Disclaimer: Los personajes del fic son del derecho de su creador, Gosho Aoyama, yo solo hago una versión a mi estilo sin ánimo de lucro.
LUZ BLANCA Y NEGRA
.
.
.
1 - ACTO DE PRESENCIA
Día de limpieza.
Suspiré, desganada, odiaba esa fecha. Hoy se trataba del típico día que te lo pasas acicalando la casa; lo único que esta vez tocaba el hogar de Kaito Kuroba, mi esposo. Lo que más lamentaba es que a mi me había tocado la parte de arriba, el desván y Kaito decía que aquella parte hacía tiempo que no se limpiaba. Volví a suspirar. Todo ésto por haber perdido al piedra, papel y tijera... Estoy convencida que él me ha hecho algún tipo de trampa.
Por fin, subí todas las escales y pinché en el interruptor para abrir la luz. La estancia era grande; estructura de madera; en el suelo de este había bastantes cajas de cartón esparcidas; y con un solo vistazo, vi que necesitaba esa limpieza a fondo. Habría mucho trabajo.
Estuve recogiendo durante un rato, cuando, de repente, encontré una caja que ponía "Cosas de Kaito" y me curioseó. ¿Qué tendrá guardado en ella? Sin muchos rodeos, la abrí. En el interior hallé muñecos de acción y una libreta completamente marrón. La cogí inconscientemente y me senté en el suelo. ¿Qué tendrá escrito? ¿Verdad que no pasará nada si le hecho un vistazo? Poco después, me puse a leer impaciente; luego ya atendría las quejas del mago.
. . .
Querido diario,
Nunca imaginé que escribiría en tus páginas, ya que esto de escribir tus pensamientos en un papel lo encuentro algo un poco femenino... aunque necesito un lugar donde exponer todo lo que me ha sucedido.
¿Seguro que ahora te estas preguntando que es lo me ha ocurrido, verdad? La respuesta es... como llamarla... algo compleja. No lo digo porque no sepa expresarme, todo lo contrario, más bien te lo explicaré punto por punto.
Para empezar, creo que esta historia se titula... Em... 'Luz blanca y negra', sí, me gusta. ¿Te preguntarás el por qué del título? La razón es simple aunque prefiero que la descubras mediante vaya avanzando la lectura.
Finalmente, ya no quisiera extenderme mucho más con estas palabrerías, así que empiezo con la tragedia que dio todo un giro a mi vida.
.
.
.
El viento me movía mágicamente los cabellos. Me encontraba en la azotea de un edificio, contemplando con mis azulados ojos aquel paisaje iluminado con pequeñísimas luces que acompañaban a la oscuridad. Observaba con unos prismáticos el lugar donde iba a aparecer y desaparecer en unos instantes. En mi rostro se podía percibir una traviesa y astuta sonrisa, por las emociones tan gratificantes que tenia. Estaba eufórico, ansioso y sobre todo enérgico, como cada vez que hacia acto de presencia.
En el ambiente una melodía muy leve se oía, procedente de un barullo de gente que tenia diferentes edades. Aquellas personas gritaban sin cesar un solo nombre, que a mí, me causaba una reacción satisfactoria y el corazón me latía a mil. Guardé el objeto que sujetaba en uno de mis bolsillos interiores de la americana y a continuación, miré el reloj; faltaban diez minutos para las doce.
Sin pensármelo dos veces, me lancé al vacío y mi cuerpo, vestido con las ropas blancas, relució en los cristales de la fachada de aquel altísimo edificio. A continuación, instantes antes de chocarme con el suelo, apreté un botón y como por arte de magia, me fui volando majestuosamente con el ala delta.
Es el momento, señoras y señores.
- Equipos preparaos. ¡SOLO FALTAN CINCO MINUTOS! –gritó una voz, cargada de nervios y depresión en la sala- Esta vez, esta vez… juro que lo atraparé de una vez por todas. ¡LO ATRAPARÉ! –volvió a gritar el inspector más para él mismo que para los agentes que lo acompañaba.
Todos hicieron caso, aunque sabían de antemano que este robo iba a ganar yo en vez de Ginzo Nakamori. No era que fuesen pesimistas, todo lo contrario, pero la costumbre les hacía pensar de esa forma. Este robo será más fácil que quitarle un caramelo a un niño.
En la sala donde me ubicaba, se encontraba la joya, colocada en un pedestal que me llegaba hasta la cintura, aproximadamente. La estancia era inmensa, y también estaba muy bien iluminada. Por otro lado, el museo ésta vez tenía una protección admirable; en la entrada había contado a siete agentes haciendo guardia, en cada pasillo unos cinco más y por último, en esta sala se encontraban los equipos que serian unos veinte hombres. Je, no sé de qué les sirve tanta seguridad si yo ya estoy dentro…
Desde donde estaba, aún se oían los gritos de los admiradores y admiradoras del ladrón 1412, buscado internacionalmente, más conocido en Japón como Kaito Kid. Había enviado una nota hacía una semana, diciendo que iba a robar el diamante Cruz, un rubí de unos tres-cientos quilates de valor.
Las unidades del inspector se movían siguiendo sus órdenes al pie de la letra, mientras que este empezaba a sudar por los nervios, porque solo faltaban diez segundos para mi aparición y todos estaban alerta ante cualquier movimiento sospechoso.
-Diez, nueve, ocho... -empezó a decir Nakamori y sus subordinados- siete, seis, cinco... -cada vez estaban más ansiosos. El ambiente estaba muy caldeado- cuatro, tres, dos... y...
Uno. De repente, en el interior de la joya empezó a salir humo, inundando por completo la sala.
¡Que empiece el espectáculo!
- Vigilad esto debe ser obra de Kait... -empezó a murmurar Nakamori, aunque no pudo seguir la frase ya que se encontraba demasiado ocupado entrando en un profundo sueño gracias al gas somnífero.
Poco a poco, todos los agentes cayeron al suelo, rendidos con el truco que había utilizado. Detrás de una de las columnas que adornaban la habitación, aparecí con mi particular traje blanco y elegante, acompañado de una máscara anti-gas que cubría mi rostro.
- Felices sueños, mi querido inspector -murmuré burlón mientras cogía la joya. Después dejé una nota en el lugar de ésta y desaparecí tirando una bomba de luz.
- A ver a ver, si tú eres mi estimada Pandora... -dije, muy intrigado.
Estaba sentado con las piernas cruzadas en el borde de la azotea del museo. Eran las doce y siete minutos. ¡Nuevo récord! Si es que cada vez lo hago en menos tiempo... Estúpido inspector que no puede atraparme, solo se me pone un poco más interesante cuando esos dos detectives metomentodo: Saguru Hakuba y Shinichi Kudo o Conan Edogawa, intentan detenerme. Mientras pensaba una sonrisa victoriosa apareció en mis labios y dejé que ese sentimiento se me llevase durante unos minutos. Al menos ninguno de los dos ha venido hoy.
Cuando me recompuse, levanté la joya y la observé a la luz de la luna; si todo iba bien, si era la correcta, en el interior de ésta, se percibiría una luz rojiza.
- Oh, no... Tú tampoco eres... -dije apenado y desilusionado, instantes después de comprobarlo. Suspiré. A continuación, guardé la joya en uno de mis bolsillos del pantalón.
Resultaba ser que esta tampoco era la joya que me interesaba, con la cual podría vengar a mi difundo padre, Tochi Kuroba, que fue asesinado a manos de una misteriosa Organización. Con esos individuos, me había cruzado en varias ocasiones, aunque no había averiguado ningún dato relevante con el cual poder detenerlos. Volví a suspirar, otra vez sin éxito, tanto esfuerzo para nada. Aunque, te prometo papá, que algún día, te vengaré.
- Manos arriba, Kaito Kid. -oí una voz grave a mis espaldas que interrumpió mis pensamientos. Después noté que el hombre cargaba un revolver- Tampoco te gires, si aprecias tu mísera vida.-añadió sin miramientos.
Hice caso y no rechisté a su petición. ¿Querrá la joya?
- Me alegra verte, hacía tiempo sin encontrarnos Snake. -hablé manteniendo mi cara de póker. Voy a intentar distraerlo para entretanto poder pensar en un plan de huida.
- Con que aún te acuerdas de mí... -dijo, irónico- Aunque eso ahora no te servirá de nada. -le miré de reojo disimuladamente y vi que me estaba apuntando con la pistola- Dame la joya.
- Esta no es Pandora. -me limité a decir, seguramente después de entregársela me mataría.
- ¡He dicho que me des la condenada joya! Además que sea Pandora o no lo confirmaré yo mismo.
- De acuerdo, me has convencido... -empecé a decir pensativo aunque con tono firme- Te doy el diamante, si a cambio dejas de apuntarme con el arma.
- Muy audaz, Kid. –dijo mientras que de reojo vi que aceptaba el trato. Bajó la pistola.
Poco a poco me fui girando, hasta encontrarme frente a él. Iba vestido totalmente de negro, con un sombrero y encima de sus rectos labios había un bigote. Era corpulento y alto.
- Dame la joya y nadie saldrá herido. –medio gruñó el hombre.
Como buen chico metí mi mano en la americana y después de un minuto, la volví a sacar con la joya.
- Bien, déjala en el suelo, justo en medio de nuestra diferencia de distancia.
Hice lo que me pidió, sin estar conforme, pero me conservé callado. Je, te llevarás una sorpresita.
- ¿Ves? Si desde el principio me hubieras hecho caso, nos hubiéramos ahorrado muchas palabras. –entonces me volvió a apuntar con el arma.
- ¿Vas a matarme? Ya tienes la joya, déjame en paz.
- Tengo órdenes de no dejarte escapar. –sonrió malévolamente.
¿QUÉ? No tan rápido. Esto aún no acaba, aún tengo un as bajo la manga.
El hombre se estaba preparando para apretar el gatillo del revólver. De pronto, con un movimiento instantáneo metí mi mano en la americana y saqué mi pistola de cartas. A continuación el de negro me miró sorprendido y apretó el gatillo, con lo me rompió la pistola de cartas de un disparo. Mierda… Mi pistola hecha añicos cayó al suelo. Mi adversario, al ver mi rostro que reflejaba una auténtica rabia, volvió a reírse diabólicamente mientras me seguía apuntando.
- La próxima, va al corazón. –dijo tranquilamente observándome- Nos vemos en el infierno, Kaito Kid.
¿Qué puedo hacer? Si me muevo lo más probable es que me dispare antes de poder llegar a hacer algo. ¿Este será mi final? ¿Verdaderamente no podré vengar a mi padre? Papá… si me ves… ayúdame, por favor…
Cuando el hombre de negro se dispuso a volver a apretar el gatillo del revólver, un objeto desconocido para mi vino volando rápidamente y de un golpe arrancó el arma de Snake. Después, como un bumerán, el objeto cayó delante de mí.
- ¿QUÉ COJONES A SIDO ESO? -preguntó histérico, mientras empezaba a ponerse malhumorado- ¿No será alguno de tus truquitos?
No contesté a su pregunta. Me limité a agacharme y coger el objeto, que me sorprendió bastante. Lo cogí con mi mano y vi que era una estrella hecha de papiroflexia bastante resistente. ¿De quien será esto? ¿Por qué me ha ayudado? ¿Qué significa? ¿Será amigo o enemigo? Se ha cual sea la razón me ha ayudado cuando más lo necesitaba y en parte le debo la vida. De pronto algo me llamó la curiosidad. ¿Qué es ésta olor anaranjada que desprende la estrella de papel?
Mientras, mi adversario recogía la pistola del suelo desconcentrado y se frotaba la mano golpeada. Le debía de haber dolido. De repente, un escándalo de gente que subía por las escales que llevaban a la azotea, nos alarmó. Estos serian causados por los agentes de policía que habrían leído mi nota.
- Mierda la pasma... -murmuró mi contrincante, después cogió la joya del suelo y desapareció entre las sombras, y ya no le volví a ver.
Cuando este desapareció llegó la policía que me rodeó mientras aún estaba agachado observando la estrella. Después, los agentes dejaron pasar al inspector Nakamori.
- ¡Te tenemos Kid! –dijo, mientras disimuladamente me guardaba la estrella de papel en uno de mis bolsillos- ¡Ja! ¿Te creías que podías engañarme?
- Nakamori, pensaba que ya no vendría, como tardaba tanto...-aclaré cuando me levanté- Pero veo que ha leído la nota que le he dejado.
- Por supuesto, la has dejado en el pedestal donde se encontraba Cruz. Ponía: "Inspector: Si quiere que le devuelva la preciosa joya, cuando despierte de este placido sueño, por favor, venga a verme a la azotea. Le estaré esperando. Su queridísimo ladrón, Kaito Kid." -dijo leyendo la nota que conservaba en sus manos bastante arrugada, seguramente por el enfado que le había dado al leerla- ¿A qué estás jugando?
- No juego a nada. Simplemente, inspector, esta no es la joya que estoy buscando. –dije sereno. Después le dediqué una traviesa sonrisa y tiré una bomba de luz. Entretanto, me disfracé de un agente de policía para confundirlos.
- ¡Mierda! ¡Otra vez ha escapado! –gritó Nakamori una vez que la bomba acabó.
- Inspector mire el suelo, hay la joya junto con una nota. –hablé como un agente, mientras que en mis adentros me estaba hartando de reír por lo bobos que podían llegar a ser los que me rodeaban.
- A ver… -de mientras cogió la joya. Después se puso a leerla- Escuchad lo que hay escrito: "Aquí le devuelvo el rubí Cruz, cuídelo mucho, inspector. Hasta la próxima, el mago de la luna, Kaito Kid" –suspiró- ¡MALDICIÓN OTRA VEZ RIÉNDOSE EN MI CARA! –gritó malhumorado, medio arrancándose el pelo.
Cuando Nakamori se calmó un poco, ordenó a los agentes que fuéramos bajando, ya que por hoy el robo había acabado. A continuación, todos le hicimos caso. Poco después, pedí permiso al inspector volver a la azotea, alegando que se me había caído algo. El hombre no opuso ninguna restricción, ya que no se esperaba que yo fuera Kid.
Entonces, cuando me encontré de nuevo en la azotea completamente solo, me quité el disfraz de agente y me puse de nuevo el de ladrón de guante blanco. A continuación, me acerqué a la azotea y me tiré, instantes después volví a apretar el botón y me fui volando por el cielo de la placida, tranquila y oscura noche. Había sido una noche movidita. Je… He engañado a todos con mis fantásticos trucos de mago. Pensé divertido mientras llegaba a mi casa para dormir, mañana tenía colegio.
Todo empezó así, con un robo que a simple vista parecía de lo más normal.
~Fin del capítulo: 1 - ACTO DE PRESENCIA~
¡Hola lectores! Este es mi primer fic que hago sobre Kaito Kid, mi ladrón favorito xD Espero que os haya gustado este primer capítulo.
¡Dejar reviews, que me anima a seguir escribiendo! xD
Un beso ;)
