Fic!Request para Petitvon. Espero que sea de tu agrado. Le robé el ordenador a mi padre mientras estaba en la oficina. Huehueuhuehueuhe –derpface-(?)

Disclaimer: Axis Powers Hetalia no le pertenecen a Cookie Von Kirkland, y menos MUSE o alguna de sus canciones. Por más que le escriba cartas a Santa éste no me quiere regalar la serie ni sus personajes, ni hablar de un Matt Bellamy debajo de mi árbol de navidad. Gotta deal with that.


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Era una noche calurosa en Novorosíisk, el famoso puerto ruso en la costa del mar negro. El mes de Julio agonizaba, no era de extrañarse que la temperatura se elevase tanto. Por supuesto que aún a tales horas las actividades continuaban en aquella atareada ciudad; los turistas paseaban por las plazas, los locales –siempre corteses- les atendían y las olas reventaban en la orilla con aquel ruido imponente y cautivador que les caracterizaba. Las luces de algunos edificios causaban un afecto avasallador, como si quisieran opacar al mismísimo sol. Sin embargo, en un alejado atracadero, unos suaves sollozos rompían la armonía del puerto…

En una de las bancas situadas a lo largo del andador descansaba una figura, irreconocible a lo lejos a causa de la penumbra, pero acercándose un poco más el misterio se resolvía; se trataba de una hermosa joven que sentada contemplaba el océano.

La brisa del mar, húmeda y salada, empapaba sus mejillas de porcelana, luciendo éstos aperlados. El viento implacable hacía revolotear los mechones de su rubio cabello sin piedad alguna azotándolos, incluso, sobre su rostro. Su delgada figura tiritaba y sus gimoteos esporádicos resonaban en la distancia.

Por más que se esforzara en limpiar las lágrimas que brotaban de sus ojos éstas aparecían de nuevo y empapaban sus pestañas, sus mejillas, rodaban hasta su cuello y se evaporaban ahí.

Suspiraba de vez en cuando, cansada de aquella sensación en su garganta, aquel nudo que le imposibilitaba gritar sus penas. Cuando partía sus labios para articular una palabra regresaban a su mente aquellas memorias que ella quería olvidar, causando que rompiera en llanto de nuevo.

No sabía por qué demonios estaba siquiera ahí. Su hogar no era Rusia, ella era de Minsk…

Otro suspiro y otra lágrima. Miró sus manos y se percató de que éstas temblaban. Bajó aún más su mirada y vio que sus piernas lo hacían del mismo modo. Cerró sus ojos y aspiró todo el aire que sus pulmones pudieron contener. Por unos instantes, cuando sus parpados bajaban, ella estaba en un mundo en donde nada la podía herir. Tristemente uno no puede permanecer 'ciego' por siempre. Al abrir sus grandes orbes azules el peso de la realidad cayó sobre ella.

Descubrió, para su sorpresa, que ya no era capaz de derramar una lágrima más. Se levantó lentamente con el rostro ya inexpresivo y caminó hacía el hotel en donde se hospedaba. Quería dormir. Ansiaba el sueño. Sus fantasías se cumplían cuando estaba en los brazos de Morfeo.

Arrastrando sus pasos y de muy mala gana llegó a la entrada del edificio. Diablos, ya había pasado casi un mes desde que estaba en la ciudad. 'Quizá debería de haber considerado el alquilar un departamento en lugar de seguir pagando noche tras noche' pensó. Recordó que había huido de casa sin recoger más que lo indispensable para trasladarse desde Moscú hasta Novorosíisk y necesitaba además referencias para poder aspirar a rentar algo decente.

No se había puesto en contacto con familiares ni con amigos desde su partida. Muchos llamaban desesperados a su celular pero ella siempre les ignoraba y apagaba el aparato. ¿Era mucho pedir que le dejaran sola? Tenía cosas en qué pensar, demasiados problemas en esa pobre cabecita suya. Sus ojos rojos delataban que había llorado hacía no mucho tiempo, no obstante ni se inmutaba en ocultar su rostro. Ella no conocía a nadie allí, no se había molestado en tratar de entablar una conversación con alguien a pesar de su larga estadía en el hotel y de los muchos intentos de los empleados masculinos que, deslumbrados por su peculiar belleza, se abalanzaban en tumulto sobre ella.

Pero ella, Natalya Arlovskaya, los rechazaba a todos con desdén. Famosa ya era por esos lares; los rumores se incrementaban. Muchos decían que era una aparición o una sirena frívola que surgió desde el abismo del mar Negro. Otros aseguraban que se trataba de una muchacha sin corazón y sin amigos, probablemente millonaria…una de esas personas que no le importaba pisotear a los demás con tal de lograr sus objetivos. Lo cierto era que se trataba de todo un enigma. Ya nadie le cuestionaba sobre sus motivos para estar ahí, ya nadie se atrevía a conversar con ella, ya nadie se acercaba ni por equivocación…

''Vengo a pagar la siguiente noche'' dijo la rubia, sin emoción en su tono o en su rostro.

''Oh. Claro, claro. Son 50 euros'' el recepcionista del hotel respondió un tanto nervioso, evitando a toda costa hacer contacto visual con su cliente. Los mechones de cabello negro tapaban un poco sus ojos color avellana, que brillaban de alegría al ver a la chica de nuevo pero también…le temía.

Natalya asintió con la cabeza y buscó en su bolso algunos billetes. Quedó sorprendida al ver que, en efecto, sí tenía 50 euros pero…eso era lo último que quedaba de su dinero. Sacudió su cabeza para borrar la mueca de horror en su cara y entregó el dinero sin decir más. Se retiró inmediatamente a su habitación dejando a todos en el lobby estupefactos.

''Sé lo que estás pensando, Feliks'' dijo el recepcionista a uno de los empleados que se encontraba ahí. ''Te aconsejo que regreses a trabajar y la dejes en paz. Si ya no tiene dinero no es nuestro problema. Seguro que no rogará y nosotros no seremos las almas caritativas que paguemos otra noche para ella''

Feliks Łukasiewicz, un botones del hotel, miró a su 'camarada' con una expresión cómica. ''O sea, tú no puedes decirme que debo o no debo hacer; soy una persona libre ¿no? Además, ¿qué hay de malo en ayudar a una damisela en peligro? Tranquilizate, Vanya.'' terminó de hablar, con una voz cantarina y le mostró la lengua al recepcionista, quien no tuvo más opción que asentir.

''Haz lo que quieras. Pero si el jefe se entera de que ahora te dedicas a la caridad seguramente te lanzará a la calle'' el aludido le dio la espalda y regresó a sus labores.

''Ufff…El calor está afectando tu humor. Vaya, como que los rusos no son aptos para vivir en climas templados.'' Feliks se acomodó el chaleco –parte del uniforme del hotel- y se dirigió a la cocina de empleados para conseguir los materiales que necesitaba para su nueva 'misión'.

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Natalya ya estaba en su alcoba, tendida sobre la cama pero aún sin poder conciliar el sueño. Vestía una bata blanca de seda de tirantes que llegaba hasta las rodillas. Ya iban tres noches al hilo en las que el dios de los sueños se reusaba a escuchar sus plegarias. Ahora la preocupación era mayor. Se había quedado sin dinero y ni siquiera había podido cenar. La suerte no estaba de su lado en esos días, tal vez meses. Siendo honestos ella jamás había sido afortunada, pese a que la gente le decía la suerte que tenía de ser tan bella- ¿Sólo eso podían decir de su persona? ¿Que era hermosa? Nadie se atrevía a mirar más allá y si es que alguien lo hacía le malinterpretaba.

Ya estaba cansada de pensar tanto en eso. Pateó las sábanas que cubrían su cuerpo y caminó hasta el baño para refrescarse un poco. En cuanto hubo terminado escuchó un golpeteo sobre su puerta. La ojiazul retrocedió un poco, sorprendida.

''¿Quién es?'' preguntó cuando por fin pudo reunir el valor para hablar. Tal vez…tal vez la habían rastreado hasta allí.

''Servicio a la habitación'' una voz un tanto aguda –pero indudablemente masculina- respondió.

''¿Qué? Yo no ordené servicio a la habitación'' argumentó la rubia. ''Tiene que ser un error. ¡Váyase! Intento dormir.'' Si bien los modales no eran su fuerte el motivo de su enfado era justificado; no era correcto que los empleados del hotel estuviesen deambulando a tales horas, molestando a los huéspedes.

''Uh-oh. Lo siento.'' La voz no parecía asustada sino genuinamente apenada. ''Pero no es que haya venido aquí porque lo ordenaras. Tipo y como que es un…erhm, presente por parte de la gerencia del hotel.'' No podía verlo pero Natalya aseguraba que el chico sonrió luego de dicho eso.

''¿Presente?'' repitió la bielorrusa. ''¿Puedo preguntar cuál es la razón por la que he sido bendecida con un 'presente' por parte de la gerencia que siempre es tan bondadosa con nosotros los viajeros?'' inquirió de manera un tanto burlona y sarcástica.

''Hahaha. Tienes razón; ellos no harían tal cosa.'' La risa del sujeto era aún más aguda de lo que había sospechado, dicho sea de paso tal cosa le irritaba. ''Simplemente es algo que te quería dar, digo, creo que debes de estar hambrienta y…hehe, sin dinero no puedes hacer gran cosa.''

Uh. Buen punto. De hecho su estomago respondió por ella con un leve gruñido. Sí, estaba hambrienta. No había ingerido alimento alguno desde el almuerzo. Suspiró, de nuevo. Ya había perdido la cuenta de las veces que había suspirado aquel día. En un momento se encontraba ya con la mano en la perilla, dispuesta a girarla cuando…

''Espera un segundo'' la chica habló, dándose cuenta de lo que estaba pasando. ''Son las 11:30; el turno de los empleados terminó hace hora y media. Aunque fueras de A&B ya estarías en las duchas de empleados, alistándote para ir a casa.'' Y en efecto, ni siquiera los empleados de cocina se quedaban tanto tiempo, menos con los rumores sobre fantasmas en los pasillos…¿acaso esa voz misteriosa era en realidad un…? No, ¡no! Ella jamás había creído en espectros, monstruos o apariciones y no pensaba en comenzar a creer justo ahora.

''¡Hey! Como que hoy todos cuestionan lo que debo o no debo hacer en mi trabajo. Mira, ¿quieres cenar o no?'' si era un espanto pues se trataba de uno persistente…y chillón.

''¡Bien'' bufó la eslava mientras abría la puerta. Para su sorpresa se topó con la imagen de un joven –de unos 19 o 20 años- con una brillante y aperlada dentadura, sonriéndole. Tenía una corta melena dorada que rivalizaba con la suya en cuanto a sedosidad y unos ojos verdes que destellaban con un fulgor pícaro.

''¡Traje ensalada y pasta para dos del comedor de empleados!'' comentó el entusiasta oji-verde.

''No tengo tanta hambre. Sólo dame una porción de ensalada.'' Indicó, secamente, extendiendo una mano hacía él para que le entregase la comida.

''¿Estás a dieta? ¡Uff! Eso significa que comeré más. Aunque he de decirte que ya estás muy delgada…comer pasta te sentaría bien, o sea, es mi opinión.'' Tanta palabrería aturdió a la pobre muchacha quien no se percató de los movimientos del rubio hasta que él hubo entrado a sus aposentos provisionales y se hubo sentado en su cama.

''Disculpa, ¿qué?'' cuando por fin se logró reintegrar a la escena, la chica le lanzó una mirada asesina. Si las miradas mataran…

''Ups, hehe. Creo que ya me pasé y sin pedir permiso. Pero no creo que sea necesario hacerlo ahora.~'' él sacudió la cabeza e hizo un ademan diminutivo con la diestra. ''¡Ah! Por cierto, me llamo Feliks Łukasiewicz. Y, sí, soy de Polonia. Creo que es demasiado obvio, digo, por el apellido.'' Diablos, la sonrisa que esbozó luego de su introducción haría lucir patética a la sonrisa del gato de Cheshire.

Natalya no deseaba usar la poca fuerza que le quedaba en el cuerpo para patear el trasero de aquel maleducado polaco así que se encogió de hombros y tomó asiento a su lado sobre el colchón.

''¿Trajiste cubiertos, por lo menos?'' cuestionó rudamente la joven.

''Tsk, sí. No soy tonto. También traje servilletas.'' Contestó Feliks, abriendo los contenedores de comida.

''¿Y bebidas?'' sus ojos azules le miraron de soslayo. Pudo ver como se congeló luego de pasar saliva con pesadez.

''¡Sabía que se me olvidaba algo! ¡Ah! Voy por ellas..'' intentó levantarse pero Natalya le detuvo.

''No importa.'' Fue lo único que dijo pero estas dos simples palabras relajaron los tensos músculos del chico y calmaron su pulso.

''Menos mal.'' Exhaló aire de manera dramática, aliviado y poniendo una mano sobre el pecho. ''Hey, ya que estamos cenando, ¿podrías…?''

''Ni siquiera te atrevas.'' Advirtió la voz temible de la rubia, sin permitirle que terminara siquiera su oración.

''Pero yo sólo…''

''Sé lo que quieres. Quieres que hablemos y que te cuente por qué estoy aquí, por qué rechazo a todos, por qué parezco distante. No. Simplemente no responderé a tus preguntas. Creo que sé por qué haces todo esto. Eres simplemente otro chico que se cree tener la suerte o el carisma suficiente como para seducirme y transformarme en una muñeca hueca e irracional que se postre a tus pies, rogando por más amor. Diría que lamento romper tus esperanzas pero no es así. Yo no soy así. Pensé que había quedado claro. Puede sonar egoísta pero yo sólo quiero cenar, preferiría hacerlo en silencio. No esperes alguna muestra de gratitud.'' el comentario del polaco fue cortado una vez más, dejándolo boquiabierto y con una mano levantada.

La rubia estaba mucho más que enfadada. ''¿Quieres largarte ya?'' preguntó ella, alzando una ceja.

''Yo iba a decir que si 'podrías pasarme la botella de vinagre para mi ensalada'…está junto a tus pies, la dejé allí y pensé que sería incomodo para ti si yo me inclinara para alcanzarla; no sería una posición muy decorosa.'' Confesó el polaco, sonriendo de medio lado.

''T-tú. ¿Qué?'' Natalya sintió que el carmín más intenso se apoderaba de sus mejillas y comenzaba a balbucear.

''Vinagre, querida, vinagre.'' Repitió Feliks. ''Pero, Dios mío santo, eso es lo más que te he oído decir desde que llegaste al hotel. ¿Tienes contadas las palabras o qué?''

La bielorrusa frunció el entrecejo, sin responder a su odiosa pregunta, y se limitó a alcanzarle la maldita botella de vinagre que tanto necesitaba. Al entregarla se dio cuenta de que la sonrisa de su acompañante se hacía más y más grande.

''No quiero que menciones esto a nadie.'' Tomó un tenedor y comenzó a engullir sus alimentos.

''Soy una tumba.'' Expresó el botones. ''Para despejar la tensión te contaré un chiste: ¿Qué es negro, crujiente, y cuelga del techo? ''

''No me interesa saber.'' Como siempre, amable, Natalya respondía.

''¿Qué? ¿te rindes tan rápido? Pues la respuesta es: ¡Un electricista polaco! HAHAHAHA.'' El oji-verde se fue de espaldas, abrazando su vientre mientras reía a carcajadas.

Ella rodó los ojos. ''¿Te das cuenta de que acabas de contar un chiste de polacos…siendo tú un polaco?''

''¿Hay problema con eso? Yo pienso que es mejor reír que llorar. Además algunos chistes de polacos son más bien anécdotas.'' Feliks se levantó rápidamente y sonrió de nuevo.

''A veces es difícil reír.'' La oji-azul bajó la mirada y detuvo todas sus acciones. Feliks no era estúpido así que notó de inmediato su cambio de humor.

''Nadie dijo que la vida era fácil, por eso hay que esforzarse para aligerar un poco la carga.'' Señaló el europeo. ''Como yo, haha, o sea, se supone que debería estar en Varsovia, en un despacho de abogados y prometido con la hija de uno de los socios de mi padre.''

''¿Eh?'' vaya, ahora estaba intrigada. Ella pensaba que se trataba de un polaco más que había emigrado –tal vez de manera ilegal- a Rusia. Se sorprendió en demasía al escucharle revelar parte de su vida. ''¿Qué haces aquí, entonces?''

Él sonrió de manera maliciosa. ''¿No eras tú la que deseaba cenar en silencio?'' una cucharada de su propia medicina, pero la joven no se quedaría con la duda.

''Cambié de opinión; quiero saber.'' Su tono era, ahora, más decidido e intimidante que antes.

''Ok. Te contaré…pero hay una condición; me contarás tú también tu historia. Por mi parte queda en claro que no diré a nadie más lo que aquí ocurra.''

''Mmmm…'' gruñó la chica. ''Me parece justo.'' 'Ésta será una larga noche' pensó Natalya para luego mirar su reloj. Eran las 11:45.

Continuará…


A/N: Antes que nada. FORGIVE ME. Alguien puede decir ''ay, pero estábamos de vacaciones, ¿por qué no subió otro capitulo de alguna historia'' Lo que pasa es que yo estudio turismo y, bueno, las vacaciones son las fechas en las que ...soy esclava del trabajo y las investigaciones.

En fin. No prometo nada hasta que termine el proyecto del carnaval de Rio que estoy haciendo :D ¡Fiesta!

Erh, ¿qué más? Oh, la canción que le da el nombre a este Fic es Sunburn de MUSE. 100% recomendable.

Hay (y habrá) muchas referencias históricas/políticas/culturales en el fic así que presten mucha atención. ¡De nuevo tenemos un polaco heterosexual! Este pairing me gustó mucho y, pues ahora tengo un folder con muchas muchas imagenes del duo imposible. hehe.

AHRG. Son las doce de la noche, no se supone que deba estar aquí a estas horas. No soy buena escribiendo notas...

...

Quiero un pony.

...

Fin(?)