Amor, al fin te encontré
Era una hermosa mañana de verano y una joven de apariencia peculiar, muy bella, con cabellera de un extraño color caramelo, piel blanca, ojos de color miel y una hermosa sonrisa, sentía una alegría inigualable, que sabía provocada por el lugar al que se dirigía.
Para ella era un lugar hermoso, con grandes puertas, unas paredes blancas, unos pasillos anchos, camillas a sus costados y consultorios por doquier. Era evidente que se trataba del hospital, con una estructura muy vieja y el único que había en el pueblo. Esta joven se llamaba Esme, era médica, y ese día estaba muy contenta porque iba a trabajar haciendo algo que le encantaba: ayudar a la gente.
Ese día la sala de emergencias estaba muy llena, así que había mucho trabajo y Esme empezó su labor. Pasadas las dos y media de la tarde, el jefe de emergencia avisó a todos sus médicos de planta para que fueran a su oficina. Allí les dijo:
—Los he mandado a llamar porque son el mejor personal del hospital. Hace una hora ha ocurrido un grave accidente de tránsito, así que prepárense para salir.
En ese momento todo el mundo salió de inmediato de la oficina y fueron a preparar todos los implementos necesarios para partir.
Esme POV
El Jefe Josef me había asignado dos residentes.
—Doctora Platt—murmuró uno de los dos chicos—. Mi nombre es Alice y mi compañero es John; hoy la asistiremos.
—Mucho gusto. Espero que trabajemos muy bien juntos hoy—les dije con una sonrisa para levantarles el ánimo.
Después de unos segundos nos mandaron montar en una ambulancia, donde íbamos mis internos, unas enfermeras, mi amiga Annie, sus residentes, un policía, el equipo de neuro y de trauma, y yo. Cuando entré en la ambulancia Annie parecía estar hablando con el policía del accidente. Escuché decir algo:
—Parece que el accidente se produjo por una falla mecánica del tren, este se salió de la vía y cruzo toda la avenida New Bond Street. Lo peor del caso es que a esa hora estaba muy concurrida la avenida, así que los accidentados fueron demasiados.
En unos minutos llegamos al lugar del accidente. Al bajar todo mi equipo y yo quedamos sobrecogidos: había muchos heridos, humo, muertos. El panorama no era nada agradable, pero era eso lo que nos motivaba para salvar a la gente. Me puse en marcha le ordene a Alice y a John que me siguieran. Había muchos heridos tirados en el piso, así que Alice, John y yo nos dedicamos a ayudarles. Acababa de hacerle un torniquete a un hombre cuando un grito muy fuerte me hizo ponerme de pie.
—¡AUXILIO, AUXILIO, AUXILIO!
Era una voz de mujer y no se escuchaba muy lejos de la mía, así que seguí sus gritos hasta que llegué a un lugar donde había un auto boca abajo. Me agaché y allí dentro estaba la mujer que gritaba.
—Tranquila, te ayudaré—le dije.
La mujer sonrió débilmente. Me levanté y le indiqué a Alice y a John que se acercaran a mí. Me agaché de nuevo y miré el auto bien. En la parte del piloto estaba un hombre inconsciente, en el asiento del copiloto estaba la mujer, que a cada segundo se le debilitaba su respiración, lo podía notar porque estaba a su lado; y en la parte trasera había una pequeña niña inconsciente. La mujer me dijo:
—Por favor, salva a mi esposo y mi pequeña hija.
—¿Cuál es tu nombre? —le pregunté.
—Mi nombre es Stella —respondió.
—Muy bien, Stella, mi nombre es Esme. Quiero que te quedes conmigo, los salvaré a los tres—dije, observando como ella cerraba lentamente sus ojos.
Alice y John estaban a mi lado. Me observaban y yo no sabía qué hacer. Por un momento me bloqueé, y pensé preocupada: ¿Y si Stella sobrevive y su familia no, y si vive solo su marido o, y si vive solo su pequeña hija? Entonces escuché que me gritaban:
—¡Doctora Platt! ¡Doctora Platt!
Entonces volví a la realidad:
—Alice, John, ayúdenme a levantar el auto. Intentémoslo, vamos… Uno… dos… ¡tres!
Pero no logramos nada. John me preguntó:
—Doctora Platt, ¿para qué necesita levantar el auto?
—¡John, no necesito levantar el auto como Supermán!—le contesté—. ¡Solo necesito colocarlo de tal manera que podamos sacar a Stella y su familia! ¡¿Alguna otra pregunta?!—. Alice y John me miraron, algo sorprendidos por mi reacción.
—¡Vamos! —repetí—. ¡Uno…dos…tres! ¡Ahora!
Pero el auto no se movió. Me dejé caer al piso al ver que no habíamos logrado nada. Me tapé la cara con las manos y agaché la cabeza; pensando en todo el futuro que esta familia podía perder. Quizá Stella ya nunca quedaría embarazada de nuevo, su marido no ascendería de puesto en la compañía que trabajaba y la pequeña quizá nunca cumpliría su sueño de ser una cantante famosa…
Mi ensoñación se acabó y regresé a la Tierra al sentir que el coche se movía. Me levanté enseguida y observé un maravilloso gesto: heridos, policías Alice y John intentaban mover el automóvil. Agarré una parte del auto.
— ¡Vamos! ¡Uno…dos…tres! —Por fin lo logramos. Enseguida rompí la ventana de Stella y le solté el cinturón. La saqué con mucho cuidado y John me ayudó a levantarla y ponerla en una camilla. Ya con Stella afuera me pude meter en el auto para seguir ayudando, el hombre esta aprisionado contra el volante y tenía sangre en todo su torso. Escuché que John me gritaba:
—¡Doctora, hay una fuga de gasolina, en cualquier momento puede explotar!— me quedé helada, tratando de encontrar una manera de sacar a ese hombre sin hacerle más daño. Agarré la manija para empujar su asiento hacia atrás, le solté el cinturón y traté de moverlo, pero su peso era demasiado. Llamé enseguida a Alice:
—¡Alice! ¡Ayúdame, por favor!
De inmediato ella se asomó al interior del auto—Doctora, ¿en qué le puedo ayudar?
—Mira, toma sus piernas y yo su torso y tratemos de sacarlo, ¿vale? Ella asintió, lista para ello.
—¡Uno…. dos… TRES!— lo logramos sacar y le dije a Alice que se encargase de él; luego me volví a introducir dentro del auto sola para finalmente sacar a la pequeña. Me deslicé hacia la parte trasera del vehículo donde se encontraba la niña. Estaba sujeta al cinturón de seguridad, así que me moví rápido y la solté con cuidado, la agarré entre mis brazos y salimos del vehículo. Cuando estuvimos afuera vi a un lado del auto a John atendiendo al hombre y le pregunté a Alice:
—¿Dónde está la mujer que estaba atrapada en este auto?
—Una ambulancia se la ha llevado—respondió ella.
—¿Por qué no sean llevado ya a este hombre?—señalé al hombre al que atendía John.
—Ya viene una ambulancia en camino. No se lo han llevado aún porque no hay ambulancias disponibles. Doctora Platt, tiene que entender que somos el único hospital disponible.
Entonces sentí que algo se movía, era la pequeña hija de Stella, que se había despertado de su fuerte golpe en la cabeza por el choque. De inmediato la puse en el piso. La pequeña me miró desorientada.
—¿Dónde estoy?— me preguntó con temor.
—No temas, no te pasará nada. Mi nombre es Esme, y soy doctora. Estamos ayudando a tus padres. ¿Cómo es tu nombre, pequeña?—le pregunté.
—Rosalie— murmuró.
En ese momento llegó la ambulancia para trasladar al padre de Rosalie.
—Alice, ven— la llamé en voz baja.
—¿Dígame, doctora Platt?— dijo ella.
—Vete con John al hospital en la ambulancia del hombre que estaba atrapado en el auto. Cuando llegues, dile al jefe que mande a este paciente a rayos X de inmediato. Dile que tiene un traumatismo de tórax producido por el fuerte impacto del volante contra su torso, esto pudo producir una fisura de una costilla y esto puede producir…
—Una laceración pulmonar a costa de que la costilla está rozando el pulmón y por eso tiene la hemorragia en el torso—me interrumpió Alice.
Le sonreí dulcemente. Me deja impresionada, ha aprendido muy bien, pensé.
—Muy bien, Alice ya sabes qué hacer—le piqué un ojo.
Tras ver marcharse la ambulancia me volví hacia Rosalie
—Tranquila—le dije en voz suave a la niña, agarrándole de la mano—. Pronto vendrán por nosotras, no te preocupes— le dije en voz más alta mientras las dos observábamos nuestro panorama. Nos sentamos en el suelo.
—¿Recuerdas algo de lo que sucedió?— le pregunté a la pequeña.
—Yo iba mirando el espejo cuando vi que el tren empezaba a venir hacia nosotros. Papá hizo todo lo que pudo para no chocar contra él y después todo se volvió negro— me dijo con voz dulce y sus ojos llenos de lagrimas.
No me pude contener, así que la abracé.
—Todo estará bien, te lo prometo—dije mientras trataba de contener mis lágrimas.
Nos levantamos las dos y empezamos a caminar entre todos esos carros vueltos cenizas. Ya casi no quedaba gente, solo algunos enfermeros y policías que veíamos a lo lejos. Me volteé y entonces algo explotó. Me puse encima de Rosalie para protegerla…
Escuché que alguien lloraba, pero no pude moverme. Traté de abrir los ojos, pero sentía como si en vez de párpados tuviera ladrillos. En mi subconsciente me pregunté: ¿Qué pasa? ¿Por qué mi cuerpo no responde? ¡Esme, levántate! me dije enfadada. Hice un esfuerzo y con mucha dificultad abrí los ojos. Sentía mucho peso de mi torso hacia abajo. Tomé impulso y moví mi cabeza. Ahí estaba la pequeña Rosalie, sobre mi torso, abrazándome con fuerza.
—Por favor, no te mueras—dijo la pequeña casi sin aliento.
—Tranquila, aquí estoy— le contesté. De repente resonaron en mi mente las palabras de John: ''¡Doctora, hay una fuga de gasolina en cualquier momento puede explotar!'' Había explotado en auto de la familia de Stella. Me reprendí por ser tan estúpida y no recordarlo. Nos había puesto en grave peligro tanto a la pequeña como a mí.
—¿Estás bien?
Rosalie asintió con la cabeza. Cuando la niña se movió a mi lado me di cuenta de que las dos estábamos atrapadas. Un auto nos tenía aprisionadas. Traté de moverlo con las manos, pero era imposible, era muy pesado para las dos. Miré a Rosalie.
—Tranquila, vamos a salir de esta— la pequeña me abrazó.
Piensa, piensa, piensa ¿Cómo saldremos de esta?, me pregunté mentalmente.
No me había dado cuenta lo rápido que se había pasado el tiempo. Debían ser ya casi las seis de la tarde, y estaba empezando a oscurecer. Grité con mucha fuerza:
—¡AYUDA!
Era inútil, nadie venía, pero seguí gritando, Rosalie ayudándome:
—¡AYUDA! ¡AYUDA! ¡AYUDA!
Mil y mil gracias a mi beta cris eres un ser humano muy genial
Espero les haya gustado chicos besos
