Los personajes utilizados en esta historia (Freddy, Chica, Bonnie, Foxy y Phone Guy) así como el nombre de Five Night at Freddy's son propiedad de Scott Cawthon.

Historia sin fines de lucro.


N.A 1: Primera historia de FNAF que escribo (publico) y mi intención es que sea la versión "sofisticada" de mi experiencia en el juego. Agregándole, claro está, una trama, un encargado irritable, asuntos legales que tuve que investigar en Google y unos animatronics más conversadores y ¿graciosos? Espero sea de su agrado, estaré al final para dejarlos leer :v


PRIMERA NOCHE

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11:20 pm

- ¿Eres la nueva guardia de seguridad?

- No, soy la de la luz. Vengo a cobrar. – torcí los ojos -. ¡Claro que soy yo! ¡Qué estaría haciendo un lunes por la noche aquí!

- Con esa actitud no vas a llegar lejos…

- Pero llegaré a mi trabajo, ¿puedes decirme de una vez qué tengo que hacer? No tengo toda la noche.

El chico suspiró y después de mirarme de mala forma, dijo:

- Tu turno comienza a las doce y termina a las seis de la mañana, supongo que ya hablaron contigo sobre eso. – asentí con fastidio -. Debes quedarte dentro de la Oficina en todo momento, ¿entendido? No tienes permiso de andar por ahí, sólo en la Oficina y además, no dañes nada, ni rompas nada, ni toques nada que no sean los botones de la luz y las puertas, y la tableta, ¿me estás escuchando?

- Mis deditos traviesos no pueden satisfacer sus gustos. – le sonreí y el chico reaccionó con una expresión de horror. Me reí de buena gana y asentí para dejar de molestarlo -. ¡Está bien, está bien! Nada de jurungar por la pizzería de noche o los muñecos me castigaran. ¿Me pondrán en su regazo a darme nalgadas?

Ok, era imposible no traumarlo.

Apretó los labios avergonzado y me tendió algo entre sus manos con brusquedad.

- Póntelo, te acompañaré dentro para que te ubiques en tu puesto de trabajo. – masculló mordazmente.

Lo seguí hasta el interior de la pizzería, pasando los brazos por los huecos de la camisa de guardia de seguridad. Aún había personal acomodando las sillas y limpiando el piso. Me percaté de las miradas que me dirigían, tal vez curiosas, ¿o resignadas? Intenté saludar a las personas con las que me cruzaba, pero parecían querer rehuir cualquier contacto directo que pudieran tener conmigo. Una chica de limpieza hasta se enredó con una silla y cayó de bruces por querer apartarse de mi camino. Al intentar ayudarla a levantarse, el amargado encargado me apremió para que no me quedara atrás.

Eché una corta corrida para alcanzarlo. Pasamos por pasillos con decoraciones de fiestas e imágenes del entretenimiento principal, los populares muñecos metálicos que a los niños parecían gustarle mucho.

- Sobre el escritorio hay una grabadora, el guardia de seguridad anterior a ti tuvo la idea de grabarse así mismo para darte consejos y, principalmente, para que te sientas más… apoyada. – la utilización de ese término me dejó confundida, ¿por qué debía recibir consejos? Yo sólo tenía pensado echarme un camarón cuando no estuviera viendo las cámaras. -. Así que limítate a escuchar la primera grabación, a medida que pasen los días escucha las siguientes.

- Enterado, capitán.

Supe que habíamos llegado a mi destino por el reducido tamaño de esa habitación, el desorden acumulado, la silla desgastada de ruedas y porque el encargado-risitas se giró para encararme.

- No te vayas de aquí – repitió -. Escucha sólo la primera grabación. No gastes la energía, porque se te descontará de tu sueldo. Y, por favor ¡NO DAÑES NADA!

Escondí el espaldar de la silla rota tras mi espalda y sonreí ampliamente.

Él me observó con cara de búfalo, después a la silla giratoria que ya no tenía espaldar y luego se regresó a mí.

- Vas a comprar una silla nueva.

- Ajam. – realmente, no sabía cómo había terminado rompiendo la silla.

- De acuerdo, tu turno comienza ahora – le echó una ojeada a su reloj de pulsera antes de dirigirse por donde habíamos llegado.

12:00 am

Cuando se fue, intenté reparar la silla poniendo el espaldar de nuevo, pero nada que usaba mi poder mental para pegarlo ayudaba. Lo lancé a un rincón abandonando mis esperanzas y me senté en lo que ahora era sólo un taburete giratorio.

Di algunas vueltas antes de hacerme de la tableta.

- ¿Qué? ¿No Youtube? ¿No Facebook? – bufé -. ¿Cómo pasaré toda una noche sin nada que hacer?

Pegué la cabeza del escritorio con frustración.

- Vamos, Ruth, tienes un objetivo claro. – me dije, enfundándome ánimos -. No necesitas más de una noche para cumplirlo.

Me erguí y comencé a buscar la dichosa grabadora de la que tanto había hablado el amargado del encargado. La ubiqué cerca de un gran revoltijo de hojas y basura sobre el escritorio, presioné el botón y una voz masculina comenzó a reproducirse.

- ''Hola, ¿hola? Uh, yo quería grabar un mensaje para ti para ayudarte a instalarte en tu primera noche. Um, en realidad trabajaba en esa oficina antes que tú. Estoy terminando mi última semana ahora, como una cuestión de hechos. Por lo tanto, sé que puede ser un poco abrumador, pero estoy aquí para decirte que no hay nada de qué preocuparse. Uh, te irá bien. Así que, vamos a concentrarnos en conseguir que pases tu primera semana. ¿De acuerdo?

Uh, vamos a ver, primero hay un saludo introductorio de la empresa que se supone que debo leer. Uh, es una especie de cosa legal, ya sabes. Um: Bienvenido a Freddy Fazbear Pizza. Un lugar mágico para los niños y adultos por igual, donde la fantasía y la diversión cobran vida. Fazbear Entertainment no se hace responsable por daños a la propiedad o la persona. Al descubrir que daños o la muerte se han producido, un reporte de la persona será presentado dentro de 90 días, o antes. La propiedad e instalaciones han sido cuidadosamente limpiadas y blanqueadas, y las alfombras han sido reemplazadas."

Presté más atención ante esto. Entendía que los términos legales quisieran metérnoslo a los trabajadores honestos, como yo, hasta por las orejas. Pero, ¿qué era eso de muertes y daños? Era una estúpida pizzería para niños, ¿pisaría una pizza, me resbalaría y me moriría llena de sala de tomate?. Seguía cuestionándome sobre las razones por la que se tomaran las previsiones legales tan en serio, cuando noté que el sujeto hablaba aun.

- "Bla, bla, bla, ahora puede sonar mal, lo sé - ¡Demasiado mal! ¡No es nada alentador que me digan que podré morir! -, pero no hay realmente nada de qué preocuparse. Uh, los personajes animatrónicos aquí tienen un comportamiento un poco peculiar en la noche, ¿pero se les echa la culpa?... - ¿los muñecos feos? Decidí verlos con mis propios ojos, así que tomé la tableta y los busqué. Al encontrarlos en el Escenario, solté un respingo involuntario al ver a esa clase de ave fea. ¿Cómo podían acercar a los niños a esas cosas horrorosas? - … Así que, recuerda, estos personajes tienen un lugar especial en los corazones de los niños, tenemos que mostrarles un poco de respeto, ¿bien? Bueno."

Escuché el resto del mensaje con una mezcla de horror y turbación en el rostro. Cosas sobre que caminaban a su puto antojo por todos lados –cuando yo no podía hacerlo y ya comprendía la razón-, que intentarían meterme en un traje para que mis ojos y dientes salieran volando de mi rostro, y más comentarios perturbantes de los cuales el sujeto no manifestaba mayor interés. Parecía que quería defenderlos, y aun así, notaba cierta vacilación en sus palabras.

- "Sí… no te dicen estas cosas cuando te inscribes. Pero bueno, el primer día debe ser una brisa. Te hablo mañana. Uh, mira las cámaras, y no olvides cerrar las puertas sólo si es absolutamente necesario. Tienes que ahorrar energía. Bien, buenas noches."

El mensaje terminó, y me sentí desolado, en cierto aspecto. Ya comprendía las intenciones de aquellos mensajes, además de avisarte del inminente peligro de ser brutalmente violado por cada orificio de mi cuerpo gracias a engranajes y vigas de metal, tener al alcance un apoyo indirecto en la voz de aquel sujeto misterioso era ineludible. No escucharla me tenía inquieta.

- Putos, quédense ahí. Los estoy observando, ¿me oyen? Los vigilo y no se acercarán a mí para formar parte de su colección de cadáveres. – le dije a la pantalla de la tableta, donde se mostraba la imagen de los tres muñecos metálicos.

Al decir aquello, contemplé lo ridícula que me veía. Temiéndole a unos animatrónicos inanimados que sólo servían para cantar y perturbarme, dejé a un lado la tableta y comencé a reírme.

- ¡Qué tonta! Debe de ser un chiste interno de la compañía, tal vez hasta me estén observando – detallé con la mirada cada recodo del techo en busca de las cámaras de vigilancia, riendo aún más fuerte -. ¿Muertes? ¿Mordedura? Pura surra, no hay mayor peligro en este lugar que un vagabundo decida entrar a la fuerza buscando pizza…

Encontraba consuelo en el humor de la situación. Era cierto que el lugar de noche tenía pinta de película de terror de bajo presupuesto, pero más allá de aquello era para niños y no hay más inocencia que en esos pequeños diablillos.

- Mucha zurra, tipo misterioso del teléfono – miré la grabadora, aun riéndome de mí misma -. Eres pura zurra con esas historias de terror. Yo soy una macha mera que no se asusta con cuentos para niños… Bueno, niños sádicos con mala crianza.

Pateé el suelo para que el taburete rodara hasta la pared conmigo sobre él, que no estaba muy lejos del escritorio. Apoyé la espalda de esta y crucé los brazos tras la cabeza, dejando que la gorra de guardia de seguridad me cayera sobre los ojos. Antes de que mi vista fuera tapada, vi de soslayo la hora en el reloj digital que estaba sobre el escritorio, los números en verde fosforescente indicaban la 1:00 am.

- Qué rápido pasa el tiempo cuando casi entras en crisis… - mascullé.

2:00 am

Ese momento cuando exhalas una buena bocanada de aire, con tu boca seca por haberte quedado dormida con el canasto abierto, y un sonoro ronquido te despierta por la irritación en tu garganta, ¿la conoces? Bueno, eso me acababa de pasar.

Entre toser como enloquecida y lograr asimilar en dónde carajos me encontraba, intenté pasar saliva para refrescarme la garganta.

- ¿Pero qué…?

Ya recuperada, vi la hora sobre el escritorio y pegué un brinco.

- ¡Como se me ha pasado el tiempo! – me llevé una mano a la frente.

Me acomodé el uniforme, aun creyente de esas cámaras que debían estar por ahí pero no lograba verlas, y tomé la tableta para fingir que hacía mi trabajo.

- Nada de vagabundos… nada por aquí… nada por allá… nada por acullá… nada por ¡¿DÓNDE ESTÁ EL CONEJO?! – chillé.

Sólo estaban dos de los asquerosos personajes infantiles en el escenario, y no estaban precisamente en la posición que los recordaba. Se encontraban de frente a la cámara, ¿quién chutas los había movido?

Vagabundos.

- Vamos, sucio conejo con esteroides, ¿dónde está tu oxidado trasero? – decía mientras pasaba de cámara en cámara, hasta que vi una enorme sombra que proyectaba la luz titilante del pasillo oeste. - ¿Aló?

¿Qué sucedía allí? Realmente, esos muñecos se movían a su antojo. El recuerdo de la voz masculina se me antojó escalofriante. Me decía la verdad, había algo muy extraño en esa condenada pizzería.

- ¡Oh, no! ¡No se llevarán mis ojos y mis dientes! – cerré ambas puertas, sólo hacía falta estirar los brazos para alcanzarlos, así que aún estaba sentada en el taburete con una pose de sobreviviente de la apocalipsis -. ¡A ver, si se acercan les voy a… a dar un…! – vi a mi alrededor en busca de un arma que pudiera utilizar -. ¡UN ESPALDAZO!

Recogí el espaldar roto de la silla y me armé de él con una mano, con la tableta sobre el regazo.

Comencé a cambiar de cámara alternativamente con la intención de tener registro de cada movimiento que ejecutaran esos malditos. Si se rascaban la nariz, los vería. Si se echaban uno, los vería. Si se olían la axila, lo vería.

- ¿Dónde estás, dónde estás? – el conejo con esteroides había desaparecido.

Mi dedo apuntaba con tanta intensidad la pantalla de la Tablet que comenzó a agrietarse, y nada que aparecía el condenado conejo.

- ¡La energía! – una mini cabeza-flotante del gerente apareció ante mis ojos, recordándome que yo saldría perdiendo si consumía toda la energía.

- ¡Se te descontará de tu sueldo! – me amonestó con ceño fruncido.

- ¡FLOTA PA' OTRO LADO! – lo golpeé con el espaldar, pero ya se había fugado.

Abrí las puertas, y volví a mi tarea principal de vigilar las cámaras.

- Bien, el pato y el oso siguen ahí. ¡No me miren, QUE ME SONROJO! – pasé las cámaras para enfocar mi atención en el personaje faltante -. Pero, ¿por qué te me desapareces así, conejito? Antes de jugar a las escondidas tenemos que conocernos. ¿Sabes?, tal vez seas una máquina y te instalaron en el culo un chip sólo para cantar y aterrorizarnos a nosotros los guardias nocturnos; pero hay reglas en la vida, tengo que saber tu nombre para jugar contigo.

- Soy Bonnie.

- ¡LA PUTA QUE TE PARIÓ!

Lancé el espaldar hacia mi izquierda, sintiendo que mi vejiga desocupaba su contenido de un golpe.

El monstruosamente enorme conejo estaba bajo la puerta, más feo de lo que era en las cámaras. El espaldar roto le impactó en el hocico, produjo un ruido sordo, y cayó patéticamente hacia el suelo; sin haberle hecho ni una abolladura a su traje metálico.

Mis pulmones se hincharon el doble de su tamaño, antes de gritar:

- ¡NO ME MATES, NO ME VAS A MATAR! ¡ALÉJATE PUTO CONEJO CON ESTEROIDES!

De alguna forma, en sus facciones robóticas se formó una expresión molesta.

- ¡No uso esteroides, humana maledu…!

Arrojé la Tablet hacia el botón de la pared, y la puerta se cerró antes de que lograra dar otro paso.

Solté un millón de improperios, groserías, maldiciones, conjuros y hechizos de magia negra, blanca, roja y de todos los colores existentes.

- Eso… eso fue… Intenso. – me dije, aferrándome el pecho para no dejar escapar mi corazón.

El instante de alivio y de superación personal ante mi "buena" actitud hacia aquel problema, no duró mucho. Recordé la situación en la que me encontraba, y recogí la tableta del suelo.

- Perdón, gran amiga, pero una de las dos debía sacrificarse. – de alguna forma, el artefacto estaba intacto, sin contar las grietas. Mas sin embargo, en el lado del que había impactado con la pared no le funcionaba el táctil, así que lo solucioné volteándola para usarla del otro lado -. Esto no sale de aquí.

No necesitaba a un gerente tras de mí por haber roto una de las condiciones, que era:

- ¡No rompas nada, no dañes nada… SE TE DESCONTARÁ DE TU SUELDO!

- ¡Como si fuera el gran sueldazo! – volví a apalear la cabeza-flotante del gerente de mi vista.

El conejo susceptible, que al parecer se llamaba Bonnie, estaba ahora en el Comedor. Me acerco la tableta a los ojos, para detallarlo mejor.

- Ahora que lo veo… pareces el más amigable de aquí – bajo la tenue luz que se proyectaba de algún lado en el Comedor, Bonnie no mostraba la apariencia monstruosa ni fea que había pensado al principio -. Serás mi favorito, sólo por haber tenido la educación de presentarte antes de pretender comerme…

El conejo parpadeó algunas veces, antes de subir la cabeza y mostrarme un dedo pulgar.

6:00 am

Una alarma sonó, eran gritos de júbilo infantiles. Me puse a la defensiva, buscando a esos niños invisibles. ¡Faltaba más! ¡Ahora vendrían a matarme unos niños!

Escuché unos pasos rápidos y de inmediato, consideré la idea de irme corriendo por alguna de las puertas, pero no sabía por dónde venían los pasos.

- ¿Qué hiciste?

- ¡Oh, my God! – me lancé hacia él y lo abracé con todas las extremidades que tenía.

- ¡SUÉLTAME! – se quejó él, pero lo ignoré para asfixiarlo más con mi abrazo.

- ¡No sabes lo que he pasado! Me quieren mataaaaaar, y ese conejo casi me come, y… ¡Espera! – me solté y crucé los brazos sobre mi pecho para mirarlo con la peor cara de perro.

El gerente me observó con ojos de comprensión, tal vez sabiendo la razón de mi reacción involuntaria.

- ¿Tú sabes lo que hacen esos muñecos de noche? – le lancé.

- Sí.

Se estiró y apagó la alarma del reloj digital, apagando a la vez los gritos infantiles.

Sorprendida por su honestidad e indiferencia, ya que estaba preparada para someterlo a un agudo interrogatorio, no pude más que dejar la boca abierta.

- Entonces… - dudé un segundo, antes de recuperar el control -… ¡Me voy de aquí! No tengo por qué soportar a tres endemoniados muñecos buscando mi muerte…

- Debes continuar las siguientes noches, está en tu contrato. – replicó con simpleza él, en el momento en que pasaba a su lado para retirarme.

- Me importa madres.

- Para irte, debes solicitar que se rescinda tu contrato y si logras convencer a la persona encargada de que tienes una justificación creíble para dejar tu trabajo, debes esperar cuatro días a que tu contrato se anule y seas libre – también se cruzó de brazos, y adoptó una expresión indolente.

Aquello logró frenarme de mis intenciones de una salida triunfal.

Volví a verlo asombrada, ese sujeto era doble facético. Primero, era un amargado que se acongojaba fácilmente con pequeñas insinuaciones sexuales, y después era un imbécil conocedor de la ley con una postura firme en lo que decía.

- Bien, tendré esa justificación lista para cuando me reúna con la persona encargada. No debe ser problema convencerlo de que esta pizzería es un peligro y deberían cerrarla, pero por ahora – sonreí engreídamente -, sólo quiero irme de aquí.

- No debe ser un problema, ¿no? – se jactó, imitando mi sonrisa -. Adelante, intenta convencerme del por qué deberías abandonar tu trabajo.

Caí en cuenta, y me sentía estúpida al comprender.

Persona encargada, era igual a EL gerente.

Y a juzgar por su actitud tan comprensiva conmigo, no me dejaría correr como una niña de esa condenada pizzería.

- Antes de que lo pienses: si acumulas tres faltas infundadas estarás incumpliendo con tu parte del contrato, así que nos pagarás la multa acordada que, por cierto, estuviste de acuerdo en firmar. Además te tildaremos de empleada irresponsable y poco capacitada en el ámbito laboral… Y, ¿cómo tomarte en serio si renunciaste a una pizzería infantil en el primer día? Eso no es muy atractivo y menos si necesitas un empleo para recaudar la suma que nos deberías.

Nos observamos por un momento, él muy complacido y yo tapuzada de información.

- Eres… eres malvado. – hasta yo misma me avergoncé por mi débil insulto.

- Sí, lo soy.

Caminamos juntos hacia la entrada de la pizzería, ya había algunas personas preparando las mesas y sillas para comenzar con la jornada, estas mismas personas me daban la espalda cuando pasaba a su lado. Tal vez nadie quería relacionarse con la nueva guardia de seguridad que podría morir al día siguiente, y así no tendrían que lidiar con la culpa de consciencia. Y ahora que lo pensaba, eso explica el porqué de su actitud conmigo la noche anterior: sólo no querían saber nada de la carne fresca.

Todos eran conscientes de lo que ocurría.

Y yo ahora era parte de ellos, guardando el secreto; protegiendo la trampa y manteniéndola abierta para la llegada de nuevas moscas a quienes engañar.

Cuando el encargado, que ahora le profesaba cierto respeto por motivos que no quería recordar, me despidió con un ademán. Llegó a mi memoria el motivo por el cual había solicitado ese empleo desde un principio. Con la adrenalina del momento, había olvidado mi objetivo.

- Debe estar en algún lado, - me dije con desgana, caminando hacia la parada de autobuses más cercana -, sólo tengo que seguir buscando en las cámaras para encontrarlo. Y, ¡claro! De alguna forma conseguir que no me maten cuando salga a recuperarlo.

Con mi propósito de nuevo en mente, conseguí armarme de valor para soportar aquella cacería…

una noche más.


N.A 2: ¡Y aquí va la Autora de nuevo! ¿Les a gustado, un poco, lo han odiado? Dejen su opinión :3 Realmente, estaba emocionada de publicar esto. Tengo dos historias de FNAF en cola, esta sería la de Humor y la otra la más seria xD Con los personajes humanizados y toda la cosa, pero ¡AQUÍ SERÁN ROBOTS! Aunque no interactuaron mucho ya que, como deben saber, en la primera noche no hay mucho qué hacer. Por eso me concentré en explicar porqué la prota está trabajando allí y presentar la personalidad de los personajes.

Si no es suficiente humor para ustedes, ¡espero que los siguientes logre hacerlo mejor!

*Cambio y Fuera*

30/01/2015