Saludos a quienes me leen :)
Esta historia surgió de un ligero capricho personal. Desde que vi la película me encantaron ambos personajes y comencé a imaginar cómo sería la dinámica de ellos como amigos y si fuese posible algo más... Así fue como me decidí a escribir una serie de historias cortas sobre su relación: momentos lindos, momentos tristes, momentos de reflexión, etc.

Creo que el fandom de esta pareja es algo pequeño, pero esto es un capricho, en lo personal los adoro y deseaba escribir sobre ellos 3

Espero lo disfruten. Acepto cualquier sugerencia y crítica.

Disclaimer: Big Hero 6 no me pertenece. Es propiedad de Disney/Marvel.


Mientras caminaban por la calle, Hiro se percató del hecho que se encontraba a solas con Gogo, causándole un ligero nerviosismo.

Los demás se habían marchado temprano de la universidad y él se había ofrecido a acompañar a Gogo al supermercado más cercano. La chica le había explicado que debía desvelarse toda aquella noche para terminar su proyecto y necesitaba toneladas de cafeína, bebidas energéticas y golosinas.

—Yo podría ayudarte, sólo cómprame unas gomitas y soy todo tuyo —bromeó Hiro con su típica mirada de superioridad que tanto molestaba a Gogo.

—Puedo hacerlo sola. No podrías ayudarme, sólo estorbarías, niño.

—¿Cuándo dejarás de llamarme así? Ahora soy más alto que tú. Además, soy muy capaz de ayudarte, ¿no lo has escuchado? Soy una de las mentes más brillantes de la universidad.

—Lo siento, no puedo escuchar nada más que el sonido de tu enorme ego —dijo Gogo mientras elegía, con suma concentración, bebidas energéticas y algunas sodas.

—Ja, que graciosa. No tienes que rogarme, te ayudaré con gusto.

—Hiro, es mi proyecto. Debo hacerlo sola.

—Pero somos amigos, puedo ser tu asistente esta noche.

—Tengo una larga noche por delante, no podría pedirte tu ayuda. Tú ya hiciste el tuyo sin ayuda de nadie, los otros también se han esforzado por su propia cuenta.

—Oye, sé que no has estado muy bien últimamente… Honey me lo comentó y está bien que te tomarás tu tiempo para este proyecto. He escuchado que quieres sorprendernos a todos, te has esforzado mucho y…

—¿Honey te lo contó? Debí imaginarlo —dijo Gogo con molestia.

—Somos muy buenos amigos, ella pensó que podría ayudarte.

—Era mi decisión si quería contártelo —. Gogo caminó con prisa hacia el pasillo de los dulces, evadiendo deliberadamente los intentos de Hiro por explicarse.

El chico lanzó un suspiro. Desde que había conocido a Gogo, ella siempre había sido una chica complicada y temeraria, pero aquello sólo lo había atraído más. Hiro lo sabía, eran más similares de lo que se pudiese imaginar.

—Sólo quiero ayudarte. Realmente te admiro mucho —dijo Hiro mirando con aire distraído a los estantes de al lado, mientras sus mejillas se sonrojaban.

Gogo se giró hacia él. La expresión en su rostro era indescifrable, como de costumbre. Hizo una enorme bomba con la goma de mascar que luego explotó en sus labios.

—Puedo manejarlo, ¿sí? Las cosas no han estado bien en casa, pero estoy segura que este proyecto sorprenderá a todos, incluso a ti.

—Ya lo creo.

—¿Ahora entiendes por qué debo hacerlo sola? Es demasiado importante…

—Y tú eres muy importante para mí.

—Si me ayudas, aunque sea sólo un poco, los demás creerán que eres el genio detrás de todo —. Hiro comprendió lo que quería decir antes que las palabras salieran de sus labios—. Seré opacada por ti, como de costumbre.

Hiro recientemente había cumplido diecisiete años. Siempre intentaba esforzarse para no parecer un niño en comparación con los demás y sabía que la mejor manera de sobresalir era ganándose el respeto a través de sus brillantes invenciones. Tenía un gran futuro por delante o eso era lo que la mayoría le decían. Cambiaría el mundo, ayudaría a las personas, sabía que Tadashi estaría orgulloso de él.

—Comprendo —dijo el muchacho cabizbajo—. Lo siento.

—Oye, no te culpo de nada. Todo lo que haces es grandioso, pero… no lo sé, supongo que es el orgullo nerd —dijo ella con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Y tu orgullo nerd quiere darme una paliza en el proyecto —respondió Hiro con una tímida sonrisa.

—Exacto. Mañana por la tarde podemos ir a ver una película para celebrar mi libertad.

—También lo lamento por entrometerme en tu vida privada, supongo que debí esperar que me contaras.

—No quería contártelo. Has pasado por cosas peores, se que lo mío no es nada especial y lo último que quiero es llenarte de mis problemas.

—Estuviste a mi lado cuando perdí a Tadashi, yo también quiero estar junto a ti cuando lo necesites. Quiero saber todo sobre ti, eso incluye lo malo y problemático. Confía en mí.

—No se trata de confianza, sólo no es importante.

—Lo es. A mí me importa —dijo Hiro colocando su mano sobre el hombre de la chica. Ella le miró con una leve sorpresa; él sabía que era la mejor mirada que una chica le había dedicado en su vida.

—Gracias —. Fue todo lo que pudo decir Gogo con una leve sonrisa. No solía ser muy agradecida, pero sabía que las palabras de Hiro eran sinceras y ella se lo agradecía, realmente estaba agradecida. La joven se alejó del pasillo, en busca de algunas botanas.

Hiro la siguió en silencio. No estaba seguro cuando había comenzado, pero ahora no podía sacarlo de su mente. Estaba enamorado, su tía le había obligado a ver las suficientes películas románticas como para saber que en esta ocasión realmente era amor. Estaba enamorado de Gogo, no tenía caso negarlo.

Hace un año había estado obsesionado con una chica, todo ese tiempo pudo culpar con tranquilidad a sus hormonas. Había sido una situación soportable, incluso se había vuelto amigo de ella. Su nombre era Ann y antes que cualquier indicio de una relación amorosa apareciera entre su panorama, ella debió mudarse fuera de la ciudad. Siempre la echaba un poco de menos, pero estaba bien. Había sido lo mejor.

Pero ahora estaba atrapado en una nueva especie de amor no correspondido y no se hallaba tan seguro de que fuese una simple fase o un juego de sus hormonas. Y algunas veces, especialmente cuando Gogo y su goma de mascar estaban cerca de él, no era nada soportable seguir con aquellos sentimientos ocultos.

Realmente quería a Gogo, pero no de una manera egoísta. No la quería sólo para él ni únicamente para realizar alguna cosa sucia o extraña. Él la quería, eso era el principio y el fin de todo.

Le alegraba verla feliz, pasar el tiempo con ella, divertirse juntos; cuando estaba triste, él siempre se esforzaba por hacerla sonreír. Le hacía feliz estar junto a ella, siempre quería impresionarla y la admiraba tanto. Todos aquellos sentimientos se retorcían en su pecho, respirar era difícil y siempre se esforzaba en no hacer el ridículo frente a ella. Amaba estar a su lado, eso le bastaba. No hacía falta que ella lo supiese, sabía muy bien lo que él significaba para ella y sabía mucho mejor lo que no significaba para ella.


Gogo centró su mirada en la bolsa de papas que se encontraba en lo más alto del estante de la izquierda. Le observó con detenimiento y analizó cual sería la mejor estrategia para proceder. Era demasiado baja para alcanzarla, intentó apoyar sus pies en la repisa baja y estiró su brazo lo más que pudo. Fue en vano, no lograba llegar a ella.

Hiro se encontró con esta peculiar escena y no pudo evitar soltar una pequeña carcajada.

—¡Ey, deja de reírte! —dijo molesta Gogo, mientras intentaba guardar equilibrio e impulsarse hacia arriba—. No es nada divertido.

—En verdad lo es. Deja que te ayude —contestó Hiro con una serena y enorme seguridad de que lograría alcanzar la bolsa de papas, pero al estirar su brazo se dio cuenta que, a pesar de ser unos centímetros más alto que Gogo, seguía siendo demasiado bajo para alcanzar aquella repisa.

—¿Más alto? Claro —dijo Gogo con sarcasmo y riendo por lo bajo.

—No es mi culpa que esa repisa se encuentre tan alta—respondió Hiro casi creyéndose su excusa.

—Lo que tú digas. Pensé que eras un genio y te morías por ayudar.

—Te estoy ayudando —. El muchacho se dio cuenta que sus intentos eran en vano, no lograba alcanzar ni por asomo la bolsa de papas tan deseada.

—Tengo una idea —dijo Gogo, rindiéndose de intentar llegar a la repisa por su propia cuenta—. Será un trabajo en pareja.

Unos segundos más tarde, Hiro descubrió que el trabajo en pareja podía ser doloroso para él.

—¿Ya casi? Pesas demasiado —preguntó Hiro con exasperación.

—Guarda silencio. Tú eres quien no tiene condición física

Así fue como Hiro se encontró sosteniendo las piernas de Gogo alrededor de su cuello, mientras ella apoyaba su mano izquierda, con cierta rudeza, en su cabeza, con el fin de impulsarse y coger con la mano derecha la codiciada bolsa de papas.

—¡Lo tengo!

—¡¿Lo tienes?! —exclamó Hiro, perdiendo por completo el equilibrio y causando que Gogo cayese encima de él.

La chica le dedicó una furiosa mirada, pero en seguida soltó una breve risa.

—Ups, lo siento… Ouch —dijo el muchacho dándose cuenta del dolor en su espalda.

—Somos un pésimo equipo.

—Opino lo mismo.

—No podemos hacer nada bien —dijo Gogo mirándolo de una manera extraña. El corazón de Hiro comenzó a latir deprisa, aquella palabras y miradas no coincidían… ¿acaso estaba flirteando con él?

Gogo se puso en pie y le ofreció su mano a Hiro para levantarse. Guardó la bolsa de papas en la carretilla de compras junto con las bebidas y dulces que momentos antes había tomado.

—¿Estás bien? —preguntó Hiro, estirándose con cierto dolor.

—Necesitas más para ponerme fuera de acción.

—Que graciosa, debió ser porque caíste sobre mí. Casi me aplastas.

—Eres tan infantil —respondió Gogo sonriendo.

Unos minutos más tarde, terminaron las compras. Gogo no podía perder más tiempo, debía seguir trabajando en su proyecto y Hiro sabía que ya era hora de volver a casa, pero aún no quería marcharse. Incluso si la vería mañana, sentía que la extrañaría demasiado.

La chica se despidió con un leve movimiento de su mano y tomó el camino contrario. Hiro la observó hasta que se perdió de vista en el camino. Era divertido y doloroso a la vez. Se sentía confundido y un poco asustado, no sabía si era posible que sus sentimientos aumentaran cada vez más. Le gustaba como eran las cosas con Gogo, no quería que nada cambiara, pero algo dolía en su pecho. Era como el pinchazo de un alfiler, aunque cada día se convertían en muchos más alfileres lastimándole. Cerró los ojos, quiso pensar en que diría Tadashi. Siguió su camino mientras observaba la luna. Estaba seguro que no soportaría la espalda al día siguiente.


Era de madrugada y Gogo se dedicaba a realizar los últimos arreglos a su proyecto. Se sentía completamente agotada, estaba a punto de quedarse dormida, cuando sintió su celular vibrar.

Miró la pantalla. Era un mensaje nuevo de Hiro. Lo abrió:

«Suerte. No te quedes dormida.

PD: me rompiste la espalda.»

Gogo sonrió y siguió trabajando.