detenido, por qué no lo golpeó hasta el homicidio, mínimo lo hubiese estrangulado. ¡Pero, no! La ingrata lo dejó continuar con aquel disparate. ¡¿Por qué?!
«¡Mierda!», renegó internamente, recordando el momento de su autocondena. Aquello era una prueba irrefutable que era hijo de su padre. Carajo.
— ¡Ranma Malnacido-Saotome!
El ojiazul tembló. Cuando Akane agregaba tan decoroso apelativo a su nombre, significaba peligro, destrucción y dolor. Mucho dolor.
— ¡¿Qué le hiciste a tu madre?!, ¡¿y por qué estoy involucrado?! —demandó molesto, encarando la fachada de puerilidad que Anko era, perfectamente, capaz de disimular.
Tal parece que, en lugar de ser él quien metiese en problemas a su retoño, así como lo hizo su padre con él, es ella la que estaba empecinada en sabotear su integridad. Su "inocente pastelito" tenía la costumbre de engatusarle broncas ajenas, con ventaja y alevosía, cada que encontraba la oportunidad. Era puro deporte. Mejor dicho, era su -no tan sutil- revancha por obligarla a jurar su tierna vida cuando no entendía nada del mundo. ¡Y, con un demonio, que sabía jugar! Incluso, ocasionalmente, debía admitir la culpa en lugar de Anko, quedando muy mal parado frente a su esposa. O medio muerto, eso ya dependía de la situación.
— ¡Anko Saotome!, ¡esta vez tu padre no te salvará! —Las encolerizadas voces de Nodoka y su mujer, figuraban acercarse -con mayor premura- hacia el resguardo del dojo.
—Es mejor que empecemos a correr —sugirió su primogénita, dándole la espala.
«¡Condenada niña!», pensó fastidiado el joven padre, sin muchas ganas de darse a la fuga. ¡¿Qué infiernos había hecho ahora?!
— ¿O qué?, ¿prefieres enterate después de fallecido? —cuestionó, mirándolo de soslayo. Sus ojos destilaban diversión. Joder.
—Mira niña, no sé qué locura es la que has cometido para enfurecer así a tu abuela, ni me interesan los detalles de la sandez en la que has apostado mi inocencia —pronunció cruzando los brazos—. Pero te enfrentarás... nos —aclaró—, enfrentaremos a las consecuencias como es debido —finiquitó con porte solemne. Asumiendo por, sabrá el cielo cuantas veces más, un castigo que no le correspondía.
— ¡Más vale que corras! —El bufido impetuoso, que salió de la garganta de su esposa, hizo temblar las paredes del recinto y el suelo bajo sus pies.
Esa era la señal definitiva.
Si Akane le permitía tregua para huir, la situación era más que crítica. Era letal, la muerte inminente si le alcanzaba el pellejo desprevenido. En el mejor de lo casos lo dejaría parapléjico, quizá en coma, mínimamente perdería la funcionalidad de uno de sus riñones. Cualquier cosa podría ocurrirle con Akane en modo "destructor de mundos".
Ranma miró a su hija inundado de terror.
— ¡¿Pero qué mierda hiciste?! —chilló histérico.
— ¡Corre, papá! —clamó jovial.
Y corrió. Por su integridad, por su futuro... por su vida.
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— ¡¿A traficantes?! —gritó trastornado. Ranma y su hija huían despavoridos por las calles de Nerima—. Vendiste a tu abuelo por Internet, ¡¿a traficantes de pieles?!
— ¡Oye!, ¡él se comió los panecillos dulces que el tío Ryoga me trajo de Okinawa! —Defendió la pelinegra, inflando los mofletes.
—Pero... —Ranma parpadeó incrédulo, remembrando las funestas peleas que él y Genma solían protagonizar a causa de la comida. En particular, dónde Genma robo sus preciadas galletas y el ojiazul le declaró una cruzada campal. ¡Demonios!, esa chiquilla, definitivamente, era nieta de su abuelo e hija de él—. ¡Cómo, rayos, se te ocurre! —reprochó regresada su cordura. Esa niña era mucho más peligrosa que él en su adolescencia—. Es el esposo de tu abuela, ¿sabes? ¡Esto es serio!, ¡maldición!
¡Oh, infiernos!
Se acabó. Estaban muertos. Eran polvo. ¡KaBOOM!
Finito.
Ahora entendía por qué, su madre, dejó de lado el porte elegante para unirse a una persecución callejera. Al menos él había vivido hasta poder amar y ser amado, pero su pequeña "engendra" moriría en pleno florecimiento de la juventud. Lástima. Igual se ahorraría estar amenazando alguno que otro futuro e inepto pretendiente. Suspiró resignado.
— ¡Akane no los dejes escapar! —La voz de Nodoka reapareció desde algún cercano callejón.
— ¡Espero que hayas tenido tiempo de rezar, Ranma! —amenazó su mujer, a pulmón desahogado.
— ¡Maldición!, nos alcanzaron. —Ranma miró sobre su hombro, evaluando la distancia vital que llevaban de gane—. ¡Carajo! —maldijo chasqueando la lengua, volviendo su atención al sendero de huida—, ¡tu abuela se trajo la katana!
— ¿Qué? —Anko imitó la acción de su padre por breves segundo, girando el rostro para avizorar a sus perseguidoras—. ¡Rayos!, no creí que se enojaría tanto por lo del abuelo —confesó, sinceramente preocupada.
— ¡Pues claro que sí!, ¡van a despellejar a su esposo! —dramatizó con teatrales brazadas.
— ¡Anko Saotome! —El aullido rabioso, jurado por la matriarca, les heló la sangre—, ¡hacer trato con mercenarios no es propio de una dama!
Por un fugaz momento, padre e hija, perdieron la fuerza de sus piernas tras escuchar tan insólita declamación. Al parecer, la progenitora Saotome, estaba más preocupada por las actitudes correctas de una señorita que por la vida de su marido.
— ¡Agáchate, papá! —advirtió la pelinegra.
Apostando a sus -bien mantenidos- reflejos, Ranma esquivó exitosamente el fatal y, regularmente, certero ataque de la sandalia.
— ¡Joder!, tu madre ya empezó a lanzar el calzado —obvió, reponiendo la carrera.
—Ahora sólo le queda uno —informó la heredera Saotome, adoptando un porte serio—, y ya sabes lo que significa.
Por supuesto que lo sabía. Y muy bien.
El tiempo se agotaba.
— ¿Maniobra evasiva Súper-Kiken'na-Estilo Sotome? —preguntó el azabache, sopesando los escenarios subsecuentes de utilizar dicha técnica. Quizá, si lograba que Akane bajase, un poco, la guardia...
—Mejor la Jisatsu —caviló calculadora—. Dadas las circunstancias, es la que nos dará un menor margen de error y posibilidades de sobrevivir.
—Tú sólo quieres matarme, ¿verdad? —Acusó alarmado y satisfecho, a partes iguales, de las habilidades estrategas de su mocosa. Estaba en lo cierto, aquella era la mejor opción. Sin más sugerencias por parte del ojiazul, ambos guerreros pactaron el mudo acuerdo de ejecutar aquel método insensato—. ¡Oye!, ¿y qué se supone que le hice a tu madre? —inquirió curioso. Pese a todo el circo que se habían cargado, Ranma seguía sin tener conocimiento de lo que suponía había hecho a su mujer.
Los ojos ambarinos de Anko brillaron de malicia; una pícara y mezquina sonrisa, que Ranma catalogaba como la sonrisa de Nabiki, se pinceló en las dulces facciones de su primogénita. Un violento escalofrío atontó todas las terminales nerviosas de su fornido cuerpo, su piel se erizó, la respiración se detuvo. Joder, no le iba a gustar la respuesta.
—Pregúntale a la tía Shampoo —confesó con fingida ingenuidad.
¡Oh, dioses!
— ¡Anko Saotome! —Fue el turno del ojiazul para bramar receloso contra su descarada descendencia—, ¡cuando esto termine, me las pagarás! —juró determinado.
—Sí, sí... Claro, claro... ¡Concéntrate viejo!, o mamá te alcanzará —recalcó la pelinegra, demeritando su amenaza con suficiencia, a la par que lo adelantaba para dar inicio a su desesperada táctica de resistencia. Ranma gruñó fuera de quicio.
— ¡Maldita sea! —imprecó angustiado al sentir el roce de la segunda zapatilla, lanzada por Akane, lacerando su oreja izquierda. ¡Carajo!, esa mujer podría convertir una inofensiva servilleta en un arma letal, si se lo proponía.
El tiempo se había agotado.
No tenía idea si aquel día llegaría a sobrevivir. Y si lo hacía, quizá moriría mientras intentase aclarar el asunto de lo que fuera que hicieron Shampoo y Anko para encabritar a su esposa contra él. Pero, de momento, haría todo lo posible para prologar su vida unos minutos más o sólo unos segundos. O lo que fuera. Ya nada importaba, nada entendía.
Hoy era un buen día para morir.
Antes de efectuar la parte de la confabulación que le correspondía, Ranma confirmó en sus pensamientos la inexpugnable verdad que su orgulloso corazón evocaba día tras día: pasara lo que pasara, siempre amaría con locura a esa traviesa y problemática mujercilla que tenía la dicha de proclamar como su hija.
Su hija.
Joder.
Sonrió.
N/A: Tenía varios días con esta idea atormentando mi cabeza. ¿Cómo sería la vida de nuestros queridos prometidos una vez formaran una familia? No lo sé, creo que serían interesantes aventuras. No tengo claro cuántos serán los capítulos para este conjunto de historias, pero espero que las disfruten mientras dure. Tampoco tiene ninguna otra ambición más que se diviertan y rían un poco.
De acuerdo a Google el título: -Shizukana hi no uchi-, de japonés a español, significa algo así como " de los días tranquilos" o sencillamente "días tranquilos". Haciendo con esto, referencia a los días donde Ranma ya no es acosado por las supuestas prometidas ni atacado por ningún súper fuerte o peligroso enemigo. O bueno, más o menos es lo que quiero dan a entender. Aunque, sinceramente, esos días tampoco serán tan tranquilos, jujuju.
En lo personal, me decanté por hacer llamar a la hija de Ranma con el nombre de Anko, en honor a su propio padre en versión femenina. Después, en otra historia, se explicará por qué (nada complicado).
Agradecimientos especiales a:
Kris de Andromeda: ¡Sí!, yo también me imaginé a Akane platicando con el diablito y su angelito. Aún trabajo en lo del beso como paso final de la venganza, pero nada me "cuaja" hasta ahora T-T Gracias infinitas por regalarme tu tiempo. Espero esta historia te guste. Un enorme saludo y un abrazo.
SHOJORANKO: ¡Gaby!, gracias por estar al pendiente. ¡Sí!, ya veremos lo que se le ocurre a Ranma, o sea, lo tomo desprevenido, con la guardia baja, algo debe hacer para curar su orgullo XD
Akai27: ¡Amé tu comentario!, ¡fue poético!... y muy acertado. Con su soberano orgullo en juego, Ranma tomará las acción de Akane como un reto...Ya veremos que pasa, por lo pronto espero disfrutes de esta historia. Gracias por dedicarme tu tiempo. Un abrazo.
Ana Maria Vazquez Gomez: ¡Yo sé, que me regañarás porque no es la actualización de Kizuato! Pero, en serio tenía que escribirlo antes que mi mente lo olvidara, jejejeje. Ya, ya me podré seria con el otro, lo prometo. ¡Un enorme abrazo!
ivarodsan: Es que Akane aún es muy tímida como para toquetear los atributos masculinos de Ranma, jejejeje. Pero ya ves, encontró la forma de hacerle pagar, aunque sin medir las consecuencias, jujuju.
Megumitasama: Ya leí tu comentario de esta historia... ¡y me metiste el gusanito en la cabeza! ¡Oh, cielos! mi mente ya esta trabajando, jejejeje. Muchas gracias por estar al pendiente de mis historias, desde hace tanto tiempo. Gracias, gracias. Un gran saludo.
Haruri Saotome: Akane al fin decidió pagarle con la misma moneda, pero... quizá haya abierto la caja de Pandora... ¡chan chan chan! Ojalá disfrutes esta historia.
SARITANIMELOVE: ¡A ver si el ojo no le sale caro!, jajajajaja. Gracias por estar al pendiente. Un fuerte abrazo para ti.
Eli ventura: Por supuesto Eli, todos tenemos nuestra diferentes ideologías sobre lo que nos gusta y lo que no, respecto a nuestros queridos personajes de anime o manga. Tu opinión se agradece de igual manera, gracias por tomarte el tiempo de leer.
Afrika: Gracias por tu comentario. De historias largas... puedes leer la de Step by Step que ya está finalizada o la Kizuato o koete que está en emisión. Ojalá te gusten.
mkcntkami: ¡¿Pero qué imaginaste?!... No, mejor no me digas nada XD Morí de risa con tu comentario: "ayuda mucho a conservar la poca cordura que uno pueda tener y a mantenerla ahí, así. Poca." Pareciera que estamos resignadas a vivir escasas de cordura jajajaja. ¡Qué te digo!, es tan agradable leerte. Espero tengas un hermoso día y disfrutes esta historia. Cuídate mucho.
paulayjoaqui: Gracias por leer... sí ya Ranma se esta cocinando para su revancha, jujuju.
Ranma84: Me alegra saber que te gustó. Espero disfrutes esta igual.
Ishikawa Yvette: Es una alegría tenerte por aquí. Estaré trabajando el la venganza de Ranma jujuju. Saludos.
Llek BM: ¡Cómo me encanta esa parte donde Ranma le toca las pompis a Akane! Así, sin deberla ni temerla, con semejante naturalidad. Claro ejemplo de que la acepta como su prometida, creo yo... digo no anda tocando, así de repente, a las demás con tanta familiaridad y soltura. Aunque con la maestra Hinako lo hizo, pero era por los puntos de presión. Bueno, ya veremos que se le ocurre a Ranma para salvar su orgullo.
Gracias también a todas las almas anónimas que se toman el tiempo de leer estas historias.
Buena vida.
ºPenBaguº
