Diez años han pasado desde el fin de la guerra, Katniss y Peeta se han comprometido, Gale regresa para tratar de recuperarla pero ella desaparece, ¿Que misterio puede haber detrás de esto? LEER SOLO SI ACABARON SINSAJO
Esta saga esta tan pero tan buena que literalmente la devoré. Gracias Suzanne Collins!
AVISO: Mi fic se hubica en Sinsajo (es recomendable que solo lo lean si ya han leído toda la saga o se arruinaran los libros, o las películas?). Bueno, es antes del épilogo y después del tan preciado y memorable 'Real'. Decidí meter a los personajes en más problemas.
The Hunger Games:
LAST HUNT
Primera Parte
PRESAS
1
Los días se vuelven semanas, las semanas meses y los meses años. Cada estación trae un nuevo brillo que comienza tenue hasta que toma fuerza suficiente para resaltar. El resplandor de una nueva vida, me gustaría sentirlo así todo el tiempo. En toda hora me siento sola y gris sí no me mantengo ocupada en algo, cazo, duermo tratando solo de recordar los buenos ratos para no sentir que me ahogo sí Prim, Rue, Finnick y aquellos a quienes he perdido en medio de la guerra llegan a saltar en mis memorias. Los recuerdos son viejos, mi melancolía insana. Lloro menos. A veces ya ni lo hago. Peeta está aquí, tiene el don de capturar las escenas de mi pensamiento con sus bosquejos y pinturas, por lo menos se asemejan lo suficiente como para nunca olvidarlas. Haymitch me enseñó con su estilo de vida lo que es matar la soledad; no lo había comprendido hasta que lo viví en carne propia. El rostro de Prim previo a desaparecer entre el fuego de la explosiones me consumía todas las noches cuando trataba de conciliar el sueño, aún lo hace. A veces es Finnick el que se vuelve una mezcla de órganos en un charco de sangre por los mutos, o Boggs sin piernas por la mina, solo sé que grito como sí me fueran a matar. Es nítido, demasiado nítido como para pasarlo por alto. Por eso el sudor y el miedo, las lágrimas, los gritos. Temo despertar y darme cuenta de que sigo amarrada a aquel árbol en la primera arena con el equipo de profesionales abajo, estando Peeta entre ellos, visualizando a Rue en el árbol de enfrente señalándome el panal de rastrevispulas, mi salida para huir. Despierto y sé que está a mi lado preocupado por mí, tranquilizándome, reconfortándome en sus brazos, pero Rue voló como los sinsajos lejos de mi alcance dejándome atrás mientras decoraba su cuerpo con flores. Aún puedo llorar, y me obligo a no hacerlo, pero no siempre tengo la fortaleza suficiente. Mis pesadillas continúan, a veces se alejan otras me destruyen. Peeta me trae de vuelta a la realidad.
Así ha sido desde hace años. Peeta me entiende. No sabe como agradezco que este conmigo.
Mis sueños son diversos, malos, luego buenos. Veo a Finnick celebrando junto a Annie en su boda sonriendo como sí el distrito 13 fuera el lugar más maravilloso del mundo al tenerla a su lado. Se habían casado jóvenes, muy jóvenes, en la Veta no teníamos parejas así, nadie se quería casar teniendo en cuenta que en la cosecha se llevarían a quienes habían procurado y amado durante años formando su familia. Sí escapaban morían, sino luego supe podrían volverse Avox. Los que se casaban eran valientes, con el pasar del tiempo acababan así. Yo pienso distinto. Miro a Peeta, sé que he llegado a quererlo, y mucho, pero me aterra formar algo concreto con él. Se podría decir que somos pareja. Vivimos juntos, dormía todos las noches en mi casa vigilando mi sueño y luego aquello, no podía abusar de él al verlo marcharse al día siguiente después de una ducha. Ahora mi armario tiene su ropa también, la despensa su harina para hornear y el estudio sus pinceles y óleos. La casa no se siente vacía. Mi idea inicial en este asunto de pareja era mudarme con él, no al revés, solo que pensar en abandonar está casa en la que compartí por un breve momento a Prim y a mi madre lo sentí como abandonar ese recuerdo o como cometer traición a ello. Me trague eso y vivimos aquí. Odio el estudio porque ahí fue donde Snow me amenazó, tomo el té que preparó mi madre y comió las galletas que horneo Peeta con su sanguinolenta boca, no me paseo por ahí. La ropa que Cinna me hizo la cuido, no quiero dejar que se deteriore, sería un crimen. Aprecio su uniforme y mi traje de sinsajo aunque al cerrar los ojos vuelvan a mí los gritos, los disparos y las bombas por el humo de mi cabeza, por eso lo guardé más aparte para no verlos a golpe de vista con su significado y su compartimiento para el nightlock en caso de necesitarlo.
'Ya pasó' me digo 'Es el ayer' repito.
Peeta tuvo algunas recaídas que no quiso hacer notorias, a veces me miraba pálido recordando que lo habían programado en el Capitolio para matarme, pierde fuerza y le fallan las piernas, primero la suya luego la que remplazo la que perdió. Tanto ha pasado y no le ha fallado nunca, es un alivio. Sé que le da miedo hacerme daño, aún recuerdo sus suplicas para que lo matara cuando ingresamos a los edificios aproximándonos a Snow. Se culpa por lo que le pasó a Mitchell. Estar conmigo se lo recuerda, y aún así lo veo lograr sonreír. Es mi único apoyo en esto. Se ha vuelto mi pilar, mi familia. Lo amo. Me siento débil con solo pensarlo. Moriría sí lo perdiera, es lo último que me queda ya, no lo resistiría. Casi estoy segura de que Haymitch entiende esto.
Tiempos mejores parecen venir. Paylor en el gobierno lo hace bien, ella no es como Coin; sus ideales te atrapan, Haymitch dice que son utópicos pero los hace valer con tanta seguridad y confianza que se obedecen al pie de la letra. Tanto ella como el congreso que se ha formado viven para el pueblo y por el pueblo, no se dan lujos pese a la protección con la que se les resguarda. Parece perfecto, tan perfecto que me hace desconfiar. Coin estuvo al mando con mano de hierro en el trece sin querer nunca que se le quitara del poder, buscaba el bien de todos pero no era distinta de Snow deshaciéndose de sus rivales para seguir al mando, por eso quiso que me muriera. Mi desconfianza late aunque la quiera ignorar. Ya he tenido suficiente, no quiero más.
'Está muy fresca la herida de la guerra, no creo que Paylor guarde alguna intención de esas' dice Peeta. Veo a Haymitch, ha vivido más que el, más que nosotros, sé que sabe que pienso lo mismo, solo que volteo a abrazarme a Peeta, su esperanza me da fuerza. El es mi pilar, me recuerdo. Confiare entonces.
Con él a mi lado es difícil que no me envuelva su esperanza ni me contagie su sonrisa, una sonrisa que solo le había regalado a Prim y a Gale. Una sonrisa sincera de felicidad y amor. Luego me contengo. Me siento débil y expuesta, no estoy acostumbrada a esto. Los años me han hecho de esta manera.
Nuestra empresa en el distrito de medicinas va bien, las fábricas no contaminan. Hace años abrieron y no se dan abasto, con él dinero mejoró la vida, por las reformas de Paylor no hay excesos para nadie, se encargan primero de lo indispensable, se está construyendo otro hospital y hay buenas escuelas ahora. Veo a los niños y no pasan hambre, que diferente a mi niñez. No me gusta pensar en que les enseñen sobre los Juegos en clase pero se no se deben ocultar por mucho que duela, solo no quiero ser señalada en la calle, soy un héroe, aún me aclaman, parecen haberme perdonado matar a Coin. Fue por Prim, dicen justificándome, no estaba en mis cabales.
Yo sé porque lo hice.
Sae nos enseñó a cocinar a Peeta y a mí, sigue preparando comida con todo lo que encuentra pese a haber aumentado la calidad. Sigo cazando, ¿qué puedo decir? Yo no le veo nada malo a la comida, Peeta sí al principio, creció en otro lugar del distrito, no lo culpo, me molesta, un poco, pero me da más risa.
Creo que Sae nos enseñó porque nos vio muy planos por la vida, recuperándonos, viviendo juntos con un gato mientras vivió, Buttercup, -que no se quiso marchar con Peeta consintiéndolo a veces, y quiso ayudarnos. Normalmente no siempre cocinaba en casa porque yo era la que llevaba la comida, primero lo hacía junto con Prim, cuando nuestra madre despertó de su sopor recuperada o al menos no tan perdida fue ella quién tomo el control de la cocina, ella y Prim eran un equipo cocinando y atendiendo enfermos y heridos. Amaba a Prim, a mí madre también, pero no acababa de perdonarla por abandonarnos en su dolor. A nosotros también nos dolía, ¿acaso no pudo verlo? Debió ser fuerte, debió cuidarnos mejor en vez de dejarnos morir de hambre tomando yo las riendas de la casa. El chico del pan, con él que duermo ahora en la misma habitación, ¿sabía él que acabaríamos juntos al crecer? ¿Supo de todo por lo que pasé? Ahora lo sabe. No me gusta tocar el tema, lo hago a veces por Prim.
Hace un año nos visitó, me vio más repuesta conforme a la primera vez que vino, cada determinados años viene, ha aprendido muchas cosas rodeada de médicos, quería ver cómo van las cosas en el 12. Van bien. Me ve al lado de Peeta y le tranquiliza saber que no estoy sola. Nota que he crecido, tal vez incluso envejecido. Ella se vuelve más anciana cada vez. Se recalca que sigo adelante sin ella para mí, hago hincapié en que no hay tanto rencor como antes, se está esfumando, a mi hermana no le hubiera gustado vernos pelear. Mencionó que sí se construye el nuevo hospital tal vez regrese. Solo tal vez. Aún se respira a Prim en el aire. No estoy segura de quererla en mi vida de nuevo, sus ojos son los de Prim, su cabello y su piel, ella le regaló todo eso cuando la tuvo. Cuanto la quise cuando vivió.
Sigue doliendo. Tantos años y duele. No lloro, desvío la vista solamente. Peeta me abraza.
Me hago a la idea de que sí no vivió lo suficiente yo viviré lo de ella. Me parece egoísta, he pensado en el suicidio muchas veces desde que se fue, pero Peeta no suelta mi mano. Conmigo muerta sigue él. Mejor mirar hacia el sol tomados de la mano, sé que yo soy su razón de vivir. Estamos juntos en esto, me debo concentrar en eso. Podemos renacer, no todo es dolor.
Aún puedo ser feliz.
Hace años pasó esto.
'Planea poner otro puesto, más bien hacer firme el que tiene y quiere que le ayude, ya sabes, con el pan, incluso quiere que trabaje a un lado, construyeron varios negocios, podría poner una pastelería' Sae puede confiar en nosotros, ya somos adultos, fue todo un trabajo ser el rostro de la rebelión, ahora maduraremos físicamente, nos adelantamos en mente y criterio con los Juegos y después la guerra, los humanos también tenemos un ciclo como las plantas, los animales y las estaciones, ahora estamos en nuestro verano, sabemos que nos observan pero por mucho que Peeta y yo seamos pareja no verán fruto de nuestro amor. No quiero tener hijos. La vida se hace distinta para mejorar y pese a todo no quiero dejar de desconfiar.
'Me parece bien' sonrió, debo sonreír para mostrar mis sentimientos, de niña me entrene para no mostrarlos y guardarme todo protegiendo a Prim de arremedarme y que no se metiera en problemas sí la escuchaban decir pestes contra nuestra situación, solo era yo con Gale.
Ahora que no hay soldados de Paz puedo ser yo misma, solo que ser así también incluye esa máscara de frialdad que tanto he cargado. Me veo obligada a quitármela. Estoy con Sae, Gale ya no existe aquí, pero quiero a Peeta.
Solo suspiro.
El mundo sigue girando. Mejor seguir.
Sí tan solo Gale no hubiera llegado a quererme como quiere un hombre a una mujer seguiríamos juntos cazando, pero no es así. Tal vez sí hubiera venido conmigo a los Juegos... No, no sé qué pensar. Las cosas no fueron así.
Debo recordar que para todos Gale y yo íbamos a acabar juntos. Nos daban por casados. Entonces sus hermanos y Prim hubieran tenido cuñados. Me hubiera cargado en sus fuertes brazos y hubiéramos celebrado nuestras bodas al estilo del doce. Siempre y cuando le hubiera dicho que sí a su propuesta de matrimonio claro.
Eso no se menciona ahora.
Me vieron en televisión protegiendo a Peeta, salvándolo, curándolo, besándolo. Dos veces. Incluso creen que a los diecisiete perdí un hijo de él. Mintieron diciendo que Gale era mi primo. Estoy viviendo con Peeta actualmente.
Ni una sola palabra.
¿Querer hijos? No. Callan pensando que ese bebé perdido es la causa. Sí supieran no fue real.
Sé que Gale está bien. Quiero creerlo. Los dos sabemos cómo sobrevivir. Lo nuestro no quedó en los besos que llegamos a darnos, por lo menos para mí no. Lo nuestro quedó cazando.
Cazo porque soy una cazadora no porque piense en él.
Le deseo lo mejor. Estoy comiendo una obra de arte hecha en glaseado. Su sonrisa de perdón, sus ojos de esperanza, sus rizos de amanecer. Es a Peeta a quién quiero.
Tenemos nuestra pastelería ya. No nos faltan los clientes, al contrario, Peeta no se da abasto, contrató empleados y es muy generoso en los salarios por qué es tan noble como el pan que hace. La gente la tiene porque no le gusta dejarme sola. No le digo nada, oculto que lo agradezco. No deja que piense mucho en lo que me flagela.
He aprendido a mirar a otro lado, incluso cantar.
Sae compra su pan y mis presas. Somos prósperos. Ahorramos. Tenemos dinero de sobra, mucho a veces y Peeta regala luego sus obras de arte comestibles. Todo el mundo adora a Peeta. Es mucho el brillo que despide.
Me doy cuenta de que nos conocen por ser ganadores de los Juegos, figuras de los rebeldes y ahora gente común con pasado de leyenda. Soy héroe, figura pública accidentada y también la mujer del panadero. Irónico.
El tiempo pasa. Cuento primaveras e inviernos. Peeta habla de matrimonio una vez, yo sostengo la perla que me dio en la playa, pregunta, me ve y no dice más. Guardo silencio. Una vez planearon nuestra boda. No volvió a mencionarlo. Pero a causa de mencionarlo una última vez, una que dice es la última de verdad, yo acepto. Soy su prometida. No quiero verlo confundido, daremos el siguiente paso.
Puedo no mostrar siempre mis emociones pero quiero tanto a Peeta que no me permito ser fría con él.
De la noche a la mañana se enteraron en el Capitolio, se llama de otra manera pero es costumbre seguir llamándolo así. Aparecerán cámaras está semana, nos entrevistaran. Habían muchas dudas sobre nosotros después de la guerra, me tomaron por loca y me dejaron en el doce. Sí me había trastornado lo suficiente para enloquecer que enloqueciera lejos, ellos instaurarían un nuevo gobierno. Al menos Peeta volvió. Fue el único. Compartimos tanto que nuestra profunda amistad sí cuajo en amor, no romance del todo pero lo amo.
Cámaras de nuevo. Miró a Haymitch con desaprobación.
'A mí no me veas no fui yo'
'Sí quieres les digo que se marchen' ofrece Peeta, creció más conforme a los años. Diez años. Diez años no son nada. Mis rasgos se volvieron algo duros admito, no soy la niña que recogió el pan ni la que maquillaron para ser entrevistada por Caesar Flinckerman, ni la joven que salía en los propos, soy la cazadora más famosa del distrito 12, la mujer del panadero más noble del mismo. Soy Katniss Everdeen, el sinsajo. Lo que queda de él.
'No, que vengan' digo, les impresiona mi respuesta. He pasado por mucho, la gente verá a la pareja triunfadora de los Juegos del Hambre, del Vasallaje de los 25 y los rostros tributos de la rebelión. Los trágicos amantes del distrito 12, su amor consumado.
Mi vida al desnudo de nuevo.
Ya me arrepentí.
Mi equipo viaja hasta aquí. Como los extrañé.
Tiene su lado bueno.
La ola de suicidios de los ciudadanos del Capitolio fue noticia durante meses, no soportaron el cambio de su nivel de vida tan drástico a la humildad propuesta por el nuevo orden. Para mi bien los últimos Juegos del Hambre que propuso Coin nunca se hicieron. Al matarla la gente entendió que yo, el sinsajo, la cara de la rebelión, no quería que más sangre fuera derramada por mucho que fuere la sangre de Snow representada en su nieta.
Me maquillan, insisto en ver sí me quedan los vestidos de Cinna escapándome al otro piso, después de tantos años no deben, casi llego a los treinta. Sorpresa, me quedan varios. No es como sí comiera mucho, ¿o será que incluso pensó en eso Cinna? En los demasiado pegados no entro, pero en uno sencillo sí. Creo que ya sé cual usare. Mis ojos se llenan de lágrimas. La última vez que vi a Cinna fue subiendo en el disco a la segunda arena en el Quarter Quell. ¿Lo habrán torturado?
Nadie menciona algo cuando bajo. Peeta dice que me veo hermosa, recuerda a Portia también, ella y su equipo murieron, torturaron a muchos para que él escuchara sus gritos.
Me siento débil, una lágrima y me recompondré. Diez años y me siento una niña.
Nos abrazamos, los demás despiden ternura. Nosotros matamos la melancolía.
Sonreímos porque no es dolor sino tristeza. Entrelazamos las manos. Todo está bien.
Frente a la cámara un hombre castaño de ojos dorados nos va a entrevistar, nos sientan en unos sillones no muy refinados como los del Capitolio más propios sí quieres conservar la estética según Octavia. Son parte del campo abierto que usan. El atardecer nos ilumina, no es una pantalla verde o un set preparado, las cámaras procuran una calidad sorprendente. Escogieron un campo, al parecer este nuevo entrevistador llamado Ivan Logan pidió esto, su personalidad escurre la miel desde su mirada. Me hace sentir cómoda y ayuda igual que Caesar Flinckerman sí me quedo en blanco. Peeta es el mismo, después de todo el es Peeta Mellark.
'Dinos Katniss, ¿qué se siente finalmente unir sus vidas?' pregunta Ivan.
Contesto sincera. 'Siempre hemos estado juntos, es solo firmar un papel' digo, pego mi cara a la de Peeta. No estoy fingiendo. Es mi chico del pan. En algún momento el azúcar de sus pasteles se pasó a mi alma.
'Y tú Peeta' se dirige a él '¿Por qué esperar tanto tiempo?' me quedo quieta. ¿Cuántas veces no nos desviamos del tema?
'Katniss lo dijo' me apoya 'Es un papel. La amo y ella me ama, eso es todo'.
Todo Panem nos ve. No editan nada y estamos en vivo.
No miro a la cámara, nos besamos como sí no nos importara, un beso dulce, no apasionado. Un beso de atardecer, que reconforte y me recuerde porque lo amo tanto. Se introdujo en mi corazón como algo fingido hasta que fue enterrándose. Llegó a odiarme y quererme matar. Respetaba a Gale, me quería entregar a él. Solo busca mi felicidad.
Sigue haciéndome feliz.
'Realmente Panem les desea lo mejor en la vida' nos dice Ivan. Lo hemos conmovido, no preguntó lo que no debía, lleno bien el tiempo. Nosotros, nosotros y solo nosotros.
Solo nos tenemos el uno al otro.
Agradecemos y lo vuelvo a besar, sostengo su rostro con mis manos, el tiene mis hombros en las suyas. Llevo un vestido verde que no presume mis atributos. Soy aún la chica de la Veta, adulta ya, accedí a que soltaran mi cabello. Alguna línea de expresión ya debe estar haciéndose notoria. Al final tengo la esencia de mi padre aunque iré a lucir un poco a mi madre en mi adultez. Mis ojos grises, mi piel aceitunada, casándome con un chico de rizos oro.
Sigo preguntándome que vio en mí.
Nos grabaron aún y cuando nos fuimos, Peeta me cargo por el campo, está lleno de dientes de león con sus semillas volando, me carga, gira con mis pies volando, rio en su cara aferrada a su cuello y el a mi cintura. Nos volvemos a besar. Miramos la puesta de sol y bajo mi mirada.
Peeta grita al sol haciendo lo que yo no puedo, grita a un círculo amarillo con el cielo a su alrededor naranja, su color favorito, el del sol naciendo u ocultándose al anochecer. Grita porque nuestro pasado aún quema. No nos soltamos. Arranco un diente de león y soplo sus semillas. Se las lleva el viento como las palabras que no alcanzo a formar.
¿Está bien ser felices con todo lo que ha pasado? Peeta me mira con una cara indescifrable. Mojo mis labios. Gritamos los dos. Tomamos aire, volvemos a gritar largo y tendido. Gritar lo que no se dice. Se acaba nuestra voz y volvemos a abrazarnos. ¿Nos grabaron? Arruinamos su toma tal vez. Que no nos vean sí llegamos a llorar.
Destellos de ayer. Dolor viejo. El calor del otro.
Vamos a casarnos, no quiero llorar. Lloremos ahora y no lo hagamos después. Caminamos, caminamos hacia adelante, el futuro solo se ve prometedor a su lado, común, pero otra vida, siento su mano en la mía, es su calidez la que me lo dice.
Es prometedor porque es Peeta del quién se trata.
Seremos felices entonces.
Esa era la idea que teníamos hasta que algo pasó...
.
Entró al negocio de Sae un hombre en uniforme alto, fornido.
Peeta y yo comemos en la barra, es el almuerzo, la pastelería está cerrada y en un rato iremos a sacar el pan. El aroma llega ya hasta nuestros sitios. Es, sí, aquella perla la que está en mi dedo engarzada al metal, plata, que mandó a hacer solo por mí. Pequeño lujo en la vida humilde que nos hacemos vivir.
'Hola Catnip' conozco esa voz. Se ha enterado de mi compromiso con Peeta. Al parecer me creía muerta o loca por lo ocupado de su trabajo.
Dejo caer la cuchara en el plato, mi trenza se hace hacia atrás al voltear. Mis ojos no ocultan mi impresión pero soy firme. Mi arco está a mi espalda.
Cazaba antes con él.
Ahí está, en la entrada, Gale Hawthorne.
Yay...
ViX
