Los personajes de utilizados en esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto.

La idea y escritura de esta historia es de mi propiedad. Prohibido cualquier tipo de plagio.


.:Hurt:.


Capítulo uno: Un día más. Un día menos.

De momentos le costaba respirar, sólo en ocasiones, como aquella, cuando sus pulmones reclamaban por oxígeno y la respiración terminaba convirtiéndose en sollozos. Amargos, tristes, solitarios y con poca alma. Lágrimas que asomaban despreocupadas, sin ningún reparo y corrían en torrentes lentos que dejaban senderos húmedos en la piel de su rostro. Intentó en vano reprimir los sonidos provocados por el llanto incipiente, pero sólo alcanzó a tapar su boca con la mano antes que su cerebro le ordenara llorar más fuerte, más triste, más desalmada y solitaria; era su momento de sufrir, el instante de recordar, de dejar fluir el llanto, de saber otra vez que estaba sola y que los días eran más lentos sin él. Que ya no le sonreiría, que ya no la miraría con aquellos ojos enigmáticos, que ya nada. Que Neji estaba muerto y la dejó sola.

Su cuerpo se arqueó hacía delante y una arcada punzó en la boca del estómago, pero se contuvo. Inhaló consecutivas veces en otro intento de controlar su estado, se enderezó llevando una mano hasta su vientre mientras con la otra limpiaba el sudor de su frente. De pronto se sentía extrañamente agotada, no era la primera vez. En el último tiempo era cotidiano para ella estar cansada, triste, sin ánimos de salir de la cama, con la idea fija en la mente de no querer ver a nadie, de sólo recordar(lo), de vivir de sus memorias y traerlo a sus días, a sus sonrisas y las caricias en la oreja. Con cuidado y lentitud se recostó sobre la hierba, apoyando su espalda en el tronco malherido, sentía todavía la arcada presionándole la garganta, la espalda le dolía levemente en la zona baja, el sudor provocaba que su flequillo se pegara en la frente mientras que su cuello tenso buscaba un poco de frescor en la brisa tibia de días de primavera, felices, con sol iluminando los amplios parajes de entrenamientos: solitarios, vacíos, llenos de recuerdos convertidos en neblinas fugaces que escapaban de la mirada al primer parpadeo; gritos, voces, Tenten, Neji. Recuerdos, memorias, años juntos. Ya nada.

Cerró los ojos en otro de sus intentos de serenarse, secó las escuetas lágrimas con la mano e inhaló profundamente conteniendo el aire. Un estremecimiento la hizo abrir los ojos y acarició su vientre abultado, sonrío y le prometió en un susurro a su hijo que ya no volvería a llorar. Por él, por lo que significaba, para que nada saliera mal, porque él era la única luz entre tanta niebla. Porque ese hijo que todavía no nacía era la única razón por la que ella seguía con vida.

Cuando yo sea sensei de un equipo ―comentaba animado Rock Lee todavía con la boca llena de arroz. Tragó sonoramente―, quiero que mi equipo esté formado por nuestros hijos…

Tenten sonrió forzadamente intentando imaginarse un futuro en el que sus pobres y desdichados hijos tuvieran un maestro como Lee. Un escalofrío le recorrió la espalda.

¡Jamás permitiré que nuestros hijos sean entrenados por ti! ―Neji había alzado la voz demasiado y apuntaba con un dedo acusador al chico de las cejas gruesas luego de haber realizado con el mismo dedo un gesto que lo abarcaba a él y a la única mujer del grupo―. Puedes entrenar a tus hijos, pero a los nuestros no los tocas.

Ambos se quedaron estupefactos mirando con los ojos abiertos a todo su diámetro al tercer integrante del equipo, considerado como el más sereno y reservado de los tres, aquel que sin duda jamás tendría una reacción como la que acababa de tener. Hubo un largo momento de silencio en el que Neji continuaba mirando y apuntando a Lee quien, nervioso, tragaba en seco al tiempo que Tenten observaba al Hyūga esperando una explicación. Cuando la tonalidad del rostro del muchacho comenzó a variar pasando del pálido al rosa/rojizo, la muchacha de cabello castaño analizó correctamente las palabras de su compañero. Se ruborizó notoriamente abriendo levemente la boca y siendo ella quien apuntaba con un dedo acusador a Neji.

Lee claramente se refería a ser el sensei de un equipo formado por los futuros hijos que los tres tuvieran, cada uno por su cuenta con alguna pareja desconocida hasta el momento, Neji por su parte hablaba de los hijos de "ellos", los hijos que ambos tuvieran. Juntos. Los hijos de Tenten y Neji.

El silencio tenso fue roto por una sonora carcajada proveniente desde lo más interno de la chica, una risa que le nacía del alma, de la alegría, de la dicha. La felicidad ante lo recién oído, de ella y Neji, de él y Tenten. Los hijos que tendrían: Neji consideraba que la única madre para sus hijos sería ella y aquello no podía hacerla más feliz simplemente porque no podía existir mayor dicha. Seguía riendo ruidosa, con carcajadas alegres, los ojos brillantes de felicidad, mirando a Neji con el amor secreto escapándosele por la risa. Él también la miraba, todavía sonrojado aunque una leve sonrisa iluminaba su rostro, cómplice de las carcajadas de su compañera y la intriga de Rock Lee.

Vamos Neji… no sería tan malo que Lee fuera el sensei de nuestros hijos ―dijo entre risas.

El Hyūga dejó escapar la risa que contenía al tiempo que negaba con la cabeza mirando hacia otro lado. Rock Lee por fin entendió. Él también sonrió.

En aquellos días no pensaban que sus vidas darían un vuelco tan radical; no imaginaban que se enfrentarían a una guerra, sólo pensaban en el futuro lejano, abstracto, un futuro que Neji parecía dispuesto a crear junto a ella y Tenten junto a él. Eran jóvenes con sueños que compartían de vez en cuando, con anhelos secretos de amores correspondidos. Hoy, seguían siendo jóvenes, pero sus sueños y anhelos parecían destruidos.

―Me dejaste… ―susurró al viento―. No verás a nuestro hijo cuando Lee sea su maestro…

Y nuevamente las lágrimas acudieron a sus ojos. Ahí, media sentada a la sombra de aquel árbol herido, testigo de tantos momentos, acariciando su vientre abultado en donde crecía el fruto de un amor irresponsable y desesperado, un amor sin límites, sin parámetros de comparación y su corazón se agitaba de sólo recordar cuánto lo amaba, todavía, aunque él la hubiese dejado, aunque él muriese sin saber que sería padre, que su imprudencia y arrebato adolescente tuvo consecuencias. Pero nunca lo sabría o quizás siempre lo supo, era ella la que no lo sabía. No alcanzó a despedirse, no alcanzó a nada. Ya nada.

Neji se había ido.

Aún no se acostumbraba a la idea, le parecía inverosímil, triste y un leve gustillo de amarga felicidad. ¿Realmente podía existir una luz entre tanta tiniebla?

Pequeña, débil y todavía inestable. Crecía lentamente, de a poco hasta convertirse en un luminoso faro que lograría devolverle la luz a sus días. Todavía faltaban tres meses para que su hijo naciera. Se llamaría como su padre.

Y nuevamente la atacó la tristeza y el dolor de los recuerdos, la vista se le nubló producto de las lágrimas acumuladas y se permitió liberar el sollozo que estaba aguantando. Neji no estaba, Neji no estaba, Neji estaba muerto, ya nunca más lo vería. Nunca más.

Y aunque lo repitiera mil veces, millones de veces durante cada día desde que él había muerto, no lograba acostumbrarse a la idea, no podía concebir la idea que él la hubiese dejado así nada más, de un momento a otro, por ideales que ella sabía que eran los más desinteresados, los más esperanzados, pero que para ella resultaban terriblemente egoísta. Él nunca pensó en ella, nunca se preguntó qué pasaría con su amor. Y la dejó sola junto a su hijo.

Su mirada nublada por el reciente llanto se posicionó en aquel sol lejano que teñía de naranja y rojo el cielo, como si ardiera; como fuego en el cielo. El atardecer llegaba una vez más a Konoha y otro día acababa. Uno más. Uno menos. Sonrió triste y su hijo se removió inquieto recordándole que era hora de comer nuevamente. Con esfuerzo se levantó de su incómoda posición, el vientre ya le pesaba bastante, era más grande que un embarazo normal para el tiempo que llevaba gestando. Al parecer los Hyūgaeran bebés grandes.

Recogió con dificultad algunas armas que aún quedaban esparcidas por el terreno de entrenamiento, la espalda le dolía montones y sus pies hinchados reclamaban por un significativo descanso. Sabía que no podía esforzarse ni entrenar de sobremanera, obviamente no la hacía, su movilidad y resistencia de momento estaban menguadas, pero practicar un poco de tiro al blanco no la haría mal a nadie, para ella significaba el mínimo esfuerzo además de una forma para distraerse.

Quedaban sólo minutos de luz pero la temperatura todavía era agradable y la tristeza seguía instalada ahí, en una esquina de su pecho, recordándole a cada instante que había cosas que debía y tenía que dejar de hacer, que era el momento que una mujer como ella quien siempre se caracterizó por su fortaleza y entereza frente a situaciones difíciles, lidiara con su situación, que aprendiera de una vez a dejar partir a Neji, que se acostumbrara, que lo perdonara, pero era difícil, casi imposible. Casi.

―Te estuve esperando ―una voz masculina la hizo detenerse, no era necesario darse la vuelta para saber de quien se trataba, aun cuando no lo sintió aproximarse―. Dijiste que hoy entrenaríamos a las seis… y no apareciste. No tengo tiempo para perder por tus estupideces…

Tenten lo miró sobre el hombro, apenas, sin voltear mucho el rostro, le bastaba verlo con el rabillo de ojo para saber que estaba molesto. Bufó exasperada. Lo había olvidado completamente.

―Lo olvidé ―reconoció sin inmutarse, no quería discutir. Echó a andar nuevamente.

Escuchó perfectamente cuando chasqueó la lengua completamente enfadado: ―Eres patética…

No tenía tiempo ni deseos de discutir. Desde que había comenzado a entrenar a Sasuke Uchiha descubrió que no valía la pena rebatirle o comenzar una discusión; era un completa pérdida de tiempo hablar con él, por eso sólo se limitaba a entrenarlo, cuando lo recordaba.

No entendía cómo había personas que lo comparaban con Neji.

Siguió caminando sin voltear a verlo. La esperaban para cenar en la mansión Hyūga.


Una idea que vengo intentando escribir desde hace tiempo, pero estuve bloqueada, muy bloqueada y recién ahora pude empezar a escribirla.

Serán varios capítulos, no muy largos (espero) en los que iré tratando de narrar una historia posterior a la guerra, un Neji muerto y una Tenten embarazada. Aún quedan muchas cosas que explicar así que no se desesperen.

Espero haya sido de su agrado y la idea general les parezca interesante. Cualquier cosa puede ser expresado en un review :)

Nos leemos.