Hola! Que tal? Acá traigo este two-shot protagonizado por una pareja que me encanta Lupin y Tonks~

Este fic es algo particular, por lo que merece un par de aclaraciones. Primero de todo, participa del reto Amor de telenovela para el foro The Ruins. Segundo, equiparé las edades de los personajes para que Tonks fuera al mismo tiempo que los Merodeadores a Hogwarts, porque, bueno, de eso va el fic :P Tercero, la primer guerra mágica todavía no ocurrió, por lo tanto, estaría ambientado en un AU mágico ^^

Harry Potter y sus personajes pertenecen a JK Rowling.

Este fic está basado en la telenovela "Graduados" de Telefé (2012).

Todos los personajes que no reconozcan, son de mi invención, con el fin de adaptar las cosas a la novela elegida.


Graduados.

Parte I

Era la última cena del año. El Gran Salón estaba decorado con los colores escarlata y dorado de Gryffindor, para conmemorar el gran año de los leones y su nueva victoria en la copa de las casas y el campeonato de Quidditch. La celebración y la alegría reinaban en todos los estudiantes, excepto, quizás, en los de séptimo, para los cuales sería su último banquete, su última noche en el colegio Hogwarts de magia y hechicería moderna. Luego seguirían sus propios caminos, sus propios objetivos y sueños, formarían sus propias familias… Quizás muchos jamás volverían a verse.

Pero de entre todos, había un grupo de cuatro jóvenes leones que sabían perfectamente, no sólo lo que iban a hacer, sino que se seguirían viendo, seguirían siendo inseparables. Porque lo habían jurado, lo habían jurado solemnemente, los Merodeadores jamás se separarían, jamás se abandonarían, jamás se traicionarían. Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta brindaron con sus jugos de calabaza sobre los estandartes de Gryffindor que aquello, era solo el comienzo…

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— Hey, Remus, ¿qué harás al final?— preguntó el jovial y alegre Sirius Black a su amigo del alma, golpeándolo suavemente en el hombro.

— ¿Con lo del baile? No lo sé…— respondió el licántropo, mirando a Peter Pettigrew, el cual caminaba a su lado. Ninguno de los había siquiera considerado la posibilidad de ir al baile, ya que no tenían pareja.

— Oh, vamos… Todos estarán ahí, ¡es nuestra última noche, Lunático! ¡Una travesura más! ¡Tú también, Colagusano!— insistió el Black, sacudiéndolos a ambos se forma amistosa.

— Está bien…— respondieron los dos al unísono. Después de todo, podían estar tan solo media hora y luego volver a sus dormitorios, ya que para ese momento, Sirius ya estaría ocupado con alguna chica en los rincones más oscuros de la sala de los menesteres.

Y ahí estaban, en aquella fiesta completamente clandestina, en la sala que ellos mismos habían propuesto para aquella ocasión, ya que no podrían encontrarlos ahí; Filch jamás los descubriría y, gracias a los pasadizos secretos, podrían regresar a sus salas comunes también sin ser descubiertos. Chicos de todas las casas –aunque había una considerable menor cantidad de Slytherins, debían admitirlo– se encontraban ahí, bailando, tomando, comiendo, disfrutando de su última noche…

Pero para Remus Lupin todos aquellos chicos y chicas no existían, para él sólo existía una persona. Y parecía que, cuando la miraba, todo su entorno se volvía borroso y sólo quedaban ellos. Pero con suerte, ella recordaba que él existía. Porque ella era así, graciosa, popular… con novio. Nimphadora Tonks, la metamorfomaga de Hufflepuf, la chica de la cual estaba enamorado desde su primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras de segundo año. Y ahí estaba ella, radiante, como siempre, con su cabello de un brillante e inconfundible rosa chillón, riendo felizmente junto a su amiga del alma, Violet Rumsfeld, otra Huffleuf y, a pocos pasos de ambas, Jared Adams, por lejos, el Ravenclaw que menos honor le hacía a su casa.

Remus observó, con ojos algo tristes, como el chico, de cabello ondulado y castaño, se acercaba a la metamorfomaga, le daba un largo beso, le susurraba algo al oído y luego se alejaba de allí. Él arqueó las cejas, por más de que Tonks –como insistía en que la llamaran ella– parecía haber aceptado completamente el hecho de que su novio se fuera sin ella, el hombre lobo presentía que algo, definitivamente, no estaba bien.

Pasó al menos una hora más, en la que Remus se paseó por toda la fiesta, bebiendo bastante cerveza de manteca, hasta que decidió que ya era hora de irse de allí. No podía soportarlo más, simplemente parecía no encajar en aquel lugar. Sirius había desaparecido hacía rato con una chica que él no recordaba haber visto nunca –ya que era de un año menor–, James estaba con Lily, su prometida, y Peter se había marchado a dormir. El licántropo suspiró, dejando la botella vacía que tenía en la mano sobre una de las mesas que había en la sala, lanzó una rápida mirada a los que estaba allí y se dispuso a salir.

Pero fue entonces cuando la vio. Tonks caminaba rápidamente hacia él, o mejor dicho, hacia la salida, y no parecía nada feliz. De hecho, parecía como si toda la alegría que había tenido momentos antes se hubiera desvanecido por completo, y nada lo evidenciaba mejor que el color de su cabello: rojo fuego. Su amiga Violet correteaba detrás de ella, mientras que, mucho más atrás, pudo vislumbrar a su novio, Jared. La metamorfomaga caminaba con la mirada llena de furia, clavada en la puerta de salida, lanzando palabrotas sin reservas. En un abrir y cerrar de ojos, la chica de Hufflepuf salió de la sala de menesteres dando un portazo.

— Violet, ¿qué ocurrió?— preguntó Remus a la chica, de cabello negro azabache brilloso, largo hasta la cintura y lacio.

— Jared— respondió simplemente ella, mirando de reojo al aludido. Luego lo miró y le sonrió—. No entiendo por qué Tonks nunca se acercó a ti, eres mucho mejor que él, ¿sabes?

Remus Lupin sintió como si algo se atorara en su garganta— ¿De-De qué estás hablando?

— ¡Oh, vamos! ¡Te gusta Tonks! ¡Lo sé, se te nota a la legua!— le dijo ella, lanzando una risita, para después darle un pequeño golpecito en el brazo— Quizás esta sea tu oportunidad, león— agregó, guiñándole un ojo y marchándose.

El Gryffindor se quedó mirando como la chica se alejaba de él, pensando en lo que acababa de escuchar. ¿Tan obvio era? Sólo deseaba no parecer un idiota, tal como se sentía, cada vez que estaba cerca de Tonks, o hablando con ella. Pero como todo digno miembro de la casa de Godric Gryffindor, Remus no se quedó simplemente parado ahí. Suspiró profundamente y salió de la sala de menesteres, decidido a encontrar a la metamorfomaga. No sabía qué era lo iba a hacer o decir exactamente, pero iba a asegurar de que llegara bien –y sin ser descubierta– a su sala común.

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Y no tardó mucho en encontrar su rastro. En parte porque sus sentidos estaban más sensibles, ya que faltaban unos pocos días para luna llena, y en parte porque la bruja estaba tan enojada que había ido lanzando pequeñas maldiciones en los corredores. Al final, la encontró en una pequeña y abandonada aula del cuarto piso, junto a un armario para escobas.

— ¿Tonks?— susurró, entrando lentamente al aula.

Ella se giró. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero aún se le notaba la ira en la cara (por no mencionar el hecho de que su cabello seguía de un rojo furioso). La chica le sonrió débilmente y se limpió algunas lágrimas que rodaban por sus mejillas.

— Remus… ¿qué haces aquí?

El castaño sonrió, no podía creer que ella recordaba quién era. Después de todo, parecía que jamás le había siquiera dirigido la mirada, además del hecho de que los que resaltaban de entre los demás chicos de su edad eran James y Sirius.

— Sólo quería saber si estabas bien. Te vi salir corriendo de la sala de los menesteres y me preocupé.

Ella sonrió aún más— Gracias. La verdad es que ni siquiera me fijé si había alguien, simplemente caminé lo más rápido que pude para alejarme de allí.

— ¿Qué ocurrió? Violet me dijo que tenía que ver con… con Jared.

La metamorfomaga arqueó las cejas, al tiempo que suspiraba profundamente y apretaba los dientes— Ese idiota…— murmuró. Remus podría haber jurado que, por una milésima de segundo, toda su piel se volvió del mismo tono de rojo que su cabello—. Estaba besuqueándose con Florence Lodge detrás de una de esas armaduras— agregó, sin dejar el murmullo, que mezclaba el enfado con la tristeza y decepción.

— ¿Cómo…? ¿Cómo pudo hacerte eso? Voy a matarlo— esta última frase, la dijo casi sin quererlo, apretando fuertemente la mandíbula, en un susurro furioso.

Ella levantó la vista para mirarlo directamente a los ojos. Sus ojos, con las pupilas completamente dilatadas por la falta de luz, eran de un hermoso color verde pardo que brillaba con gran intensidad a causa de las lágrimas. Remus sintió el terrible impulso de abrazarla hasta que dejara de llorar y se tranquilizara, de besarla hasta que volviera a tener esa hermosa sonrisa en su rostro y su cabello de un rosa chillón, como siempre llevaba cuando estaba de buen humor. Pero se contuvo, no quería hacer nada estúpido, nada que pudiera costarle el odio de la bruja, porque sabía, sabía perfectamente que si te ganabas el rencor de Nimphadora Tonks, nunca podrías perderlo.

Por lo tanto, lo único que hizo fue acercársele y posar su mano sobre su hombro suavemente, sonriéndole. Ella le devolvió la sonrisa y suspiró profundamente. El color de su cabello se aclaró un poco.

— Ojalá todos los chicos fueran como tú, Remus…— susurró, acariciándole la mejilla y entrecerrando un poco los ojos, mirando con atención el rostro de él.

— No digas eso— dijo él en forma de respuesta, negando débilmente con la cabeza.

— ¿Por qué no? Eres amable, bueno… valiente…— ella se le acercaba cada vez más, mientras le acariciaba suavemente.

— "Y en las noches de luna llena, una máquina de matar"— pensó él, con tristeza. Ni siquiera podía imaginar la reacción de Tonks si supiera quién –o qué– era en verdad. Pero en ese preciso momento, por primera vez en mucho tiempo, aquellos pensamientos no le estaban importando, no demasiado, al menos. Ahora sólo podía sentir la suave mano de Tonks acariciándole el rostro, sus ojos mirándolo fijamente, su cabello, su piel y su aliento tan cerca suyo— Tonks… ¿estás segura de lo que vas a hacer?— susurró, apenas audible. No necesitaba elevar mucho la voz, de todos modos, ya que estaban tan cerca que sus respiraciones se mezclaban.

— ¿Por qué no habría de estarlo?— fue su respuesta.

Y luego simplemente se besaron. Primero de forma suave, casi tímida; pero luego, con cada segundo que pasaba, se fue haciendo más y más intenso. Parecía como si ambos hubieran estado conteniéndose por querer hacer aquello durante mucho, demasiado tiempo. Sus bocas comenzaron una especie de lucha feroz por ver cual ganaría, mientras que sus manos no podían parar de recorrer el cuerpo del otro… El resultado fue casi que demasiado previsible: terminaron poseyéndose en aquella pequeña y alejada aula del cuarto piso. Alejados del resto del mundo que dormía –o festejaba– sin siquiera saber, aislados dentro de la seguridad de los hechizos insonorizantes que habían lanzado a los manotazos, mientras se desnudaban mutuamente... protegidos por los brazos del otro hasta que los rayos de sol los despertaron.

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Y a la mañana siguiente simplemente partieron en el expreso de Hogwarts, cada uno con sus amigos, rememorando sus pasos por aquel castillo al cual no volverían por quién sabía cuánto tiempo, manteniendo aquel secreto en lo profundo de su ser…

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~ Dieciocho años después ~

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— ¡Teddy! ¡¿Qué estás esperando?! ¡No me hagas subir!— gritó una metamorfomaga de treinta y cinco años, mientras metía varias cosas –las cuales flotaban a su alrededor– dentro de una pequeña mochila.

Un pequeño pero ruidoso "crack" la hizo sobresaltarse y entonces su hijo, con el cabello verde chillón y la sonrisa más pícara que ella había visto en años, apareció frente a ella.

— Aquí estoy mamá, no hace falta que grites así.

— Sí, claro, como si nunca hubiera tenido que usar un vociferador para despertarte— fue la respuesta que recibió, además de la pequeña mochila.

— Yo también te quiero— dijo entonces el chico, tomando la mochila y colgándosela al hombro— ¿Qué pusiste aquí dentro? Sólo me voy por dos días, mamá.

— ¿Y qué? Serán dos días de entrenamiento, no de vacaciones. Sé lo que es, yo lo hice.

— Si, lo sé— Teddy sonrió y luego le dio un pequeño beso en la mejilla a su madre.

— Cuídate, ya sabes cuáles son los rumores… Hazle caso a los instructores y-

— Si, mamá…— la interrumpió él, rodando los ojos—. Todos estarán ahí. Además, dicen que el mismo James Potter lo vigilará todo.

Tonks lanzó una risa— Si, bueno, Potter no es dios, es sólo el director del departamento— dijo de forma algo graciosa, pero luego volvió a ponerse seria—. Aún así, hazle caso.

— Si, si…— el metamorfomago suspiró profundamente, volviendo a rodar los ojos.

Justo en ese momento, se sintió un pequeño ruido en la chimenea de la sala de estar. Madre e hijo se dirigieron a ver quién era y, de entre el humo de los polvos flu, apareció el padre de Teddy, Jared.

— ¿Te ibas a ir sin despedirte de mí, eh?— dijo en forma de saludo, abriendo los brazos de par en par.

El chico rió y se acercó a su padre para abrazarlo— De ninguna manera— luego, cuando se separó, miró a sus dos padres y agregó— Bueno… ¡nos vemos en dos días!— y luego de decir eso, se desvaneció con un sonoro "crack".

Jared Adams miró a su esposa— Bueno, eso es todo, ¿verdad? Ahora ya no hay vuelta atrás, se convertirá en auror, estudiará para su propia muerte.

Tonks resopló, dando media vuelta y caminando hacia la cocina— Cállate Jared. El chico es bueno con los hechizos, metamorfomago como yo y sumamente valiente, ¿qué querías que hiciera al salir del colegio? ¿Entrar en la redacción del profeta? Él ama ese trabajo, déjalo.

El hombre de cabello ondulado suspiró, sacudiéndose un poco la túnica. Las cosas no estaban yendo bien en aquel matrimonio. No estaban yendo bien desde hacía unos dos años, pero intentaban mantenerse unidos, por el bien de Teddy, por el bien de ambas familias. Los tiempos se estaban poniendo cada vez más difíciles y había que permanecer unidos.

— ¿Estás completamente segura de que ese entrenamiento será seguro?— preguntó, siguiéndola.

Ella, que había comenzado a cortar algunos vegetales para la cena, respondió— Si, todo será muy seguro, y estarán muy vigilados. Potter, Black, Lupin, Longbotton… todos estarán ahí, además de los instructores, claro.

Jared asintió con la cabeza. Aunque esos nombres no le traían muy buenos recuerdos de adolescente, sabía que todos ellos eran excelentes aurores y que se preocupaban por la seguridad de los chicos como si fueran sus propios hijos.

— ¿Qué hay de ti? ¿No te dejaron ir?

— ¿Crees que dejarían que fuera? Mi hijo está ahí, al igual que su mejor amigo. Probablemente me la pasaría espiándolos para ver si están bien y descuidaría a los demás. No, es mejor que me quede en el Ministerio— ella lo miró por unos momentos. El volvió a asentir con la cabeza— ¿Qué hay de ti?

— ¿Yo? Vamos… lo único que hago es firmar registros, autorizaciones y esas cosas, ¿qué quieres que te diga? ¿Cuántas casas más han sido incluidas en la red flu?

Tonks levantó una ceja, encogiéndose ligeramente de hombros— Podríamos investigar, quizás los mortífagos están tramando algo con las chimeneas.

— No seas ridícula, ¿para qué querrían hacer eso? Pueden aparecerse.

— No en Hogwarts.

— No empieces otra vez…

La metamorfomaga dejó de cortar los vegetales y se giró bruscamente— Escucha, esto no es paranoia, es ver la realidad Jared. ¡Ha comenzado a desaparecer gente! ¡Prácticamente todos los candidatos a profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras se han desvanecido luego de tener su entrevista! Eso no es coincidencia, Dumbledore está realmente preocupado… Todos en el Ministerio lo están, ¡deberías saberlo!

— ¡Lo sé! ¡También estoy preocupado! Pero soy realista. Nadie podrá entrar en Hogwarts mientras Dumbledore esté ahí, nadie irrumpirá en el Ministerio y asesinará a Fudge, ¡Lord Voldemort no es nadie!

— ¡Si lo es!— el cabello de la bruja había estado aumentando la intensidad de su color, hasta aquel momento, en el qué, al gritar, se volvió completamente rojo fuego— ¡Y está esperando, Jared! ¡Esperando para atacar! ¡Todos estamos en peligro, y lo sabes!

El hombre la tomó por los hombros y la miró a los ojos— No estamos en peligro, porque confío en el Ministerio, confío en ti y tus compañeros, confío en los aurores, en Dumbledore y su ejército.

— No es un ejército, Jared, es mucho menos que eso… y pronto...— ella lanzó un suspiro cansado, soltándose del agarre de su esposo—. Pronto todos, incluso los jóvenes, tendremos que luchar.

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El cielo estaba despejado, prácticamente no había viento, pero aún así, el ambiente parecía sumamente tormentoso, ya que, por alguna razón que iba más allá de lo que ella podía imaginar, todo parecía tener una tonalidad gris. Quizás, pensó, a ese tipo de cosas se referían cuando decían "la calma antes de la tormenta". Pero alejó esos pensamientos de su mente, no quería ni pensarlo. No quería pensar en que algo sumamente malo y sumamente peligroso se apoderara del mundo mágico... y del no-mágico.

Dando un último vistazo al cielo, entró por la puerta para visitantes del Ministerio de Magia de Londres. Hacía mucho, muchísimo tiempo, que no usaba esa entrada, pero esa mañana había ido a visitar a su padre –muggle– a su casa en las afueras de la ciudad y, como no tenía una chimenea cerca para entrar en el ministerio, decidió utilizar aquella entrada. En el fondo de su mente, pensó que sería divertido, pero claramente no recordaba bien lo que le provocaba entrar por esa cosa.

Después de recuperarse del pequeño mareo causado por la súbita bajada, comenzó a caminar hacia los ascensores. Su destino era la Oficina de Aurors, en donde trabajaba desde que se había graduado de la academia, hacía ya quince años. Y esa mañana, después de que había estado comiéndose las uñas dos días seguidos, al fin podría ir al despacho de James Potter y atacarlo con preguntas hasta que le diera absolutamente todos los detalles sobre la misión de entrenamiento que habían tenido los chicos de la academia, aquellos detalles que de seguro Teddy no le contaría.

Una vez que llegó a su oficina –la cual había conseguido hacía un par de años gracias a que la habían ascendido a Jefa de la división de Espionaje–, dejó sus cosas sobre el escritorio y se dispuso a ir a la del Jefe de Aurors. Golpeó apenas dos veces y la voz de su jefe le llegó desde dentro:

— Adelante.

— James...— dijo en forma de saludo la metamorfomaga, entrando a la oficina. Para su sorpresa, o quizás no tanto, el aludido no estaba solo, sino que estaba acompañado de uno de sus amigos de toda la vida, Remus Lupin. Ella sonrió a ambos, sintiendo una sensación extraña cuando el licántropo le devolvió la sonirsa—. Remus, también volviste.

— Buenos días Tonks— dijo el hombre de cabello negro azabache y ojos color avellana, haciendo un gesto para que se sentase en la silla ubicada enfrente a su escritorio, al lado de donde se encontraba Lupin— ¿Quieres saber acerca de la misión, verdad?

— Claro que sí— respondió ella, sentándose y mirándolos a ambos. Su cabello estaba de un tono violáceo, que, luego de sentarse, se fue aclarando de a poco, evidenciando que estaba más calmada ahora que podía ver los rostros tranquilos y despreocupados de los dos aurors que habían ido a la misión junto a los chicos de la academia.

— Todo salió bien, Tonks, no tienes de qué preocuparte— comenzó a decir Remus, con su habitual voz cálida. Ella sonrió, la voz de él, por alguna extraña razón, siempre la calmaba—. Ni siquiera incidentes aislados ni rebeldías estudiantiles.

— Así es. Todo salió a la perfección. De seguro Teddy llegará a tu casa cerca del mediodía, él y algunos más se quedaron desarmando las carpas y trayendo todo para la academia junto con Sirius y Alastor.

— Genial— dijo la bruja en un suspiro aliviado. Pero aún así, no hizo siquiera un ademán para levantarse, todo lo contrario, se quedó en su lugar sin mover un músculo y mirando fijamente a Potter— James, ¿qué crees que pasará?

El peli-negro alzó una ceja, luego miró de reojo a su amigo y volvió a mirar a la mujer— No lo se, nadie lo sabe... Solo espero que podamos detener a esos que se hacen llamar Mortífagos antes de que sea demasiado tarde.

La metamorfomaga volvió a lanzar un suspiro, pero esta vez no de alivio, sino de cansancio. Se puso de pie y dijo, antes de comenzar a salir— Cualquier cosa que necesiten, lo que sea... Saben que pueden llamarme, ¿verdad?

— Claro que si, Tonks, gracias— James Potter le sonrió. Sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo ella. La Orden del Fénix, de apenas un año de vida, fundada por el mismísimo Albus Dumbledore. La metamorfomaga sabía de su existencia, estaba al tanto de ello, pero jamás se le había cruzado por la cabeza llamarla a forma parte, especialmente por la persona que estaba frente a él en ese momento. Si algo malo le pasara a Tonks, Remus se desmoronaría, lo sabía perfectamente. Por lo que, a pesar de la insistencia de la bruja, él seguía negándose rotundamente.

Pero la bruja de cabello –ahora– violeta, se detuvo justo antes de llegar a la puerta, ya que esta fue abierta por alguien más. Tres personas entraron. Un hombre de la misma edad que ella y amigo inseparable del Jefe y del licántropo, de cabello negro y ojos grises y pícaros; uno de los aurors más experimentados y antiguos del Ministerio, con un ojo mágico de vidrio, bastón en mano y más cicatrices de las que alguien puede contar; y, por último, un joven de cabello verde chillón, enorme sonrisa y ojos pardos. Sirius Black, Alastor "Ojoloco" Moody y Teddy Adams, entraron en la oficina del Jefe del departamento.

— ¡Teddy!— la única mujer presente abrazó a su hijo fuertemente.

— Hola mamá... trata de no ahorcarme, ¿si?— dijo el chico, con diversión. Cuando logró zafarse del agarre materno, agregó—. Hola profesor Lupin, hola señor Potter.

Los aludidos saludaron al chico y, luego, a los otros dos. James fue el primero en hablar— ¿Qué hacen aquí?

— Vinimos a traer las cosas y Teddy escuchó que su madre estaba aquí contigo, asique... bueno— respondió Sirius.

— Si, por cierto, ¿qué haces aquí, mamá?— preguntó el joven estudiante de auror a su madre, mirándola con una sonrisa, mientras metía una de sus manos en el bolsillo del pantalón que tenía puesto.

La mujer se quedó mirando a su hijo por un instante antes de responder. Remus Lupin, a su lado, estaba parado exactamente en la misma posición, incluso podría jurar que con la misma sonrisa plasmada en su rostro. La metamorfomaga tragó saliva, recordando un "pequeño" episodio de su último año en Hogwarts, o, mejor dicho, de su último día en el colegio.

— ¿Mamá?— volvió a preguntar Teddy, alzando una ceja. Todos los demás presentes la miraron extrañados. Tonks pudo ver perfectamente como James la miraba arqueando las cejas levemente, mientras que Sirius la miraba de reojo, para luego mirar a Remus y Teddy ocasionalmente— ¿Te encuentras bien?

— Si, si, estoy bien— respondió entonces ella, una vez que cayó en la realidad. Era la primera vez que veía a su hijo junto a Remus Lupin, el único hombre con el cual había estado además de su marido Jared—. Vine a hablar con James de unas cosas del Departamento, Teddy, por eso estoy aquí— dijo en forma de respuesta ella, tratando de desviar sus pensamientos de la dirección a la cual se dirigían.

— Oh, claro...— el chico se rascó un poco la nuca y arrugó la nariz levemente— ¿Entonces, nos vemos en casa?— agregó luego.

Tonks estaba a punto de hablar, pero fue interrumpida por Sirius Black y una nada disimulada ni inconsciente toz. Ella lo miró. El animago la miraba acusadoramente, como si supiera exactamente lo que estaba pensando. Aún así, Nimphadora hizo caso omiso a este gesto y volvió a mirar a su hijo. Para su sorpresa –o mejor dicho, para su intranquilidad– al hacer esto pudo ver perfectamente como Remus Lupin hacía el mismo gesto que había hecho su hijo minutos antes: rascarse levemente la nuca, para luego arrugar la nariz.

— ¡Si, nos vemos en casa Teddy! ¡Para el almuerzo!— dijo de pronto ella, para después girar sobre sus talones y salir de aquella oficina. Sentía que si se quedaba un segundo más ahí dentro, iba a comenzar a lanzar maldiciones de forma involuntaria, como si se tratara de una niña incontrolada.

Se dirigió a su propia oficina sin detenerse ni un segundo, caminando lo más rápido que podía sin comenzar a correr. Su cabello cambiaba de color constantemente, mientras sus pensamientos iban a mil por hora. No podía ser, era imposible. ¡Había sido sólo una vez! Pero las fechas... ¡por Merlín, si eran idénticos! ¡Incluso sus personalidades! Podría mentir una y otra vez que Teddy había sacado todo lo que era de ella, pero, por Merlín, ahora que lo consideraba... Teddy era amable, valiente, excelente estudiante, un poco pícaro, por supuesto, pero de corazón enorme, ella lo sabía. No había que ser demasiado inteligente, ¡si incluso el Sombrero Seleccionador lo había puesto en Gryffindor! Ella y Jared, al igual que toda su familia, lo habían tomado simplemente como uno más de esos casos en los que los niños no terminan en las casas históricas de la familia. Pero ahora... ahora estaba tomando otro color, otro sentido. El chico era un perfecto Gryffindor, siempre lo había sido, ¡igual que su padre!

Llegó a su oficina y se lanzó –literalmente– sobre su silla. ¿Cómo rayos iba a decirles la verdad? No solo a Teddy... sino también a Jared... y en medio de todo el alboroto que comenzaba a haber en la comunidad mágica... Iban a odiarla, ambos. No... los tres, porque también debía decírselo a Remus.

Se llevó ambas manos a la cabeza y se rascó fuertemente el cuero cabelludo, sintiendo como el control de su cuerpo se perdía. Probablemente tendría el cabello tricolor, orejas de enormes de elefante y nariz de cerdo... la piel verde, o amarilla, a causa de las nauseas que estaba sintiendo... Definitivamente, no iba a mirarse en el espejo hasta que sus pensamientos se ordenasen...

...Y qué mejor forma de hacerlo que visitando a su mejor amiga de toda la vida. La única a la que le había contado de aquella noche con el Gryffindor. Aquella noche que, aunque nunca lo había dicho, había sido la mejor de su vida.

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— ¿Alguien puede explicarme qué rayos fue eso?— preguntó Remus Lupin a sus dos amigos.

James y Sirius se miraron de manera cómplice, sonriendo levemente.

— ¿Cuánto hace que no la veías, Remus?— le preguntó el Potter.

— No demasiado. Nos vemos bastante seguido aquí— respondió, en un tono de obviedad, el licántropo.

— ¿Y que no veías al chico?— dijo esta vez Canuto.

— Desde que fui profesor en Hogwarts, hace tres años. Los dos animagos asintieron con la cabeza, sin dejar de sonreír de esa manera que, Remus sabía, significaba que algo estaba pasando, algo gracioso y serio al mismo tiempo. No tenía idea de cómo lograban manifestar eso a través de sus sonrisas, ni cómo él sabía leerlos tan perfectamente, pero era simplemente así— ¿Qué les pasa?

— Oh, vamos Remus. El chico tiene dieciocho, es un Gryffindor y será un excelente auror... ¿crees que el idiota de Jared podría tener un hijo así?— Sirius parecía un poco exasperado, pero también podía ver que tenía un brillo muy especial en sus ojos. Aquel mismo brillo que había tenido cuando James había anunciado el nacimiento de cada uno de sus hijos.

— No, claro que no. Pero Tonks si. Teddy es una viva imagen de su madre.

— Pero creo que tiene muchas cosas de su...— comenzó a decir, esta vez, James, deteniéndose por un segundo, como si no supiera si debía terminar la frase o no. Finalmente, lo hizo—...padre.

Ambos lo miraron fijamente, acusadoramente. Lupin abrió los ojos de par en par, luego rió y negó con la cabeza— Están completamente locos, ¿creen que yo...? ¿Qué Teddy Adams...? ¿Qué yo y Tonks...? No, no, solo... No— comenzó a caminar hacia la salida— Fue solo una noche, chicos. Es imposible.

— Como si con una sola noche no bastara— fue la respuesta automática que dio Sirius, lanzando un suspiro de risa.

Remus Lupin se quedó entonces mirando a sus dos amigos entre preocupado y confundido. Quizás tenían razón, pero era sencillamente una locura. Una verdadera locura...

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— ¿¡Acaso no te lo dije!?— gritó Violet, con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¡No grites!— la cayó su mejor amiga, con semblante amenazante— Recuerda que estamos en el Ministerio, no en casa.

— Si, si, perdón. Pero yo te lo dije, ¡cuando me dijiste que estabas embarazada, fue lo primero que pensé!

— Ya lo se... pero aún así nunca lo consideré. No al menos de verdad, y ahora...

La joven medimaga la miró a los ojos fijamente, sonriendo— Hey, Tonks, mírame— la aludida lo hizo. Sus ojos tenían ahora una tonalidad ámbar, y su cabello, rubio ceniza—. Remus Lupin fue, y es, el hombre más amable y bueno que has conocido en tu vida. ¡Por Merlín, incluso fue la mejor noche de tu vida! Me lo dijiste, y lo recuerdo perfectamente. Y también recuerdo cómo se miraban en el último año de Hogwarts, cuando compartíamos casi todas las materias con los Gryffindors... y después en la academia, ¡hubiera pagado para verlos!

— Deja de decir idioteces, Violet.

— ¡Deja de negarlo! ¡Siempre te ha gustado Remus Lupin! Y el chico estaba completamente enamorado de ti, Tonks. De hecho, apuesto toda mi bodega en Gringots a que lo sigue estando.

— ¿Pero que dices? Pasaron dieciocho años Violet... va a odiarme si le digo que Teddy es su hijo, justo ahora.

— Tonks, ese hombre te adora. Lo se. No va a odiarte. El que quizás te tenga un poco de rencor va a ser Jared...

— ¿Un poco de rencor? Tendré suerte si lo único que hace es irse de casa. No va a querer verme por el resto de su vida.

— ¡No seas exagerada!

La metamorfomaga miró a su amiga con ojos de cachorro, por lo que esta le tomó ambas manos y la miró cariñosamente, sonriendo— Escucha, eres una mujer valiente y fuerte. Te has enfrentado a magos oscuros más de una vez... No puedes preocuparte por enfrentarte a Jared, la persona más inofensiva del mundo, y decirle que la única vez que lo engañaste, con el hombre más maravilloso del mundo, dio como resultado a Teddy.

La auror no pudo evitar lanzar una risita. Su amiga lo hacía parecer tan fácil— Será más difícil hacerlo que decirlo.

— Eso seguro... pero al menos, empieza por decírselo a Teddy.

Tonks asintió— Si, eso haré.

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Cuando Violet salió de la oficina de su amiga, se encontró con Sirius Black, que aparentemente se dirigía hacia allí.

— ¿Black? ¿Qué haces aquí?

— Trabajo aquí, Rumsfeld, ¿recuerdas? No, espera...— el auror la miró con una sonrisa pícara—. Tu y yo teníamos un trato, ¿o acaso olvidaste eso también, Violet?— preguntó con un tono de voz bastante sugestivo, para luego guiñarle un ojo.

La medimago rodó los ojos. Desde que conocía a Sirius Black, siempre había sido igual: mujeriego— Creo que estoy un poco amnésica, si, creo que es eso... Sirius— dijo al final, devolviéndole la misma sonrisa pícara que él le estaba dedicando— ¿Vienes a ver a Tonks?

— Si... y no— respondió él luego de lanzar una risita—. Tú lo sabes, ¿verdad? Tonks y tú se cuentan todo, siempre lo han hecho. Como nosotros. Tú lo sabes.

— Si, claro que lo se— Violet sabía perfectamente a qué se estaba refiriendo el animago. Si había algo que los Merodeadores y ella tenían en común, probablemente era que compartían aquel secreto. Sólo eso— ¿Por qué lo preguntas?

— Porque yo estuve hace media hora cuando Tonks, Teddy y Remus se encontraron en la oficina de James. Nunca los había visto juntos, y aparentemente ella tampoco. Pero ahora resulta evidente. ¿Dieciocho años y jamás lo consideró, siquiera?

— No tienes derecho a juzgarla, Black— dijo de forma tajante la ex-Hufflepuf, volviendo a utilizar el apellido de él para darle más énfasis—. Así como yo no tengo derecho a responderte eso... ni nada.

El pelinegro hizo una mueca con sus labios y lanzó un suspiro— Lo se, Violet, lo se. Pero los Merodeadores, aunque hayamos terminado Hogwarts hace mucho tiempo, seguimos protegiéndonos entre nosotros. Somos como hermanos, lo sabes. Y es sólo que...

— Si, te entiendo. Cuando Teddy nació fue uno de los mejores momentos de mi vida. Y supongo que lo mismo te pasó cuando nacieron los hijos de James. Y que ahora Teddy resulte ser hijo de Remus...

— Tendría que dejar de dar clases en la academia. De por sí el chico ya es mi favorito en la clase de Duelo Avanzado, imagínate si de la nada fuera... mi sobrino postizo— los ojos del Black brillaron de emoción al pronunciar aquellas palabras.

Violet rió y miró al hombre con una enorme sonrisa— Tonks está pensando en cómo decírselo a Teddy ahora mismo. Quizás, sólo quizás, antes de que termine la semana podrás llamar así a Teddy.

Sirius miró a la mujer con gran cariño, sonriéndole, ahora, de forma completamente verdadera y amistosa— ¿Está completamente segura de que son... padre e hijo?

— Yo lo estoy— fue la respuesta de ella. Además de sus últimas palabras, ya que luego le guiñó un ojo y se alejó de él.

Canuto la observó alejarse. Hacía bastante tiempo que coqueteaba con Violet Rumsfeld, pero no había pasado a más que eso. Y ahora, de la nada, probablemente compartieran sobrino postizo. La vida podía ser verdaderamente extraña cuando quería, con todas sus idas y vueltas.

Suspiró profundamente y miró la puerta de la oficina de Tonks. Pero no entró, simplemente giró sobre sus talones y se marchó. Definitivamente la vida era extraña, y loca. Pero quizás esta vez sólo quería darles una alegría a todos, en medio de esos tiempos que parecían venir bastante oscuros.

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Bien... ahí termina la primera parte, espero que les esté gustando ^^

A los que de casualidad conocen la novela, verán que saqué muuuuuuuuuuuuuuchas partes, pero bueno, jaja es una novela larga y por lo tanto con muchas vueltas y personajes. Simplemente me centré en la pareja principal :)

Nos vemos en el próximo cap, con el desenlace~! ^^

Saludos!