Estarás bien, nadie puede lastimarnos.

En la muerte todo es más sencillo ¿Ves? No es otro país, otra dimensión o una realidad alternativa, aquí solo queda lo más simple. No reencarnamos, ni siquiera sabemos si permanecemos. Y yo también estaré bien, a pesar de este silencio inquietante y la soledad de percibir todo en negro. Quizá casi sin sentidos tenemos la certeza de que podemos hablar tú y yo, de que puedo escuchar tu voz en medio de esta incertidumbre.

Por eso tranquilo, ya hemos recorrido la senda del samurai como se debía, de hecho nuestro último choque de espadas fue el mejor que pude ver en años. Es increíble ¿Verdad? En este frío sepulcral salen más palabras de las que he dicho en toda mi vida, aún si siento el reciente filo atravesando mi pecho las palabras no cesan.

En vida nunca pude haberlo dicho, mientras respiraba tenía obstáculos que superar y tú también, hacer que un corazón lata en una época como la nuestra no fue, ni es fácil. Pero ahora tengo tu hiperactividad conmigo, ahora siento la esencia de tu alma en una forma suprema a las demás, somos identidades sin imagen que se transmiten información al sentir, y por primera vez coincidimos en algo más aparte de la muerte: No podemos dejar de pensar en el otro, ya no como enemigos, es ahora cuando emerge aquello que hemos ocultado tanto tiempo, al tan tácito como este fenomenal suceso.

Estarás bien, aunque lo sé, siempre fuiste un tonto a la hora de explorar cosas nuevas, así que quédate un poco quieto, unos pies demasiado tuyos que no puedo ver hacen demasiado alboroto en esta nueva experiencia y no me dejas expresarme.

Mugen, tú siempre tan impaciente, incluso cuando quiero transmitir esto que siento, incluso si estamos muertos sigues queriendo colocar todo el mundo del revés. Si, debe ser por eso que te confié mi vida, seguramente esa fue la causa por la que me encomendé a la punta de tu katana. Siempre necesite que mi desesperado planeta esté patas para arriba, porque vivía sin vivir, porque incluso las nuevas experiencias desbordaban cautela. Mugen, si la muerte te permite escuchar esto, déjame decirte que admiro todo aquello que juré odiar de ti. Querido, quiero confesar que estuve esperando el momento en que podamos estar juntos olvidando estos estúpidos roles que debíamos de interpretar porque el orgullo pudo más.

Ya nadie puede lastimarnos, solo nosotros, el uno al otro. Así que tranquilo, haz silencio por una vez, por favor. Ya no hay mañana, ya no hay apuros, no hay encomiendas, ni que buscar el pan del día a día. No sé cuánto compartamos esta muerte, es por eso que necesito que sepas una sola cosa, la que he callado por demás: Te amo.

Calma, ¿Debo esperar que hayas terminado tu pequeño berrinche? ¿Si quiera me haz oído?

Al fin puedo verte, ¿es esto el verdadero fin? ¿No responderás?

Espero estar en lo cierto, quiero creer en esa mirada llena de calma. No me importa que hayas marcado mi final mientras que en esta oscuridad marques un nuevo comienzo, nos matamos el uno al otro por un estúpido orgullo, ¿Porque no revivirnos por un estúpido amor?

Mugen, estarás bien, nadie puede lastimarnos, porque nos amamos, porque ya superamos hasta al mismísimo descanso eterno, y las katanas que mataron al contrario, ahora lo protegerán.

Estarás bien, porque en la muerte tú eres yo, y yo soy tu, es el beso que me entregas en este instante el que así lo confirma