Holaaaa aquí shirokuroneko, bueno lo de siempre, decir que K-ON! no es mío QnQ, espero que lean esto y no les sangren los ojos xDDDD eso espero les guste, este es mi proyecto más ambicioso, Eso, espero les guste y disfruten con esto n_n


Hace cientos de años existía un gran clan en Japón, el clan de los Kisetsuyama, próspero y poderoso, era el clan más fuerte y rico de la isla, los señores del clan tuvieron cuatrillizos, a los cuales, en honor a su apellido les dieron nombres correspondientes las 4 estaciones del año, Natsuko, Haruka, Yuki y Akio, crecieron juntos y felices, mas cuando cumplieron los 10 años comenzaron las peleas, los dos hombres, Natsuko y Akio peleaban constantemente por saber quien era el más fuerte y grande, Haruka yYuki siemre apoyaban a Akio, debido a que este las trataba como princesas, mas Natsuko las trataba como porquerías y las golpeaba, donde intervenía Akio y se enfrascaban en peleas que podían durar 5 minutos como 3 cuartos de hora, al crecer las peleas dejaron de ser tan frívolas y se juraron odio, al morir los padres no sabían que hacer con la herencia del clan, los consejeros de los Kisestsuyama, los Kotobuki les aconsejaron dividir el clan en 4 partes iguales, a cada hijo le correspondía una parte, y el clan así murió, dando paso a 4 clanes, Natsuyama, Akiyama, Haruyama, Fuyuyama, las

chicas no sabían que hacer con sus tierras, así que se las encomendaron a su hermano Akio, quien las administraba y protegía de los ataques constantes de Natsuko.
Los años transcurrieron, Akio tuvo hijos, sus hijos tuvieron hijos y así, al igual que para los otros tres clanes, mas el odio entre los Akiyama y los Natsuyama no hacía más que aumentar cada generación, aunque muchos aliados del antiguo clan dieron su fidelidad a los Akiyama, algunos, los más violentos se quedaron bajo el protector brazo de los Natsuyama, mientras estos 2 clanes peleaban, los Haruyama y Fuyuyama se perfeccionaban con las ciencias y los adelantos tecnológicos, dándoselos a los soldados de los Akiyama.
Cien años han transcurrido desde a separación del clan de la montaña de las estaciones y no se logra una reconciliación o tregua…hasta ahora.
Japón, 1600 D.C. palacio Akiyama.
Una chica de unos 18, de cabello negro azabache, piel blanca y ojos grises estaba sentada al aldo de una ventana, vestida con un kimono blanco y en sus pierna tenía una tabla con papeles sobre los cuales escribía algo.

"Yo soy Mio Akiyama, hija mayor y única del actual señor del clan, aunque padre se refiere a mí como hijo, desde pequeña se me ha sido impuesto el vestirme y actuar como un chico, y bueno, mis rasgos finos solo me hacían parecer un chico apuesto, después de que mi madre quedó embarazada de mí estalló una batalla con el clan Natsuyama, mi padre fue tomado prisionero, pero no lo mataron, querían verlo sufrir y le fue cercenado su miembro viril, no puede engendrar más hijos, por esto se me impuso la educación de un chico a toda costa, ya que mi clan es un clan guerrero, se me entrenó desde temprana edad en el arte de la guerra, a armar estrategias y luchar con el sable, se me educó en poesía y arte por maestros de las familias Haruyama y Fuyuyama, aunque a mi edad mi sexo es evidente casi toda la gente se refiere a mí como "el señor Akiyama" y no como la señora Akiyama, aunque no me molesta, se les hace raro a los visitantes, las pocas veces que he tenido alguna relación han sido con chicas, nunca me han atraído los hombres, son vulgares, sucios y lascivos, aunque ninguna de las chicas tiene lo que busco, mi madre dice que esa parte de higiene nunca se le puede quitar a una mujer, reciba el entrenamiento que reciba, en la habitación contigua mi padre está delirando, dando sus últimos respiros, y yo Mio Akiyama tendré que heredar todo el poder y gobernar este clan, aunque no me anima mucho, estar a la cabeza significará supervisar absolutamente todo, el comercio, las alianzas con los clanes vecinos, vigilar muy de cerca a los Natsuyama y tener que contratar espías, por mí dejaría todo de lado, pero sé que si yo no gobierno esta familia la guerra estallará contra los Natsuyama en un abrir y cerrar de ojos, y no provocada por ellos, aunque la mayoría de la familia está en contra de la guerra, el único heredero, si yo decido desertar, es Arai Akiyama, y es un loco amante de la violencia, bueno, debo dejar de escribir, el médico de mi padre, Ishida acaba de entrar".
-Señor Akiyama, su padre, ha fallecido- los ojos de Mio se enrojecieron, mas no brotó lágrima alguna "no puedes, los nobles no lloran" se puso de pie y fue hasta donde estaba su padre, la asistente del doctor anotaba la fecha de la muerte, Mio acarició la espalda de su madre, quien lloraba sobre el pecho de su difunto esposo, aún no terminaba de despuntar el alba, sacaron el cuerpo del difunto señor Akiyama de la habitación lo llevaron con las sirvientas, quienes lo lavaron perfumaron y vistieron con ricas ropas, mientras hacían esto Mio daba ordenes para que se hiciese una espléndida pira funeraria, cuando la terminaron ordenó reposar el cuerpo del antiguo jefe de la familia, tomó una antorcha, y bajo los cánticos de los monjes le prendió fuego, en eso, apareció la señora Akiyama, llorando como una loca y corriendo, saltó a los monjes y se lanzó a la pira y abrasó el cuerpo ardiente de su difunto esposo, los monjes se pusieron de pie para salvarla, pero Mio hizo un movimiento con la mano -dejenla, ella quiere morir junto con su señor- se quedó 6 horas sentada, viendo como el cuerpo de su padre y su madre se convertían en cenizas y sus espíritus ascendían lentamente a encontrarse con el iluminado, cuando terminaron los ritos volvió a su habitación, se lanzó en el colchón de paja, ya tenía tres días y despedía un olor vinagre, tendría que reprender a las criadas por no haberlo cambiado, el viento otoñal se coló por una ventana, y una melancólica afloró en sus labios -que apropiada estación para que mueran los señores Akiyama- se puso de pie y la cerró, tomó unas mantas se tapó "ahora comenzará mi martirio".
1 Mes después
-Señor Akiyama, los Natsuyama están preparando un ejército bastante numeroso, debemos hacer algo, no podemos quedarnos de brazos cruzados, si no, nos matarán- Mio estaba junto con sus 3 consejeros personales, Kotobuki Tsumugi, descendiente de los antiguos consejeros de los Kisetsuyama, al lado de ella estaba Azuza Nakano, pariente lejana por parte de la familia Fuyuyama, y Hirasawa Yui, aunque no era la más inteligente de todas la tenía solo para divertirse con sus boberías, Mio meditó sobre las palabras de Mugi mientra jugueteaba con uno de sus mechones, llevaba el cabello tomado en una alta cola de caballo que le permitía tener los oídos despejados, levaba un kimono verde ancho que le daba livertad de movimieto y comodidad para acomodar sus sables en el cinturon que ahora estaban a su lado, una ventaja enorme en la batalla, soltó su mechón y dijo –primero, necesito saber quién trajo el informe, ¿está el espía en la ciudad?- la blonda asintió -es un espía de la familia Tainaka, una de las pocas famililias de la tribu de espías que jura fidelidad a nuestro clan- la pelinegra asintió suavemente–bueno, que lo traigan aquí antes del medio día- dicho esto las consejeras hicieron una reverncia y se retiraron de la habitación.

Mio tomó su sable, lo desenvainó y un destello inmediato le iluminó el rostro, la morena se imaginó cuantas cabezas había cortado aquel sable que había pasado de generación en generación desde su antepasado Akio, en la empuñadura estaba escrito el nombre que su antecesor había elegido para aquella arma "kazetori" un adecuado nombre para la familia, se puso de pie y comenzó a practicar golpes de sable aleatorios con un oponente imaginario, concentrada únicamente en eso para olvidar todo lo demás cuando de repente se escuchó un gran grito -HEY SUELTENME YO NO HE HECHO NADA MALO PARA QUE ME TRAIGAN ASÍ- se sintió desde la entrada del palacio hasta los estanques de las garzas, Mio guardó el sable en su vaina y se lo colocó en el cinturón junto con su shoto y salio coriendo a ver qué pasaba. En la puerta del palacio venía su consejera acompañada por dos guardias que sujetaban a un joven vestido de negro completamente y con la cara cubierta, no podía saber a ciencia cierta si era chico o chica -¿qué significa este alboroto?- la blonda se encojió de hombros -entramos a la posada donde se hospedaba, le dijimos que nos tenía que acompañar y se volvió una fiera- la morena hizo una seña a los guardias para que lo soltaran, el individuo estiró los brazos e hizo un ademán grosero con la mano a los guardias, Mio se le acercó con paso calmado y sereno -quitate eso y dime tu nombre- el espía dio un respingo -solo hablaré con el jefe del clan, el señor Akiyama- la morena puso los ojos en blanco y habló con tono solemnte -yo soy el nuevo señor Akiyama, mi padre y mi madre fallecieron hace un mes, me sorprende que siendo un espía no lo sepas- el espía hizo una pequeña reverencia -mi mas sentido pésame- se incorporó y habló -hablaremos pero solo te mostraré mi cara en privado- la morena asintió -no esperaba que fuera de otra manera, sígueme- tomó del brazo al espía y lo condujo por el palacio.

Al llegar a su habitación, cerró la puerta corredera y tomó asiento en un almohadón, el espía hizo lo mismo, se quitó la máscara lentamente dejando al descubierto unas facciones femeninas y unos hipnotizantes ojos ámbar dorado y un cabello hasta el cuello castaño claro recojido al frente por una diadema hecha de madera de almendros -Mi nombre es Ritsu, Tainaka Ritsu- dijo haciendo una reverencia hasta tocar el piso con la frente – Mio quedó sorprendida, no se esperaba a una chica, siempre imaginó que los espías solo eran hombres, pero bueno, se supone que los señores de la guerra también y allí estaba ella -mi nombre es Mio, Akiyama Mio- la espía se incorporó sin hacer ningún comentario -bueno, te he hecho traer aquí por una razón, ¿cómo es eso del ejército de los perros Natsuyama?- la castaña se aclaró la voz -hace 4 semanas que está reclutando gente, su ejército va en aumento, la última vez que los ví hace 4 días eran más de cien mil, y si me permite, es una cifra preocupante- la ojigirs asintió -en eso tienes razón, nosotros apenas contamos con la mitad de eso- hizo una pausa -dime, ¿tu familia es numerosa?- la ojimiel contó con los dedos de su mano y luego con los de sus pies, al ver esto la morena no pudo evitar una suave risa, la castaña continuó contando -creo que ahora somos 45 Tainakas, bueno también hay 2 familias más que le son fieles a usted señora Akiyama, en total somos unos 120 espías con los que puede contar por todas las regiones del país- la morena hizo unos cuantos cálculos mentales -necesito que envíes un mensaje a los pueblos aliados reclutando soldados fuertes y valientes, pero no una cantidad muy grande, no quiero desproteger ningún pueblo- la castaña hizo una reverncia y estaba a punto de marcharse cuando la voz de la señora la detuvo -cuando termines eso irás a la posada donde te hospedas y traerás todas tus pertenencias, desde hoy te alojarás en mi casa, serás mi invitada de honor- la ojimiel quedó perpleja mas no hizo un solo comentario y se retiró del palacio, en el camino se cubrió el rostro, saltó a un tejado y se fue por la ciudad dando saltos, -¿estas segura de lo que estas haciendo Mio?- la morena se dio vuelta y de entre las sombras apareció su consejera, Mugi -si, totalmente segura, esa chica tiene algo fascinante-


-Mio Akiyama ¿eh?, suena bastante interesante, y muy hermosa por lo demás- pensaba la castaña mientras saltaba entre los tejados de las casas hasta llegar a un barrio comercial, caminó pausadamente entre las techumbres de los locales hasta encontrar una levemente más oscura que las demás, se agachó para tantear hasta que encontró una pequeña ranura, metió un dedo, jaló de ella y se dejó caer al interior de la bodega de una licorería.
Ya dentro se pudo quitar su máscara tirándole por ahí, en ese momento la puerta que daba al lugar donde se atendían los clientes se abrió, y una chica de cabello bastante rizado y un kimono azul entró en la bodega -Yoh Jun- la saludó la castaña, la chica respondió el salaudo -hasta que llegaste, la familia estaba preocupada desde que te llevaron al palacio- la castaña se rascó la barbilla -con que ya se enteraron- la chica del cabello esponjado pasó por el lado, tomó una caja con botellas de sake y se paró al lado de Ritsu -pero eso es obvio, ya han pasado más de 2 horas, toda la tribu lo sabe ¿y cómo te fue?- la castaña se estiró y sacudió la cabeza -necesito 10 hombres, tendrán que ir a los pueblos aliados a los Akiyama se avecina una guerra- la chica le guiñó un ojo -puedes contar con ello- Jun se dirigió a la puerta por dónde entró y la ceró con un movimiento de cadera.
La castaña se rascó la nuca -ah necesito un trago- se dió vuelta, tomó una de las botellas de las tantas cajas y bebió un largo trago, sepuso de pie, recogió su máscara, se la acomodó, saltó con agilidad felina hasta el techo, subió al tejado y cerró la trampilla.

Saltó por lo tejados nuevamente hasta llegar a laposada, que tenía varias puertas, se escabulló por un callejón y entró nuevamente sin ser vista, subió las escaleras de la posada hasta llegar a su habitación, todo estaba tal cual cuando los guardias la habían llevado con esa misteriosa chica rubia, que a pesar de la gravedad de la situación mantenía una sonrisa érfecta, tomó sus ropas, y una caja en la cual llevaba todas sus "herramientas de trabajo", la abrió para revisar si estaba completa, cuchillos arrojadizos de todas las formas, y cada uno dependiendo de la región para evitar sospechas de la tribu, cápsulas de veneno, siempre llevaba una en la boca en sus trabajos, si la atrapaban solo mordía la capsula y ya no podían interrogarla, y su piedra de la suerte, todo estaba bien. Se desnudó y guardó sus ropas negras en una manta, se colocó unos pantalones y una camisa de seda que había comprado a unos piratas hacía un tiempo una vez que tuvo que hacer un trabajo cerca del mar, enrolló todo como un fardo, lo cubrió con otra manta blanca y se lo cargó a la espalda, pidió un par de sandalias nuevas, porque las suyas ya estaban casi hechas pedazos, todo listo, bajó normalmente por las escaleras, pasó al mesón principal, pagó su cuenta y emprendió el camino tranquilamente hacia palacio.

Tardó cerca de hora y media llegar al palacio y ya la helada típica del otoño y el invierno estaba bajando, cuando estaba llegando a las puertas del palacio pudo distinguir al "señor" Akiyama, al lado de los guardias, le estaba haciendo señas con la mano.


Palacio Akiyama, unas horas antes

La blonda se sentó donde mismo había estado Ritsu unos minutos antes -¿no crees que es muy impulsivo todo esto Mio?- la morena suspiró y sonrió melancolicamente -si, lo es pero- respiró y se quedó viendo por una de las ventanas -esa chica tiene un ¿qué se yo?, es algo especial- la blonda sonrió -si esos son tus deseos Mio, iré a decir a las sirvientas que preparen la habitación de invitados- la ojigris asintió- gracias Mugi- la rubia hizo una reverencia y se retiró de la habitación.

Mio se desarmó la cola de caballo dejando caer todo su cabello y se quitó el kimono, debajo de él llevaba una camiseta y una de algodón ajustados al cuerpo blancos, se tiró sobre sus numerosos almohadones a descansar -cielos, mantener toda esa farsa sí que es agotador- se quedó mirando el techo un largo rato, luego giró la vista y se quedó mirando un gran mueble que habían importado del continente, fue un regalo de parte de la familia Kotobuki, además de ser de un gran linaje de filósofos, también eran unos grandes comerciantes, la ojigris se puso de pie como pudo entre los almohadones y se dirigió hasta el armario, lo abrió de par en par y se quedó observando el interior, kimonos para cada cosa, para ceremonias, para practicas, para batallas formales, para fiestas, todo, y en el centro, la armadura de los Akiyama, pasada de generación en generación junto con el sable, salvo que la armadura siempre sufría cambios cada vez que las familias Fuyuyama y Haruyama hacían un adelanto, pero siempre tenían cuidado de mantener el blasón de la familia labrado en el pech, una montaña con unas hojas caídas de varios árboles, y en los hombros de cada brazo el blasón de las otras dos familias, era una pieza hermosa -espero no tener que utilizarla nunca- dijo con una mueca de preocupación, cerró el mueble y decidió dar una vuelta por el palacio, se puso su kimono y amarró nuevamente su cabello.

Caminó por todo el palacio, se detuvo a observar cada trabajo que observaban, y el que más le llamó la atención era donde hacían las sandalias de paja, era algo increíble, como unían trozos de paja que por si solos eran totalmente débiles, pero juntos y bien unidos era fuertes e indestructibles, se imaginó a ella misma como la que hacía las sandalias y a los ejércitos que debía de comandar las pajas.

Se dispuso a salir al jardín de entrada, se quedó en la puerta, desde la altura donde se encontraba el castillo en la montaña podía observar todas sus tierras, cada cierto tiempo se erguía un orgulloso blasón café del clan, en eso se percató de una figura que venía caminando con un gran fardo en la espalda, la ojigris hizo un ademán con la mano para llamarla, la castaña dio un pequeño trote hasta llegar dónde estaba Mio -Bienvenida de nuevo- dijo haciendo una leve reverencia, lo mismo hizo la castaña -por favor pasa- dijo, esta vez no la tomó del brazo, solo caminó y Ritsu la siguió con paso un tanto apresurado, la chica daba zancadas muy largas, detrás danzaba elegantemente su cabello, negro azabache y muy brillante, llegaron a una habitación prácticamente al lado de la de Mio, la morena abrió la puerta corredera -esta, será tu habitación hasta que yo diga lo contrario ¿entendido?- la castaña asintió -aquí dormirrás, entrenarás y estudiarás- la castaña hizo una mueca de asco pero asintió dócilmente, conoce el terreno, era su lema, y gracias a ello podía adpatarse fácilmente a todo los lugares donde iba, entró a la habitación y dejó el fardo en un rincón, se tiró en el colchón de paja que había puesto, estaba recién hecho, se notaba en la suavidad, la ojigris avanzó hasta quedar al lado de la cama -tomarás un baño y luego cenarás conmigo, una de mis sirvientas te llamará, mientras espera aquí- la morena salió de la habitación y cerró la puerta corredera dejando a Ritsu sola. La castaña se puso de pie de un salto, abrió su fardo y organizó todas sus cosas, dejando sus cosas de trabajo debajo del colchón.

La castaña tomó la manta, se hecho sobre la cama y se acostó a dormir un rato, estaba algo cansada, cerró los ojos y creyó ver una figura emerger de las sombras, se puso de pi inmediatamente y sacó un cuchillo de su espalda -¿quién anda allí?- la figura se hizo completamente visible y la ojimiel reconoció a la rubia que la había ido a buscar, aún le guardaba algo de rencor, se puso en una pose defensiva -¿qué haces aquí? ¿y por qué tienes habilidades de la tribu?- la rubia aún llevaba esa sonrisa perfecta -tranquila Richan todo esta bien- la castaña estaba sorprendida pero no lo demostró -¿cómo sabes mi nombre?- la blonda mantenía siempre su perfecta sonrisa -soy la consejera de Mio-chan, y es mi deber mantenerme informada de todo- en eso unas manos sujetaron a Ritsu por la espalda y la imagen de la blonda que tenía ante ella se desvaneció, ahora estaba detrás de ella con un cuchillo en el cuello de la castaña -no trates nada sucio, espía Tainaka, o lo lamentarás- la castaña dio una pequeña risa de satisfacción -no eres la única que puede desdoblarse- cuando terminó de decir esa pequeña frase su cuerpo se desvaneció completamente y reapareció frente a la blonda pinchandole la yugular con un kunai -no sé cómo obtuviste esos poderes ni cómo estas tan avanzada en su dominio, pero nunca lograrás mejo0rar a un miembro de la familia Tainaka, ahora- dijo pinchando un poco más -no me volverás a molestar mientras me aloje aquí, ¿o es que quieres que tu ama se enfade?-la blonda negó -ahora vete de aquí- bramó, la blonda hizo caso y salió de la habitación, la castaña se sentó en el colchón aún tensa -necesito informarle de esto a Jun, ella es especialista en recopilar información- desdobló su cuerpo y envió a su clon a la tienda de sake.

2 horas después llamaron a la puerta de la castaña, que se había acostado para reponer fuerzas, pero no pudo dormir, se puso de pie y abrió, en el suelo arrodillada estaba una sirvienta -Tainaka-sama la señora Akiyama la espera en su habitación para cenar- la castaña le dio las gracias, la sirvienta hizo una reverencia y se retiró del lugar, la castaña se puso a pensar si le decía o no a Mio lo que había sucedido, prefirió esperar información de Jun, entró a la habitación y entre los almohadones estaba la señora Akiyama con una bandeja entre las piernas sobre las cuales tenía sushi, rábanos en vinagre, arroz, camarones y diversos tipos de champiñones, al frente de ella había una bandeja igual y los mismos almohadones de unas horas antes, la castaña se sentó y comenzó a comer con los palillos, Mio tomó un poco de sake y se aclaró la garganta -de hoy en adelante vivirás conmigo, como ya te dije antes, te educaré, cuando te ví contando hasta con los dedos de los pies lo decidí- un ligero rubor se asomó en las mejillas de la ambarina -y, como premio especia, he decidido entrenarte como a un guerrero samurai- la ambarina casi se cae de la impresión -¿p-p-por qué?- la morena se encogió de hombros -no lo sé, solo quiero hacerlo, pienso que ts habilidades de ninja combinadas con las de un samurai puede ser muy útil, sobre todo en estos tiempos- la castaña asintió -muchas gracias señora Akiyama- la morena hizo una mueca de molestia -no me digas así, solo dime Mio, por favor- la castaña volvió asentir -como usted orden señ...Mio- la morena sonrió -así me gusta-.

Comieron hasta acabar todos los platos, y mientras Mio interrogaba sin cesar a la ambarina, la chica respondió todas las preguntas, cuando terminaron de cenar la ojigris se quedó mirando a la castaña de arriba a abajo -he oído que tuviste un altercado con Mugi hace un rato, y lo que más me sorprende es que hayas salido victoriosa, debes de ser increíblemente poderosa, ¿me harías una demostración de esos dones?- la castaña asintió nuevamente, y al siguiente segundo ya no estaba -vaya eso si es genial, puedes hacerlo incluso en la luz, Mugi solo puede hacerlo entre las sombras, ¿y cómo es eso del desdoblamiento?- la castaña se hizo visible nuevamente, cerró los ojos y un clon exactamente igual a ella apareció a su lado, la morena quedó asombrada, vaya, que increíble, eso es genial- la castaña hizo desaparecer su clon, se aclaró la garganta -Mio, si me permites la pregunta ¿cómo es que Mugi tiene esos poderes propios de la tribu y de mi familia?- la morena suspiró -bueno, supongo que no hay más remedio que contártelo, verás, Mugi no es una Kotobuki de tomo y lomo, su padre tuvo una aventura con una miembro de tu familia hace unos años, y cuando Mugi nació su padre mandó a asesinar a la mujer, supongo que por eso puede lograr todo esos trucos- la castaña reflexionó, tenía sentido, su madre siempre le había contado que una de sus hermanas había muerto el mismo año que nació Ritsu, pero necesitaba confirmarlo con Jun, la morena cambió de tema rápidamente -mañana recibirás tu primera clase de sable, así que ahor ve a dormir, y tranquila, Mugi no volverá a tu cuarto, el susto que le diste la espantó lo suficiente- la castaña hizo una reverencia, dio las gracias por la comida y se retiró a sus aposentos.

Ya dentro esperó a que el sol estuviera completaente oculto y la luna brillara claramente en el cielo, y en eso llegó un ruido desde el jardín, la castaña abrió la puerta corredera que daba al exterior, y entre las sombras pudo distinguir una figura transparente que deformaba la luz, la ambarina miró hacia todos lados y cuando hubo comprobado la ausencia de peligro hizo pasar a la figura que se materializó lentamente -recibí tu mensaje, y dejame decirte que es sorprendente lo que descubrí, es prima tuya, ¿recuerdas la tía que tienes muerta?- la castaña asintió -ella tuvo una hija con un señor del clan Kotobuki, y luego de dar a luz la mandó a decapitar, pero eso es, me sorprende que se me haya pasado por alto algo tan importante- la castaña la hizo callar co una seña de la mano -no te preocupes, pero al menos sabemos que no es un espía Natsuyama, ahora vete, alguien viene caminando por el corredor- la rizada chica se hizo invisible y se fue corriendo dió un salto felino y llegó hasta los tejados donde se fue dando saltos en medio de la noche, la castaña cerró la puerta corredera y se acostó.